11 Poemas de Ángeles Mora

A destiempo

Nací una noche vieja

del frío de diciembre.

Nervios, carreras en la casa,

vapor de agua caliente,

prisas, lágrimas, gritos,

susurros y pañales.

Las luces de aquel cuarto

se fueron apagando con mi llanto

mientras crecía

el bullir de la gente por las calles.

Calma adentro y afuera algarabía,

recordaba mi madre como un sueño.

En aquel desajuste

–todo un presagio-

he vivido por siempre.

Fuera del mundo yo,

aquella habitación, aquellos brazos,

aquella cuna.

Llegué muy tarde al año que se iba

y el que llegaba me encontró dormida.

De: «Ficciones para una autobiografía»

Buenas noches, tristeza

La vida siempre acaba mal.
Siempre promete más de lo que da
y no devuelve
                         nunca el furor,
el entusiasmo que pusimos
al apostar por ella.
Es como si cobrase en oro fino
la calderilla que te ofrece
y sus deudas pendientes
-hoy por hoy-
pueden llenar mi corazón de plomo.

No sé por qué agradezco todavía
el beso frío de la calle
esta noche de invierno,
mientras que me reclaman,
parpadeando,
sus ojos como luces de algún puerto.
Por qué espero el calor que se fue tantas veces,
el deseo
por encima de todas las heridas.

Pero acaso me calma una tibia tristeza
que ya no me apetece combatir.

Todo sucede lejos o se apaga
como los pasos que no doy.

La vida siempre acaba mal.
Y bien mirado:
¿puede terminar bien lo que termina?

De «Pensando que el camino iba derecho» 1982

Casablanca

As time goes by…

Entre todos los bares de este mundo
he venido a este bar para encontrarte,
furtiva como siempre,
para rozar la piel de tus esquinas.

Y cómo me hace daño tu cansancio
-ya sabes que mañana es cada lunes-
esa vieja, tristísima, memoria
de buscarle sentido a algo que bulle
como se abre una flor,
así, de golpe.

Manías de la ausencia y tus nostalgias.
Te noto tan cansado…
Quiero dormir contigo. Busca sólo
un poco más de sueño y de tabaco.
Quiero morir contigo.
¿Por qué no me prometes un cumpleaños más?
Las arrugas ahí sí que son cosas serias
o el paso de los días,
con mis pechos que bajan a acariciar tus manos.
Y luego cuando un labio nos elude
en la piel de las ingles, ay, no muerdas,
y nos brinca por dentro…
                                          Pero ahora llega el tren
como un viejo caballo del National
qué diestro en los obstáculos,
qué sucia su taberna,
qué mediodía oscuro al despedirte.
Te veo tan delgado
con tus causas perdidas,
tus canas en la llama de la copa,
mi amargo luchador, .
sonriendo lentamente, como si te murieras.

Como al decirme adiós.

De «La canción del olvido» 1985

El infierno está en mí

Pasos de un peregrino son errante
Góngora

El infierno no son aquellos otros
que siempre se quedaron lejos
de mi calor:
el infierno soy yo.
Mi nombre es el desierto donde vivo.
Mi destierro, el que me procuré.
No me he reconocido en este mundo
inhóspito,
tan ancho y tan ajeno.
Supe que mi equipaje, demasiado indeciso,
pronto me delataba: este mundo tampoco
se reconoce en mí.
Yo siempre estuve fuera,
en otra parte siempre.
Soy una extraña aquí.
Sólo tengo una fuerza, sólo un secreto acaso:
esta voz que me escribe,
el doble que me habita en el silencio.
Este otro, mi infierno,
el vértigo
que al despertar me empuja
a una huida sin fin.

Estos son sólo pasos
de un peregrino errante.
Los caminos
que no me pertenecen,
las palabras prestadas que los días
dejaron en mi oído.

Elegía y postal

No es fácil cambiar de casa,
de costumbres, de amigos,
de lunes, de balcón.
Pequeños ritos que nos fueron
haciendo como somos, nuestra vieja
taberna, cerveza
para dos.
Hay cosas que no arrastra el equipaje:
el cielo que levanta una persiana,
el olor a tabaco de un deseo,
los caminos trillados de nuestro corazón.
No es fácil deshacer las maletas un día
en otra lluvia,
cambiar sin más de luna,
de niebla, de periódico, de voces,
de ascensor.
Y salir a una calle que nunca has presentido,
con otros gorriones que ya
no te preguntan, otros gatos
que no saben tu nombre, otros besos
que no te ven venir.
No, no es fácil cambiar ahora de llaves.

Y mucho menos fácil,
ya sabes,
cambiar de amor.

De: «Elegía y postales» (1994)

La Alhambra junto a la tarde

Desde esta colina
es fácil despeñarse.
Aunque un rumor de historia detenida,
de tiempo fugitivo me sujete.
Porque también me empuja
con el mismo fluir de la corriente
que mi sueño desaloja.
Mi propio sueño desarmado.

