“La belleza es lo que nos salva del caos y los movimientos apocalípticos”
Clara Janés
Halova
¡Era una chica tan alegre!
En clase se reía sin parar.
Se equivocaba siempre en las declinaciones
y sin embargo podía hablar de todo
e incluso pronunciaba bien la r .
Ella me hizo leer a Nezval ya Jiri Orten
como quien no hace nada,
como si se tratara tan sólo de un azar.
Yo sentía vergüenza de mí misma
y de mi destino trágico,
y hubiera querido salir de mi desesperación habitual
para acercarme a ella
y decirle, aunque fuera una vez:
sí, tú tienes razón.
Mas, cuando lo intentaba,
las palabras se negaban a salir…
Era como si yo, reuniendo mis fuerzas,
emergiera del pozo de las sombras,
pero a pesar de todo, el espacio que nos separaba
resultara irremediablemente infranqueable.
Ya se acercan las manos
Ya se acercan las manos,
innumerables manos,
negras manos,
a cegarme los ojos,
a detener mis piernas,
a secarme las venas,
a posarse insistentes
a lo largo del cuerpo
y dejarlo sumido en lo negro.
Harán saltar la lengua,
los dientes,
corazón y riñones,
intestino y cerebro…
Amiga de la entraña, tan lejana,
acércate un momento
y con tus juegos
distrae esta terrible oscuridad.
Dame un río de fuerza
desde el vientre,
como antaño.
Siquiera suficiente
para alejar
las manos.
Estas manos
que negras
e impertérritas
me van cercando.
Oyes esa música
¿Oyes esa música
que cruza como luz la oscuridad
mientras la oscuridad gira
y yo con ella?
¡Con qué fuerza
se abre paso
y llega incluso
a mi lugar más remoto
cercado también de sombras!
Pero el latido
que brota allí
nadie lo oye.
Nadie, como yo, sabe
que existo
y creceré
y amaré
como aman estos brazos
que me sostienen
porque no sé andar aún…
Pero escucha, escucha:
todos los árboles se mecen
en la música.
Y en mi interior,
donde un secreto sol
me hace adivinar
el sol secreto
de la oscuridad.
Irremediablemente
Mueren las rosas
a pesar de la lluvia.
Mi corazón doliente
poco alimento
puede cederles ya.
Dame la mano.
Tu agonía
en la mía
logrará ser más fuerte
que el agosto
y teñir con su sangre
ese desesperado
último aliento,
cerrar el grito
que nos lanzan
desde el color marchito
que casi envuelto en oro
amenaza irremediablemente sus corolas.
Amiga
Te brillaban dos lágrimas
por fin nos despedimos
sin poder compartir el aluvión de noche
pero tú me sabías
rompiéndome en aceras
recorriendo senderos sin gravedad deshechos
alejándome progresivamente
por el vasto universo de veloces esferas
desde aquel chorro negro en cuyo centro
el yo
se quedaba en la ráfaga
el punto
donde nada ni nadie
sólo el deseo con su vientre de lava
la muerte por los brazos cargando pesadez
cargando frío
dejándolos colgar desasiéndose aplastándose
la cabeza también como un cometa dormido rodando
a miles de kilómetros ya la vez
en tus pupilas húmedas
brillantes como estrellas en el agua de la noche
de esa noche
cuando abierto y desnudo el corazón
como las rosas que desnudan su cráter
y el cuerpo les da vueltas
como fuego en racimos
devorador de órbitas elípticas que ensanchan el espacio infinito
dejaba sólo sólo sólo
ese punto
lejano y arraigado
negro insaciable pozo de tortura y destello
que reclama violento
más viento entre los sauces que lloran
más delirio en las cascadas irisadas
más cobijo en las manos de la lluvia
más temblor en el beso de la tierra
y agónico
encuentra nada más el pánico
de miembros desarmados
y se entrega fieramente
al sueño extraño
en la ebriedad y veneno
de un instante de amor
propio
inasible
incomprensible
inexpresable
intransmisible
incomunicable
incompartible
a penas
un ahogo
perecer
y todo
en tu pupila
impregnada de infancia.
Libro de alienaciones (1980)
En cada esquina
En cada esquina hay un niño que llora,
en cada esquina.
Su mano va pidiendo
—yo no sé lo que pide.
En cada esquina
se derrumba el poniente.
Y queda solo,
ese niño que llora,
cuando llega la noche.
Yo no sé lo que pide
con la mano desnuda,
con los ojos oscuros.
Y al volver la mañana
allí está todavía
ese niño que pide,
—yo no sé lo que pide—.
:
En cada esquina.
Las estrellas vencidas (1964)
Llegarán los almendros…
Llegarán los almendros en flor a tu ventana
huidos de mi pensamiento,
y el temblor del olivo
que se estremece al paso de la noche.
Pero yo, cada vez más perdida en tus palabras,
no tendré fuerza para llegar hasta tu puerta,
me quedaré vagando por las calles,
desgranando temores por la tierra de Kampa,
dialogando confusa con el aire,
bailando cortesmente con el río la danza de la muerte,
con delicados arabesques
y oscuras reverencias.
No intentaré siquiera hablarte con la lluvia,
ni cabalgar el viento
y escondida en sus crines
devolverte el perfume de las rosas
que tú de un solo gesto, de una vez para siempre,
has desenterrado para mí
con toda la encendida primavera.
Kampa(1986)
Mesa del silencio
Tirgu Jiu
Nos sentamos a la mesa del silencio,
al aire de los chopos y los arces
del parque interminable de hojas muertas.
Implacable y amoroso
callaba el caudal inmóvil de blancos cantos.
