Sept poèmes pour une morte
Siete poemas para una muerta
I
Ceux qui nous attendaient, se sont lassés d´attendre,
et sont morts sans savoir que nous allions venir,
ont refermé leurs bras qu´ils ne peuvent plus tendre,
nous léguant un remords au lieu d´un souvenir.
Les prières, les fleurs, le geste le plus tendre,
sont des présents tardifs que Dieu ne peut bénir.
Les vivant par les morts ne se font pas entendre;
la mort , quand vient la mort, nous joint sans nous unir.
Nous ne connaîtrons pas la douceur de leurs tombes.
Nos cris, lancés trop tard, se fatiguent, retombent,
pénètrent sans écho la sourde éternité;
et les morts dédaigneux, ou forcés de se taire,
ne nous écoutent pas, au seuil noir du mystére,
pleurer sur un amour qui n´a jamais été.
I
Los que nos esperaban, se han cansado,
y sin saber que íbamos a venir, murieron;
han cruzado sus brazos, sin poder abrazarnos
y en lugar de recuerdos, dejan remordimientos.
Las oraciones, las flores, el gesto más tierno
llega muy tarde para que Dios los bendiga.
Los vivos no se hacen oir por los muertos;
la muerte, cuando viene, junta sin unir.
No conocemos la serenidad de las tumbas.
Tarde ya, damos gritos que cansan, retumban,
penentran sin eco la sorda eternidad;
y los muertos desdeñosos u obligados a callar,
en el umbral oscuro del misterio, no oyen
llorar por un amor que no fue nunca.
II
Voici le miel qui suinte su coeur profund des roses,
les couleurs. les parfums, et les souffles aimés.
Vous ne sourirez pas á la beauté des choses;
vos bras prompts à s´ouvrir se sont enfin fermés.
Vous ne sentirez pas, sur vos paupiéres closes,
le lent effeuilliment des longs pleurs parfumés.
Votre coeur s´est dissous dans les métamorphoses;
j´arrive juste á temps pour vous perdre á jamais.
L´étre n´est plus qu´un nom; le temps n´est plus qu´un nombre;
sur la route au soleil j¨aurais aimé votre ombre;
je heurte mon amour aux angles dún tombeau.
La mort moins hésitante á mieux su vous atteindre;
si vous pensez á nous votre coeur doit nous plaindre,
et l´on se croit aveugle á la mort d´un flambeau.
II
Es la miel que destila el hondo corazón de las rosas,
los colores, los perfumes y el aliento de lo querido.
No sonreirás otra vez ante la belleza de las cosas;
vos, la que nos abrazabas, has cruzado tus brazos.
No sentirás más sobre tus párpados dormidos,
el lento otoño con que se perfuman las lágrimas.
Tu corazón se dispersa en la metamorfosis;
y yo apenas llego para perderte para siempre.
El ser no es sino un nombre, el tiempo una cifra.
Bajo la luz del sol hasta habría amado tu sombra;
pero contra tu filosa tumba se lastimó mi amor.
La muerte, menos incierta, mejor supo alcanzarte.
Si pensás en nosotros, tu corazón deberá quejarse,
y creeremos estar ciegos ante la muerte de tu luz.
III
Je n´ai su qu´hésiter; il fallait accourir;
il fallait appeler; je n´ai su que me taire.
J´ai suivi trop longtemps mon sentir solitaire;
je n´avais pas prévu que vous alliez mourir.
Je n’avais pas prévu que je verrais tarir
La source où l’on se lave et l’on se désaltère;
Je n’avais pas compris qu’il existe sur terre
Des fruits amers et doux que la mort doit mûrir.
Voici mes yeux, mes mains, mes pieds qui vous cherchèrent,
dans cet étroit jardin ou d´autres vous couchèrent,
j´avance en hésitant comme un triste étranger.
Je vous rejoins trop tard; je me repens; j´envié
ceux qui, mieux avertis que tout est passager,
vous montraient leur amour quand vous étiez en vie.
III
No supe que no debía dudar, que debía ir
y no supe sino callar cuando debía llamar.
Mucho tiempo tardé en salir de mi soledad;
no podía entender que vos fueras a morir.
No podía entender que algún día vería secarse
el manantial que da de beber y nos alegra;
No había comprendido que existieran sobre la tierra
frutos dulces y amargos que la muerte madura.
Mis ojos, mis manos, mis pies ahora te buscan
en este jardín cerrado donde te has dormido;
dudando avanzo como un triste extranjero.
Te reencuentro muy tarde; me arrepiento y envidio
a los que mejor advertidos que todo es pasajero,
pudieron darte su amor cuando estabas viva.
IV
Vous ne saurez jamais que votre âme voyage
Comme au fond de mon coeur un doux coeur adopté ;
Et que rien, ni le temps, d’autres amours, ni lâge,
N’empêcheront jamais que vous ayez été.
