10 Poemas de Léopold Sédar Senghor

Mediterráneo

Y yo repito tu nombre: ¡Dyallo! 
Tu mano y mi mano se demoran; y nuestros pensamientos 
se buscan en la media noche de nuestras lenguas 
hermanas. 
Fue en el Mediterráneo, ombligo de razas claras, azul 
como jamás océano han visto mis ojos 
Que sonreían con millones de labios luminosos 
Mientras que diez navíos de caña inflexible, como bocas 
delgadas, bombardeaban Almería y estallando 
Salpicaban con sangre de cerebros los muros negros, como 
granadas, de las cabezas ardientes de los niños. 
Hablamos de África. 
Un viento tibio nos trajo su perfume más ardiente de 
mujer negra 
O de viento que sopla de un campo de mijo cuando chocan 
las cargadas espigas y vuela por encima un polvo 
dorado y pardo. 
Hablamos de Fouta. 
Noble era tu rostro y de sombra tus ojos y dulces tus 
palabras de hombre. 
Noble debía ser tu raza y bien nacida la mujer de Timbo 
que te mecía en la tarde al ritmo nocturno de la tierra. 
Y hablamos del país negro 
En las jarcias de la noche, tan cerca uno del otro que 
nuestros hombros se esposaba, fraternales el uno al 
otro. 
El África vivía allí, más allá del ojo profundo del día, 
bajo su rostro negro estrellado 
En las cajas agitadas, saturadas del rumor inquieto del 
ciclón, que amenaza 
Y se escapaban palpitaciones de tam-tam, con aleteos de 
carcajadas y gritos de cobre en doscientas lenguas, 
De bocanadas de vida densa que el viento dispersaba en el 
aire latino 
Hasta el puente de las primeras donde la joven mujer, 
liberada de las subprefecturas y de sus calles estrechas, 
Liberada de las últimas medidas del tango y de los brazos 
de su danzante 
Soñaba, al borde del misterio, bosque de olores viriles y 
espacios que ignoraban las flores… 
Una gran estrella se elevó, la última, alumbrando tu lisa 
frente cuando nos separamos. 
Y yo repito tu nombre: ¡Dyallo! 
Y tú repites mi nombre. ¡Senghor!

Dakar, 1938

Luxemburgo, 1939


Esa mañana de Luxemburgo, ese otoño de Luxemburgo,
como pasaba y repasaba mi juventud 
Sin vagabundos, sin aguas, sin barcos sobre las aguas, sin 
niños, sin flores.
¡Ah! las flores de septiembre y los gritos curtidos de los 
niños que desafiaban el invierno próximo. 
Sólo dos viejos «chiquillos» que ensayan a jugar al tenis. 
Esa mañana de otoño sin niños — ¡cerrado teatro de los 
niños! 
Ese Luxemburgo donde no encuentro más mi juventud, los 
años frescos como el césped. 
Vencidos mis sueños, desesperadamente, mis camaradas 
¿es posible? 
Helos aquí que caen como las hojas sobre las hojas, 
decrepitud herida de muerte, pisoteada, toda sangrante 
de sangre 
Que se recoge sin saber para qué fosa común 
No reconocí ya ese Luxemburgo, a esos soldados que 
montan guardia. 
Se instalan los cañones para proteger la retirada rumiante
de los Senadores 
Se cavan las trincheras bajo el banco donde tomo la dulzura 
que surge de los labios. 
Este letrero ¡ah! sí, ¡peligrosa juventud!… 
Veo caer las hojas en los refugios, en las fosas, en las 
trincheras por donde serpentea la sangre de una 
generación 
La Europa que entierra la levadura de las naciones y la 
esperanza de las nuevas razas.

Mujeres de Francia


A la señorita Jacqueline Cahour

Mujeres de Francia, y vosotras hijas de Francia 
¡Dejad que os cante! Que sean para vosotras las notas 
claras del sorong.

