11 Poemas de Kathleen Raine

Luz en el agua brillante

Miríada instantáneas gotas de lluvia aterrizando en una corriente

que sin quiebro hacia abajo se ha deslizado y sigue

desde que este paraje familiar un día fue mi casa,

cada una al aterrizar destella el fulgor del sol y se desvanece

Y otra, otra, y otra viene a mi encuentro,

ángel tras ángel tras ángel, su punto danzante

siempre aquí y ahora,

la misma brillante innumerable compañía que llega

de nuevo el presente absolviendo siempre del fluir del tiempo.

Anciana sé ahora

¡Cuántas, cuántas, cuántas epifanías de luz!

Testimonio

1

¿A estas alturas, por quién,

a quién hablo? ¿Por el viejo, por el joven,

o por nadie? A ninguno

de ellos: desde el eterno al no nacido, al imperecedero

hablo, yo, que estoy sola en un tiempo y un lugar donde nadie

me encontrará, yo, que ya no estoy aquí,

cuando tú, quienquiera que seas,viejo, joven, a medio camino por la vida

estés conmigo en este no lugar, en este no tiempo

infinito, donde cada uno es, quien un instante aguanta,

como yo ahora en tu corazón, el orbe.

Igual que tú soy

cáliz  de corazón, lleno un instante

de océano y aire y luz,este cuerpo, este cáliz que se desborda

con la Presencia única, se irá,

disuelto una vez más, y una vez más y una vez más

gota en el océano

,será uno contigo, nunca más

esta mujer cuya mano escribe palabras no mías,

legadas por la multitud de los que una vez vivieron,

aquellos que conocían, amaban, comprendían y nombraban

saberes transmitidos

a los que han de llegar, cuyos rostros no veré,

y, sin embargo, al tiempo que escribo estas palabras,

soy ya uno

con ellos.

2

¿Qué puedo deciros, hombres futuros,

yo que soy vieja, yo que fui joven,

que fui niña, yo que fui

en mi ilimitado aquí y ahora como vosotros?

Esta mano que escribe desde mi oscuro mundo

en vuestro oscuro mundo venidero

da fe del deleite del corazón.

Vosotros que seréis, como yo,

la sangre derramada del propio corazón,

una y otra vez, sangre engendradora

buscando siempre el éxtasis de ser

la eterna presencia de lo siempre vivo,

¿qué puedo nombrar sino el misterio único

que aquí y ahora es para mí

este sol luminoso, este albor del cielo?

3

Estoy vieja, estoy sola,

como otros están solos esta noche,

en el pequeño círculo de mi luz,

recluida en los cuatros muros de mi alcoba invernal,

recluida en mi piel, marchitada por el tiempo,

recluida en mi corazón, que palpita exangüe

su destino un día más hacia el fin del tiempo,

más leve la soledad a solas,

pronto el no ser…

aun el que todo lo abarca,

elocuente en el silencio, presente en la ausencia, intemporal,

joven en lo viejo, viejo en el recién nacido

en todas partes y en ninguna, es fugaz, es efímero,

y ahora, al tiempo que escribo, es íntimo, es mío.

Invocación

Hay un poema en la senda,
hay un poema que me circunda,
el poema está en el futuro cercano,
el poema está en el éter,
encima de las brumas de la atmósfera
oscila; es un espíritu
y yo lo haré encarnar.

Que sude mi cuerpo,
que las serpientes atormenten mi pecho,
que estén ciegos mis ojos, mis oídos sordos, mis manos enloquecidas,
mi boca reseca, mi útero cortado,
mi vientre acuchillado, mi espalda azotada,
mi lengua desgarrada como una lonja de cuero,
que se inserten en mis pechos las piedras de granizo,
que yo esté decapitada,

si tan sólo mis labios pueden hablar,
si tan sólo dios puede acudir.


Tu don fue la ociosidad

Tu don fue la ociosidad,
el modo en que descuidabas tu quehacer diario
para maravillarte con el rebrote de una flor,
el temblor de una hoja, el velo de una araña
sobre la rociada en el despliegue de la mañana.
Estos eran tus pensamientos errantes, extraviados
en la mente veleidosa
del cielo etéreo y la nube viajera,
de la campánula y la colina de brezo, 
mundo infinito, donde podías perder 
memoria, identidad y nombre
y todo lo que contemplabas, renacía,
ala de insecto y malla de estrellas
o la plata reluciente de la semilla por el viento llevada
eternamente a la deriva inmune al tiempo.
¿Qué tiene que ver la ilimitada vida
con la sepultura del cuerpo y con el vientre,
lapso de vida y espacio escaso?