Que la beauté du monde a pris votre visage,
Vit de votre douceur, luit de votre clarté,
Et que ce lac pensif au fond du paysage
Me redit seulement votre sérénité.
Vous ne saurez jamais que j’emporte votre âme
Comme une lampe d’or qui m’éclaire en marchant ;
Qu’un peu de votre voix a passé dans mon chant.
Doux flambeau, vos rayons, doux brasier, votre flamme,
M’instruisent des sentiers que vous avez suivis,
Et vous vivez un peu puisque je vous survis.
IV
Nunca sabrás cuál ha sido el viaje de tu alma,
así cómo adopté en el fondo de mí, otro corazón;
y que nada, ni el tiempo de otros amores, ni la edad
jamás oscurecerán lo que has sido.
Que la hermosura del mundo tiene tu cara,
que vive de su dulzura, brilla con su claridad
y que este lago pensativo al fondo del paisaje
solamente me devuelve tu serenidad.
Nunca sabrás que viajo con tu alma encima
como con un farol de oro para ver dónde voy;
ni tampoco que algo de tu voz canta mi canción.
Una dulce antorcha, tus rayos y una brasa, tu luz,
me guían en los caminos por los que te has ido;
y así en mí, un poco más, seguís con vida.
V
Le verger des cyprés a pour fruits les étoiles
balancés lentement au fond des nuits d´eté;
La vie, unique et nue à travers ses cent voiles,
pour la répandre en tout reprend votre beauté.
Votre amour, mon amour, notre coeur et nos moelles,
seront diversement aprés avoir étè;
et, comme une arignée élargissant ses toiles,
l´univers monstreux tisse l´éternité.
Le flot sans lendemain nous laisse et nous remporte.
Nous passons endormis sous une inmense porte;
nous nous perdons en tout pour tout y retrouver.
Mais les lévres des coeurs restent inassouvies;
et l´amour et l´espoir s´efforcent de rêver
que le soleil des morts fait mûrir d´autres vies.
V
El huerto de cipreses lento balancea como frutos
las estrellas en el fondo de las noches de verano;
la vida, única y desnuda tras sus cien velos,
siembra tu belleza para cosecharla en todo.
Tu amor, mi amor, nuestro corazón y médula,
diversamente aún serán tras haber sido;
y así como una araña extiende sus redes,
el universo monstruoso teje la eternidad.
La marea sin mañana nos deja y nos lleva.
Nos desliza en sueños bajo una enorme puerta;
en todo nos pierde, en todo nos encuentra.
Pero los labios no logran saciar el corazón;
y el amor y la esperanza se empecinan en soñar
que el sol hará brotar otras vidas a los muertos.
VI
Le miel inaltérable au fond de chaque chose
est fait de nos douleurs, nos désirs, nos remords;
alambic éternal où le temps recompose
les larmes des vivants et la pitié des morts.
D´identiques effets reglement de leur cause;
la même note vibre á travers mille accords.
On ne sépare pas le parfum dela rose,
je ne sépare pas votre âme de son corps.
L´univers nous reprend le peu qui fut nous-mêmes.
Vous ne saurez jamais que mês larmes vous aiment;
j´oublierai chaque jour combien je vous aimais.
Mais la mort nous attend pour nous bercer en elle;
comme une enfant blottie entre vos bras fermés,
j´entends battre le fer de la vie ëternelle.
VI
La miel inalterable en el fondo de cada cosa,
está hecha de dolor, deseos, remordimientos;
Alambique eterno donde el tiempo destila
las lágrimas de los vivos y la piedad de los muertos.
Con idénticos efectos acordada su causa,
la misma nota vibra a través de mil acordes.
No separo de la rosa su perfume,
no separo el alma, de tu cuerpo.
El universo reclama para sí lo poco que fuimos.
Jamás podrás saber lo que mis lágrimas te amaron;
y yo olvidaré cada día todo lo que te amaba.
Pero la muerte nos espera meciendo la cuna;
como un niño acurrucado entre tus brazos cerrados
yo forjo el hierro candente de la vida eterna.
VII
Voici que le silence a les seules paroles
qu´on puisse, pris de vous, dire sans vous blesser;
laissons pleuvoir sur vous les larmes des corolles;
il ne faut que sourire á ce qui doit passer.
A l´heure oú fatigués nous déposons nos rôles,
au même lit secret les dormeurs vont glisser:
Par chaque doigt tremblant des herbes qui nous frôlent,
vous pouvez me bénir et moi vous caresser.
C´est á votre douceur que mon sentier m´améne.
De ce sol lentement imprégné d´áme humanine,
l´oubli, lent jardinier, extirpe les remords.
L´imperissable amour erre de veine en veine.