Crecen las sombras en la luz roja de la tarde
y me asomo al abismo.
Pero no se despejan las incógnitas
que el agua arrastra bajo las calles
d la ciudad tendida.

Abajo, secretamente,
veo mi nombre
desde otra tarde rota
desatarse y y mirar las estellas
apuntando.

Abajo, el río sabe
de esta hora maldita.
Y como yo se oculta bajo sus pasos
para llevar al fin al aire denso
sus murmullos de plata.

De: «Ficciones para una autobiografía»(2015)

Desamanecer

 A Mar, Josep Maria, Itaca, Marina

El cuchillo insistente del canto del gallo

rompe mi noche incrustándose

-con plena alevosía- entre mi sueño.

No quiero despertarme

a pesar de su llamada

cada vez más viva,

y cada vez mi sueño es más fantástico,

delirante, inquieto y se llena

de figuras recortadas

sobre la franja mágica de luz

que sube desde el horizonte.

Así las cosas,

llega el momento inevitable

en que el sueño ya camina,

sonámbulo,

entre el griterío azul

de los pájaros.

Viva es, sí, la llamada del día,

pero los trasnochadores

preferimos la plata de los álamos

temblando en la ribera de la tarde.

¿Cuántas veces el gallo

habrá gritado: des-piér-ta-te?

Cuando al fin abro los ojos

juro que mi derrota no es definitiva:

señores gallos, señores pájaros,

lo siento, ha llegado la hora

de cerrar la ventana.

Suave es la noche

todavía.

Frías estrellas

Inalcanzables, como el aire
Emily Dickinson

Duerme la vanidad agazapada
en su casa de noche
y muy cerca se tiende la soberbia
por descansar al lado.
Una capa las envuelve,
fino hielo,
para que nadie se acerque.
No quieren contaminarse, dicen,
en su exilio dorado.

Saben siempre estar lejos y a salvo
de mezquinos errores.
Se abrazan como si fuera una.

Nunca se equivocan
porque no ven ?el mundo?
más allá de sus límites:
orgullo y prejuicio.

De: «Ficciones para una autobiografía» 

Angeles y su pareja el profesor Juan Carlos Rodríguez

Yo, feminista. en un concierto

A Teresa Gómez

Cuadros para una exposición de Moussorgsky
juegos de cartas de Stravinsky
(intermedio de las mil y una noches de Strauss)
que hoy puedo ya oír la música en vaqueros
dice mi amiga -digo- que a fin de todo y cuentas
las mujeres no existen

sino

como apresuradamente sucias o amorales
-pero tan temblorosas por el frío- .
(Aunque, niño, por verte
la punta del pie
si tú me dejaras
veríamos a ver…)
Salvo que allí soñada y en la fila
de al lado, con Moussorgsky
trucándole las cartas a Stravinsky,
cómo decir a voces que te quiero:
si nadie habla en voz alta
en un concierto.

Ángeles Mora junto al poeta Luis Garcia Montero

Silencios 

Saber a veces es también una culpa,

 duele como una culpa. 

 Y la imaginación nos juega

 malas pasadas:

 el silencio grita

 y desnuda los cuerpos 

destrozados. 

Muy lejos, muy cerca, 

innombrables hechos

 suceden. 

Hechos que soportamos 

como si fueran inevitables,

 igual que nos embiste la mentira.

 Igual que una ventana filtra 

sombras ajenas

Por eso enciendo la luz,

 escribo un poema, sufro, 

el tiempo

 pasa y lo he perdido.

 ¿Qué hago aquí?

Ángeles Mora en el jardín de su casa / ANTONIO L. JUÁREZ / PHOTOGRAPHERSSPORTS

Planchando las camisas del invierno

Cuando la primavera dio su tercer aviso,
ya en junio.
Cuando los días se volvieron
definitivamente azules
y la luz dulce se expandió
interminable
como las margaritas del jardín,
salpicando en el césped las manchas
amarillas y blancas de su vestido limpio.

Cuando la primavera vino para quedarse
y la sierra se desnudó a lo lejos,
ella
estaba en el salón, abierta la ventana,
respirando cierta tristeza,
como quien gana y pierde al mismo tiempo,
viendo brillar la tarde, al paso de los años,
antes de que el verano nos aplaste,
suavemente estirando las arrugas
del corazón,
planchando las camisas del invierno.

Ángeles Mora Fragoso (Rute, Córdoba, España, 31 de diciembre de 1952). Poeta y escritora. Licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada, Miembro de la Academia de Buenas Letras de Granada desde 2003. En 2015 recibió el Premio Nacional de la Crítica y en 2016 el Premio Nacional de Poesía de España.

Hija de madre y padre canarios, la familia se trasladó a Rute, donde nació Ángeles y donde hizo el bachiller y se matriculó por libre en Magisterio. Ejerció de maestra un año.

