Lo delicado y lo exuberante
infinitos son los brillos, las aguas fluyen,
densa y salvaje la primavera ocupa
si te retiras a la profundidad del valle
es posible que aparezca la beldad
cargado está el árbol de melocotones esmeralda
y a la orilla del agua todo es brisa, todo es sol
sombras de los sauces, recodos del camino
pájaros que en bandada se aproximan
persigue todo eso, adelántate
más allá del intelecto está lo genuino
acuérdate siempre porque entonces
con lo viejo, lo nuevo construirás
Lo puro y lo extraordinario
un bello y hermoso pinar se refleja
y ondea sobre las aguas
los copos de nieve van cubriendo los bambúes
algunas barcas se agrupan en la ensenada
un hombre respetable como el jade
se dirige en sandalias hacia el rincón secreto
a veces se detiene contemplando el horizonte
allá lejos, el cielo es de color esmeralda
espíritu en el que afloran las antiguas maravillas
es tal la limpidez que resulta inaprehensible
igual que el último brillo de la luna en el alba
igual que el soplo vital cuando el otoño declina
Lo rústico y el desapego
La naturaleza es tu propia morada
por eso coge espontáneamente lo que quieras
guarda lo que te enriquezca
y anticípate a todo sin rodeos
bajo los pinos construye tu cabaña
quítate el sombrero, lee y contempla la poesía
solo conocerás amaneceres y ocasos
sin más distinciones absurdas de tiempo
si eres fiel de esta forma a ti mismo
¿cómo es posible actuar interfiriendo?
solo acuérdate de seguir los designios del cielo
para que todo pueda siempre cumplirse
La expansión y la alegría
de una vida de unos cien años
¿en qué punto exactamente estás?
el placer y la alegría duran poco
¡y es tanta la tristeza!
mejor, cada día, con una copa de vino
penetra en los campos rodeados de niebla
o allí donde las flores cubren los tejados de paja
atraviesa la lluvia llegando desde lejos
y cuando tires la copa ya vacía
apóyate en tu bastón y márchate cantando
¿quién no siente la vejez?
¡sólo el Monte Sur, esa imponente y altísima montaña!
El clasicismo y la elegancia
recoge la primavera en ánfora de jade
y disfruta de la lluvia al calor de tu cabaña
hospeda a los letrados virtuosos
y que te rodeen finísimos bambúes
blancas las nubes comienza la claridad
los pájaros se persiguen los unos a los otros
duerme el laúd sobre la verde sombra
se arroja una cascada desde lo alto
las flores caen también enmudecidas
tú, hombre sencillo como los crisantemos,
escribe sobre el esplendor de las estaciones
¡y ojalá tu obra se merezca ser leída!
La distancia y la deriva
solo y olvidado, aléjate del comienzo
orgulloso y firme, sepárate de los hombres
igual que la grulla en el monte Gou
o las nubes en la cima del monte Hua
hombre distinguido, en tu interior benevolente
de claro y fino rostro entre vapores y brumas
cabalga el viento como la planta seca que rueda
interminablemente a la deriva
sabes que lo que no puede ser atrapado
puede ser, sin embargo, oído
aquel que esto comprende, lo espera simplemente
pero el que quiere poseerlo, al fin se alejará
La forma y el contenido
si aguardas la pureza del espíritu
podrás retornar a lo genuino
será igual que buscar reflejos en el agua
imaginar brillantes primaveras
la apariencia cambiante de las nubes y el viento
la esencia de las flores, la vitalidad de las plantas
las rizadas olas del mar
la silueta recortada de las montañas
todo ello es igual que el gran Tao
hay que coincidir con el misterio de la propia percepción
buscando la semejanza y alejándote de la forma
sólo así podrás convertirte en poeta
[«Las veinticuatro categorías de la poesía», de Si Kongtu (837-908), traducción de Pilar González España, Trotta, 2012]
Si Kongtu, (837-908). Poeta. El mayor teórico de la dinastía Tang, se retiró a las montañas de Zhongtiao para escribir estos versos que tanto han inspirado a toda la tradición literaria china posterior. Funcionario de la corte imperial en el periodo más tardío de la dinastía Tang (835-907) –apodado por él mismo Zu Biaosheng («Manifestación del sabio»), Zhi Feizi («Maestro del error comprensible») o Nairu Jushi («Escolar en retiro que puede soportar insultos»)–, explicaba que es posible escribir, aunque hacerlo «como los dioses» sólo le esté permitido a escasos elegidos.
Si Kongtu vivió una época decisiva para China en la que, tras una larga e intensa edad de oro de la poesía, comienza una decadencia cultural, económica y política de todo el imperio; estos hechos quedan reflejados en la obra de Si Kongtu, quien asegura que el mundo surge de la polaridad extrema, de fuerzas opuestas que a la vez se aman y repudian ; el verdadero creador es aquel que se hace consciente de este desequilibrio que alienta y da forma a todo cuanto existe: pero apenas puede hablar, sólo proferir algunos balbuceos… que quedan traducidos en versos.
Con 48 años el poeta decide retirarse voluntariamente del servicio gubernamental y redacta una carta en la que asegura que desea desertar de los «asuntos del mundo»: «no he olvidado mis buenas hazañas, pero voy a conseguir para mí un buen final».
Años más tarde, tras ser convocado por la nueva corte, rechaza los puestos que le son ofrecidos y se convierte al budismo y al taoísmo: «no tengo talento ni sabiduría pero tengo suerte de vivir en el campo, sin agresiones y sin sufrir humillaciones. Ni las plantas ni las criaturas que hay aquí serán asesinadas o dañadas en su corta vida».
Es en este periodo, comprendido entre los años 889 y 903, cuando escribe Las veinticuatro categorías de la poesía. Su obra sólo fue reconocida póstumamente por poetas como Su Shi, Wang Shizhen o Yuan Mei, ensalzada como modelo por excelencia de la poética Tang y es considerada una de las obras cumbres de la poesía china.
Enlaces de interés :
https://elvuelodelalechuza.com/2012/10/01/poesia-y-cultura-china-si-kongtu-837-908/
https://www.rtve.es/play/audios/asia-hoy/hora-asia-poesia-segun-si-kongtu-07-12-12/1603714/
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