George Sand

Esta página es de poesía pero también queremos dar presencia a algunas mujeres que, aunque no escribieron poesía, su voz como mujeres, pioneras, pensadoras y/o escritoras es tan importarte en la historia que creemos deben ser incluidas.

Este es el caso de la extraordinaria George Sand, seudónimo de Amantine-Aurore-Lucile Dupin.

Una de nuestras Imprescindibles. 


Y una de las mejores formas que hemos encontrado para hablar sobre Sand es la conferencia de Anna Caballé.

Anna Caballé nos introduce en la figura de Aurore Dupin ,quien cambió su nombre por George Sand y comenzó a mostrarse con indumentaria masculina en los círculos literarios. Mantuvo varias relaciones sentimentales que causaron escándalo entre sus coetáneos: con la actriz Marie Dorval –relación que inspiró su novela Lélia–, con el joven poeta Alfred de Musset con quien viajó a Venecia, y con el médico que la atendió en esta ciudad italiana. Después de la ruptura con el compositor Frédéric Chopin, con quien vivió en Mallorca y Nohant, escribió su autobiografía y su novela Consuelo. Fue una mujer muy criticada por la sociedad de su época, pero también defendida por grandes escritores como Balzac y Flaubert. En Marianne, su última novela, abogó por un ideal femenino que no cediera a los sentimientos, sino que los dominase.




Capitulo completo de la serie «Pasajes de la historia», sección del programa «La rosa de los vientos» dedicado a la escritora George Sand, nacida Amandine (o Amantine ) Aurore Lucile Dupin (Año 1804), en la voz de su director y locutor el inolvidable J.A. Cebrian.



 George Sand, seudónimo de Amantine-Aurore-Lucile Dupin Delaborde(Paris, Francia, 1 de julio de 1804 – Nohant, Francia, 8 de junio de 1876). Escritora, novelista, ensayista y dramaturga, reconocida como una de las escritoras mas notables del romanticismo francés .

Hija de un oficial del ejército francés llamado Maurice Dupin que descendía del rey Augusto II de Polonia y de Sophie-Victoire Delaborde, una mujer que provenía de una familia humilde. Pasó la mayor parte de su infancia en el campo, en Nohant, donde se educó con su aristocrática abuela paterna Marie-Aurore de Saxe(su padre tuvo un accidente con un caballo y murió) y su madre la dejó al cuidado de la abuela y se fue a Paris. En 1821, Marie-Aurore de Saxe murió y dejó toda su fortuna a Sand.

En 1822 se casó con el barón Casimir Dudevant y tuvieron dos hijos. En 1831 dejó a su esposo, llevándose a sus hijos e instalándose en París. Entró en un período de «rebelión romántica» de cuatro o cinco años. Pero no fue hasta 1835 cuando se separó legalmente de Dudevant, quedándose con la custodia de sus hijos. En París se unió a un grupo de distinguidos artistas, entre los que figuraban el novelista francés Honoré de Balzac y el compositor húngaro Franz Liszt.

Su primera novela, Rosa y Blanca (Rose et Blanche) fue escrita en 1831 en colaboración con Jules Sandeau, en quien se inspiró para el pseudónimo de Sand. Poco después se dio cuenta de que tenía aspiraciones diferentes a las de Sandeau, por lo que decidieron separarse.

Posteriormente Sand escribió su primera novela en solitario, titulada Indiana (1832), la cual la llevó a la fama. En este momento empezó a ser conocida por enfrentarse a la sociedad de la época al usar vestimenta masculina. De esta forma lograba camuflarse para poder circular más libremente en París, y tener acceso a lugares que de otra manera hubieran estado negados para una mujer de su condición social. Esta era una práctica excepcional para el siglo XIX, donde los códigos sociales, especialmente de las clases altas, eran de una gran importancia. Como consecuencia de esto, perdió parte de los privilegios que obtuvo al convertirse en una baronesa. Se hizo famosa tanto por sus escritos como por sus romances, especialmente por su relación con el poeta francés Alfred de Musset y con el compositor polaco Frédéric Chopin a quien conocio en 1836 en París cuando ella tenía 32 años y él 26. 

