7 Poemas de Ana María Martínez Sagi 

Fusión

Me persigues ¡oh sombra!

con obstinación fría

atándome los puños

segándome la risa

parándome la sangre

y el pulso de la vida.

A tu viento tenaz

dócilmente me inclinas.

Te prolongas en mí

penetrando furtiva

mis silencios de yedra

mis murallas erguidas.

Ya mi voz no es mi voz

ni la tristeza es mía

ni sé ya qué raíz

está ardiendo en mi herida.

Suspendida en el tiempo

sobre enjambre de cimas

de mareas nocturnas

de selvas abatidas

emigro ineluctable

como un agua suicida

al desierto angustiado

de tu alma sin orillas.

Serenidad

¡Serenidad, serenidad!, escucha,

mi voz grave y dolida,

la voz hecha de angustia y amargura

infinita.

Estréchame en tus brazos y haz que el viento

se lleve mis melancolías.

Déjame el alma limpia de inquietudes,

como una primavera florecida

de soles, de capullos, de canciones,

de arrullos y de risas…

¡Serenidad, serenidad!.Mírame hondo

con tus claras pupilas!

Canciones de la isla (1932-1936)

Venía tu cuerpo moreno
en el agua rosada del río.
Un viento, de pena callada,
retorcía los grises olivos.
Venía tu cuerpo moreno,
inmóvil y frío.
El agua, cantando, pasaba
por tus dedos rígidos.
¡Venías tan pálido,
soldado, en el río!
La boca cerrada, las manos heladas,
la piel como el lirio;
Y una herida roja, en la frente blanca,
y una luz de aurora, en los ojos limpios…
¡Qué muerte la tuya, soldado del pueblo,
bravo miliciano, corazón amigo;
qué muerte más dulce, cien brazos de agua
ceñidos en torno de tu rostro lívido!
No venías muerto sobre el agua clara;
Sobre el agua clara, venías dormido:
Un clavel granate, en la sien nevada,
y en los ojos quietos, dos luceros vivos.
¡Qué pálido y frío,
venía tu cuerpo moreno
sobre el agua rosada del río!

El deseo

Noche

de insomnio negro.

Sobre un talud de cardos

crispada me recuesto.

En cada pliegue blando

recóndito del lecho:

una espina de miel

un cuchillo de fuego.

Incrustado

a mi cuerpo

tentáculo feroz

y agresivo: el deseo.

Gritos broncos derriban

murallas de silencio.

Sofocante me absorbe,

la boca que no tengo.

Mordaza de mi mutismo.

Pantera de mi desierto.

Hoguera de mi penumbra.

Abismo de mi tormento.

En un rojo

revuelo

de combates

sin freno

abierta

desmembrada

me consumo y me pierdo.

En la noche demente

resucitada muero:

con la boca quemada

con los flancos ardiendo.

Lívida madrugada

cortará el aire denso.

Y el rostro que persigo

morirá en el espejo.

Tortura

¡Oh, Dios; cómo duele a mi alma

su zarpazo infame,

y se hunde la frente que oculta

la huella humillante!

Y no sé… Y no sé… Tengo miedo

de no poder arrancarle,

de que me arrastre en su vértigo

de que me venza y me aplaste,

¡y me convierta en esclava

que no puede liberarse!

¡Pensamiento!¡Pensamiento!

Huracán que levantas tempestades.

Llama ardiente y pavorosa que me quemas.

Marea alta que me llevas y me traes.

¿No te dan compasión mis ojos limpios?

El beso

¿En qué océanos áureos y arrebatados me hallo?

¿En qué rompientes duras en qué surcos de fuego?

¿En qué simas fugaces en qué abismos rugientes

me sostengo y me hundo me levanto y me pierdo?

El corazón al rojo

ha marcado certero

la huella perdurable

de este minuto intenso.

Olvidar. Olvidar

todo el pasado muerto.

Sentirse florecer

el corazón y el cuerpo

y en una tierra virgen

resucitar de nuevo.

¿Qué puñales de luna qué dardos acerados

abren mi cuerpo frío y me penetran ciegos?

¿A qué vértigos puros a qué cuencas recónditas

a qué cielos efímeros a qué vastos incendios

hechizada y demente

Tu rostro

Pacientemente sí.

Porfiadamente sí.