Aceptadlas aunque sea bárbaro el ritmo, disonante los
acordes 
Como la leche y el pan moreno del campesino, puros en sus 
manos torpes y callosas. 
¡Oh, vosotras, bellos árboles erectos de pie bajo los 
cañones y las bombas! 
Sólo brazos de los días de postración, de los días de 
desesperado pánico, 
Vosotras, orgullosas torres y orgullosos campanarios bajo 
la arrogancia del sol de junio; 
Vosotras, claro eco al grito del Galo de la Galia. 
Vuestras cartas han mecido las noches de prisionero con 
palabas diáfanas y sedosas como alas, 
De palabras dulces como un seno de mujer, cantarinas como 
un ruiseñor de abril. 
Pequeñas burguesas y campesinas, por ellos solos no 
fuisteis avaras. 
Por ellos os atrevisteis a desafiar la afrenta de la Hiena, 
la afrenta más mortal que las balas. 
Y sus frentes duras por vosotras solas se abrieron, y sus 
palabras simples por vosotras solas 
Eran claras como sus negros ojos y la transparencia del 
agua. 
Solas entendéis este latido del corazón semejante a un 
tam-tam lejano. 
Y hay que apoyar su oreja a la tierra y descender de su 
caballo. 
Por ello fuisteis madres, por ellos fuisteis hermanas. 
Llamas de Francia y flores de Francia, ¡benditas seáis!

El retrato

He aquí que la primavera de Europa 
que corteja, 
Me ofrece el olor virgen de las tierras 
La sonrisa de las fachadas al sol 
Y la dulzura gris de los techos 
En la dulce Touraine. 
No se sabe aún 
De la obstinación de mi rencor aguzado por el invierno 
Ni de la exigencia de mi negritud imperiosa… 

Que me baste la sonrisa 
Que bosquejan tus labios ansiosos, 
Que se pierde en el sueño marino de tus ojos 
¡Y la salvaje colina de tu cabellera estremeciéndose 
Bajo el viento!

Léopold Sédar y Ginette Eboué

Carta a un poeta


A Aimé Césaire

 ¡Para el Hermano amado y para el amigo, mi saludo tosco 
y fraternal!
Las gaviotas negras, los navegantes de los grandes ríos
han hecho que goce de tus noticias
Mezcladas con especies, con ruidos olorosos de los Ríos
del Sur y de las Islas.
Ellos me han hablado de tu confianza, de la eminencia de 
tu frente y de la flor de tus labios sutiles
Que te hacen, tus discípulos, columna de silencio, una
rueda de pavo real
Que se eleva hasta la luna, tú resistes su celo alterado
y jadeante.
¿Es acaso tu perfume de frutas fabulosas o tu estela de
luz en pleno medio día?
¡Cuántas mujeres con piel de zapotillo en el harem de tu 
espíritu!
Mi encanto más allá de los años, bajo la ceniza de tus
párpados
La brasa ardiente, tu música hacia la que tendemos
nuestras manos y nuestros corazones de antaño.
¿Habrás olvidado tu nobleza, que es el canto
A los Ancestros, Los Príncipes y los Dioses, que no son 
ni flor ni gotas de rocío?
Debiste ofrecer a los Espíritus los frutos blancos
de tu jardín
Tú no comes sino la flor, recolectada el mismo año
del fino mijo
Y no hurtas ni un pétalo para perfumar tu boca.
En el fondo del pozo de mi memoria, toco
Tu rostro de donde saco el agua que refresca mi gran
aflicción.
Te diluyes con aristocracia, acodado en la cima de una
colina clara,
Tu lecho oprime la tierra que dulcemente castiga.
Los tam-tam, en las llanuras ahogadas, marcan el ritmo,
tu canto, y tu verso es la respiración de la noche
y del mar lejano.
Tú cantaste a los Ancestros y a los Príncipes legítimos
Tú cogiste una estrella del firmamento para la rima
Rítmica a contratiempo; y los pobres a tus pies desnudos
arrojaron las esteras con la ganancia de un año
Y las mujeres a tus pies desnudos, su corazón de ámbar
y la danza de sus almas desolladas.
Mi amigo, mi amigo —¡Oh, regresarás, regresarás!
Yo te esperaré — mensaje confiado al capitán del cúter
bajo el Kaicedrat.*
Tú regresarás para el festín de las primicias. Cuando
humee sobre los techos la dulzura del atardecer al
declinar el sol,
Y paseen los atletas su juventud, adornada como los novios,
conviene que allí estés.