Je ne veux pas troubler, par une plainte vaine,
l´eternel rendez-vous de la terre et des morts.
VII
Aquí está el silencio que tiene las únicas palabras
que, junto a vos, pueden decirse sin lastimar;
dejemos de derramar lágrimas sobre tus flores,
sólo necesitamos una sonrisa ante lo inevitable.
Cuando cansados ya de nuestras obligaciones,
a igual cama los dormidos en secreto se deslizan:
en cada dedo tiemblan los pastos que nos rozan,
y en ellos vos podés bendecirme y yo acariciarte.
Es hacia tu dulzura a donde mi camino me lleva.
Bajo este sol lentamente impregnado de alma humana,
el olvido, lento jardinero, arranca los remordimientos.
El amor perdurable vagabundea de surco en surco.
Yo no voy a molestar con mi vano poema
el encuentro eterno de la tierra y la muerte.
El balde del lado izquierdo está lleno de sangre;
El poema del yugo
Las mujeres de mi país llevan sobre los hombros un yugo;
Su corazón pesado y lento oscila entre esos dos polos;
A cada paso, dos grandes baldes de leche chocan uno con otro contra sus rodillas;
El alma materna de las vacas, la espuma del pasto masticado, brotan en ollas nauseosas dulces.
Soy igual que la sirvienta de la granja;
A lo largo del dolor me avanzo de un paso firme;
El balde del lado izquierdo está lleno de sangre;
Puedes beber y saciarte de ese pujante jugo.
El balde del lado derecho está lleno de hielo;
Puedes inclinarte y contemplar tu rostro laso.
Así voy entre mi destino y mi suerte,
entre mi sangre caliente y líquida y mi amor límpido muerto.
Y cuando esté segura que ni espejo ni bebida
pueden ya distraer o sosegar tu corazón salvaje,
no quebraré el espejo resignado,
no volcaré el balde donde sangró toda mi vida.
Iré llevando mi balde de sangre en la noche negra
allí donde están las olas con mi balde de hielo;
El breve gemido de la orilla será menos dulce que mi llanto;
Un rostro pálido grande se asomará a la duna
y ese espejo, que ya no quieres, reflejará la faz calma de la luna.
Erótico
Tú la avispa y yo la rosa;
Tú el mar, yo la escollera;
En la creciente radiosa
tú el Fénix, yo la hoguera.
Tú el Narciso y yo la fuente,
en mis ojos tú brillando;
Tú el río y yo el puente;
Yo la onda en mí nadando.
Y tú el sol y la sal
y en los labios el caudal
del rumor meciendo el juego.
Yo el pájaro y el cielo
azul cruzando su vuelo,
como el alma atiza el fuego.
Versos gnómicos
Te vi crecer como un árbol,
eternidad inefable;
Te vi endurecerte como un mármol,
indecible realidad.
Prodigio cuyo nombre se me escapa,
granito, para el cincel, inflexible;
Felicidad compartida por el pájaro
y por el agua que el perro bebe.
Secreto que hay que saber y callar,
ttodo lo que dura es pasajero;
Siento girar la tierra
y el cielo de astros ligero.
¡Sonreíd, muertos bien acostados!
todo pasa y sin embargo dura;
Las briznas de la verdura
nacen del grano de las rocas negro.
Versión de Silvia Barón-Supervielle
Grace Frick y Margueritte Yourcenar, 1955
Poema para una muñeca rusa
S o y
E l rey,
A z u l v o y
Negra mi ley.
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Yo soy el gran Moro
(Rival de Petrouchka)
La noche fue mi troica
Y el sol mi balón de oro.
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De las tinieblas, el rellano;
Del aire respirante, el rocío;
Un soplo oscila en mi cuerpo vacío.
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Soy muy resignado porque soy muy sabio.
No desdeñen mi tez negra o mi abierto labio:
Soy como ustedes un juguete en la enorme mano.
§§§§§§
Versión de Silvia Barón-Supervielle
Endimión
La leyenda caracteriza a Endimión como un pastor de gran belleza. La luna, Selene, se enamoró de él; se amaban en una gruta del monte Latmo. Endimión, por argucias de Selene, consiguió que Zeus le concediera el deseo de permanecer eternamente joven, aunque sumido en un sueño perpetuo y con los ojos abiertos, sin ver a nadie más que a su espléndida amante, quien lo visitaba todas las noches y acabó dándole cincuenta hijas.
He aquí el poder embriagante del sueño celebrado por los románticos como una bendición que entraña una maldición, porque nos permite alcanzar lo imposible —vivir fuera del tiempo— y nos regala la contemplación extasiada del objeto de nuestro deseo, la unidad inaccesible con la persona amada. Pero al hundirnos en la cueva de nuestros sueños, al despertarnos en el seno original y fundirnos en el misterio de la creación, nos aislamos mortalmente del mundo y terminamos destrozándonos, consumidos por la locura o marginados por la limitada y dura realidad material que nos impone su norma rutinaria, el fastidioso imperio de la imperfección.