En mármoles de olvido

en bronces de congoja

en granitos de ausencia

día tras día noche

tras noche con dulzura

he labrado tu rostro.

Tu rostro que inventé

hoy pervive en mis ojos

va siguiendo mis pasos

hasta borrar el tiempo

hasta velar mi nombre

hasta cubrir las islas

de luz de la memoria.

Amorosamente sí.

Angustiadamente sí:

he labrado tu rostro.

Traspuse pavorosas vorágines de gritos

derribé cordilleras

descendí por los anchos

océanos secretos

descorriendo el cerrojo de las noches hostiles

del ansia adormecida

de mi voz ahogada

en canteras de angustia.

Aurora tras aurora.

Ocaso tras ocaso.

Ni demente ni cuerda:

así labré tu rostro.

¡Y nadie lo descubre

vibrando entre mis manos!

¡Oh rostro conquistado!

Ardiente quemadura.

Grito tenso del sueño.

Fiel herida del alma.

¡Estatua de fulgor

que no podrás robarme!

Ana María Martínez Sagi (Barcelona, España, 16 de febrero de 1907 – Sampedor, Barcelona, 2 de enero de 2000). Poeta, feminista, sindicalista, periodista, atleta campeona de España en lanzamiento de jabalina, ? plusmarquista y pionera del deporte femenino en España., ademas de ser primera mujer directiva del Futbol Club Barcelona. Como periodista fue la única fotoreportera española que fotografió la Guerra Civil desde el frente.

Nació en una familia burguesa barcelonesa, muy conservadora. Educada en castellano y francés porque su familia consideraba el catalán una lengua “de campesinos”. Desde muy joven se inició en el deporte por recomendación médica, practicó disciplinas como el tenis, la natación o el esquí, y en 1931 se convirtió en campeona de lanzamiento de jabalina de EspañaEn 1928 participó en la creación del Club Femení i d’Esports, pionero en el Estado, que promovía el acceso al deporte a jóvenes de clase obrera. Y en 1934 se convertiría en la primera mujer en Europa en formar parte de la dirección de un equipo de fútbol, el FC Barcelona, lo cual no deja de tener su contradicción ya que ella estaba en contra de que la mujer imitase al hombre en ninguna actividad, incluido el futbol.

Martínez Sagi también fundó el primer club de mujeres trabajadoras de Barcelona, en el que se intentaba ayudar en la alfabetización de la población femenina.

En 1930 viaja sola a Madrid para presentar y promocionar su primer libro de poesías, Caminos, escrito en 1929, y es entrevistada por Cansinos-Assens en La Libertad (6-7-1930). Alberto Insúa lo hace en La Voz (25-7-1930) y la eleva a la categoría de heredera de Rosalía de Castro. El poemario fue reseñado por Luis Astrana Marín en el diario Las Noticias (6-7-1930) y por Elisabeth Mulder, que le dedicó un extenso comentario en La Noche (17-5-1930) con el título “Una mujer que canta”.

Poesías es su segundo poemario publicado en la Editorial Ilustra Farré. Está precedido de un “Retrato psico- físico de la autora” realizado por la escritora Elisabeth Mulder, a través de tres poemas: en el primero de ellos, “Perspectiva”, la escritora define a partir de una serie de imágenes de modernidad el siglo XX, que aparece, así, asociado a “rascacielos. Espíritu de catalepsia./ New York. La obsesión del ‘yo’./ Freud. Asepsia.”. Es, además, el siglo de la deshumanización del arte, en el que ya no hay cabida para romanticismos (“Ya no tienen donde morir las Ofelias”), de manera que sólo se presta atención “a la cifra y la cabeza” (apud. Martínez Sagi 1932: 9). En el segundo de los textos, “Forma”, Elisabeth Mulder individualiza a Martínez Sagi, presentándola, desde una perspectiva romántica, como la autora de poesía “que pertenece a todos los siglos” y de cuyas plantas brota la moción (ibid. 11). Finalmente, en el tercero de los poemas, “Fondo”, la poeta es vista como un espíritu bueno y puro, que da alma, que esparce “un puñado de estrellas/ sobre las cosas feas/ de la vida” (ibid. 11- 13).

