Inventamos el sexo
A mis amantes todos, y a quienes no
han podido serlo
completo encerrado en el hielo de un viejo von Stroheim
ese dedo carnoso hace girar y girar
bajo la sombra de una esfinge de una verga despierta
nuestro sueño son armarios que la muerte cierra
cabalgamos despojos harapos tiernos braguetas hinchadas
soñamos un vampiro moreno vieille Europe
Jeune Afrique una agonía en los brazos de nadie o de la sombra
una agonía fiel de estrella a estrella en lo infinito carmesí
ampolla quizá contenga un árbol
y angosto pasadizo del pastor un solo de violín
agua o música ordeñan el aire
valor ficticio pero amable dice no
a quien lo mira enseña
su humedad su cartón su doble fondo
estoy no estoy contigo en esta jaula
detrás de mi cortina soy un muerto
sueño húmedos disturbios
cortamos el pasar la onda de varios silencios
en la ventana florece una cuchilla y tú recuerdas
no recuerdas
olvidas pájaros olvidas no olvidas miedos de catecismo
mares a punto de congelarse nos enseñaron el camino
y nos llama el autobús no debemos quedar en tierra
ábrete paso al otro lado
a tiros
Empalador. Obra poética, (Huerga & Fierro, Murcia, 2001)
El muchacho eléctrico
Para Eugenio, Jaime y Fernando, en
un albor de inventos sonoros.
ciertas formas de bar caliente diorama
siempre avanzamos en círculos polifonía estrecha
Madrid se estremece como un animalito
es agua Asesinado el Muchacho Eléctrico en cualquier parte
sólo queda lo gris lo submarino
infinitos gaseosos en torno al Bar Humano
bola contra bola de metal asesino
las glándulas generan
recuerdos como aquellos labios muertos Lotte Lenya
sonríe desde su viejo cliché
una estatua otra estatua y mil estatuas
o sombras o recuerdos luces y pulsaciones
de un astro en la ventana
y hay cuerpos muy calientes lo recuerdas
sin matriz así la mano blanda
se retuercen los pocos que están ahí copulan
mueren los ciegos en sus garitas transparentes
entrañas arrancadas y olor a niebla matinal sin sangre
bocas abiertas a las puertas de un solo
que no calienta más que mármoles
sus piernas milagro de leche y un libro abierto recuerda
él ya murió se lo dijimos es la cámara de torturas un lugar sombrío
junto al monte de Venus -verdad del rinoceronte
junglas de terciopelo- no no recuerdas nada
pero existe una línea directa tendrás pecho y vientre
crepúsculos de muchacho eléctrico una bandada de ojos oh qué lejos
nubes vendidas al mejor postor en los escaparates ciudadanos
es todo igual
y siempre habrá cerveza en tus cabellos
De Pérdidas Blancas (1978)
Poema de amor
Guante de piel yo te quiero
tranquilo poso de café o pirámide
triángulo mortal zarpa encendida yo
te quiero tanto
no basta un camaleón color aurora
no basta un espejo lleno de sonrisas no basta
entre los dos la nieve petrificada
hay rumor de elefantes furiosos
la satiriasis de la selva se hace patente
guante de piel ni un solo bar abierto
es de noche y me parece
que caen arañas para nosotros dos
desde las nubes ensangrentadas desde
los planetas más rojos desde los más blandos bajos vientres
en las esquinas axilas doradas
claman nostalgia mistan cabello
despiden luz y peces afilados
solo circulan los que no han sabido
quedarse en la garita de los muertos
guante de piel
no hay autobús que lleve a donde vivo
ni tampoco hay corriente que me arrastre
tan lejos de mi piel como tú haces
decir adiós nunca es bastante
hacen falta cristales de venecia
copas llenas de oscuro estremecido
guante de piel te quiero
En el desierto óptico
…Incendiado transatlántico es
el juego de vivir en una bola
plácida y loca
…Cueva sin límites la pistola de mi amigo
no tiene ojos para verme ni caderas
vehículos del deseo
pero es ansia en visibles galerías de espuma
entre esferas sin tino Y en el desierto
mis cartas todas se han perdido
el cartero ha fallecido –vaga sin duda entre fantasmas de peces
por hirsutas cavidades
“susurro” o “flor de gtilo” le llamaban
las sirenas del cine en su espejo nativo
Y él no sabía esperar horas más dulces No sabía
vivir de noche y en un vaso
…–Y el dios de manos anchas y corazón sin dientes
se deja ver
bajo un cielo demasiado poblado
besó con lepra personal las heridas
que le esperaban amordazadas en fango
…No llevaba ropa el sol no llevaba ropa la luna
no llevaba ropa el desierto que fusiló mis cartas
en un rincón proteico
ni el círculo rosáceo que antes
recibió sus confesiones
a la sombra del falso beduíno
…Sonrisa que la gumía del Jeque Blanco corta
y que desflora el pez habitante de incendios
con reciprocidad amable se muerden los ojos las gacelas
para no gritar “mármol! mármol!”