*Árbol de la familia de las acacias

Oración de las máscaras


¡Máscaras! ¡Oh, Máscaras!
Máscara negra, máscara roja, ustedes máscaras blanco y 
negro
Máscara de los cuatro puntos de donde sopla el Espíritu 
¡Os saludo desde el silencio!
Y no eres tú el último, Ancestro con cabeza de León. 
Máscaras que cuidan este sitio donde está prescrita toda
risa de mujer, toda sonrisa que se marchita, 
Destilan este aire de eternidad donde respiro el aire
de mis padres
Máscaras de rostros sin máscara, despojadas de todo 
hoyuelo
y de toda arruga 
Que han dibujado este retrato, este rostro mío inclinado
sobre el altar de papel blanco 
Según su imagen, ¡escúchenme!
El África de los imperios muere— es la agonía de una 
princesa andrajosa
Y también de Europa a la que estamos ligados por el ombligo
Fijen sus ojos inmutables sobre sus hijos que exigen 
Que dan su vida como el pobre su último vestido. 
Respondamos presentes al renacimiento del Mundo 
Como la levadura que es necesaria para la harina blanca. 
¿Quiénes aprenderán el ritmo del mundo difunto de 
máquinas y cañones?
¿Quién lanzará el grito de alegría para despertar a muertos 
y huérfanos en la aurora? 
Digan, ¿quién devolverá la memoria de vida al hombre
con esperanzas desentrañadas? 
Nos lo dicen los hombres del algodón, del café, del aceite. 
Nos lo dicen los hombres de la muerte. 
Nosotros somos los hombres de la danza, cuyos pies
recobran su vigor golpeando la dureza del suelo.

Canto de sombra


El águila blanca de los mares, el águila del Templo me 
raptó más allá del continente. 
Me despierto, me interrogo, como el niño en los brazos 
de Kouss que tu llamas Pan. 
Es el grito salvaje del sol levante que hace estremecer 
la tierra 
Tu cabeza desnuda, nobleza de la piedra, tu cabeza debajo 
de los montes, el León debajo de los animales del establo
Cabeza de pie, que me horada con sus ojos agudos. 
Y renazco de la tierra que fue mi madre. 

He aquí el Templo y el Espacio, entre nosotros precipicio 
y altitud 
Como tu orgullo que se yergue, porta-nieve, antaño de calor 
humano 
—En él desaparezco, labrador recostado en la embriaguez 
de la cosecha madura. 
Me escabullo a lo largo de tus paredes, rostro escarpado. 
El mejor montañista está perdido. Ve la sangre de mis 
manos y mis rodillas
Como una libación de sangre de mi orgullo antagonista, 
diosa con rostro de máscara. 

¿Habré de desatar las tempestades de todas las cavernas 
mágicas del desierto? 
¿Juntar las arenas de las cuatro esquinas del cielo vacío,
con un fervor inmenso de saltamontes? 
¿Y después en un silencio inmemorial, el trabajo del frío 
apocalíptico? 
Se deslizan ya tus palabras confusas de mujer, como 
lamentos de una dichosa miseria, no se sabe; 
Y las piedras, brusca y débil caída, van a tomar el 
estrépito de las cataratas. 
Toda victoria dura el instante del batir de una pestaña 
que proclama el irreparable duplicamiento. 
Tú fuiste africana en mi memoria antigua, como yo, 
como las nieves de los Atlas. 
Manes o manes de mis Padres, 
Contemplad su frente cubierta y el candor de su boca 
adornada de palomas sin mácula, 
Comparad su belleza y la de sus hijas.
Sus párpados como el crepúsculo veloz y sus ojos vastos 
que se llenan de noche. 
Sí, es Clara, la abuela negra, de los ojos violetas 
bajo sus párpados de noche. 
«Mi amada, bajo la sombra de los taparrabos azules 
Las estrellas deshojan las flores de algodón de sus cápsulas 
reventadas. 
El Señor de la maleza eres tú que has hecho callar la rebelión de los sonidos sordos. 
¡Mirad! la niebla dulcemente se escurre en claras
gotitas de leche fresca.» 
Escucha mi voz singular que te canta en la sombra 
Este canto constelado del estallido de los cometas cantores 
Yo te canto este canto de sombra con voz nueva 
Con la voz vieja de la juventud de los mundos.