En medio de nuestras miserias, Selene, la de hermosa faz, círculo de la esperanza y ojo sangriento, somete el corazón del hombre soñador a su capricho, desconectándolo del mundo como a un feto fascinado.
Madre etíope, con senos de estrellas,
matriz donde brota lentamente el universo;
Negra carne de médulas relucientes,
sombra lechosa en el polo y verde en el Ecuador.
Secreta tibieza donde los cuerpos se penetran
y el alma se derrama en sombríos perfumes;
Hora cero, asombro de los seres, donde aparecen
los blancos fantasmas de noches ya muertas.
Vacío pozo de lo absoluto, presencia del espacio,
limosna de una paz sin reposo; viento adormecedor
que se levanta y pasa, pleno de olvido,
y doblega a los vivos, esos rebaños.
Punto de agotamiento, espasmo que se extingue,
donde se hacen, se deshacen y rehacen nuestras cadenas,
donde esos extraños nosotros que llamamos sueños
nos llevan, arriándonos, a secretos infiernos.
Oscuridad que hace resplandecer la belleza del pastor,
la palidez de la luna y el deseo.
Manojo negro de sombras, cálido hueco de alabastro,
sepulcro sideral donde sangra el placer.
Momento en que el universo vuelve a ser posible,
oscura resolución donde yacen los acordes;
Temblor confuso, indistinto y apacible
donde todos los cuerpos son un solo cuerpo.
Noche en que el recién nacido cree recobrar el asilo
de la gruta maternal que lo abrigó tanto tiempo,
océano de negrura donde el astro es una isla
y el día despliega su matinal apostasía.
Gracias a ti huimos de la luz que nos despedaza
y nos enfrenta unos contra otros, oponiéndonos a todo.
Yo me entrego, oh tinieblas, esposa universal,
a los mil labios de oro de tu beso sombrío.
Ya no soy el que vagaba entre las viñas
buscando un fruto claro como esperanza fundadora,
y ofrecía su pálida belleza al incendio del sol
al salir del agua donde retozan los cisnes.
Ya no soy el que busca su imagen en las zanjas
donde el agua se adormece con dulzura,
y besa en vano, en voluptuoso homenaje,
la tierna ilusión de un cuerpo ingrávido.
Ni soy el que corría tras la ninfa o el sátiro
y tendía sus brazos desnudos al objeto pasajero;
ya no distingo en la oscuridad que me llama
al otro, al enemigo de Mí, al extranjero.
Después de haber luchado, tendido sobre el musgo,
en la arena o las piedras, sin intención de gozar,
mis ojos aumentan la noche cerrando los párpados
y el reposo del mundo es mi serenidad.
La inmensa vida se agita y fermenta en silencio,
fluido que el objeto alberga sin retenerlo,
líquida paz donde mi cuerpo se balancea
e ignora que odiar es lo contrario de amar.
El día prisionero, tropieza en los límites de las cosas,
se esfuerza en su lucha, se agota al crecer,
mientras la noche y la vida reposan en el fondo de todo
y el corazón de cada hombre es un secreto nadir.
En el día me busqué, en la noche me encuentro;
Por un instante el seno primordial se abre de nuevo;
y mi perra, sombría loba junto a mí,
lame la blancura del invierno en los dedos de mi pie.
La noche hincha mis flancos, mis vértebras, mis venas;
Oscuros señuelos me reclaman desde el frío seno de
Diana;
Como un niño acurrucado en el corazón de las tinieblas,
me deslizo, perdido, hacia todo lo que no es.
Nada espero, nada persigo, nada deseo alcanzar;
Soy el olvido que alienta y se mece;
La sombra, secreto regazo donde nada se teme,
hace de la inmensa vida una pesadilla que pasó.
La noche resuelve en mí el enigma que me obsesiona;
En el estío nocturno mi cuerpo se funde como la miel;
Y cada tarde mi ser se rinde y cede, paso
de los brazos de Pan a los brazos de Astarté.
Cantinela para un flautista ciego
Flauta en la noche solitaria
presencia de una lágrima;
Todos los silencios de la tierra
son pétalos de tu flor.
Sopla en la sombra tu polen,
alma llorando, casi sin ruido,
miel de una boca profunda
que al besar la noche fluye.
Y si tus lentas cadencias
son el pulso de las tardes de verano
convéncenos que el cielo baila
porque un ciego cantó.
Los 33 nombres de Dios
1.
2.
Ruido de la fuente
en las rocas
sobre las lajas de piedra
3.
Viento del mar
la noche
en una isla
4.
Abeja
5.
Vuelo triangular de los cisnes
6.
