12 Poemas de Pablo Guerrero

Dulce muchacha triste

La recuerdo muy bien y no porque en sus labios
se trajera cerezas de los Valles del Jerte
sino porque, ya ves, tenía en sus zapatos
polvo de todos los caminos.

La recuerdo muy bien tan solo su mirada
era el lugar del mundo donde no había un Vietnam.
Viajaba en su mochila una andadura larga
y un libro de poemas, mira tú.

Dulce muchacha triste recorría caminos
en busca de una risa en donde descansar.
Tenía en su mente una ciudad con columpios de agua
y mercados de arena en las esquinas…

Hace tiempo, —le dije—, que cortaron al hombre
una antigua costumbre de volar que tenía.
Sólo seremos nuestros el día que consigamos
ver nacer a los niños con alas.

Dibujó un barco azul sobre un mar amarillo
y me lo regaló oculto en una concha.
Después se fue. No he podido encontrarla
en ningún sitio del aire y de la tierra.

No sé bien qué fue de ella. Un amigo me dijo
que murió cuando supo que no es un rock la vida.
Otros me aseguraron que envejeció de pronto
y se paró a dormir al lado de un camino.

De: «Porque amamos el fuego» (1975)

La primera palabra

Pídeme gestos de llamada a la mar, desierto, tan desvalido:
te ciegas en espejismos, en zanjas de soledad,
áspera fuerza caduca.

(Desde mi pecho naciste, borbotón de soles blancos:
la primera palabra, entre nosotros, cautiva.)

Y recoge del relámpago la palma, el color del tiempo,
el sonido donde escribes el caminar de la arena
que, silenciosa, te empuja hacia los oasis líquidos.

(Desde mi pecho naciste, borbotón de soles blancos:
la primera palabra, entre nosotros, cautiva.)

De: ¿No son copos de nieve? Maia Ediciones (2012)

Madre de tantos oficios

Despierta el cielo,
y el balde de agua quieta
que sacó de su pozo
charlatán y profundo,
ya está lleno de sol.

Ha regado sus plantas
para que la enredadera acoja
los aleros del canto de la tierra mojada.

Las punzantes heridas
del trabajo en las manos
cura cura con las hojas verdes
del naranjo.

Y sus hortensias parecen
llamaradas azules
de aprendidas plegarias,
de heredadas consejas.

Matriarca de un tiempo
de asombro y maravilla,
que ella guarda despacio
junto a los membrillos ocres,
en sus arcas de arcanos.

Su memoria acaricia
los testigos de un tiempo,
yuntas y golondrinas,
para siempre perdido.

El corazón del nómada

Pulsar de las estrellas, un rubí desvelado:
el corazón del nómada da alcance
a los mastines del tiempo,
a las gacelas de estaño tras las edades del sol,
tras mi extraña eternidad cuando entro en la piedra.

(Visión de sueños recientes, templos en la madrugada,
lamparillas de aceite: luz en mar, Alejandría.)

(Oreáis cebada verde, higuerales de la noche,
fruto de miel silvestre, comprende lo que perdura.)

(Siembra abono en mi silencio, entrégame la plata,
dones de la porcelana mineral de la arena.)

Yo creo en los umbrales que dentro de mí dormitan:
dejadme que pueda atar las palmeras a los astros.

Desde todos nosotros. Desde, al ocaso, la bruma.

De: ¿No son copos de nieve? (Maia Ediciones – 2012)

Poema de nadie

Junto a la tarde de ceniza y plomo
donde los canes marcan territorios,
voy como hombre sin tierra,
porque dejo mis pasos en tierra compartida.

Probablemente el estallido en flor
de aquellas buganvillas de la tapia
graba en mi iris para siempre un instante,
un inconsciente signo misterioso.

Calle abajo, por algún laberinto
de casas encaladas,
no me perderé en la tarde
mientras el blanco huela a mares de agua dulce,
a encuentros sosegados.

Dejo mis huellas en las huellas de alguien
que no me conoció pero sé que me amó
y que me ha precedido
en la llanura quieta del tiempo inabarcable.

Cuando sepa leerlas
sabré que no está solo quien recorre un camino.

Que alguien vivió y dejó para que yo lo lea,
en el aire escrito este poema.

