Fusión
Me persigues ¡oh sombra!
con obstinación fría
atándome los puños
segándome la risa
parándome la sangre
y el pulso de la vida.
A tu viento tenaz
dócilmente me inclinas.
Te prolongas en mí
penetrando furtiva
mis silencios de yedra
mis murallas erguidas.
Ya mi voz no es mi voz
ni la tristeza es mía
ni sé ya qué raíz
está ardiendo en mi herida.
Suspendida en el tiempo
sobre enjambre de cimas
de mareas nocturnas
de selvas abatidas
emigro ineluctable
como un agua suicida
al desierto angustiado
de tu alma sin orillas.
Serenidad
¡Serenidad, serenidad!, escucha,
mi voz grave y dolida,
la voz hecha de angustia y amargura
infinita.
Estréchame en tus brazos y haz que el viento
se lleve mis melancolías.
Déjame el alma limpia de inquietudes,
como una primavera florecida
de soles, de capullos, de canciones,
de arrullos y de risas…
¡Serenidad, serenidad!.Mírame hondo
con tus claras pupilas!
Canciones de la isla (1932-1936)
Venía tu cuerpo moreno
en el agua rosada del río.
Un viento, de pena callada,
retorcía los grises olivos.
Venía tu cuerpo moreno,
inmóvil y frío.
El agua, cantando, pasaba
por tus dedos rígidos.
¡Venías tan pálido,
soldado, en el río!
La boca cerrada, las manos heladas,
la piel como el lirio;
Y una herida roja, en la frente blanca,
y una luz de aurora, en los ojos limpios…
¡Qué muerte la tuya, soldado del pueblo,
bravo miliciano, corazón amigo;
qué muerte más dulce, cien brazos de agua
ceñidos en torno de tu rostro lívido!
No venías muerto sobre el agua clara;
Sobre el agua clara, venías dormido:
Un clavel granate, en la sien nevada,
y en los ojos quietos, dos luceros vivos.
¡Qué pálido y frío,
venía tu cuerpo moreno
sobre el agua rosada del río!
El deseo
Noche
de insomnio negro.
Sobre un talud de cardos
crispada me recuesto.
En cada pliegue blando
recóndito del lecho:
una espina de miel
un cuchillo de fuego.
Incrustado
a mi cuerpo
tentáculo feroz
y agresivo: el deseo.
Gritos broncos derriban
murallas de silencio.
Sofocante me absorbe,
la boca que no tengo.
Mordaza de mi mutismo.
Pantera de mi desierto.
Hoguera de mi penumbra.
Abismo de mi tormento.
En un rojo
revuelo
de combates
sin freno
abierta
desmembrada
me consumo y me pierdo.
En la noche demente
resucitada muero:
con la boca quemada
con los flancos ardiendo.
Lívida madrugada
cortará el aire denso.
Y el rostro que persigo
morirá en el espejo.
Tortura
¡Oh, Dios; cómo duele a mi alma
su zarpazo infame,
y se hunde la frente que oculta
la huella humillante!
Y no sé… Y no sé… Tengo miedo
de no poder arrancarle,
de que me arrastre en su vértigo
de que me venza y me aplaste,
¡y me convierta en esclava
que no puede liberarse!
¡Pensamiento!¡Pensamiento!
Huracán que levantas tempestades.
Llama ardiente y pavorosa que me quemas.
Marea alta que me llevas y me traes.
¿No te dan compasión mis ojos limpios?
El beso
¿En qué océanos áureos y arrebatados me hallo?
¿En qué rompientes duras en qué surcos de fuego?
¿En qué simas fugaces en qué abismos rugientes
me sostengo y me hundo me levanto y me pierdo?
El corazón al rojo
ha marcado certero
la huella perdurable
de este minuto intenso.
Olvidar. Olvidar
todo el pasado muerto.
Sentirse florecer
el corazón y el cuerpo
y en una tierra virgen
resucitar de nuevo.
¿Qué puñales de luna qué dardos acerados
abren mi cuerpo frío y me penetran ciegos?
¿A qué vértigos puros a qué cuencas recónditas
a qué cielos efímeros a qué vastos incendios
hechizada y demente
Tu rostro
Pacientemente sí.