Con este último realizó un viaje a la isla de Mallorca, a la villa de Valldemosa, que por su invierno cálido y seco convenía al compositor, enfermo de tuberculosis. A la isla balear llegaron en noviembre de 1838 el joven compositor y la escritora con sus hijos; el tiempo que pasaron en Mallorca quedará siempre en la historia de la literatura y de la música, ya que ambos reflejaron esta experiencia en su obra. George Sand lo relata en Invierno en Mallorca(1941) donde describe la belleza de la isla y a su vez expone la difícil comunicación con los mallorquines de esta mujer osada que chocaba con la tradicional mentalidad de los habitantes de la isla y evidencia la fortaleza física y moral de Aurora Dupin, sobre su amante ChopínUn Invierno en Mallorca, es el testimonio de una mujer siglo y medio adelantada a su época; por otro lado, Chopin reflejó la melancolía y la  belleza de un lluvioso día otoñal en su obra “Gotas de lluvia, Op. 28, n.º 15. En la Real Cartuja de Valldemossa se puede visitar la que se conoce como la Celda numero 4, donde vivió la pareja durante su estancia en la isla. 

La pareja y los niños abandonaron la isla el 13 de febrero de 1839 rumbo a París.

Lo que al principio parecía una bella historia de amor apasionada se fué opacando al transcurrir del tiempo y la escritora empezó a cansarse del compositor, al que comenzó a tratar más como un amigo que como un amante. La relacion duró hasta 1947 cuando George Sand tiene una fuerte discusion con su hija Solange quien se habia casado con un hombre 14 años mayor que ella, para disgusto de su madre. Chopin quiso mediar, y finalmente toma partido por Solange lo cual provoca la separacion de la pareja. En eso momento Chopin ya muy enfermo viaja a Londres a dar unos conciertos pero regresa a París y fallece en octuble de 1949.

Tras la muerte de Chopin la escritora, que no pudo despedirse de su antiguo amor por impedimento de la hermana del musico, devastada y cansada, decide abandonar la vida publica y se retira a su casa de Nohant.

En 1955 publica su autobiografia «Historia de mi vida» donde narra su vision del amor, la vida, el machismo y la politica. En ese momento tenia 50 años y aun le quedaba mucho por vivir y escribir.

Georde Sand murió en Nohant, el 8 de junio de 1876. Estaba rodeada de sus nietos. Un final digno de una gran mujer.

Sand fue una escritora enormemente prolífica: mas de 140 novelas, cuentos, mas de 3200 cartas e infinidad de articulos periodisticos. Sand expresaba en sus obras una honda preocupación por los problemas humanos y los ideales feministas.

Su producción literaria se divide en cuatro etapas. Las novelas del primer periodo (1832-1836), como Valentine (1832) y Lélia (1833), eran idealistas y románticas. Al igual que Indiana, exaltaban el amor libre de las trabas impuestas por el matrimonio convencional. El segundo periodo (1840-1848) se caracteriza por novelas como Consuelo (1842), en las que expone sus ideales socialistas y humanitarios. Tras la Revolución de 1848 se retiró a su casa de campo de Nohant, donde escribió las novelas de su tercer periodo (1848-1860), basadas en la vida campestre, entre las que destacan François el Champi (1848) y La pequeña Fadette(1849). Sus últimas novelas, que suponen una vuelta a cuestiones sociales de carácter más amplio, están consideradas lo mejor de su producción. Entre estas cabe destacar El Marqués de Villemer (1861) y Jean de la Roche (1860). En 1854-1855 aparece su autobiografía, Histoire de ma vie, y en 1873 Contes d’une grand’mère, una colección de cuentos escritos para sus nietos. Journal Intime (obra que se publicó póstumamente en 1926).

George Sand también escribió textos de crítica literaria y política pues políticamente fue muy activa. En sus primeros años, se puso del lado de los pobres, las clases obreras y los derechos de las mujeres. Es una de las primeras escritoras en plantear en sus novelas la distinción entre el sexo biológico y el género. Cuando inicio la revolución de 1848 fue una gran defensora de la República. Los líderes de la época a menudo le consultaban y tomaban su consejo. Fue miembro del gobierno provisional de 1848, y durante el golpe de estado de Luis Napoleón Bonaparte de diciembre de 1851, negoció indultos y redujo las penas para sus amigos. Hay que destacar que Bonaparte y Sand tenían una gran amistad, ya que el dirigente admiraba profundamente a la escritora y sus obras literarias.

Aunque sus novelas fueron muy leídas en vida de la autora y ejercieron una fuerte influencia en los jóvenes escritores, poco a poco fueron perdiendo popularidad. El reciente impulso de la crítica feminista ha hecho revivir notablemente el interés por su vida y su obra. 

Mujer de carácter, escritora prolija, George Sand fue admirada por muchos escritores de su época, entre ellos Gustave Flaubert o Alejandro Dumas, mientras que otros, como Charles Baudelaire no soportaron sus aires masculinos y la libertad con la que se movía en los círculos intelectuales de su tiempo.