De: «Escrito en una piedra» (2007)

A Cántaros

Tú y yo muchacha estamos hechos de nubes
pero ¿quién nos ata?
Dame la mano y vamos a sentarnos
bajo cualquier estatua
que es tiempo de vivir y de soñar y de creer
que tiene que llover
a cántaros.
Estamos amasados con libertad, muchacha,
pero ¿quién nos ata?
Ten tu barro dispuesto, elegido tu sitio
preparada tu marcha.
Hay que doler de la vida hasta creer
que tiene que llover
a cántaros.
Ellos seguirán dormidos
en sus cuentas corrientes de seguridad.
Planearán vender la vida y la muerte y la paz.
¿Le pongo diez metros, en cómodos plazos, de felicidad?
Pero tú y yo sabemos que hay señales que anuncian
que la siesta se acaba
y que una lluvia fuerte sin bioenzimas, claro,
limpiará nuestra casa.
Hay que doler de la vida hasta creer
que tiene que llover
a cántaros.

Sea

Arde un instante de fulgor en los pasos
del final de la tarde, cuando luces y sombras
se enlazan con los últimos vuelos de las aves.

Vuelves a casa a encender la penumbra
mientras sueñas la luz ensimismada
que acerca un vaso de agua a los sentidos ciegos.

Eliges un espacio, quizá junto al naranjo,
donde la noche se hace y se deshace.
Hay un alma fundida en el alma de todos
que difunde el camino de las constelaciones.

Sea
el beso en tu cabeza como un roce de sombras
lo que te de la fuerza de la frágil violeta.

Sea
la moneda en la fuente de una sola palabra
lo que despierte en ti un agua pensativa.

Sea
un tazón de leche tibia y una lumbre encendida
lo que decida sin más tu emoción verdadera.

Sea
hondo el sueño nacido con la ofrenda
de entregarte cumplidos tus mejores deseos.

Sea
el descenso de tu amor al poema.

De: «Escrito en una piedra» ( 2007, Ed. Visor )

Hoy que te amo

Hoy que te amo, mujer, amiga y compañera,
vamos a creer que nuestras manos crecen,
y que tenemos mil dedos o diez mil, y que todos
son como antorchas que a la noche amanecen.

Hoy que te amo, voy a incendiar el aire
con la risa y el beso de tu voz y la mía.
Voy a aventar lo que de bueno tenga
con tu contacto de piel amanecida.

Hoy que te amo, dejará de ser
la libertad una palabra escrita en la pared.

Hoy que te amo, el mundo, tú y nosotros
baila en corro una danza solidaria,
y se buscan las manos y nuestro amor de golpe
como una lluvia fértil se derrama.

Estaba yo, ¿te acuerdas?, cantándote estas cosas
junto a la puerta del Museo del Prado.
Un hombre se acercaba, muy amable nos dijo:
«Está prohibido que estén aquí sentados».

Hoy que te amo, dejará de ser
la libertad una palabra escrita en la pared…

Hasta tocar tu ausencia

Un río de amapolas arrancadas
en los últimos campos.

Unas frutas amargas
en su melancolía
empañando miradas
que hacia dentro vigilan.

¿Podrá explorar mi llanto
la ciudad de la muerte?

¿Podrá encontrar mi sangre
los huecos de tu ausencia?

Aquí canta el principio

En mi conciencia guardo el oro de los reyes:
los vidrios de la tarde, los éxtasis de un fuego
que habrá de conducirme por collados en sombra.

Acojo en mi conciencia, a la orilla del tiempo,
la tierra de los pétalos de la arena infinita:
los alminares lentos de cada amanecida,
las piedras horadadas por tormentas de luz.

(Aquí canta el principio, estrellas esparcidas,
oasis de los sueños, palmas que el sol respeta.)

(Aquí está el otro lado, todo nace perenne,
materia de mañana y de ahora y de ayer.)

De: ¿No son copos de nieve? (Maia Ediciones – 2012)

Vientre

Parece ser ajeno a la tristeza extraña,
al pasadizo oscuro de unos ojos desiertos.
Mas dice: el amor acarrea
el verde incandescente que despide la tierra.
No escupas saliva y sangre
.

Se amontonan las nubes.
La tarde recobrada me revela sus rastros.
El azafrán prendido, lo fugaz perdurable.
El aljibe cercado por columnas de agua.
Siento un vientre en mi vientre.

De: «Sin ruido de palabras»(2014)

La copa concedida

Dejarás que se deslice el sonido de mayo
en las campanas
—llegan a las ventanas, llegan
para abrir las ventanas—
y obtendrás los presentes de la rosa acabada.

En todas las lagunas de las yeguas
has lanzado una piedra para que cimbre el aire,
y la música limpie de ceniza los picos
de las aves que llegan a celebrar las bodas
de la tierra y el cielo.

Y ya
humedece los ojos el sol de amanecida, y ya
bebes la dulce hidromiel en ciudades de nieve,

y ya
se alza la copa dorada
—mente vacía, lienzo extendido,
vasija de mano llena—
se alza la copa dorada
gracias a tu amor, por siempre
concedida.