Cordero recién nacido
carnero hermoso
oveja
7.
El suave morro de la vaca
el morro salvaje del toro
8.
El morro paciente del buey
9.
El fuego rojo en el hogar
10.
El camello cojo
que atravesó la gran ciudad atascada
camino a su muerte
11.
La hierba
el olor a hierba
12.
* * * *
13.
La buena tierra
la arena
y la ceniza
14.
La garza que esperó toda la noche,
casi helada,
y que al fin apacigua su hambre al alba
15.
El pequeño pez que agoniza
en la garganta de la garza
16.
La mano que se pone en contacto con las cosas
17.
La piel, por toda la superficie del cuerpo
18.
La mirada
y aquello que mira
19.
Las nueve puertas de la percepción
20.
El torso humano
21.
El sonido de una viola
o de una flauta indígena
22.
Un sorbo de bebida
fría
o caliente
23.
El pan
24.
Las flores
que brotan de la tierra
en primavera
25.
Tener sueño en una cama
26.
Un ciego que canta
y un niño enfermo
27.
Caballo que corre en libertad
28.
La mujer-de-los-perros
29.
Los camellos que se abrevan
con sus pequeños
en el arduo guad
30.
Sol naciente sobre un lago
aun helado a medias
31.
El silencioso relámpago
el rayo estrepitoso
32.
El silencio entre dos amigos
33.
La voz que viene del este,
entra por la oreja derecha
y enseña un canto
Traducción de Silvia Baron Supervielle
Versos órficos
Según las tablillas encontradas en
tumbas de Grecia y de Grecia Grande
En el umbral de la puerta negra,
a la derecha, a los pies de un álamo,
corre el agua de olvidar.
Brota a la izquierda el agua de Memoria;
Cristal helado, frío licor,
el agua de Memoria está en mi corazón.
Allí beben mi pena y mi alegría;
Residen en su ribera los sabios:
Yo les diré, Temo la muerte.
Soy hijo de la tierra negra
Pero también del cielo estrellado;
¡Abridme la puerta de la gloria!
La imagen del tiempo transcurrido
se refleja en mi memoria;
El espejo puro no se enturbia.
Abridme el pozo de la gloria…
Tu nombre
Tu nombre que te fue dado por tu madre,
tu nombre que se derrama en mi amarga garganta
como una venenosa gota de miel.
Tu nombre que grité bajo cada cielo
y llorado en todos los lechos;
Tu nombre que leo
en filigrana en todas las páginas de mi infortunio.
Tu nombre claro como el llanto
vertido en nosotros por uno de los Angeles.
Tu nombre, como un bello niño desnudo que se revolcó en todos los fangos;
Tu nombre, que me magulla la boca.
Tu nombre con quien me acuesto
como con un talismán;
Tu nombre como la sentencia que me condena al destierro.
Tu nombre que gimoteo como una mendiga que continuaría
sus lamentos a las puertas de una ciudad en llamas;
Tu nombre donde se han posado como moscas tantas habladurías infames;
Tu nombre, que las gentes pronuncian como si fuese el de un recién llegado
tu nombre, X del desconocido
que eres tu mismo.
Tu nombre de bautismo
inscripto sobre los registros negros del Diablo y sobre el libro de oro de Dios.
Tu nombre que nada me hará desaprender;
Tu nombre, que es junto a tu recuerdo la sola cosa que tu no puedas recobrarme,
porque cualquiera puede proferirlo bajo el cielo azul;
Tu nombre, del cual cada letra es uno de los clavos de mi pasión;
Tu nombre, el único del que me recordaré la mañana de la Resurrección.
Marguerite Cleenewerck de Crayencour (Bruselas, Bélgica; 8 de junio de 1903- Bar Harbor, Mount Desert Island, Maine, Estados Unidos; 17 de diciembre de 1987). Novelista, ensayista, poeta, dramaturga y traductora francesa nacionalizada estadounidense en 1947.? Conocida como Marguerite Yourcenar (primer seudónimo, inventado con las letras de «Crayencour» menos una «c», y luego de nacionalizarse, nombre oficial)
Fué la primera mujer elegida miembro de número de la Academia francesa.
Su madre, Fernande de Carttier de Marchienne, que provenía de una familia aristocrática belga, murió a los diez días de su nacimiento por complicaciones en el parto, y la niña fue educada por su padre, Michel-René Clenewerck de Crayencour, que tenía 50 años cuando ella nació y que provenía de una familia aristocrática francesa. Hasta los 10 años vivieron en la casa familiar regentada por la abuela paterna Noemi Dufresne, en el norte de Francia, Mont Noir, en Saint-Jans-Cappel .