«In memoriam»

Es domingo.
Temo la multitud de mis semejantes con rostro de piedra.
Desde mi torre de vidrio, habitado por las migrañas, los 
Ancestros impacientes,
contemplo los techos y las colinas entre la bruma
en paz — las chimeneas están desnudas y son esbeltas,
a sus pies duermen mis muertos, todos mis sueños hechos 
polvo,
Todos mis sueños, la sangre gratuita derramada por 
las calles que se mezcla con la sangre de las carnicerías.
Y ahora, desde este observatorio de los suburbios
contemplo mis sueños distraídos por las calles, dormidos 
al pie de las colinas
Como los guías de mi raza sobre las orillas de Gambia
y del Saloum
Del Sena ahora, al pie de las colinas.
¡Déjame pensar en mis muertos!
Fue ayer la fiesta de todos los Santos, el aniversario
solemne del Sol
Y nada los recordaba en el cementerio.
Oh, muertos, que siempre rehusasteis morir, que supisteis 
resistir a la Muerte
tanto en Sine como en el Sena, y en mis venas frágiles, 
mi sangre irreductible
Protege mis sueños como lo habéis hecho con vuestros hijos 
los emigrantes de piernas delgadas.
¡Oh, muertos! Defended los techos de París en la bruma
dominical
Los techos que protegen mis muertos.
Desde mi torre peligrosamente segura, desciendo a la calle
con mis hermanos de ojos azules,
de manos duras.

Senghor con su segunda esposa Colette Hubert

Querido hombre blanco

Querido hermano blanco,

cuando yo nací, era negro,

cuando crecí, era negro,

cuando estoy al sol, soy negro,

cuando estoy enfermo, soy negro,

cuando muera, seré negro.

En tanto que tú, hombre blanco

cuando tú naciste, eras rosa,

cuando creciste, eras blanco,

cuando te pones al sol, eres rojo

cuando tienes frío, eres azul

cuando tienes miedo, te pones verde,

cuando estás enfermo, eres amarillo,

cuando mueras, serás gris.

Así pues, de nosotros dos,

¿quién es el hombre de color?

Mujer negra

¡Mujer desnuda, mujer negra,
vestida del color que es tu vida, de tu forma que es 
belleza!
Crecí bajo tu sombra; la dulzura de tus manos vendó 
mis ojos
Y he aquí que en el corazón del verano y del mediodía, 
te descubro
Tierra prometida, desde lo alto de un cuello calcinado
y tu belleza me fulmina en pleno corazón, como el 
alumbramiento de un águila.

Mujer desnuda, mujer oscura
Fruto maduro de carne firme, extasiadas sombras del vino 
negro, boca que hace lírica mi boca 
Sabanas de horizontes puros, sabanas que se estremecen
a las caricias fervientes del viento del Este 
Tam-tam esculpido, tam-tam tendido que ruge bajo los dedos 
del vencedor.
Tu voz grave de contralto es el canto espiritual del
Alma.

Mujer desnuda, mujer oscura
Aceite que ningún soplo perturba, aceite quieto en los 
flancos del atleta, en los flancos del príncipe de 
Malí
Gacela unida a las estrellas, las perlas son estrellas
sobre la noche de tu piel 
Delicias de los ojos del espíritu, los reflejos del oro
encarnado sobre tu piel que reverbera 
A la sombra de tu cabellera, se ilumina mi angustia
en los soles próximos de tus ojos.

Mujer desnuda, mujer negra
Yo canto tu belleza que pasa, forma que fijo en la Eternidad,
antes que el destino celoso te reduzca a cenizas, 
para nutrir las raíces de la vida.

Léopold Sédar Senghor (Joal, Senegal, 9 de octubre de 1906 – Verson, 20 de diciembre de 2001). Poeta y político –presidente de Senegal entre 1960 y 1980-. Fue el primer africano en ocupar un asiento en la Academia Francesa y fundó el partido político Senegalese Democratic Bloc. Es considerado uno de los más importantes intelectuales del siglo XX.

