10 Poemas de Eduardo Haro Ibars

Inventamos el sexo

A mis amantes todos, y a quienes no
han podido serlo

completo encerrado en el hielo de un viejo von Stroheim
ese dedo carnoso hace girar y girar
bajo la sombra de una esfinge de una verga despierta
nuestro sueño son armarios que la muerte cierra
cabalgamos despojos harapos tiernos braguetas hinchadas
soñamos un vampiro moreno vieille Europe
Jeune Afrique una agonía en los brazos de nadie o de la sombra
una agonía fiel de estrella a estrella en lo infinito carmesí
ampolla quizá contenga un árbol
y angosto pasadizo del pastor un solo de violín
agua o música ordeñan el aire
valor ficticio pero amable dice no
a quien lo mira enseña
su humedad su cartón su doble fondo
estoy no estoy contigo en esta jaula
detrás de mi cortina soy un muerto
sueño húmedos disturbios
cortamos el pasar la onda de varios silencios
en la ventana florece una cuchilla y tú recuerdas
no recuerdas
olvidas pájaros olvidas no olvidas miedos de catecismo
mares a punto de congelarse nos enseñaron el camino
y nos llama el autobús no debemos quedar en tierra
ábrete paso al otro lado
a tiros

Empalador. Obra poética, (Huerga & Fierro, Murcia, 2001)

El muchacho eléctrico

Para Eugenio, Jaime y Fernando, en

un albor de inventos sonoros.

ciertas formas de bar caliente diorama

siempre avanzamos en círculos polifonía estrecha

Madrid se estremece como un animalito

es agua Asesinado el Muchacho Eléctrico en cualquier parte

sólo queda lo gris lo submarino

infinitos gaseosos en torno al Bar Humano

bola contra bola de metal asesino

las glándulas generan

recuerdos como aquellos labios muertos Lotte Lenya

sonríe desde su viejo cliché

una estatua otra estatua y mil estatuas

o sombras o recuerdos luces y pulsaciones

de un astro en la ventana

y hay cuerpos muy calientes lo recuerdas

sin matriz así la mano blanda

se retuercen los pocos que están ahí copulan

mueren los ciegos en sus garitas transparentes

entrañas arrancadas y olor a niebla matinal sin sangre

bocas abiertas a las puertas de un solo

que no calienta más que mármoles

sus piernas milagro de leche y un libro abierto recuerda

él ya murió se lo dijimos es la cámara de torturas un lugar sombrío

junto al monte de Venus -verdad del rinoceronte

junglas de terciopelo- no no recuerdas nada

pero existe una línea directa tendrás pecho y vientre

crepúsculos de muchacho eléctrico una bandada de ojos oh qué lejos

nubes vendidas al mejor postor en los escaparates ciudadanos

es todo igual

y siempre habrá cerveza en tus cabellos

De Pérdidas Blancas (1978)

Poema de amor

Guante de piel yo te quiero
tranquilo poso de café o pirámide
triángulo mortal zarpa encendida yo
te quiero tanto

no basta un camaleón color aurora
no basta un espejo lleno de sonrisas no basta
entre los dos la nieve petrificada
hay rumor de elefantes furiosos
la satiriasis de la selva se hace patente
guante de piel ni un solo bar abierto

es de noche y me parece
que caen arañas para nosotros dos
desde las nubes ensangrentadas desde
los planetas más rojos desde los más blandos bajos vientres

en las esquinas axilas doradas
claman nostalgia mistan cabello
despiden luz y peces afilados
solo circulan los que no han sabido
quedarse en la garita de los muertos
guante de piel

no hay autobús que lleve a donde vivo
ni tampoco hay corriente que me arrastre
tan lejos de mi piel como tú haces
decir adiós nunca es bastante
hacen falta cristales de venecia
copas llenas de oscuro estremecido

guante de piel te quiero

En el desierto óptico

…Incendiado transatlántico es
el juego de vivir en una bola
plácida y loca

…Cueva sin límites la pistola de mi amigo
no tiene ojos para verme ni caderas
vehículos del deseo
pero es ansia en visibles galerías de espuma
entre esferas sin tino Y en el desierto
mis cartas todas se han perdido
el cartero ha fallecido –vaga sin duda entre fantasmas de peces
por hirsutas cavidades
“susurro” o “flor de gtilo” le llamaban
las sirenas del cine en su espejo nativo
Y él no sabía esperar horas más dulces No sabía
vivir de noche y en un vaso