Yourcenar leía a Racine y a Aristófanes a la edad de ocho años. Su padre le enseñó latín a los 10 y griego clásico a los 12. Así mismo su padre le dio a leer desde muy joven las obras de los mejores escritores europeos de la época como Flaubert, Maeterlinck o Rilke y le introdujo a los autores clásicos como Virgilio, que eran una de sus preferencias, así como Ibsen. Tenían un método de lectura en voz alta compartido en que se iban alternando en la lectura de la misma obra. También leía a Shakespeare, Merejkovski, Racine, La Bruyère y otros.
Después de la muerte de su abuela en 1910, su padre vendió la propiedad familiar en 1913, en contra de la opinión de su otro hijo Michel-Joseph, fruto de un matrimonio anterior y adquirió una casa de verano en Ostende. A partir de entonces la niñez de Marguerite transcurrió entre Lille, la casa de Ostende y largas estancias en la costa azul en Menton o Montecarlo, donde su padre acudía con asiduidad porque era muy aficionado al juego.
Los combates de la Primera Guerra Mundial les obligan a huir y se refugian en Londres. La casa de Ostende es destruida y antes del fin de la guerra se trasladan a París. En medio del ambiente belicista y antialemán que se vive allí, su padre le da a leer las obras de Romain Rolland, ferviente pacifista, que le causan una impresión perdurable. Después de la guerra se trasladan a Montecarlo, con frecuentes viajes a Italia y a Suiza, en Montreux o Lausana, donde su padre acaba instalándose cuando le diagnostican el cáncer que acabaría con su vida poco después.
Marguerite, que nunca acudió a la escuela, recibía la educación básica a través de preceptores y la completaba por los consejos de su padre, que era muy inconformista y había llevado siempre una vida errante por toda Europa en los lugares preferidos por la aristocracia de la época. Cuando Marguerite muestra sus inclinaciones hacia la escritura, su padre se las alienta de manera firme y encarga la publicación a su costa, en 1921 y 1922, de las primeras obras de la escritora, los poemarios El jardín de las quimeras, (un pequeño poema sobre Ícaro), y Los dioses no han muerto, que ella después apartó del corpus de sus obras, pues creía que mejor hubiera sido » echar al canasto» esas primeras producciones.
A partir de 1919 abandona su apellido real y empieza a firmar como Marguerite Yourcenar. Como relató la misma autora » Era un juego entre mi padre y yo.»…antes de publicar su primer poemario su padre le preguntó si quería usar un seudónimo y se entretuvieron en hacer anagramas con el apellido Crayencour hasta que dieron con Yourcenar.
Su primera novela, Alexis o el tratado del inútil combate, fue publicada en 1929 poco después del fallecimiento de su padre en Lausana, el cual la leyó poco antes de morir. Marguerite encontró un papelito en el ultimo libro que había leído su padre en el cual había escrito : » Nunca leí algo tan limpio como Alexis«. Según expresó posteriormente la autora » En esas ultimas palabras estaba toda la amistad, toda la comprensión entre mi padre y yo» . Casi de inmediato envió la obra a diferentes editoriales hasta que fué aceptada. Esta breve obra fue bien acogida por la crítica.
Tras la muerte de su padre, Marguerite le retira la administración de sus bienes a su hermanastro Michel e invierte lo que obtiene para que le permita dedicarse a la escritura durante unos diez años. Inicia una vida errante como la de su padre, primero continuando sus viajes a Italia, a Roma y a Nápoles, donde había asistido años atrás a los acontecimientos iniciales del fascismo, como la marcha sobre Roma.
A Jeanne de Vietinghoff, amiga íntima de su madre (a quien encomendó antes de morir que velase por sus hijos y con quien su padre estuvo a punto de casarse) le dedicó Yourcenaur su siguiente obra La nueva Eurídice publicada en 1931, por la editorial Grasset, gracias al escritor André Fraigneau, lector de la editorial, cuatro años más joven que ella, con el cual establecerá a partir de entonces una intensa relación literaria, que ella habría deseado llevar más allá, a pesar de las inclinaciones homosexuales de los dos.
De sus estancias en Italia surge su obra El denario del sueño, publicada en 1934. En ese mismo año también publica La muerte conduce la trama.
En 1934 inicia una serie de viajes veraniegos a Grecia, a la que confirma como su patria espiritual. Allí conoce a Andreas Embirikos, gran personalidad intelectual, proveniente de una familia de armadores, psicoanalista, poeta y escritor, además de comunista. Entablan una estrecha relación personal, intelectual y seguramente íntima, haciendo frecuentes viajes en barco por las islas griegas.