para no decir su visión de unos amores
suntuosos
Cadencias
lilly-like, white as snow
O. W.
Sí, el fuego es lluvia; los cristales
se ponen perdidos de pequeños tamborileros.
Sí: la muerte sueña en bocales hertzianos,
presa de un Viejo Profesor que a veces es un héroe
o un cocodrilo. Sí:
hay fuego en las arvejas de los clones.
Sí: es nuestra desgracia el que haya un sol,
que salga TODAS las mañanas,
aún cuando tenemos resaca y hay que ir a un entierro.
Pero ¿a quién le importa?
Nada importa ya el espacio fúnebre por donde, en gusanos
cabalgamos a caballo. Nada, la tierra aquella que comimos juntos.
Ven a mi casa húmeda
donde ahora reposo, o dicen que reposo
mis amigos los sepultureros;
lo que importa es la cueva a tu gusto,
el sonido del mar en tus oídos, …………..y el horror
de que sea tan lejos todavía
la muerte que he inventado para mí, y que ya no te toque
el mismo viento antiguo, el viento de los muertos
cuando hacinan sortilegios y nubes.
Bien: creo que no parezco. Que invento reflejos,
amigos increíbles porque, claro, no existen,
y hay sólo un mar repleto
como siempre
de máquinas rizadas…………De escarolas
Una evocación
¿Pero es que alguna vez nos hemos visto?
Llovían rombos creo sobre el monte más viejo
se escuchaban los gritos y los cantos
de los coches más rojos y las tardes más leves
Cuando en cegueras delicadas frías
(pavos de un agua triste o de un cadáver tenso)
creímos encontrarnos en los rabos del tiempo
Yo me inventaba un árbol donde ahorcarme
tú convertías el silencio en salmos
arquitectura helada de pasillos secretos
Y las palabras eran luces blancas
invención de fantasmas y vestigios
¿Pero es que alguna vez hemos estado
juntos en un desierto o en un cuento
en un bar luminoso y sin espectros?
Ahora ya no lo creo
pienso haber caminado como un zombi
por la empinada calle de las copas
(Como ya estamos muertos
los escaparates del espacio
las farolas que suaves aterrizan
no son más que recuerdos de este mundo
al que llamamos nuestro)
¿Pero es que alguna vez nos conocimos?
Las brujas intentaban alaridos/diamantes
para poner sus puntos y sus comas
en nuestro raro diálogo de muertos
Nada que hacer El polvo con el polvo
iba por avenidas de algodón
supongo que hoy reniegas del fantasma
que he sido siempre para ti —yo guardo
en un rincón sin sueños fotografías heladas
relámpagos de fresa en los espacios fríos
Y es que este sol ya no tiene sentido
Sex Fiction
Ballenas perfumadas paseamos cruzando el hilo de la muerte
Los heridos parecen haber roto sus ataduras
y salimos tranquilos viejos planetas rotos
por paredes de noche hacia el barco que espera
.
Niños muertos cadáveres de sencillas sonrisa
Llueven plomo musitan palabras que son máscaras
Ponen gafas de niebla y de té
para ocultar el deseo que informa nuestras tardes y todas nuestras noches
Hierve el agua en sus teteras intentamos el sexo más nuevo
y dormimos en camas de siempre espacio yerto
.