Perteneció a la tribu Serer*, cuyos miembros son muy reconocidos en el país como agricultores. Hijo de Gnilane Ndiémé, serere de lejana ascendencia peul (de los peul descendientes de mandinga). Su padre Basile Diogoye Senghorf, cristiano, pero polígamo, de la tribu serere-malinké, próspero comerciante y ganadero lo que permitió al poeta gozar de una niñez privilegiada. Pasa la infancia en Djilor, el pueblo de su madre, como marca la tradición serere, donde se forma en el pastoreo y en los secretos de la naturaleza con sus ciclos naturales y la de la magia y el poder de la Palabra que se practica en todo momento. En Djilor permanecerá hasta la edad de 7 años y donde será llevado a cabo el paso ritual de la infancia. Los ritos no sólo conllevan las marcas físicas (la circuncisión), también suponen, para los varones, el conocimiento del pasado, de sus ancestros. Su tío materno, Toko Wally, es el encargado de iniciarlo en el orgullo de pertenencia a una etnia valiente y luchadora. De ellos también recibió un mundo poblado de espíritus mágicos, fuerzas invisibles y mitos que más tarde se habrían de reflejar en su poesía.

De vuelta a Joal, su padre lo envía a estudiar al colegio de los Padres del Espíritu Santo, donde los internos recibían una instrucción primaria en francés, latín y ciencias. Decía Senghor “cuando empecé a aprender el francés, me lo comía, deliciosamente, como un dulce”. Fue la época de los primeros entusiasmos literarios: Corneille, Víctor Hugo. “Cuando el domingo jugábamos a los soldados en los senderos, no éramos ni Joffre ni Foch, sino Olivier y Roland, Ruy Díaz, el gran Campeador de las Castillas, Napoleón Bonaparte…» . Era voluntad de su padre: que se educase en el mundo de los blancos. A los ocho años, el niño Sédar ya aúna tres lenguas y tres culturas. Su primer ‘mestizaje cultural’ ya ha tenido lugar.

Los padres ven en Senghor una predisposición hacia el sacerdocio, recomiendan a Diogoye que envíe a su hijo al colegio Liberman de Dakar para que continúe con sus estudios antes de ingresar en el seminario. El joven Léopol Sédar (sólo tenía 16 años) quiere ser cura y profesor. Sin embargo, el Padre Lalouse lo disuade de su pretendida vocación religiosa por encontrarlo rebelde y obstinado. Tras 4 años de estudios en la misión, entra en 1926 en las clases de secundaria de la calle Vincens de Dakar y, 2 años más tarde, sale con su título de bachiller en el bolsillo y una beca para estudiar filología clásica en Francia.

En 1928 abandonó Senegal y se trasladó a París donde se inscribió en el Liceo Louis-le-Grand. Allí coincidió con George Pompidou. Ambos serían hombres de letras y de Estado. En 1933 fue el primer estudiante africano que obtuvo el diploma de Agrégé dʼUniversité, el grado académico más alto en el sistema educativo francés.

Graduado en Gramática Francesa por la Universidad de París, fue el primer profesor de raza negra que impartió clases de lengua francesa en Francia, en las universidades de Tours y París durante 1935 y 1945. En esta época entra en contacto con los intelectuales de la diáspora africana (El poeta martinicano Aimé Césaire y el poeta guayanés Léon-Gontran Damas), junto a quienes concibe el concepto de Negritud, cuyo fin es reivindicar la identidad negra frente a la cultura francesa dominante y opresora. En las páginas de L’Étudiant Noir, (El Estudiante Negro), expresan por primera vez sus quejas contra la dominación colonial y, de esta manera, destacan la cultura africana. Estas nociones son introducidas por Aimé Césaire en un texto titulado Négreries, Jeunesse noire et assimilation, «Negrería, juventud negra y asimilación», publicado en 1935 en la revista. A través de este escrito, expone el concepto de negritud, que aparece en Présence Africaine, «Presencia africana» en 1947 y es desarrollado en la obra poética de Aimé Césaire y de Léopold Sédar Senghor . A este concepto dedicó Senghor gran parte de su brillante obra como poeta.