Porfiadamente sí.
En mármoles de olvido
en bronces de congoja
en granitos de ausencia
día tras día noche
tras noche con dulzura
he labrado tu rostro.
Tu rostro que inventé
hoy pervive en mis ojos
va siguiendo mis pasos
hasta borrar el tiempo
hasta velar mi nombre
hasta cubrir las islas
de luz de la memoria.
Amorosamente sí.
Angustiadamente sí:
he labrado tu rostro.
Traspuse pavorosas vorágines de gritos
derribé cordilleras
descendí por los anchos
océanos secretos
descorriendo el cerrojo de las noches hostiles
del ansia adormecida
de mi voz ahogada
en canteras de angustia.
Aurora tras aurora.
Ocaso tras ocaso.
Ni demente ni cuerda:
así labré tu rostro.
¡Y nadie lo descubre
vibrando entre mis manos!
¡Oh rostro conquistado!
Ardiente quemadura.
Grito tenso del sueño.
Fiel herida del alma.
¡Estatua de fulgor
que no podrás robarme!
Ana María Martínez Sagi (Barcelona, España, 16 de febrero de 1907 – Sampedor, Barcelona, 2 de enero de 2000). Poeta, feminista, sindicalista, periodista, atleta campeona de España en lanzamiento de jabalina, plusmarquista y pionera del deporte femenino en España., ademas de ser primera mujer directiva del Futbol Club Barcelona. Como periodista fue la única fotoreportera española que fotografió la Guerra Civil desde el frente.
Nació en una familia burguesa barcelonesa, muy conservadora, dedicada al negocio textil y con miembros destacados en el terreno artístico —su tío, el barítono Emilio Sagi Barba— y el deportivo —su hermano Armando y su primo Emilio, jugadores de fútbol del Barça—, en la formación de su carácter fueron determinantes la más que difícil relación con su madre —mujer intransigente y convencional por la que nunca se sintió querida ni aceptada—, la temprana desaparición del padre y su innata afición a la lectura y la poesía.
Educada en castellano y francés porque su familia consideraba el catalán una lengua «de campesinos». Desde muy joven se inició en el deporte por recomendación médica, practicó disciplinas como el tenis, la natación o el esquí, y en 1931 se convirtió en campeona de lanzamiento de jabalina de España. En 1928 participó en la creación del Club Femení i d’Esports, pionero en el Estado, que promovía el acceso al deporte a jóvenes de clase obrera. Y en 1934 se convertiría en la primera mujer en Europa en formar parte de la dirección de un equipo de fútbol, el FC Barcelona, lo cual no deja de tener su contradicción ya que ella estaba en contra de que la mujer imitase al hombre en ninguna actividad, incluido el futbol.
Martínez Sagi también fundó el primer club de mujeres trabajadoras de Barcelona, en el que se intentaba ayudar en la alfabetización de la población femenina.
En 1930 viaja sola a Madrid para presentar y promocionar su primer libro de poesías, Caminos, escrito en 1929, y es entrevistada por Cansinos-Assens en La Libertad (6-7-1930). Alberto Insúa lo hace en La Voz (25-7-1930) y la eleva a la categoría de heredera de Rosalía de Castro. El poemario fue reseñado por Luis Astrana Marín en el diario Las Noticias (6-7-1930) y por Elisabeth Mulder, que le dedicó un extenso comentario en La Noche (17-5-1930) con el título “Una mujer que canta”.
Poesías es su segundo poemario publicado en la Editorial Ilustra Farré. Está precedido de un “Retrato psico- físico de la autora” realizado por la escritora Elisabeth Mulder, a través de tres poemas: en el primero de ellos, “Perspectiva”, la escritora define a partir de una serie de imágenes de modernidad el siglo XX, que aparece, así, asociado a “rascacielos. Espíritu de catalepsia./ New York. La obsesión del ‘yo’./ Freud. Asepsia.”. Es, además, el siglo de la deshumanización del arte, en el que ya no hay cabida para romanticismos (“Ya no tienen donde morir las Ofelias”), de manera que sólo se presta atención “a la cifra y la cabeza” (apud. Martínez Sagi 1932: 9). En el segundo de los textos, “Forma”, Elisabeth Mulder individualiza a Martínez Sagi, presentándola, desde una perspectiva romántica, como la autora de poesía “que pertenece a todos los siglos” y de cuyas plantas brota la moción (ibid. 11). Finalmente, en el tercero de los poemas, “Fondo”, la poeta es vista como un espíritu bueno y puro, que da alma, que esparce “un puñado de estrellas/ sobre las cosas feas/ de la vida” (ibid. 11- 13).