…–Y el dios de manos anchas y corazón sin dientes
se deja ver
bajo un cielo demasiado poblado
besó con lepra personal las heridas
que le esperaban amordazadas en fango

…No llevaba ropa el sol no llevaba ropa la luna
no llevaba ropa el desierto que fusiló mis cartas
en un rincón proteico
ni el círculo rosáceo que antes
recibió sus confesiones
a la sombra del falso beduíno

…Sonrisa que la gumía del Jeque Blanco corta
y que desflora el pez habitante de incendios
con reciprocidad amable se muerden los ojos las gacelas
para no gritar “mármol! mármol!”
para no decir su visión de unos amores
suntuosos

Cadencias

lilly-like, white as snow

O. W.

Sí, el fuego es lluvia; los cristales
se ponen perdidos de pequeños tamborileros.
Sí: la muerte sueña en bocales hertzianos,
presa de un Viejo Profesor que a veces es un héroe
o un cocodrilo. Sí:
hay fuego en las arvejas de los clones.
Sí: es nuestra desgracia el que haya un sol,
que salga TODAS las mañanas,
aún cuando tenemos resaca y hay que ir a un entierro.
Pero ¿a quién le importa?
Nada importa ya el espacio fúnebre por donde, en gusanos
cabalgamos a caballo. Nada, la tierra aquella que comimos juntos.
Ven a mi casa húmeda
donde ahora reposo, o dicen que reposo
mis amigos los sepultureros;
lo que importa es la cueva a tu gusto,
el sonido del mar en tus oídos, …………..y el horror
de que sea tan lejos todavía
la muerte que he inventado para mí, y que ya no te toque
el mismo viento antiguo, el viento de los muertos
cuando hacinan sortilegios y nubes.

Bien: creo que no parezco. Que invento reflejos,
amigos increíbles porque, claro, no existen,
y hay sólo un mar repleto
como siempre
de máquinas rizadas…………De escarolas

Una evocación

¿Pero es que alguna vez nos hemos visto?
Llovían rombos creo sobre el monte más viejo
se escuchaban los gritos y los cantos
de los coches más rojos y las tardes más leves
Cuando en cegueras delicadas frías
(pavos de un agua triste o de un cadáver tenso)
creímos encontrarnos en los rabos del tiempo
Yo me inventaba un árbol donde ahorcarme
tú convertías el silencio en salmos
arquitectura helada de pasillos secretos
Y las palabras eran luces blancas
invención de fantasmas y vestigios

¿Pero es que alguna vez hemos estado
juntos en un desierto o en un cuento
en un bar luminoso y sin espectros?
Ahora ya no lo creo
pienso haber caminado como un zombi
por la empinada calle de las copas
(Como ya estamos muertos
los escaparates del espacio
las farolas que suaves aterrizan
no son más que recuerdos de este mundo
al que llamamos nuestro)

¿Pero es que alguna vez nos conocimos?
Las brujas intentaban alaridos/diamantes
para poner sus puntos y sus comas
en nuestro raro diálogo de muertos
Nada que hacer El polvo con el polvo
iba por avenidas de algodón
supongo que hoy reniegas del fantasma
que he sido siempre para ti —yo guardo
en un rincón sin sueños fotografías heladas
relámpagos de fresa en los espacios fríos
Y es que este sol ya no tiene sentido

Sex Fiction

Ballenas perfumadas paseamos cruzando el hilo de la muerte

Los heridos parecen haber roto sus ataduras

y salimos tranquilos viejos planetas rotos

por paredes de noche hacia el barco que espera

.

Niños muertos cadáveres de sencillas sonrisa

Llueven plomo musitan palabras que son máscaras

Ponen gafas de niebla y de té

para ocultar el deseo que informa nuestras tardes y todas nuestras noches

Hierve el agua en sus teteras intentamos el sexo más nuevo

y dormimos en camas de siempre espacio yerto

.

