Deshojar un recuerdo se convierte…
Deshojar un recuerdo se convierte
en un trabajo lleno de rocío,
como un campo de lirios y cerezos
donde me vieras sin estar conmigo.
Dócilmente te tiendes a mi lado,
extiendes tu cabello, abres al lino
interiores de concha y amaranto:
el alba fija tus contornos tibios.
Yo repaso el silencio suavemente,
fluyen las horas, y en su claro signo
ponemos un común astro de besos,
y damos los recuerdos al olvido.
Todo lo que anhelé, tú me lo has dado;
todo lo que viví, por ti está vivo;
lo que no fuiste tú, sombra es de un sueño
y no esta flor quemándose en tu brillo.
Tus alas puras lo tocaron todo
Y aún vuelas en mi gesto pensativo.
Oh, no levantes más recuerdos yertos.
Déjame en ti gozosamente hundido
Paraíso final
Luchando, cuerpo a cuerpo, nos queremos de veras
y es fuego de mi carne la flor de tu mejilla.
El beso en su volumen iguala a la semilla
que brota verdemente con dos hojas primeras.
En la concha del ámbar manan las primaveras
un arroyo sereno de miel y manzanilla.
Tiene la tierra plumas de mirlo y abubilla;
pían en nuestro abrazo canarios y jilgueras.
El nácar se disuelve en manantial de leche,
en torrente de vino, de aceite y de resina:
No hay nada como el lirio que tanto nos estreche.
Hay en cueva de nata paladar de paloma
y en jardines cerrados para el sol que declina
paraísos abiertos del tacto y del aroma.
De ‘Tigres en el jardín’, Ciencia Nueva, 1968
A ti, siempre alegría
Es el pagaros gloria tan subida
que cuanto más os pago, más os debo.
A ti, siempre alegría
si jazmín amanezcas
o canario en la jaula
de mi ventana seas.
Pero más si tu cuerpo
en mi amor se concreta,
de una herencia celeste
suavísimo albacea.
Mucho más cuando carne
de mi carne te entregas
y ante tus labios pálidas
son todas las anémonas,
si luna, porque clara;
si mar, porque serena;
si vegetal, por ser
prisión para la estrella.
Pues te debo alegría
y esperanza y certeza
y ser quien soy sin ti
no puede ser sin mengua,
tómame por rehenes
de mi amorosa deuda
y canario en la jaula
de tu ventana sea.
Y todavía, entonces,
¿cómo no te debiera
el alpiste y el agua
y la lechuga tierna?
Tenme como un jazmín
silvestre que, a tu vera,
se nutra de suspiros,
mi amor, mientras sesteas.
Cuentas de vidrio
Así, rodado, crepitado, ungido,
estarcido y flagrado,
como derrama un niño cuenta y cuenta
de vidrio en la sonora
patena de la noche, te he entregado
mi puño y mi tormenta
y he nombrado
como albacea la Aurora.
Agujas y sedales han cosido
mi lengua al paladar, donde tú abrías
ya no sé qué navajas o alegrías,
qué sigilo mortal, qué luz de olvido.
No pido compasión; sangre te pido
y músculos joyantes y agonías,
devoradoras águilas, orgías
y uñas escodadoras del sentido.
Y vivir y cantar y la condena
cumplir de nuestro amor y ver la cima
del monte más temible destrozada
por un súbito embate de carena,
por una mano que la piedra oprima
con el temblor sediento de la espada.
«Serenata y navaja» 1973
Amor mío te ofrezco mi cabeza en un plato…
Amor mío te ofrezco mi cabeza en un plato:
desayuna. Te ofrezco mi corazón pequeño,
y una vena fecunda que tu lengua de gato
ha de lamer, ya claras las arrugas del ceño.
Otra copita y basta: Amor mío, qué rato
más feliz tu mordisco, como un nudo de sueño,
Yo escalo las paredes, tú apacientas un hato,
y yo balo en la sombra como cabra sin dueño.
Para ti no es la sombra, para ti es sólo el día,
mi Amor nunca tocado por un dedo de bruma,
mi Amor nunca dejado por la indemne alegría.
Te ofrezco un dedo rosa y unos labios de espuma,
Amor mío; te ofrezco la lengua que tenía
cuando dije tu nombre y era el eco una pluma.
De«Tigres en el jardín» 1968Una figura herida
Anoche vi su rostro. Fue un instante
total, de esos que cuentan los que saben
del alma de los hombres que equivalen
a una vida completa. Tuve tiempo
para buscar sus ojos y mirarlos
y proyectar en ellos toda mi soledad,
todo mi desamparo, todo el desasosiego
de no saber, de no esperar, y abrirme
en ellos y encontrar esa ternura
que no sabemos nunca si procede
de una mirada amiga, pero vemos
que nos envuelve y nos consuela y hace
un arroyo de luz en nuestro pecho.