La obra de George Sand se incluyó en el Índice de Libros Prohibidos del Vaticano en 1863, trece años antes de su muerte, cuando todavía estaba activa como escritora. En el siglo XIX se consideró que la narrativa podía ser perniciosa y que suponía una amenaza al modelo de vida católico, de modo que entraron en el Índice numerosas novelas, entre ellas, muchas obras de George Sand.

El poeta español Luis Antonio de Villena dijo de ella:

«Si usó un nombre masculinizante y en su juventud se puso chistera y levita, es porque quiso significar y visualizar que sólo poniéndose en el sitio del hombre –ocupando su puesto– la mujer alcanzaría la culminación de sus derechos y posibilidades, se autorrealizaría. George Sand fue una adelantada, aunque terminó viviendo en el campo y siendo conocida, lejos ya de sus amoríos, como ‘la bonne dame de Nohant’


La edicion de 26 volumenes de la correspondencia de Sand gracias a George Lubin,sin duda el mayor especialista en George Sand, en total unas 32000 cartas da una idea de la extraordinaria capacidad para la escritura que tenia nuestra autora. Lubin tambien fue quien editó en 1970 los escritos autobiograficos de Sand.

A continuacion transcribimos una carta a Gustave Flaubert y la respuesta del escritor a Sand:

  1. SAND A FLAUBERT
    [Nohant, 21 de septiembre 1866]
    Regreso de doce días de viaje con mis hijos, y al llegar a casa, encuentro
    sus dos cartas, lo cual, añadido al placer de reencontrar a la pequeña Aurore
    fresca y hermosa, me hace del todo feliz.
    Y usted, mi benedictino, ¿sigue solitario, en su encantadora cartuja,
    trabajando y sin salir nunca? ¡Eso ocurre por haber salido demasiado! ¡Eso le
    ocurre al señor de las Sirtes, los desiertos, el lago Asfaltites, los peligros y las
    fatigas! Y, por otro lado, crea las Bovary donde todos los pequeños rincones
    de la vida son estudiados y pintados con mano maestra. ¡Qué cuerpo tiene que
    quedarle a uno también tras el combate de la Esfinge y la Quimera! Usted es
    un ser tan aparte, tan misterioso… y con todo dulce como un cordero. He
    tenido muchas ganas de preguntarle, pero un excesivo respeto hacia usted me
    lo ha impedido, porque yo no sé jugar sino con mis propios desastres, y lo que
    un espíritu grande ha debido pasar para producir, me parece algo tan sagrado
    que no se puede tocar grosera o ligeramente. Sainte-Beuve, quien sin embargo
    le quiere, sostiene que usted es horriblemente vicioso. Pero quizá él mire con
    ojos un tanto viciados, como ese sabio botánico que pretende que la zamarrilla
    tiene un amarillo sucio. La observación era tan falsa que no he podido
    resistirme a escribir en el margen de su libro: Es usted quien tiene los ojos
    sucios. Presumo que el hombre de inteligencia puede tener curiosidades
    grandes. Yo no las he tenido —falta de coraje— y he preferido dejar mi
    espíritu incompleto. Pero cada uno es libre de embarcarse en un gran navío a
    toda vela o en una barca de pescador. El artista es un explorador a quien nada
    debe detener y que no hace ni bien ni mal marchando a derecha o a izquierda:
    su meta lo santifica todo. Está en su poder intuir, con un poco de experiencia,
    cuales son las condiciones de salud de su alma. Por mi parte, creo que la de
    usted está en estado de gracia, ya que se complace en trabajar y en seguir solo
    a pesar de la lluvia. ¿Sabe usted que, en medio del diluvio que cae por todas
    partes, hemos tenido, excepto algunos aguaceros, un hermoso sol en Bretaña?
    Un vendaval sobre las playas del océano, bello sin embargo, la gran marejada,
    y como la botánica de los arenales me entusiasma, y Maurice y su mujer
    tienen la pasión de los moluscos, lo hemos soportado todo alegremente. Por lo
    demás, no hay más ilustre engañabobos que la Bretaña. Nos hemos
    indigestado de dólmenes y menhires, y nos hemos dejado caer por las fiestas
    donde hemos visto todos los trajes que se dicen extinguidos y que los viejos
    siguen llevando aún hoy. Y bueno, esos hombres del pasado son realmente
    feos, con sus pantalones de lona, sus cabellos largos, sus chaquetas con
    bolsillos en las mangas, su aire embrutecido, medio ebrio, medio devoto. Y las
    ruinas célticas, sin duda interesantes para el arqueólogo, no tienen nada para el
    artista, todo está mal colocado, mal compuesto, Carnac y Erdeven no tienen
    ninguna fisionomía. En resumen, no dejaría mis huesos en Bretaña, mil veces
    preferiría su Normandía señorial, o, esos días en que a una le arrebata la musa
    dramática, los verdaderos países del horror y la desesperación. No hay nada,
    allí donde reina el clero y donde el vandalismo católico ha pasado, derribando
    los monumentos del viejo mundo y sembrando los piojos del porvenir.
    En cuanto a su féerie, usted habla de nosotros. No sé con quién la ha
    escrito, pero me digo una y otra vez que debería llevarla al Odéon. Si la
    conociese, no me importaría hacer por usted lo que uno no sabe nunca hacer
    para sí mismo, dar la paliza a los directores. Algo suyo debe de ser demasiado
    original para ser comprendido por el gordo Dumaine. Prepare entonces una
    copia y, el próximo mes, iré, desde París, a pasar un día con usted, para que
    me la lea. ¡Está tan cerca de Palaiseau, su Croisset! Y yo estoy en una fase de
    actividad tranquila en que me apetecería ver fluir su gran río y ensoñarme en
    su jardín, tranquilo todo él, allí en lo alto del acantilado.
    Pero yo parloteo y usted se está poniendo a trabajar. Debe perdonar esta
    intemperancia anormal a alguien que viene de ver piedras, y que ni tan sólo ha
    olido una pluma desde hace doce días. Usted es mi primera visita a un vivo, a
    la salida de una sepultura completa de mi pobre yo. ¡Viva usted! He ahí mi
    oremus y mi bendición. Un abrazo de todo corazón.
  2. FLAUBERT A SAND
    [Croisset, 22 de septiembre de 1866]
    Sábado por la tarde
    ¡Yo “un ser misterioso”! ¡Querida maestra, por favor…! Yo me encuentro,
    muy al contrario, de una simpleza repugnante, y me disgusta a menudo el
    burgués que llevo bajo la piel. Sainte-Beuve, entre nosotros, no me conoce en
    absoluto diga lo que diga.
    Le juro incluso (por la sonrisa de su nieta) que conozco pocos hombres
    menos “viciosos” que yo. He soñado mucho y ejecutado muy poco. Lo que
    choca a los observadores superficiales es el desacuerdo que hay entre mis
    sentimientos y mis ideas. Si usted quiere mi confesión, se la haré completa.
    El sentido del ridículo me ha retenido en lo alto de la pendiente de los
    desórdenes. Sostengo que el cinismo linda con la castidad. Podremos hablar
    más sobre todo ello (si el corazón así se lo dicta a usted) la próxima vez que
    nos veamos.
    He aquí el programa que le propongo. Mi casa va a estar abarrotada e
    incómoda durante un mes. Pero hacia finales de octubre, o principios de
    noviembre (después de la obra de Bouilhet), nada le impedirá, espero,
    reencontrarnos aquí, no un día como usted dice, sino una semana, ¡al menos!
    Tendrá usted su habitación “con un velador y todo lo necesario para escribir”.
    ¿Quedamos así? Sólo seremos tres, incluida mi madre.
    En cuanto a la féerie, gracias por sus amables ofertas. Le tendré dispuesta
    la cosa (hecha en colaboración con Bouilhet). Pero la considero un tanto
    flojucha y estoy dividido entre el deseo de ganar algunas piastras y la
    vergüenza de exhibir una nadería.
    Me parece un poco severa con la Bretaña. No con los bretones, los cuales
    me parecen animales hirsutos, cerdos poco amables. En cuanto a la
    arqueología céltica, publiqué en L’Artiste, en 1858, una broma bastante buena
    sobre las piedras oscilantes. Pero no tengo el número y no recuerdo ni siquiera
    el mes.
    He leído, de una tirada, los diez volúmenes de la Histoire de ma vie, de la
    cual conocía más o menos dos tercios, si bien por fragmentos. Lo que más me
    ha impresionado es la vida en el convento. Tengo sobre ello un buen número
    de observaciones que hacerle que ya me irán viniendo.
    Vaya lluvia, ¿no? ¿Estará usted mucho tiempo en Nohant?
    Se hará según el deseo de usted. El mío es volverla a ver. Hasta pronto,
    pues. Le beso a usted las dos manos, tiernamente, y soy
    suyo
    Gustave Flaubert
    Mi madre y yo hablamos de usted todos los días. Ella estará muy contenta
    de recibirla.

Enlaces de interés :

https://www.mercaba.es/ilustracion/cartas_de_flaubert.pdf

https://www.semana.com/contenidos-editoriales/mujeres-imparables/articulo/george-sand-la-mujer-que-firmo-como-hombre-para-publicar-sus-libros/591848/

https://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/marzo_23/16032023_01.htm

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