En el verano de 1936 el poeta Constantin Dimaras, un año menor que ella, le da a conocer los poemas de Cavafis, al que había conocido antes de su muerte. Marguerite queda fascinada por sus poemas y propone a Dimaras hacer una traducción conjunta al francés de los mismos. Dimaras explica que hicieron esta traducción en el mismo verano de 1936 en su casa de Atenas con gran dificultad debido a sus discrepancias respecto a la traducción, que Dimaras prefería literal y Yourcenar prefería más libre reelaborando los versos para que tuvieran una entidad propia en francés. Se impuso esta postura, pero Dimaras cree que la traducción pierde el clima mórbido de los poemas de Cavafis. En estos años en Grecia mantiene una relación íntima continuada, que siempre recordó, con Lucy Kyriakos, prima de la mujer de Dimaras, que estaba casada y tenía un hijo. Una de sus obras más aclamadas es Fuegos, escrita en 1935, y que alterna relatos basados en mitos clásicos con algunos fragmentos sobre la pasión amorosa.
Para completar los pequeños ingresos que le reportaban sus obras, que no tenían muchas ventas por entonces, tradujo al francés Las olas de Virginia Woolf, reuniéndose con la escritora en su casa de Bloomsbury para aclarar algunos aspectos de su versión, por otro lado muy libre, publicada en 1937. Posteriormente también tradujo en 1939 Lo que Maisie sabía de Henry James, que fue publicada en 1947, y obras de Yukio Mishima.
En 1938 publica dos libros, Los sueños y las suertes en Grasset y Cuentos orientales en La Nouvelle Revue Française (NRF), que la había contratado por recomendación de Paul Morand, quien apreciaba mucho sus obras. El primero es un conjunto de transcripciones poéticas de sus sueños, a la manera de Rilke. El segundo es un conjunto de cuentos sobre leyendas de las culturas de oriente, especialmente la India y Japón, que se han convertido ya en uno de los intereses fundamentales de su pensamiento y se reflejan en su obra. Cuando le preguntaban quién era la novelista que mas admiraba respondía «Murasaki Shikibu, la gran escritora japonesa del siglo XI, es el Marcel Proust de la Edad Media nipona. No se ha escrito nada mejor en ninguna literatura«.
También en 1938, aunque se publica en NRF en 1939, escribe de una tirada, en un mes, la novela corta Le coup de grâce(El tiro de gracia), que es reconocida hasta por sus mayores detractores como una obra maestra.
En 1939, para que pudiera escapar de los problemas bélicos, su mejor amiga en ese momento, una traductora norteamericana llamada Grace Frick a la que había conocido en París en 1937, la invita a Estados Unidos, donde dará clases de Literatura comparada en la ciudad de Nueva York. Yourcenar era bisexual, ella y Frick se harán amantes y seguirán juntas hasta la muerte de esta en 1979 .
Grace era una universitaria estadounidense de familia aristocrática y rica que se había especializado en literatura inglesa que se había trasladado a Francia para dar clases, hacer traducciones y arreglar los trámites de una herencia que acababa de recibir.
Según la versión de Marguerite, en una ocasión en que se encontraba en el restaurante del Hotel Wagram en París, conversando sobre sus planes de futuros viajes, de pronto, la chica que estaba en la mesa de al lado, interrumpiendo la conversación y dirigiéndose únicamente a Marguerite, le dijo: «¿No te gustaría hacer un viaje por Estados Unidos?».
En 1943, debido a que ya ha gastado toda su herencia, y para no depender completamente de Frick, Marguerite comienza a trabajar como profesora de francés e italiano en el College femenino Sarah Lawrence, en Bronxville, al norte de Nueva York, un establecimiento muy elitista, que utiliza pedagogía avanzada. Enseña allí hasta 1953, con un paréntesis de un año en 1950, que utilizó para acabar la redacción de las Memorias de Adriano.
En 1947 obtuvo la nacionalidad norteamericana y comienzan a pasar los veranos en Mount Desert Island en la costa de Maine, donde Grace comprará una casa que llaman Petite Plaisance, en la que se instalan definitivamente a comienzos de los años cincuenta. En 1951 publica en París su muy documentada novela histórica Mémoires d’Hadrien ( Memorias de Adriano), en la que estuvo trabajando a lo largo de una década. En Memorias de Adriano, Yourcenar recrea la vida y muerte de una de las figuras más importantes del mundo antiguo, el emperador romano Adriano. La obra está escrita a modo de larga carta del emperador a su nieto adoptivo y futuro sucesor, Marco Aurelio. Memorias de Adriano fue una novela pionera que ha servido de influencia en la posterior novelística histórica y se ha convertido en una obra maestra de la literatura moderna.