En 1939 es reclutado por el ejército francés y pasa dos años en los campos de concentración nazis, época en la que escribe algunos de sus mejores poemas.

En 1945, después de la liberación de París, es nombrado diputado de la Asamblea Constituyente –encargada del tema de las colonias-, por el General De Gaulle y participa entonces en la redacción de la Constitución de la Cuarta República. En este mismo año viaja a África y Lamine Gueye le pide que forme parte de las listas de la Federación Socialista de Senegal. En las elecciones su partido gana por una amplia mayoría y Senghor asume ya un compromiso político firme y, aunque continua residiendo en París, viaja frecuentemente a Senegal. 

En 1946 se casa con Ginette Eboué (1923-1992), hija del gobernador francés de África Ecuatorial, el guyanés Félix Eboué, quien entre otros se distinguió en su compromiso con el Resistencia durante la Segunda Guerra Mundial y con quien tuvo dos hijos, Francis y Guy-Wali Senghor. 

En 1948 funda el Senegalese Democratic Bloc (‘Bloque Democrático Senegalés’), que se fusiona con otro partido político en 1958 para convertirse en el Senegalese Progressive Union (conocido como el Partido Socialista desde 1976). En 1955 se divorcia de su primera esposa. En 1957, se casa con Colette Hubert con quien tendrá a su tercer hijo Philippe-Maguilen.

Cuando Senegal obtiene la independencia en 1960, Senghor es elegido unánimemente presidente. Junto con Mamadou Día quien sería presidente del Consejo de Gobierno, el primer ministro, defendieron un moderado «socialismo africano», libre de ateísmo y excesivo materialismo. Compañeros de partido, hermanos en la política, juntos condujeron a Senegal hacia la independencia en 1960 y siguieron conduciendo el país durante dos años. En 1962 Mamadou es acusado de conspiración, se le imputó un delito que nunca se pudo probar, la preparación de un golpe de estado. Condenado a cadena perpetua, Mamadou Dia fue enviado, junto a tres de sus ministros, a la prisión de Kedougou en el sur del país. Cuando, doce años después, fue indultado, regresó a Dakar e intentó crear un nuevo partido político. Nadie quiso sumarse al proyecto de Dia. Su momento había pasado. Mamadou Dia murió el 25 de enero de 2009 en Dakar a los 97 años. Su nombre fue sistemáticamente borrado de la Historia, su imagen se fue difuminando del imaginario colectivo.

Mamadou Dia y Léopold Sédar Senghor

Senghor por su parte se conviertió en un portavoz respetado internacionalmente para África y el Tercer Mundo. Apoyó la creación de la Francofonía y fue vicepresidente del Alto Consejo de la Francofonía. Como Presidente de Senegal fué un gran animador cultural, destacando, en 1966, la celebración en Dakar del 1er Festival Mundial de las Artes Negras. Dejó voluntariamente la presidencia el 31 de diciembre de 1980 —un gesto sin precedentes en el continente africano—.

1981: Muerte accidental de su hijo más joven.
En 1983 muerte accidental de su segundo hijo Guy-Wally Senghor, de 35 años de edad, al caer desde un quinto piso en Paris.

Durante su vida, Senghor publicó los siguientes libros de poesía: “Chants d’ombre” (Cantos de sombra) (1945), “Hosties noires” , Hostias negras (1948), una antología de poesía africana,“Ethiopiques”(Etiópicas) (1956), “Nocturnes” (Nocturnos) (1961), Élégies majeures (‘Elegías mayores’)(1979) y “Lettres d’hivernages”(Cartas de invierno) (1972).

Textos políticos

  • Pierre Teilhard de Chardin y la política africana (1962)
  • Libertad 1: Negritud y humanismo (1964)
  • Libertad 2: Nación y vía africana al socialismo (1971)
  • Libertad 3: Negritud y civilización de lo universal (1977)
  • Libertad 4: Socialismo y planificación, discursos, conferencias (1983)
  • Libertad 5: diálogos de las culturas (1992)
  • Lo que yo creo: negritud, francofonía y la civilización de lo universal (1988)

Fue autor también de una Antología de la nueva poesía negra y malgache, que lleva al frente un prólogo de Jean-Paul Sartre titulado «Orfeo Ne­gro». (1948)