Cocodrilo del aire mi viejo amigo el saurio
se oculta en todas las esquinas y sólo exhibe
su sonrisa en los pliegues
.
Por las calles vigilan enemigos de un tiempo que antes estaba vivo
y los templos dormidos se estremecen en brillos
.
Ametrallada la noche
se descubre sin horas
y engarza en los cuerpos
De Sex Fiction (1981
¿Barcos piratas? ¡No, por favor!
Otra vez la mala costumbre de abordar carabelas
por las aceras comerciantes de colores frescos
y ni siquiera fue posible romper las hachas sobre esquinas frágiles
El cuchillo cortaba y cortaba y cortaba y cortaba y cortaba y cortaba
sin tregua
se abría paso a través de islas carnosas
Y había perritos tristes en armarios de luna
Y había fantasmas de la noche hirviendo
en cualquier infiernillo más o menos casero
Se morían plantas por falta de atenciones
por exceso de rock morían plantas
Otra vez y otra más se rompían
las escaleras grises de los patios
Se helaba el agua ya no había mares y en susurros luego
niños sin pies ni manos amargaban
la espera de un temblor sus consecuencias
Y nada más que el sol destrozando mis nieblas
Y nada más que una mañana juntos
Para después hablar de atardeceres
Oh no no desde luego barcos piratas a estas horas en mi ventana
necesitados todos de una mano de pintura velas hechas jirones
confundidas con el humo primaveral
No desde luego no falsos capitanes de peluca empolvada
durmiendo borracheras de ron en mis arcones
Aromas ciudadanos
tarjeta postal
botas de viento huracanes por pies
bielas fuera de sitio desarraigadas
hielo en los ojos y el órgano
reproductor en vuelo de gaviotas
en los rincones del exilio porque has cortado
con navaja barbera el telón
la misericordia ceguera que nos separaba de los cangrejos
triple como la luna y sus ejércitos
te levantas cenizas y te duermes azufre
pero nadie conoce tus insomnios
yo sé que no moriste sin ver
los más bellos cristales y fuiste condiscípulo
de aquellos elegantes vampiros que leían
novelas de aventuras
y que después surgieron abogados o médicos
de sus pozos cuando sonó el hierro candente cuando el tren
llamó a sus ventanas
yo sé que no moriste
sino ante el grito sabio de los trenes azules
tenemos tú y yo
piedra en los ojos y en la lluvia hogar
nuestros labios
serán eclipses de sol siempre
hasta que pasen
tranvías de exterminio entre nosotros
abre el fuego
Pérdidas blancas. Obra poética, (Huerga & Fierro, Murcia, 2001)
¿Adiós a la vida?
Para José Luis Téllez
Cuando el amable antaño desayuno
(comparto reina corazones rojos
y picas negras y tréboles negros
luego diamantes rojos otra vez y Blanca)
el suave Nescafé por la mañana
deja un regusto de podrido y falso
y el chocolate mismo de la noche
(alta madrugada Se vislumbran
ya rosas contra el aire rascacielos
y llaman las sirenas a gritos como siempre como todos los días
al cotidiano fatigar de muchos)
no borra los temblores ni el desastre
de la noche sin sueños pesadilla
despierta sin efectos especiales
Cuando el sexo no tiene la tranquila
suavidad del humo tan libre y escogido
y la soledad misma está poblada
de insectos vertebrados horrendos y poseedores
de vocecillas malas que ni siquiera insultan
sino repiten nadas y nonadas
y el corazón funciona con horas de adelanto
y los peces se ahogan en sus estanques
pues que sal en el agua o minerales
Cuando –en fin- me descubro
a escondidas fusilo mis ideas
pues se agotó mi pluma y no hay recambio
es una triste gracia este pijama
Y es un lugar común este poema
¿Es hora ya de ser Cavaradossi?
De En rojo (1985)
Eduardo Haro Ibars (Tanger, 30 de abril de 1948-Madrid, 16 de agosto de 1988). Poeta, novelista y ensayista.
