6 Poemas de Lázara Meldiú

X A N A T 

Asida brevemente a la tierra fecunda
dedos —raíces blancas— que reciben la vida,
sube y trepa graciosa por la rama escogida
del arbusto amoroso que en el trópico abunda. 

Florece con ebúrneos capullos de jocunda
albura de corolas de castidad serena,
con placidez de nácar y olor de azucena
al campo verde-obscuro con el perfume inunda. 

Caen los pétalos blancos y surge el fruto verde
—filtro de encantamiento cuya virtud no pierde—
hasta que manos indias lo cortan en ritual. 

Después, el sol transforma su vegetal venero,
ya negra se convierte en rico pebetero
que se ofrenda en aliento misterioso y sensual.

El niño lucero

La luna está acariciando

en su regazo de plata

al lucero de la tarde

como en luminosa hamaca…

 -Dame un beso mi lucero-

le dice la luna clara

y el lucero, que es su niño

le besa manos y cara.

Madre del lucero, ella

 todas las tardes lo manda

que cuando el sol se retire

se asome por la ventana.

Madre luna, que bonito

es este collar de ágatas

que te pones por las noches

 sobre tu cuello de garza…!

-Este collar que me dices

lo recogí una mañana

cuando bajaba a la mar

para bañarme en la playa-.

 La luna lleva un vestido

todo de camelias blancas,

sus zapatitos tejidos

con hilos de mil arañas.

Una cofia de crespones

con chaquiras de esmeralda,

son luciérnagas dormidas

en su cabellera larga…

¡Ay, la luna que acaricia

en su regazo de plata

a su lucerito niño

en el amor de su hamaca…!

¡Ay, el lucerito claro

que tiene madre tan blanca

y le permite asomarse

 a veces por la ventana…!

Lucero y luna han llegado

arriba de la montaña,

allí, en alcoba de sombras

tiende la luna su cama.

Y ya se cierran las puertas

de la noche sosegada

los párpados del lucero

cierran su carne de nácar.

 -Madre, yo quiero dormir

en el amor de tu hamaca-.

La luna alarga los brazos,

llenos de camelias blancas…

y…allá en el oriente empiezan

las alondras su cantata.

V o l a d o r

Danza de los cuatro vientos, danza loca
como una ave de raro colorido
se abre el reto a la muerte, ennoblecido
por el rictus del indio que la invoca. 

Vértigo de infinito le provoca
el cielo majestuoso, conmovido
por el valor humano que ha subido
más allá de la cumbre y de la roca. 

Indio, Señor del aire, el gavilán
envidia la destreza de tu fuerza
hacia los cuatro rumbos esparcida. . . 

Sigue la danza loca, Taracuán
sigue la danza ebria de belleza
por todos los caminos de la vida.

Poema Inspirado en la  danza ritual prehispánica, actualmente conocida como los voladores de Papantla.En 2009, este ritual fue inscrito por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

Pozos de mi ciudad, que repitieron
su milagro en cristal claro y licuado,
el Pozo de la Cruz iluminado
por las fiestas de mayo que se fueron. 

El Pozo del Pintor, donde surgieron
las canciones del barrio enamorado,
y el Pozo del Cuxapo, adornado
de trinos que en las ramas florecieron. 

El Pozo del Ubero. . . viejo pozo,
el del Naranjo en secular reposo
a la sombra amorosa de la higuera. . . 

La Pahuita, el San Juan, páginas bellas
y el de la Garza que cautiva estrellas
si llora su garrucha plañidera.

E n v í o 

Mi corazón es tuyo. Mi poesía.
Esta pequeña vibración humana,
mi verso que en tu nombre se engalana
con tu viejo prestigio y tu hidalguía. . 

Nací para cantarte, ciudad mía,
sólo de ti mis sueños recibieron
el mensaje del arte, que sintieron
mis células latir, que florecía. . . 

Tal vez no vuelva a derramar la pluma
que quisiera platearse con tu luna
en último soneto intrascendente. . . 

Y solamente tú, ciudad querida
guardarás estos cantos de mi vida
que te entrega mi lírica ferviente.


Tajin


Con su verdad de piedra viva

escrita con la fuerza de otros tiempos

alza el Tajin su vieja voz de cumbres

más allá del silencio.

Unas horas de luz en el quedaron

como en la paz de un templo.

Luminosa montaña es su nombre,

y toda ella palabra del pasado

flor del revés caído en el mito selvático.