 En 1932 publicó el poemario Inquietud, prácticamente ignorado por la crítica madrileña y catalana del momento, Elisabeth Mulder también le dedicó una reseña en la revista La Noche y un poema titulado “Retrato de Ana María Martínez Sagi”

Ana María conoció a la escritora Elisabeth Mulder, poeta y novelista de la alta burguesía, en una de las muchas conferencias que, a principios de la década de los 30 dio por toda España para reivindicar el papel de la mujer en la sociedad . En 1931 estuvieron juntas de vacaciones en Mallorca y fue la causa de que rompiera con su familia. Cuando la madre de Ana María, enterada del idilio, quema las cartas de Elisabeth –algo que su hija jamás le perdonará– y se presenta airada en la casa de Mulder, amenazando a su propietaria con un escándalo, Mulder decide terminar la relación ante el miedo al las consecuencias. Rota la relación, las dos mujeres seguirán teniendo contacto durante varios años.

Sus siguientes publicaciones fueron Canciones de la isla (1932-1936), País de ausencia (1938-1940), Amor perdido (1933-1968), Jalones entre la niebla (1940-1967), Los motivos del mar (1945-1955) y Visiones y sortilegios(1945-1960).

Muchos de sus versos iban dedicados a  Elisabeth Mulder , su amor prohibido.

Como periodista a los diecinueve años empezó a publicar en el suplemento femenino del diario Las Noticias y, posteriormente, colaboró en el periódico La Rambla. Entrevistó a todo tipo de personajes, desde mendigos y prostitutas, hasta políticos catalanes. Especialmente destacados son sus reportajes sobre el sufragio femenino, que en la época era muy controvertido, ya que muchos progresistas, incluidas algunas feministas, temían que las mujeres decidieran su voto influenciadas por sus maridos o la iglesia. Mención aparte merece su trabajo de reportera en la Columna Durruti. Cuando estalló la Guerra Civil , se enroló en las columnas de milicias antifascistas y, ya desde el frente de Aragón, escribió sus crónicas como corresponsal de guerra bajo el apodo de “La Aristócrata”. 

Tras terminar la Guerra Civil, se exilió a Francia, donde parece ser que participó en la Resistencia.(Aunque J. Manuel de Prada desmonta su supuesta pertenencia a la resistencia ). Vive en París entre 1942 y 1947; allí reencuentra a César González-Ruano. Sobrevive colaborando con editoriales, dando clases particulares, componiendo canciones de música y participando en emisiones radiofónicas. En 1947 se traslada a  Cannes donde  conoce a la esposa del Aga Khan, que la aborda cuando Martínez Sagi sobrevive como pintora callejera, y la contrata para decorar su mansión.

 En 1950 se instala en Montauroux, un pueblo de la Provenza  para el cultivo de flores aromáticas donde convive  con la fotógrafa Ingeborg Ruben. Ana Maria, tras una breve estancia en Suecia, en 1957 emigra a los EE.UU donde trabajó en la Universidad de Illinois dando clases de francés y español durante 20 años. En todo ese tiempo nunca dejó de escribir. Laberinto de presencias, Antología (León, 1969) es el último poemario publicado en vida; en él vuelca su añoranza de España y la angustia por su antiguo amor. Regresó a España en 1977 después de jubilarse.

Ana María Martínez Sagi y su obra se mantuvieron en el anonimato hasta que el escritor Juan Manuel de Prada la localizó en un pequeño pueblo barcelonés, Ana María tenia 90 años, y recuperó su vida y memoria en el libro ” Las esquinas del aire: en busca de Ana María Martínez Sagi“. La obra se presentó justó el día en que murió Ana María, el 2 de enero del 2000.

En 2007 Patricia Nell Warren publicó El vestuario de color rosa sobre la historia de la homosexualidad en el deporte en el que incluyó el capítulo: «Ana María Martínez Sagi: jabalinas de poesía española»

En 2019 se publicó “La voz solaen la que se recuperó la vida y las obras inéditas de Martínez Sagi, reuniendo una recopilación de sus principales poemas y reportajes en un nuevo volumen de la Colección Obra Fundamental de la Fundación Banco Santander con la edición del escritor Juan Manuel de Prada.

Enlaces de interés :

https://www.lavanguardia.com/cultura/culturas/20221008/8558699/intensa-desgarrada.html

https://elpais.com/noticias/ana-maria-martinez-sagi/

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