En 1932 publicó el poemario Inquietud, prácticamente ignorado por la crítica madrileña y catalana del momento, Elisabeth Mulder también le dedicó una reseña en la revista La Noche y un poema titulado “Retrato de Ana María Martínez Sagi”
Ana María conoció a la escritora Elisabeth Mulder, poeta y novelista de la alta burguesía, en una de las muchas conferencias que, a principios de la década de los 30 dio por toda España para reivindicar el papel de la mujer en la sociedad . En 1931 estuvieron juntas de vacaciones en Mallorca y fue la causa de que rompiera con su familia. Cuando la madre de Ana María, enterada del idilio, quema las cartas de Elisabeth –algo que su hija jamás le perdonará– y se presenta airada en la casa de Mulder, amenazando a su propietaria con un escándalo, Mulder decide terminar la relación ante el miedo al las consecuencias. Rota la relación, las dos mujeres seguirán teniendo contacto durante varios años.
La obtención de un puesto como funcionaria en el Ayuntamiento de Barcelona, si bien disminuirá su producción periodística y le restará tiempo para la poesía, al menos le servirá para independizarse económicamente y asegurar con posteridad una pensión, como antigua empleada municipal, cuando regrese a España en 1978.
Sus siguientes publicaciones fueron Canciones de la isla (1932-1936), País de ausencia (1938-1940), Amor perdido (1933-1968), Jalones entre la niebla (1940-1967), Los motivos del mar (1945-1955) y Visiones y sortilegios(1945-1960).
Muchos de sus versos iban dedicados a Elisabeth Mulder , su amor prohibido.
Como periodista a los diecinueve años empezó a publicar en el suplemento femenino del diario Las Noticias y, posteriormente, colaboró en el periódico La Rambla. Entrevistó a todo tipo de personajes, desde mendigos y prostitutas, hasta políticos catalanes. Especialmente destacados son sus reportajes sobre el sufragio femenino, que en la época era muy controvertido, ya que muchos progresistas, incluidas algunas feministas, temían que las mujeres decidieran su voto influenciadas por sus maridos o la iglesia. Mención aparte merece su trabajo de reportera en la Columna Durruti. Cuando estalló la Guerra Civil , se enroló en las columnas de milicias antifascistas y, ya desde el frente de Aragón, escribió sus crónicas como corresponsal de guerra bajo el apodo de “La Aristócrata”.
Tras terminar la Guerra Civil, se exilió a Francia, donde parece ser que participó en la Resistencia.(Aunque J. Manuel de Prada desmonta su supuesta pertenencia a la resistencia ). Vive en París entre 1942 y 1947; allí reencuentra a César González-Ruano. Sobrevive colaborando con editoriales, dando clases particulares, componiendo canciones de música y participando en emisiones radiofónicas. En 1947 se traslada a Cannes donde conoce a la esposa del Aga Khan, que la aborda cuando Martínez Sagi sobrevive como pintora callejera, y la contrata para decorar su mansión.
En 1950 se instala en Montauroux, un pueblo de la Provenza para el cultivo de flores aromáticas donde convive con la fotógrafa Ingeborg Ruben. Ana Maria, tras una breve estancia en Suecia, en 1957 emigra a los EE.UU donde trabajó en la Universidad de Illinois dando clases de francés y español durante 20 años. En todo ese tiempo nunca dejó de escribir.
Laberinto de presencias, Antología (León, 1969) es el último poemario publicado en vida, durante su primer viaje a España, tras tres décadas de exilio, y que dedicará a una hija imaginaria, Patricia, nunca concebida y cuya invención constituirá uno de los episodios más complejos de su vida.