Necesitaba tanto esa ternura,
necesitaba tanto su consuelo,
arrojarme en su luz, dejar un llanto
largo, mas sin gemidos,
manar, fluir, lavarme,
correr por sus mejillas,
que me dejara limpio de memoria,
limpio de mí, que apenas
entreví su mirada. Me miraba,
lo sé, bajo mis propias lágrimas,
sin alterar su paz, como dejándome
su paz en mi abandono.
Y yo me abandoné, me abandonaba
a su caricia quieta,
a su presencia inmóvil, a la plena
certeza de su gozo. Fue un instante
total, de esos que cuentan los que saben
del alma de los hombres que equivalen
a una vida completa, aquella vida
que encuentra su sentido y nunca acaba,
y nunca acabará sin su consuelo
Bajo continuo
Como en la muchedumbre de los besos
tantos pierden relieve -sólo el beso
inicial y el postrero por los labios
recibidos perduran-, estas flores
que el año nuevo entrega: Con el blanco
del almendro en su abrigo contra el norte,
la voz del macasar, no su presencia;
hoy, esta rosa. ¿La aguardabas? Huele
como la adolescencia y sus deseos.
Pero en medio se abrieron las cidonias,
los ciruelos, manzanos y perales,
tantos y tantos, rojos, rosas, blancos,
y apenas los mirabas: Como el gozo
de unos brazos constantes de certeza
te acogieron, te acogen, y recuerdas
sólo el primer calor, sólo la boca
que te ha dicho, al partir esta mañana:
«No vuelvas tarde».Pasas por los campos:
Entre las hojas con su verde intenso,
aún canta la blancura de los pétalos.
Es la felicidad que da sus trinos,
sus trémolos, su leve melodía,
sobre un bajo continuo de sosiego,
de paz, de vuelta al labio no sabido
en la forma, en la flor que te formule.
Cantar de amigo
Di, noche, amiga de los oprimidos,
di, noche, hermana de los solidarios,¿dónde dejaste al que ayer fue mi amigo,
dónde dejaste al que ayer fue mi hermano?-Verde le dejo junto al mar tranquilo;
joven le dejo junto al mar callado.
Rimas desde otra luz
Pocas cosas más claras me ha ofrecido la vida
que esta maravillosa libertad de quererte.
Ser libre en este amor más allá de la herida
que la aurora me abrió, que no cierra la muerte.Porque mi amor no tiene ni horas ni medida,
sino una larga espera para reconocerte
sino una larga noche para volver a verte,
sino un dulce cansancio por la senda escondida.No tengo sino labios para decir tu nombre;
no tengo sino venas para que tu latido
pueda medir el tiempo sin soledad un día.Y así voy aceptando mi destino, el de un hombre
que sabe sonreírle al rayo que lo ha herido
y que en la tierra espera que vuelva su alegría.De ‘Miradas sobre el agua’. Hiperión, 1993
Capricho
Un capricho celeste
dispuso que velado
de lágrimas quedara
el nombre del amor;
la alondra, que lo tuvo
casi en sus iniciales,
lo perdiera en el canto
primero que hizo al sol;
la raya temblorosa
del horizonte, herida,
repitiera la llaga
que el eco le dejó;
la lumbre de otros ojos
amortecida, apenas
para el silencio nido,
para el sollozo flor.
Si oscuro fue el capricho,
y signo fue del cielo,
voluble halló una pluma,
rebelde un corazón:
no sometió la sangre
al llanto sus latidos
y desveló el secreto
con risas en la voz.Como carne apretada a nuestros huesos…
Como carne apretada a nuestros huesos
nos envuelve el amor más solo y puro,
que, apartados del mundo y su conjuro,
vivimos un festín de fiebre y besos.
Este recinto prieto, donde presos
unánimes nos damos un seguro.
este campo solar y nido oscuro
abona en gracia vida y embelesos.Contagiados de mundo, sin embargo,
lucha es la vida con caudal de grito,
y a veces un sollozo y un letargo.Y es que el dolor destroza nuestro mito
y el dulce amor nos sabe tan amargo
como la sed de un páramo infinito.Correspondencia
Fosa común de pájaros y fuentes
eran tus ojos en la tarde ardida.
Había un brillo cruel de luz mordida
en tus labios sin besos y en tus dientes.
Ayer dos corazones coincidentes,
hoy dos bordes sangrantes de una herida,
mañana doble sombra de guarida
de sierpes y de lobos impacientes.