Eduardo Haro Ibars era hijo de una familia de intelectuales de izquierdas. Su padre, Eduardo Haro Tecglen, fue el último director del diario “España” de Tánger, a fines de los años 60.
Haro Ibars se inclinó por la escritura desde niño. Siguiendo los pasos de su familia vivió temporadas en París y Tánger, ciudad marroquí donde conoció a algunos miembros de la beat generation, los escritores Paul Bowles, Jane Bowles, William Seward Burroughs y el pintor Francis Bacon. Le gustaban Rimbaud, Lovecraft –a quien tradujo-, Crowley, los surrealistas, Burroughs y algunos otros. Joven de vida trepidante, pronto hace uso de todo tipo de drogas. En 1968 ingresa en prisión y pasa varios meses por tráfico de estupefacientes.
Sus primeros poemas, de una puntuación poco ortodoxa y tocados por el surrealismo, ven la luz en 1972 en la revista que dirige Camilo José Cela, Papeles de Son Armadans.
Su primer libro, editado por Ediciones Júcar es Gay rock (1974), un ensayo sobre el glam rock, género musical en boga por aquellos años, del que derivó el punk, fenómeno que tampoco dejó indiferente a Eduardo, como demuestran artículos como «Punks y punkettes, salid de vuestras alcantarillas», publicado en el número 839 del semanario antifranquista Triunfo.
En 1976 logra el Premio de Poesía Puente Cultural con el desbocado libro Pérdidas blancas, obra surrealista salpicada de erotismo basado en las vivencias del autor. Le siguieron Empalador (1980), Sex Fiction (1981) y En rojo (1985). En este último poemario empieza a escribir sobre sus experiencias con la heroína y será Haro Ibars, junto con Leopoldo María Panero, uno de los primeros poetas españoles que escriban poemas sobre la droga. Los cuatro libros se hallan reunidos en sus poesías completas, un volumen titulado Obra poética ( Huerga y Fierro editores, 2001), con un prólogo del Académico de la RAE Francisco Nieva. El llamado «caballo de la muerte» ocupará asimismo un buen número de páginas en ¿De qué van las drogas?, texto de divulgación publicado en 1978.
Con El polvo azul (Cuentos del Nuevo Mundo Eléctrico) sorprende dentro de la narrativa de su generación; por su estilo donde se aprecia el influjo de su admirado poeta Beat William S. Burroughs. El libro de los héroes ( ensayo),es la última obra que ve publicada.
Sus versos son musicalizados por la Orquesta Mondragón, Azul y Negro y Gabinete Caligari, cuyos miembros acompañaron al escritor en algunas lecturas poéticas antes de saltar a la fama. Es distinguido con el premio Micrófono de Oro concedido por la sala Rock-Ola, referencia obligatoria en el Madrid de aquellos días. Luis Antonio de Villena le hizo protagonista de su novela Madrid ha muerto, que describe la época de la Movida madrileña. Villena fue muy amigo suyo y lo saca sobre todo en su posterior novela «Malditos» con el nombre de Emilio Jordán.
Eduardo Haro Ibars, murió víctima del sida el 15 de agosto de 1988. Tenía 40 años.
En 2005 se publica Los Pasos del Caído,(Editorial Anagrama), de José Benito Fernández, una biografía apasionante de Haro Ibars. El biógrafo investigó durante años y se ha entrevistado con más de un centenar de testigos de la época, revisando hemerotecas, diarios de los amigos, escritos originales, correspondencia, etc. y con la ayuda de Blanca, la ultima compañera de Eduardo quien falleció en 1996, igualmente de sida.
El poeta con su gran talento y vida de «poeta maldito» (o «maldecido» como él afirmaba) ha dejado su huella en generaciones posteriores que ven en él y en su obra a un autor de culto.
«Lo que escribo ha de verse como separado de cualquier tipo de escuela o capilla que en este momento funcione. Digo esto con el mayor respeto hacia mis contemporáneos; pero espero que ese respeto me permita, siempre, tomar distancias».
E. Haro Ibars
Enlaces de interés :
http://luisantoniodevillena.es/web/noticias/recuerdo-eduardo-haro-ibars/
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