Ana Maria regresó definitivamente a España después de jubilarse en el año 1977. Al volver se encontró una Barcelona totalmente diferente a la que había permanecido en sus recuerdos. Se mudó a un pequeño municipio cerca de la capital catalana llamado Moyá, donde vivió apartada del pueblo. Nunca recibió un reconocimiento ni una llamada del FC Barcelona. Pasó prácticamente desapercibida por la sociedad hasta su muerte un 2 de enero del 2000.
Ana María Martínez Sagi y su obra se mantuvieron en el anonimato hasta que el escritor Juan Manuel de Prada la localizó en un pequeño pueblo barcelonés, Ana María tenia 90 años.
Juan Manuel de Prada descubrió la figura de Martínez Sagi, a través de la lectura del libro de César González-Ruano «Caras, caretas y carotas«, volumen recopilatorio de trabajos periodísticos que incluía una entrevista efectuada por el escritor madrileño a una entonces joven poeta catalana, publicada originariamente en 1930 dentro del Heraldo de Madrid. Su curiosidad intelectual llevaría a Juan Manuel a localizar con vida, ya muy anciana, a Sagi, residente en el pueblo de Moià; y de sus entrevistas y confesiones surgiría Las esquinas del aire. En busca de Ana María Martínez Sagi (2000), biografía novelada en cuya parte final se reproducen unas grabaciones de Ana María que son recuerdos autobiográficos. La escritora ya no llegaría a conocer dicha obra; pero dos artículos anticipatorios publicados por De Prada en Clarín y ABC sí le permitirían saborear —efímeramente de nuevo— las mieles del reconocimiento y de la atención periodística. La obra se presentó justó el día en que murió Ana María, el 2 de enero del 2000. Antes de morir, Martínez Sagi hizo depositario a Juan Manuel de Prada de su obra inédita, con la condición de no darla a la luz hasta transcurridos, al menos veinte años.
Fallecida Ana María, además de rescatarla del anonimato, Juan Manuel de Prada comenzó a investigar en las notorias incongruencias del relato que había recibido de sus labios. Ese estudio de más de veinte años cuajó en 2022 en la tesis con la que recibió el título de doctor cum laude en Filología por la Universidad Complutense de Madrid. Dicha tesis ha sido publicada en dos volúmenes bajo el título El derecho a soñar. Vida y obra de Ana María Martínez Sagi (Espasa). El escritor no ha dudado en calificarla como «la obra de mi vida».
En 2007 Patricia Nell Warren publicó El vestuario de color rosa sobre la historia de la homosexualidad en el deporte en el que incluyó el capítulo: «Ana María Martínez Sagi: jabalinas de poesía española»
En 2019 se publicó «La voz sola» en la que se recuperó la vida y las obras inéditas de Martínez Sagi, reuniendo una recopilación de sus principales poemas y reportajes en un nuevo volumen de la Colección Obra Fundamental de la Fundación Banco Santander con la edición del escritor Juan Manuel de Prada.
Nota : En el año 2022 se publicó un libro que reúne dos obras inéditas de Ana María Martínez Sagi «Donde viven las almas» y «Andanzas de la memoria«, que la propia autora legó al escritor Juan Manuel de Prada con la condición de que las publicase transcurridos veinte años desde su muerte. En «Donde viven las almas«, texto entre el diario y la ensoñación lírica se alternan prosas intimistas y poemas que tienen como epicentro —sublimadas por la memoria— las jornadas compartidas en Mallorca, durante la Pascua de 1932, con la también escritora Elisabeth Mulder, junto a apuntes referidos a experiencias amorosas posteriores (1935). «Andanzas de la memoria«, escrito en los años sesenta, es una rara mezcla de libro de viajes y viñetas autobiográficas donde la autora presta especial atención a su infancia, sus viajes por Europa y su experiencia docente en la Universidad de Illinois. El prologo ha sido escrito por el mismo De Prada (Fuente : https://www.lavanguardia.com/libros/libro/donde-viven-las-almas-9788416950188)
Enlaces de interés :
https://www.lavanguardia.com/cultura/culturas/20221008/8558699/intensa-desgarrada.html
https://elpais.com/noticias/ana-maria-martinez-sagi/
Documental que recupera la figura de Ana Maria como la primera mujer directiva del futbol club Barcelona: https://www.ccma.cat/3cat/la-sagi-una-pionera-del-barca/video/5829196
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