Tajin; yo soy tu raza

y por tu raza vengo

con la voz que callo sobre mis labios

con la palabra que brotá la sangre

con el primer día de tus anales.


Con tu roca soberbia

dices tu mismo tu elegia

enhebrada en la noche de los siglos

ruda y bella expresión que resucita

en el códice oculto de tus ritos.


Tajing; esa luz geroglifica

abrirá alguna vez su luna nueva

germinaré tu fuero de montaña

asombrando a la vida,

triunfando del pasado.

El caracol arrancará el silencio

cóncavo de los ciclos su eco milenario

y por los cuatro rumbos cardinales

se sabrá tu verdad petrificada.

Yo soy tu raza, y por tu raza vengo

con los tres corazones de tus clanes

en la palpitación de mi poema

Conto la flor del vendaval sellada

de prestigios, sinforizada de alboradas,

y por tu raza vengo

con irízado colibrí en las manos,

color en madrígal de argentería,

como Joyel con alas.


Tu realidad se eleva

en la altivez de tu mirada muerta

en la callada angustia de tus días

llovidos de distancias.


Mi canción conturbada

por la vieja emoción que es siempre nueva

es la oración del Indio

al aromarse al cielo las estrellas

es la oración del Indio

con su mirada de añorar tranquila

con su estoica y vertical presencia.



Fuiste, eres y serás

sabiduria esencial

no alegórica piedra solamente.

María de la Luz Lafarja Urrutia, Lázara Meldiú, (Papantla, Veracruz, México, 9 de enero de 1902 – Ciudad de México, 4 de mayo de 1884). Poeta, sindicalista, editora y feminista pionera en la lucha feminista de la primera parte del siglo XX en México.

Hija de Julia Urrutia y de Juan Lafarja. Tuvo por hermanos a Manuela, Juan, Rosa y Raúl. Maria de la Luz estudió en la Escuela Cantonal para niñas «Rafaela López Aguado», de gran prestigio en el estado de Veracruz.

Desde muy joven y de manera autodidacta comenzó a escribir poemas. Después destacó como activista en los difíciles años de la LEAR (Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios). Con otras 13 mujeres que representaban a más de 800 organizaciones femeninas de todo el país, constituyó el comité directivo del Frente Único Pro Derechos de la Mujer. Ahí trabajó con Esther Chapa, Frida Kahlo, entre otras.

En la década de los 40 Lázara Meldiú fue una de las fundadoras del Ateneo Mexicano de Mujeres y de la publicación literaria-científica Ideasla revista de las mujeres de América, en la que llegaron a escribir Simone de Beauvoir y Gabriela Mistral, entre otras intelectuales de la época.  

El 17 de octubre de 1953, después de una lucha de más de veinte años entró en vigor la reforma constitucional que permitió la participación de las mujeres para votar y ser votadas en elecciones federales.

Aunque se dedicó sobre todo a la poesía, publicó una novela corta de contenido social.

Fué colaboradora de varios periódicos y revistas de los Estados, como la Revista Sociopolítica (nacional e internacional), donde cubrió las páginas «Ciudadanas Mexicanas» y «Poesía Universal».así como productora para el Instituto Nacional de Protección a la Infancia que editó una síntesis de su libro Columpio con cien mil ejemplares; además de pertenecer al cuerpo de productores de la Editora «Oasis».

Fundadora del Círculo de Escritores Continentales «Cauces Americanos».

Colaboradora del Instituto de Intercambio Cultural Mexicano Soviético y Miembro de la Asociación Mexicana de Periodistas.

Hay un prestigioso premio en México que lleva su nombre : El Premio Nacional de poesía “Lázara Meldiú

ObraFlechas; Arrullo; Devoción al Quijote (1947); El dolor de la astilla; Columpio. Letras para niños (1952); Surcos en promesa (1957); Cinco sonetos vegetales (1957); Elogio del café (1965); La ciudad perfumada (1982); Canto en tres tiempos; Canción de cuna; Cántico; Elogio del maíz; Balcón sobre el mar; Vida, pasión y muerte de una rosa; Con la tierra que soy; Colinas en otoño; Carabela hacia la sombra; Ocarina de agosto; Ánforas de luna y de dolor; Manos ausentes.

Enlaces de interés :

http://cronistadepapantla.com/_prs/_fls/L_Meldiu.htm

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