Premios: Premio de la Paz de los libreros alemanes (1968); premio literario de la Academia Internacional de las Artes y Letras de Roma (1969); gran premio internacional de poesía de la Biennal de Knokke-le-Zoute (1970) ; premio Guillaume Apollinaire (1974); Príncipe de la Poesía 1977, premio Duca Cino (1978) ; Premino internacional del libro, concedido por el Comité Internacional del Libro (Comunidad Mundial del Libro, UNESCO, 1979); Premio por sus actividades culturales en África y sus trabajos para la paz, concedido por el Presidente Sadat (1980); medalla de oro de la CISAC (Confédération internationale des sociétés d’auteurs et compositeurs) ; primer premio mundial Aasan; premio Alfred de Vigny (1981); premio Athénaï, en Atenas (1985); premio internacional del Leon de Oro, en Venecia (1986); premio Louise Michel, en Paris (1986); premio Mont-Saint-Michel, de los Encuentros Poéticos de Bretaña (1986); Premio Intercultura, en Roma (1987). Orden Nacional del Mérito; Premio Jawaharlal Nehru.

Fue nombrado Doctor Honoris Causa de treinta y siete universidades como la Sorbona, Lovaina, Harvard, Oxford, Viena, Montréal, Francfurt, Yale etc.

Miembro de la Academia Bábara (1961) ; miembro asociado de la Academia de Ciencias Morales y Políticas (1969) ; miembro de la Academia de Ciencias, Bellas Artes y Artes de Burdeos ; miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar (1971) ; miembro de The Black Academy of Arts and Letters (1973) ; miembro de la Academia Mallarmé (1976) ; miembro de la Academia del Reino de Marruecos (1980).

El 2 de junio de 1983, fue elegido miembro de la Academia Francesa.

Fue propuesto varias veces para el Premio Nobel de Literatura sin que le fuera concedido.

En 1996 recibe un homenaje en la Unesco por sus 90 años.

Léopold Sédar Senghor murió el 20 de diciembre de 2001.

El reconocido profesor de Estudios Africanos de la Morgan State University (Estados Unidos), M’bare Ngom, considera que Sédar Senghor fue, sin lugar a dudas, una de las grandes voces líricas del siglo XX. “Su contribución a la literatura universal, si bien no fue coronada con el Nobel, fue reconocida por la Academia de Lengua Francesa que lo nombró miembro de la Casa de los Inmortales”.


Henri Lopès, escritor y político congoleño que, en su juventud, se alineó contra la Negritud y Senghor, expresó en el homenaje que dos meses después de la muerte de Senghor, se le dedica en París, en el Centre Richelieu-Senghor:

Senghor era un humanista contemporáneo. Hacía falta valor para proclamar ese credo y vivirlo en una época en la que el término sonaba a angelismos y en la que los valores dominantes eran la revolución, la violencia, la lucha armada e incluso el terrorismo.
Le reprochábamos su verbo mientras nos perdíamos en una logorrea sin contacto con la realidad. Pensábamos en la revolución, mientras él lo hacía en la evolución. Soñábamos con la Historia y pensábamos que se construía con ideologías, ignorando que éstas entrañaban las tragedias.”

*Los serer son uno de los cuatro grupos étnicos presentes en Senegal, junto a los wolof, los peul y los tuculor. Se extienden por una parte de la costa al sur de Dakar, en unos 200 a 250 kilómetros, y son más de un millón. Los serer son fundamentalmente agricultores y pescadores. Dos características culturales los distinguen del resto: son matriarcales y católicos, cuando la religión más profesada por los senegaleses es el islam.

Enlaces de interés :

https://co.ambafrance.org/IMG/pdf_BIOGRAFIA_DE_LEOPOLD_SEDAR_SENGHOR.pdf

https://cidafucm.es/africaI+D2008/archivos/Maria_Jesus_Cuende_SENGHOR-TESIS_DOCTORAL-3.pdf

https://www-ebsco-com.translate.goog/research-starters/literature-and-writing/black-woman-leopold-senghor?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=rq&_x_tr_hist=true

https://www.ecured.cu/Léopold_Sédar_Senghor


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