De: «La rosa azul acabada»,Maia Ediciones (2015)

José Pablo Guerrero Cabanillas (Esparragosa de Lares, Badajoz,España, 18 de octubre de 1946).Poeta y cantautor.

Su afición por la lectura -sobre todo poesía- comienza desde niño. Finalizado el Bachillerato en Badajoz, estudia Magisterio en Sigüenza, donde continúa ampliando su bagaje literario. A los 16 años le regalan su primera guitarra.

En 1967,  Pablo fijó su residencia en Madrid, donde empezó a trabajar como maestro, se matriculó en la facultad de Filosofía y Letras, recibió clases particulares de música y empezó a componer sus primeras canciones al tiempo que comienza a cantar, sin ánimo aún de profesionalizarse. Su acervo poético aumenta con lecturas de Blas de Otero, Luis CernudaJosé Ángel Valente y José Agustín Goytisolo, entre otros.

En el año 1969 se presenta al Festival de Benidorm. Lo hace con la canción Amapolas y espigas, ganando el premio a la mejor letra, y obtiene el segundo puesto en la clasificación general. Esto le abre las puertas de la industria discográfica. Tras el pequeño éxito en Benidorm, Guerrero tiene que simultanear su carrera como cantante con la enseñanza, aparte de sus estudios de Filosofía y letras.

Grabó su primer disco de larga duración (LP), “A cántaros” en 1972. La canción que da título al disco, se convirtió en uno de los himnos libertarios de aquellos duros años de la agonía del franquismo.
En 1975 grabó un disco en directo en el teatro Olympia de París: “Pablo Guerrero en el Olympia”.
Puso música a la poesía de Miguel Hernández antes que Joan Manuel Serrat, en un disco cuyo título previsto era: “Tierra”,  la censura de la época no permitió su grabación.

En diciembre del año 1977 graba el disco  A tapar la calle que saldría a la calle en el año 1978. La canción «A tapar la calle» —que da nombre al disco— era en su origen una canción popular extremeña, que Pablo Guerrero transforma en una reivindicación festiva de libertad y un recuerdo al décimo aniversario del mayo francés del 68. Aun siendo un disco con algunas canciones de reivindicación y protesta social, Guerrero huye del panfletismo mediante un lenguaje simbólico muy cercano a la poesía.

En 1989 aparece el libro Canciones y poemas editado por la E.R.E. (Editora Regional de Extremadura). Este libro acogerá por primera vez un conjunto de poemas y todas las canciones del juglar extremeño hasta ese año.

En el año 2001, Pablo Guerrero y Luz Casal obtienen el Premio Goya a la mejor canción original por «Tu bosque animado» de la película de animación El bosque animado.

En febrero de 2009 se publica el álbum Luz de Tierra, que es un homenaje a quince poetas extremeños contemporáneo. El mismo año, se le galardona con el Premio a Toda Una Vida de la XIII edición de los Premios de la Música celebrado en Badajoz. Posteriormente publica el doble disco-libro “Lobos sin dueño” (2013), “Catorce ríos pequeños” (2015) que recoge catorce maravillosas canciones, y posteriormente un bellísimo disco titulado “Mundos de andar  por casa” (2017).

En el año 2021 se le otorga la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes , que distingue a las personas y entidades que hayan destacado en el campo de la creación artística y cultural en España.

Guerrero anunció su retirada de los escenarios en 2021 con la publicación de su último disco, Y volvimos a abrazarnos, en el que ha contado con la colaboración de artistas y amigos personales.

Obra poética publicada :

 –Canciones y poemas (Extremadura) 1989

Los dioses hablan por boca de los vecinos (Cicón) 1999

Donde las flores se convierten en agua (Badajoz) – con fotografías de Antonio Covarsí 1999

Tiempo que espera (Colección Vincapervinca) – con fotografías de Antonio Covarsí 2002

Los rastros esparcidos” (2003)

Mi laberinto” (2003)– Los rastros esparcidos (Ellago) 2003

Pablo Guerrero, un poeta que canta (Verbum) 2004

Viviendo siglos (Ellago) – dibujos de Antonio Sosa 2006 

Escrito en una piedra (Visor) 2007

Los cielos tan solos (Maia) – prólogo e ilustraciones de Miguel Copón 2010

¿No son copos de nieve? (Maia) – prólogo de José Ignacio Eguizábal e ilustraciones de Miguel Copón 2012

Sin ruido de palabras (2014)  

Las letras de Morella (2014), 

La rosa azul acabada (2015)

– El porteador de sonidos (2017)

 -Viaje para ser comienzo (2019).

Enlaces de interés :

Pablo Guerrero Visual

https://elpais.com/espana/madrid/2021-11-07/pablo-guerrero-quiero-pensar-que-no-somos-solo-un-monton-de-visceras.html

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