La piedra ingrávida,
paréntesis al tiempo
y altar
de la profunda soledad del alma humana.
El blanco lecho vacío de las venas
era blanco como aquel blanco cauce
donde el río no corre.
Nos sentamos
y allí nos quedamos para siempre,
en la mesa del silencio.
Allí,
donde tiempo más tiempo más tiempo
no es nunca igual a tiempo.
En busca de Cordelia y poemas rumanos(1975)
Eurídice
La mano en el saúco del leteo,
la sombra sigue insomne
de otra mano,
una mano que nombra,
que desbroza el camino,
que pasa a limpio
los nombres de las cosas.
Pero el rostro,
que nunca fue,
que no hallará reflejo
en unos ojos
fielmente vueltos ya
para siempre hacia sí mismos,
estalla por encima de los pasos
y deja que la aurora
con el sol lo arrebate y arrastre
por la terrible orilla de los tiempos.
Siga el pie, ciegamente, pues, la huella
que ahuyenta
toda la confusión,
y tú, avanza,
acosada cabeza aún de los abismos,
con el rostro encendido
y el cabello derramado entre los vientos.
Y los ojos en lágrimas,
en la paz y el dolor,
teje un lamento
al malhadado y fiel Orfeo,
¡oh pobre, despojada del infierno,
delirante,
ya para siempre solitaria
Eurídice!
En el umbral oscuro la copa destelló…
En el umbral oscuro la copa destelló
y en mi mirada se adentró
la filigrana de la plata.
Bebe, dijo su portador:
Y bebí sus ojos en el vino.
Y bebí el vino en sus labios.
Y él bebió sus labios en los míos.
Y encendí las velas.
Desplegó una sábana azul
que abarcaba los ocho cielos
salpicados del oro de los astros
y me envolvió y a sí mismo, en ella.
Y como el entero firmamento
me abrazó.
Y se adentró en mi vida
y en aquella noche
la deshojó hasta la tersura del alba.
Con el tacto del más leve pétalo
se dobló su cabeza en mi cuello,
sus bucles negros
emitían un aroma de abismo.
Y por su boca
besé yo la muerte,
y en torno a mí
replegó las alas.
La luna se quebró
en vertientes de nieve.
Los arrecidos astros desmayaron.
La gravedad estalló.
Un torbellino urente
abrió su espiral
a lo infinito.
Lluvias de meteoros
abrasaron los círculos
de la oscuridad.
“La noche guarda el espectro
en su caja negra. Limpia los ojos
y los dispone para la visión secreta,
anterior a la conciencia,
anterior a la ignorancia,
anterior a la ausencia,
anterior al vacío”.
El libro de los pájaros (1999)
No sé
Soy hermosa y mi piel es suave
y el viento del mar me devuelve rocío
de tiernas tersuras.
Mi cabello perfumo y adorno de áurea madreselva
y mi pecho es redondo y casi virginal.
Tuve un amante que ensalzó mis caderas
y mi forma de amar intensa y silenciosa.
Podría ser aún como un río de luz en tus brazos.
No sé qué te retiene, si furtivo, he visto
un destello de ardor en tu gesto al pasar.
Can I go forward when m y heart is here?
No conozco la astucia,
no soy como la hoja del chopo
que en oruga se oculta y arracima
antes de dar su tierno cuerpo al viento,
soy clara y sin pudor,
soy entera y tajante,
y no sé seducir.
Clara Janés Nadal. (Barcelona, 6 de noviembre de 1940). Poeta, novelista, dramaturga, ensayista y traductora de autores en varios idiomas como el persa, el turco y el checo, entre otros. Premio Nacional de Traducción en 1997 por toda su obra. Académica de la Lengua española y ocupa la silla U.
Estudia Filosofía y Letras en Barcelona y posteriormente en Pamplona donde se licencia ,y obtiene una maestría en Literatura Comparada en La Sorbona de París. En París también estudió checo, en la escuela de Lenguas Orientales.
En 1964 publica su primer libro de poemas animada por Gerardo Diego, amigo de la familia, quien confía en su talento.
La lectura Noche con Hamlet, del autor checo Vladimir Holan y su posterior encuentro con él produce una gran impresión en la autora y decide aprender checo y comienza a traducirle. También tradujo del checo al premio Nobel de Literatura Jaroslav Seifert.
Ha publicado mas de veinte libros de poesía La obra de Clara Janés ha sido traducida a más de veinte idiomas.
Algunas de sus obras de poesía son :
Las estrellas vencidas(1964), Límite humano (1974), En busca de Cordelia y poemas rumanos (1975), Antología personal 1959-1979 (1979), Libro de alienaciones (1980),Eros (1981),Vivir (1983)Premio Ciudad de Barcelona, 1983,Kampa (1989),Arcángel de sombra (1999) (Premio Ciudad de Melilla, 1999),Los secretos del bosque (2002) (Premio J. Gil de Biedma, 2002),Ψ o el jardín de las delicias (2014) y Kamasutra para dormir a un espectro (2019).
En el año 2000 recibió la medalla del Mérito de Primera categoría de la República Checa por su labor como traductora y difusora de la literatura de ese país.
En 2004 le fué otorgada la medalla de Oro del Mérito de Bellas Artes Española.
En 2019 recibió el Gran Premio Internacional de Poesía Janus Pannonius, que concede el club de escritores PEN Club Hungría. El premio reconoce desde 2012 a los poetas «herederos de la riqueza intelectual y espiritual acumulada durante los milenios de la cultura».
Desde el año 2015 es Académica de la Lengua española y ocupa la silla U.
Enlaces de interés :
https://poetryalquimia.org/2020/11/11/clara-janes-visual/