La novela Memorias de Adriano obtuvo un éxito inmediato y una gran acogida por parte de la crítica. Su presentación fue el motivo para volver a Francia después de doce años de ausencia. A partir de entonces ella y Grace viajan a Europa casi todos los años en invierno y primavera para dar conferencias, reanudar los viajes a los que era tan aficionada y también para evitar los rigurosos inviernos de Mount Desert. Además de Francia, vuelve a Suiza e Italia y visita también Holanda y Escandinavia. En Leningrado se siente decepcionada al constatar la presencia asfixiante de un estado policial. A principios de 1954 visitan Lisboa, después pasan la Semana Santa en Sevilla y van a Granada, donde visitan el lugar probable del asesinato de Federico García Lorca, dirigiendo una emotiva carta al respecto a la hermana del poeta.
En esa época propone a Gaston Gallimard la publicación de la traducción de los poemas de Cavafis que había hecho en los años treinta con Constantin Dimaras y se publican con una introducción crítica en 1958.
En 1965 publica su obra Opus nigrum (La obra en negro), que tiene como protagonista al médico, filósofo y alquimista Zenón, ambientada en la Europa del siglo XVI. Yourcenar marca la transición entre la Edad Media y el Renacimiento con gran maestría. Zenón es un sabio con «la rabia del saber» que se ve expuesto a los prejuicios, dogmas religiosos y supersticiones fuertemente arraigados en el pensamiento Europeo de aquel siglo.
Durante los años setenta tuvo que permanecer casi recluida en Mount Desert, por decisión propia para acompañar a su pareja Grace, que padecía cáncer de mama, hasta su muerte en 1979. Este fue un periodo difícil para Marguerite, que amaba viajar, pero le permitió redactar los dos primeros volúmenes de la trilogía de memorias familiares El laberinto del mundo: Recordatorios, que trata de la historia de la familia materna y Los Archivos del Norte, que trata de la familia de su padre.
En 1980 se publicó el libro Con los ojos abiertos: conversaciones con Marguerite Yourcenar, de Matthieu Galey en el que este periodista consigue que manifieste sus puntos de vista sobre algunos temas que nunca había querido abordar en público y que facilitan el conocimiento de su pensamiento por parte de sus lectores.
Cuando Yourcenar ya tenia 77 años (1980), fue invitada a ocupar un asiento en la Academia Francesa —a la que llamaba «club de caballeros»— . Fue la primera mujer elegida miembro de número de la Academia (cuyos miembros son llamados «los inmortales»), aunque desde 1970 ya pertenecía a la Academia belga. Su elección fue propuesta por Jean d’Ormesson, que tuvo que vencer la oposición de casi todo el resto de miembros, para ocupar el sillón dejado vacante por Roger Caillois.
Al ocupar el sillón pronunció una alabanza a las piedras y a la búsqueda desinteresada de la verdad, y destacó el valor de la humildad en la persona de su predecesor Roger Caillois, a quien homenajeaba, precisando: «el secreto en poesía sólo vale cuando permanece oculto por razones profundas, casi involuntarias, no como un procedimiento artificioso para sorprender al lector».
Desde 1980 hasta casi el final de sus dias, volvió a viajar acompañada ahora por el joven fotógrafo Jerry Wilson, a quien había conocido poco antes cuando formaba parte de un equipo de televisión que fue a entrevistarla a Petite Plaisance. Aparte de recorrer sus lugares habituales en Europa, fueron a Egipto, Marruecos, Japón y la India. De estos viajes, especialmente de las estancias en Japón y la India, salieron los dos últimos libros de la escritora, publicados póstumamente: Peregrina y extranjera y Una vuelta por mi cárcel.
Jerry Wilson murió de sida en París en 1986.
Marguerite Yourcenar falleció en diciembre de 1987. Está enterrada en Mount Desert Island, en el estado de Maine, y sus restos descansan junto a los de la compañera de toda su vida Grace Frick. La casa de ambas es ahora un museo dedicado a su memoria, abierto al público durante los veranos.
Marguerite Yourcenar es una autora fundamental del siglo XX, con novelas como Memorias de Adriano (1951) y Opus nigrum (1968), otras de formato más breve –Alexis o el tratado del inútil combate (1929) y El tiro de gracia (1939)-,
También escribió numerosos ensayos como : Peregrina y extranjera (1989);A beneficio de inventario (1962).
Escribió cuatro libros de relatos : Cuento azul (1993), Fuegos (1936), Cuentos orientales (1938) y Como el agua que fluye (1982)- recogidos en Cuentos completos (Alfaguara, 2010).
Su obra poética, aunque breve en extensión, está llena de sugerencias y desafíos intelectuales como el poemario Las caridades de Alcipo y otros poemas.
Premios :
Comendador de la Legión de Honor
Fellow of the American Academy of Arts and Sciences
Gran Premio de literatura de la Academia Francesa
Premio Príncipe Pedro
Premio Femina (1968)
Premio Erasmus (1983)
Enlaces de interés :
https://es.wikipedia.org/wiki/Marguerite_Yourcenar
https://www.clarin.com/viva/revista-viva-yourcenar-cocina_0_BkFuDE9wQx.html
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