En el verano de 1971 Ángeles deja su trabajo de maestra porque se casa y a su marido le destinan a Barcelona. Allí se matricula en Filología Hispánica, estudios que interrumpe cuando nace su primer hijo. Trasladan a su marido a Madrid y en la capital de España nacerán otros dos hijos. En 1979 se trasladan a Granada y decide matricularse en la Facultad de Filosofía y Letras . Allí entró en contacto con autores relevantes de la corriente inicialmente bautizada como «la otra sentimentalidad»,como Luis García Montero, Javier y Egea y Álvaro Salvador de quienes aprendió y con quienes confluyó durante su formación literaria. Así mismo en la facultad conoció al profesor Juan Carlos Rodríguez quien sería su pareja por más de 30 años (J . C.Rodriguez  falleció en Granada, 24 de octubre de 2016) y de quien Andrés Soria Olmeda , catedrático de Literatura de la Universidad de Granada y amigo personal de Rodríguez ha dicho que » era de los pocos profesores que podía presumir de cambiar la vida a muchos de sus alumnos».

En una entrevista concedida a Diario 16 la autora comentó : » La “otra sentimentalidad” como “movimiento poético”, por así llamarlo, duró poco. Enseguida fue absorbido por la corriente de la llamada “Poesía de la experiencia”. Y eso parece que fue inevitable, porque en aquella época, en la Transición, tras la muerte de Franco, existía un afán en muchos poetas de alejarse de la poesía de los llamados “Novísimos”. Y esta corriente de la “experiencia” se unió o confluyó con “la otra sentimentalidad”, que de alguna manera se diluyó en ella. De todos modos, puedo decir que la mirada poética que me dio la otra sentimentalidad no me ha abandonado nunca. Y yo no me llamaría a mí misma “poeta de la experiencia”, en el sentido que ha tomado esa denominación. En todo caso sería de mi propia experiencia, que tiene que ver con lo que viví y aprendí en mis años de formación en la universidad de Granada y luego en mi trato personal con Juan Carlos Rodríguez. Y además: ¿qué poesía no es de la experiencia? Ya sea de la experiencia “cotidiana” o de un tipo de experiencia más “esencialista”, por así llamarlas? Siempre escribimos de lo que llevamos dentro: desde nuestra vida y nuestras lecturas.»

En 1982 publicó su primer libro de poemas: Pensando que el camino iba derecho aunque anteriormente había escrito ‘Derribaron el árbol‘, que no se publicó.

Otros libros de su obra poética son: «La canción del olvido» (1985),  «La dama errante» (1990), «Silencio» (1994), «Elegía y postales»( 1994), «Cámara subjetiva» ( 1996) , «Canto de sirenas» ( 1997) , «Bajo la alfombra» (2008),  Caligrafía de ayer (2000); ¿Las mujeres son mágicas? (2000). Asimismo en el 2005 aparece su Antología poética en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes,  Bajo la alfombra, Visor, 2008. Asimismo, es autora de ‘La sal sobre la nieve. (Antología 1982-2017 ;2017 y 2021)  ‘Érase un chico que no tuvo un gato (2018), ‘Casi un cuento’ (2018), ‘Canciones inaudibles’ (2018, 2019),( un libro de poemas acompañados por un disco que recoge los temas musicales que se pueden rastrear en los poemas).‘Spiegel der Spione/ Espejo de los espías’ (Hochroth, Heidelberg, 2019) y ‘Contigo misma: Poemorias’ (2020)que recoge las “memorias poéticas” de la autora, y la Antología poética que fue surgiendo al paso. Material grabado también en un Audio, descargable a través de un Código que aparece en cada ejemplar.

En el año 89 obtuvo el Premio Rafael Alberti de poesía por su libro «La Guerra de los treinta años» y en el año 2000 el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla por «Contradicciones, pájaros», libro que ha sido traducido al italiano (Torino, Edizioni dell’Orso, 2005).

En 2017 fue reconocida con la Bandera de Andalucía, que otorga la Delegación del Gobierno Andaluz en Granada, y el Premio Mariana Pineda a la Igualdad entre mujeres y hombres del Ayuntamiento de Granada.

Enlaces de interés :

  https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/antologia-poetica–57/html/00798496-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html

https://www.granadahoy.com/granada/Angeles-Mora-escritora-nomada-Pasada-con-presente-incluido_0_1395760852.html

https://www.granadahoy.com/ocio/Angeles-Mora-poeta-entrevista_0_1508249726.html


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2 thoughts on “11 Poemas de Ángeles Mora

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    1. ¡Muchas gracias Constanza! Personas como tu, que apoyais nuestro trabajo, nos dais alas para seguir investigando y publicando la vida y poesía de grandes poetas alrededor del mundo. ¡Un gran abrazo y feliz año!

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