Mensaje desde casa

¿Recuerdas, cuando fuiste niño, 
que nada en el mundo te parecía extraño? 
Percibías, por vez primera, formas ya familiares, 
y viendo, te percatabas de que siempre habías conocido 
el liquen en la roca, las hojas del helecho, la flor del tomillo, 
como si los elementos se juntaran nuevamente en tu cuerpo, 
atrapados en el torbellino momentáneo de tu vida 
que todavía mantenía el conocimiento de un estado primigenio; 
en ti recuerdo retenido de nube y océano, 
la enramada del árbol, la lengua de fuego. 

Ahora, cuando la oscuridad de la naturaleza se te hace extraña, 
y vagas, forastero, por las calles de la ciudad, 
recuerda que la tierra te acogió en su seno con el aire, con los rayos del sol, 
te posó en sus aguas dormidas, a que compartieras el sueño 
de la trucha entre las raíces de la milenrama, 
de sustancia de estrella y océano te formó, 
en el mismo origen que sol y follaje, pez y arroyo 
te concibió. 

De todas las criaturas uno sólo es el origen, 
simple, singular como el amor; recuerda 
la célula y la semilla de la vida, la esfera 
que es, de niño, blanco pájaro, o breve libélula azul 
del helecho verde, o de la dorada tormentila con sus cuatro pétalos 
la postrer memoria. 
Cada célula latente disemina un futuro, 
despliega su inimitable complejidad 
como un árbol hace brotar hojas, y urde un destino que teje 
peciolo de helecho, plumaje de pájaro, escamas de pez. 
El musgo expande su verdosa membrana sobre la turba empapada, 
el germen de la libélula cobra ánima y levanta el vuelo 
del mismo modo que el nenúfar del barro asciende sobre su tallo viscoso 
para abrir un dulce, albo cáliz al cielo. 
El hombre, con más largo trecho que recorrer de su simplicidad, 
del arcaico musgo, pez y lirio se separa, 
y en el exilio hace su largo camino. 

Cuando dejes atrás Edén, recuerda tu casa, 
porque trayendo a la memoria la esencia de tu ser 
no estarás solo; los primeros en saludarte 
serán esos niños que juegan a la orilla del arroyo, 
las nutrias nadarán hasta ti en el remanso, 
el ciervo salvaje correrá a tu lado por el páramo. 
Adéntrate más en la espesura, y vendrán las aves, 
los peces se alzan para verte en sus enjambres plateados, 
y más oscuras, más extrañas, vidas más misteriosas 
vendrán a ti en tropel al manantial 
donde las raíces más profundas del árbol beben del abismo. 

Nada en ese abismo te es extraño. 
Duerme sobre la raíz del árbol, donde se urde la noche 
para formar la materia del universo, escucha los vientos, 
las mareas, las armonías de la noche, y sabe 
todo lo que sabías antes de empezar a olvidar, 
antes de que te convirtieras en un extraño de ti mismo, 
antes de que te hubieras alejado demasiado de esos otros 
niños del origen, que han permanecido en casa, 
en pradera, isla y bosque, en mar y río. 
La Tierra envía amor materno tras su hijo exiliado, 
confiando su mensaje a la luz y al aire, 
al viento y a las olas que llevan tu barco, a la lluvia que cae, 
al pájaro que te convoca, y a todas las miríadas de peces 
que nadan en las aguas natales de su océano.

Una mujer a su amante

Soy fuego
destilado en agua

una ola
alzándose del abismo.

En mis venas se alza
la luna que atrae las mareas
hacia un árbol con flores
caídas en la espuma del mar.

Soy aire
atrapada en una red,

el pájaro agorero
que canta en un cielo reflejo.

Soy un sueño antes de la nada;
soy corona de estrellas,
soy camino a la muerte.