Tú, aquí; él, por ahí: Porque no es buena
la vida, no: No es justa y no es sagrada
para quien muerde el fruto de la ciencia.
Esa ciencia que nace de la pena
de no verse mirada en su mirada,
pedir amor y recibir paciencia.
Dame, dame la noche del desnudo…
Dame, dame la noche del desnudo
para hundir mi mejilla en ese valle,
para que el corazón no salte, y calle:
hazme entregado, reposado y mudo.
Dame, dame la aurora, rompe el nudo
con que ligué mis rosas a tu talle,
para que el corazón salte y estalle:
hazme violento, bullidor y rudo.
Dame, dame la siesta de tu boca,
dame la tarde de tu piel, tu pelo:
sé lecho, sé volcán, sé desvarío.
Que toda plenitud me sepa a poca,
como a la estrella es poco todo el cielo,
como la mar es poca para el río.
Anunciación de la carne
Envuelto en seda y nardos, encajes y rubíes,
vino el ángel del cielo a verme una mañana;
yo encadenaba plumas de ensueño en mi ventana
con un candor desnudo de lino y alhelíes.Su corte de querubes y jilgueros turquíes,
cambiaba por mi leche, mi miel y mi manzana;
el beso y la mejilla eran de nácar grana,
de tibios surtidores y absortos colibríes.Se deslizó en mis venas como pez por el río
y, al tiempo que en su torre daba el reloj la hora,
mané sangre y luceros mezclados con rocío.Me cerró las heridas su boca que enamora
y abrazando mi cuerpo transitado en su brío,
me dijo: «Eres hermoso». y se fue con la aurora.
Antonio Carvajal Milena (Albolote, Granada, España, 14 de agosto de 1943). Poeta, ensayista y profesor. Perteneciente a la llamada generación del 70, es considerado como una de las voces mas notables de la poesía contemporánea escrita en español.
Doctor en Filología Románica por la Universidad de Granada y titular de Métrica, director del Aula de Poesía y de la Cátedra García Lorca de la Universidad de Granada, además de Miembro de la Academia de Buenas Letras de Granada, y de la Real Academia de Nobles Artes de Antequera, académico correspondiente de la de San Telmo de Málaga. Doctor Honoris Causa por la Universidad de Ridle Park, en Estados Unidos.
Ha impartido clases de Lengua Española en la Escuela de Traductores e Intérpretes.
Ha desarrollado su carrera literaria a través de mas de veinte libros de poemas. Publicó su primer libro de poesía, Tigres en el jardín, en 1968, al que siguieron, entre otros, Serenata y navaja (1973), Casi una fantasía (1975), Siesta en el mirador (1979), Extravagante jerarquía (1982), Del viento en los jazmines (1984), De un capricho celeste (1988), Testimonio de invierno (1990), Miradas sobre el agua (1993), Raso milena y perla (1996), Alma región luciente (1997), Columbario de estío (1999), Los pasos evocados (2004), Una canción más clara (2008), Pequeña patria huida (2011) y Un girasol flotante (2011).
Ha recibido, entre otros, el Premio de la Crítica (‘Testimonios de invierno’, 1990) o el Nacional de Poesía (‘Un girasol flotante’, 2012).Así mismo también ha recibido la medalla de honor de la Fundación Rodríguez-Acosta, la medalla al mérito de la Ciudad de Granada y los premios Ciudad de Baeza, Francisco de Quevedo -Villa de Madrid- 2005, Villa de Oria y el premio Piero Bigongiari (Pistoia, Italia, 2008).
Está considerado como uno de los grandes renovadores de la poesía andaluza actual. Carvajal ha seguido fielmente, desde su primer poemario, la línea de la poesía barroca, aunque, a partir de mediados de los años ochenta, también introduce en su obra elementos de poesía popular.
Antonio también es autor de varios ensayos y de una abundante obra en colaboración con artistas plásticos. Músicos como Antón García Abril , Rosa León, Jesús Barroso o Javier Ruibal han puesto música a sus textos, y ha firmado, además, el libreto de dos óperas.
Sus poemas han sido traducidos a varios idiomas, entre ellos el inglés, francés, italiano, árabe, griego, alemán y ruso.
La Fundación Jorge Guillén, de Valladolid, publicó en 2018 su obra poética completa, reunida bajo el título de ‘Extravagante jerarquía‘.
Realizó el programa “Las páginas leídas” en RNE (1989-90) y durante 2007 fue asesor cultural del Patronato Provincial de Cultura Federico García Lorca y Comisario del centenario de Elena Martín Vivaldi.
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