Cocodrilo del aire mi viejo amigo el saurio

se oculta en todas las esquinas y sólo exhibe

su sonrisa en los pliegues

.

Por las calles vigilan enemigos de un tiempo que antes estaba vivo

y los templos dormidos se estremecen en brillos

.

Ametrallada la noche

se descubre sin horas

y engarza en los cuerpos

De Sex Fiction (1981

¿Barcos piratas? ¡No, por favor!

Otra vez la mala costumbre de abordar carabelas
por las aceras comerciantes de colores frescos
y ni siquiera fue posible romper las hachas sobre esquinas frágiles

El cuchillo cortaba y cortaba y cortaba y cortaba y cortaba y cortaba
sin tregua
se abría paso a través de islas carnosas
Y había perritos tristes en armarios de luna
Y había fantasmas de la noche hirviendo
en cualquier infiernillo más o menos casero
Se morían plantas por falta de atenciones
por exceso de rock morían plantas
Otra vez y otra más se rompían
las escaleras grises de los patios
Se helaba el agua ya no había mares y en susurros luego
niños sin pies ni manos amargaban
la espera de un temblor sus consecuencias

Y nada más que el sol destrozando mis nieblas
Y nada más que una mañana juntos
Para después hablar de atardeceres

Oh no no desde luego barcos piratas a estas horas en mi ventana
necesitados todos de una mano de pintura velas hechas jirones
confundidas con el humo primaveral
No desde luego no falsos capitanes de peluca empolvada
durmiendo borracheras de ron en mis arcones

Aromas ciudadanos

tarjeta postal

botas de viento huracanes por pies
bielas fuera de sitio desarraigadas
hielo en los ojos y el órgano
reproductor en vuelo de gaviotas
en los rincones del exilio porque has cortado
con navaja barbera el telón
la misericordia ceguera que nos separaba de los cangrejos
triple como la luna y sus ejércitos

te levantas cenizas y te duermes azufre
pero nadie conoce tus insomnios

yo sé que no moriste sin ver
los más bellos cristales y fuiste condiscípulo
de aquellos elegantes vampiros que leían
novelas de aventuras
y que después surgieron abogados o médicos
de sus pozos cuando sonó el hierro candente cuando el tren

llamó a sus ventanas
yo sé que no moriste
sino ante el grito sabio de los trenes azules

tenemos tú y yo
piedra en los ojos y en la lluvia hogar
nuestros labios
serán eclipses de sol siempre
hasta que pasen
tranvías de exterminio entre nosotros

abre el fuego

Pérdidas blancas. Obra poética, (Huerga & Fierro, Murcia, 2001)

¿Adiós a la vida?

Para José Luis Téllez

Cuando el amable antaño desayuno

(comparto reina corazones rojos

y picas negras y tréboles negros

luego diamantes rojos otra vez y Blanca)

el suave Nescafé por la mañana

deja un regusto de podrido y falso

y el chocolate mismo de la noche

(alta madrugada Se vislumbran

ya rosas contra el aire rascacielos

y llaman las sirenas a gritos como siempre como todos los días

al cotidiano fatigar de muchos)

no borra los temblores ni el desastre

de la noche sin sueños pesadilla

despierta sin efectos especiales

Cuando el sexo no tiene la tranquila

suavidad del humo tan libre y escogido

y la soledad misma está poblada

de insectos vertebrados horrendos y poseedores

de vocecillas malas que ni siquiera insultan

sino repiten nadas y nonadas

y el corazón funciona con horas de adelanto

y los peces se ahogan en sus estanques

pues que sal en el agua o minerales

Cuando –en fin- me descubro

a escondidas fusilo mis ideas

pues se agotó mi pluma y no hay recambio

es una triste gracia este pijama

Y es un lugar común este poema

¿Es hora ya de ser Cavaradossi?

De En rojo (1985)

Eduardo Haro Ibars (Tanger, 30 de abril de 1948-Madrid, 16 de agosto de 1988). Poeta, novelista y ensayista.