(de The Pithoness and other poems, 1949)

Habría escrito…

Habría escrito un poema diferente,
pero, al detenerme un momento en mi jardín sin desbrozar,
sentí, súbitamente, el paraíso descendiendo en el sol de la mañana
filtrado entre las hojas, 
iluminando el suelo exiguo de Londres, tocando con verde
transparencia las células de la vida.
El mirlo bajó de un brinco, vinieron el gorrión y el petirrojo,
y el tordo, cuyo nido, a buen seguro, está oculto
en algún sitio, entre edificios invasores
de muros que asedian,
mas para los pájaros de ciudad inagotables aguas vivas
colman una taza de piedra desde un caño de jardín.

Me digo que pronto será hora
de volver a la casa, al quehacer diario, 
pero aquí el tiempo ni viene ni se va.
No se apresuran los pájaros, su día
ni comienza ni termina.
¿Qué me impide quedarme? Por qué dejar
este estado, donde siempre se es,
y sólo el tiempo nos desprende
de este sencillo lugar oculto, siempre presente.

El viaje

Para Winifred Nicholson

Al atravesar la colina de fósiles
recogí pequeñas piedras segmentadas,
y el mar arcaico recordaba
donde una vez estos guijarros fueron mis huesos.

Al caminar por la muralla romana
el viento soplaba hacia el sur desde el polo.
Oh yo he sido esa violencia arrojada
contra las fortificaciones del mundo.

Al caer la noche en una iglesia vacía
sentí el miedo de todas mis muertes:
figuras que había visto con ojos de animal
abarrotaron de misterios la oscuridad.

Me detuve al lado de una torrentera
donde los cardos crecían sobre un montículo
que tantos días había sido mi hogar,
donde ahora mi corazón se pudre bajo tierra.

Fui la trucha que la charca frecuenta,
la presencia umbrosa del riachuelo.
De un sin fin de vidas dejo en herencia
el hueso derramado y el ala rota.

Fui el animal agonizante
cuyo ojo frío se cierra en un espinazo quebrantado,
cuyo cadáver no tarda en asfixiarse con el musgo,
cuya calavera se oculta entre el helecho.

Mis huellas se hunden en arena movediza
y han bebido mi sangre campos de cebada,
mi ciencia trazó la espiral de una caracola,
mi trabajo levantó un túmulo sobre una montaña.

De lejos vengo y lejos está mi destino,
muchas son las tumbas donde mi pena yace,
mas siempre de los dedos muertos nacen
flores que yo bendigo con ojos vivos.

Palabra hecha carne

Palabra cuyo aliento es la atmósfera que gira alrededor del mundo,
palabra que nombra el mundo que mueve el viento,
palabra que da vida al pájaro que surca el aire,

palabra que inflama la corola del sol,
cuyo silencio es la música del violín de las estrellas,
cuya melodía es la alborada, y la noche la armonía,

palabra trazada en agua de lagos, y luz en el agua, 
luz en agua quieta, agua en movimiento, cascada
y colores del agua de nube, de rocío, de lluvia irisada,

palabra tallada en piedra, cordillera sobre hilera de piedra,
palabra que es fuego del sol y fuego
en la disposición de los átomos, cristalina simetría,

gramática de las cinco partes de la rosa y seis de la azucena,
espiral de las hojas en una rama, hélice de las conchas,
rotación de las enredaderas en los ejes de oscuridad y luz,

sabiduría instintiva del pez y el león y el carnero,
ritmo de procreación en el flagelado y el helecho,
destello de la aleta, batir del ala, latido, cadencia de la danza,

jeroglífico en cuya exacta precisión están definidas
la pluma y el ala del insecto, refracción de ojos múltiples,
ojos de las criaturas, oh inagotable visión del mundo,

manifestación del misterio, ¿qué nombre le daremos
a un espíritu revestido de mundo, a un mundo hecho hombre?

 

El instante

Para poner por escrito todo lo que contengo en este instante
vaciaría el desierto a través de un reloj de arena,
el mar a través de una clepsidra,
gota a gota y grano a grano
a los impenetrables, inmensurables mares y arenas mutables liberados.

Porque los días y las noches de la tierra se desmoronan sobre mí
las mareas y las arenas me atraviesan,
y yo sólo tengo dos manos y un corazón para retener al desierto
y al mar.

Si se escapa y me esquiva, ¿qué puedo contener?
Las mareas me arrastran
el desierto se desliza bajo mis pies. 

Pasión

Fragmento

(...) Entonces el cielo me habló en un lenguaje claro, 
Familiar como el corazón, sobre el amor más cercano.
El cielo le dijo a mi alma: "¡Tienes lo que deseas!"
Ahora debes saber que has nacido junto con estas
Nubes y vientos y estrellas y mares siempre en movimiento
Y con habitantes de los bosques. Ésta es tu naturaleza.
"Levanta de nuevo tu corazón sin miedo,
Duerme en la tumba, o respira en el aire vivo,
Este mundo lo compartes con la flor y con el tigre". (...)

(de La piedra y la flor, 1943)

Kathleen Raine ( Ilford,Reino Unido 14-junio-1908- Londres 6-julio-2003) Su padre maestro de inglés la enseñó a los grandes escritores y poetas y su madre escocesa según narra ella misma : “Por parte de mi madre heredé canciones y baladas escocesas… cantadas o recitadas por mi madre, tías y abuelas, que lo habían aprendido de sus madres y abuelas… La poesía era la esencia misma de la vida”

Raine pasó parte de la Primera Guerra Mundial “unos pocos años”, con su tía Peggy Black en la casa parroquial de Gran Bavington,  donde fué muy feliz y Raine siempre recordaba Northumberland como el Edén: “En Northumberland me hallaba en mi propio lugar; y nunca me “ajusté” a cualquier otro u olvidé lo que había visto, entendido y experimentado brevemente pero con claridad”.

Ingresó en la Universidad de Cambridge, donde realizaría estudios de botánica y psicología mientras se relacionaba con figuras de las letras y maduraba su irrenunciable deseo de ser poeta.
William Blake y de William Butler Yeats se convierten en sus referentes; en sus Autobiographies (1991) deja constancia de que Blake se volvió, para ella, su Virgilio y su guía. De allí su monumental obra “Blake and Tradition “(1962), que sería después continuado con otros estudios.

Otro hito importante en la formación de la poeta fueron las obras de René Guénon. Armando Asti Vera ha llamado a René Guénon «el último metafísico de Occidente». La formación de Raine sobre Thomas Taylor, Platón y otros la había preparado para acceder al sabio francés. Por medio de sus obras, ella descubre el conocimiento absoluto, la Philosophia Perennis. Gracias a Guénon comprende las limitaciones de Occidente en la percepción del Oriente y se interesa en la simbología cristiana, en la cual se empeña para hallar una clave secreta y trascendente. Según sus propias palabras : «Los poetas pueden o no haber sido religiosos, pero toda poesía de la imaginación es el lenguaje de la intuición espiritual y del conocimiento espiritual»

Las inquietudes espirituales de Raine, la llevan a interesarse por visitar los bosques de Francia donde estaría la tumba de Merlín y también se interesa por la Cábala, formando parte de The Golden Dawn, una sociedad secreta a la que el propio Yeats había pertenecido. A esta apreciación de las doctrinas tradicionales en cuanto al arte y sus operaciones formales obedece su creación de la Academia Temenos, que en griego es el ‘recinto sagrado que rodea el templo’.

En sus últimos años Raine estaba persuadida de que el hombre y la naturaleza han caído por haber perdido el primero el rumbo de su relación con la segunda. Sus inquietudes espirituales se habrían volcado a la ecología lo cual se refleja en su poesía; Raine estaría más cerca de la ecología profunda, es decir, aquella que trasciende el valor instrumental de la naturaleza.


Su extensa vida y la variedad de sus libros de poemas y de ensayos la constituyen en una referente inexcusable en el discernimiento de las relaciones entre poesía, arte y naturaleza.

Raine realiza un camino espiritual del cual sus poemas son un testimonio y su poesía se convierte en universal.

Poeta, narradora, ensayista, columnista, investigadora docente, profesora universitaria es considerada una de las grandes eruditas del siglo XX.

https://books.google.com.ar/books?id=klgmnTXSP1sC&pg=PA6&lpg=PA6&dq=Kathleen+Raine,+Poes%C3%ADa+y+naturaleza.+Tres+Fronteras+Ediciones+2008&source=bl&ots=omDgIcJrF5&sig=wR2L_QEA61DZ9NGMDsjMV00iHmo&hl=es&sa=X&ei=avxRVJrnG8aqNqqag9AE&redir_esc=y#v=onepage&q=Kathleen%20Raine%2C%20Poes%C3%ADa%20y%20naturaleza.%20Tres%20Fronteras%20Ediciones%202008&f=false

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