Eduardo Haro Ibars era hijo de una familia de intelectuales de izquierdas. Su padre, Eduardo Haro Tecglen, fue el último director del diario “España” de Tánger, a fines de los años 60.

Haro Ibars se inclinó por la escritura desde niño. Siguiendo los pasos de su familia vivió temporadas en París y Tánger, ciudad marroquí donde conoció a algunos miembros de la beat generation, los escritores Paul Bowles, Jane Bowles, William Seward Burroughs y el pintor Francis Bacon. Le gustaban Rimbaud, Lovecraft –a quien tradujo-, Crowley, los surrealistas, Burroughs y algunos otros. Joven de vida trepidante, pronto hace uso de todo tipo de drogas. En 1968 ingresa en prisión y pasa varios meses por tráfico de estupefacientes.

Sus primeros poemas, de una puntuación poco ortodoxa y tocados por el surrealismo, ven la luz en 1972 en la revista que dirige Camilo José CelaPapeles de Son Armadans.

Su primer libro, editado por Ediciones Júcar es Gay rock (1974), un ensayo sobre el glam rock, género musical en boga por aquellos años, del que derivó el punk, fenómeno que tampoco dejó indiferente a Eduardo, como demuestran artículos como «Punks y punkettes, salid de vuestras alcantarillas», publicado en el número 839 del semanario antifranquista Triunfo.

En 1976 logra el Premio de Poesía Puente Cultural con el desbocado libro Pérdidas blancasobra surrealista salpicada de erotismo basado en las vivencias del autor. Le siguieron Empalador (1980), Sex Fiction (1981) y En rojo (1985). En este último poemario empieza a escribir sobre sus experiencias con la heroína y será Haro Ibars, junto con Leopoldo María Panero, uno de los primeros poetas españoles que escriban poemas sobre la droga. Los cuatro libros se hallan reunidos en sus poesías completas, un volumen titulado Obra poética ( Huerga y Fierro editores, 2001), con un prólogo del Académico de la RAE Francisco Nieva. El llamado «caballo de la muerte» ocupará asimismo un buen número de páginas en ¿De qué van las drogas?, texto de divulgación publicado en 1978. 

Con El polvo azul (Cuentos del Nuevo Mundo Eléctrico) sorprende dentro de la narrativa de su generación; por su estilo donde se aprecia el influjo de su admirado poeta Beat William S. Burroughs.  El libro de los héroes ( ensayo),es la última obra que ve publicada.

Sus versos son musicalizados por la Orquesta Mondragón, Azul y Negro y Gabinete Caligari, cuyos miembros acompañaron al escritor en algunas lecturas poéticas antes de saltar a la fama. Es distinguido con el premio Micrófono de Oro concedido por la sala Rock-Ola, referencia obligatoria en el Madrid de aquellos días. Luis Antonio de Villena le hizo protagonista de su novela Madrid ha muerto, que describe la época de la Movida madrileña. Villena fue muy amigo suyo y lo saca sobre todo en su posterior novela «Malditos» con el nombre de Emilio Jordán.

Eduardo Haro Ibars, murió víctima del sida el 15 de agosto de 1988. Tenía 40 años.

En 2005 se publica Los Pasos del Caído,(Editorial Anagrama), de José Benito Fernández, una biografía apasionante de Haro Ibars. El biógrafo investigó durante años y se ha entrevistado con más de un centenar de testigos de la época, revisando hemerotecas, diarios de los amigos, escritos originales, correspondencia, etc. y con la ayuda de Blanca, la ultima compañera de Eduardo quien falleció en 1996, igualmente de sida.

El poeta con su gran talento y vida de «poeta maldito» (o «maldecido» como él afirmaba) ha dejado su huella en generaciones posteriores que ven en él y en su obra a un autor de culto.

 «Lo que escribo ha de verse como separado de cualquier tipo de escuela o capilla que en este momento funcione. Digo esto con el mayor respeto hacia mis contemporáneos; pero espero que ese respeto me permita, siempre, tomar distancias». 

E. Haro Ibars

Enlaces de interés :

http://luisantoniodevillena.es/web/noticias/recuerdo-eduardo-haro-ibars/


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