Poemas de María Enciso

Esta página es de poesía pero también queremos dar presencia a algunas mujeres que, aunque no escribieron poesía, o no destacaron por ser poetas, su voz como mujeres, pioneras, pensadoras y/o escritoras es tan importante en la historia que creemos deben ser incluidas.

Este es el caso de María Dolores Pérez Enciso. Poeta, escritora, maestra, pedagoga, periodista y activista, encuadrada en la Generación del 27. Fue delegada del gobierno republicano para recoger niños españoles en los campos de concentración franceses. 

Una de nuestras Imprescindibles.

*****

Visión del paisaje claro

Todo en la claridad!
Las azules montañas,
los valles olorosos,
los quietos ríos,
los árboles frondosos.
Todo en la claridad!

Sólo mi corazón
oscuro y frío.

Los pueblecitos blancos
con olores marinos
y flores de retama,
entre los verdes pinos
que se yerguen
al pie de la montaña,
y forman un camino
que el mar límpido baña.

Dolor de carne, entraña estremecida,

frío puñal del aire atravesado,

se ha prendido gimiendo en tus esquinas

y el rostro herido y dulce te ha besado

Silencio y soledad. El aire envuelve

el lúgubre cantar de tus heridas,

ramas de un árbol, al aire levantado,

troncos que fueron de una luz nacidos,

raíces que el dolor ha ensangrentado

Almería del dolor y de la muerte,

nombre sencillo de todos ignorado,

una esquina del mundo, silenciosa,

viviendo su dolor triste y callado.

la florecida y andaluza playa

que sueña, el corazón enamorado

Maria junto a su madre Dolores y su hermano Guillermo

Madre America


Como una palma que desvela el aire
perfil del alba, que la noche cierra,
verde sobre el azul de un mar inmenso,
ardiente orilla, te contemplo América.
Seno de luz, tu entraña generosa,
tus senderos de sol, tu abierta tierra,
y los ríos arterias de tu vida,
para un mundo que el mar dejó en tus playas,
voz quebrada en la angustia de la guerra.
Señalando al espacio, tus montañas,
las sierras grises donde el cóndor vela,
en el hondo silencio de la noche,
en la eterna presencia de la niebla.
Caballos galopando en tus llanuras,
bajo el frío metal de las estrellas.
Valvas opalescentes, madrugadas,
emergen de su luz, marinas perlas.

La vieja Europa, tiembla en sus cimientos,
sólo por dos esquinas amparada.
La blanca estepa de la Rusia roja,
la de hazañas heroicas perdurables,
pueblo que cubre de sangrantes rosas
la delgada silueta de la nieve,
y frente a un mundo en ruinas,
Inglaterra, de grises soledades.
Sólo tú siembras vientos de esperanza
en tu mudo recinto de corales.

Yo hablo tu propio idioma, madre América,
en lengua de tu pueblo he de cantarte,
cálido acento de cansadas sienes, 
reclinadas en regazo suave,
los párpados clavados en los ojos,
agujas de dolor, cristal del aire.
Por la vida futura que forjamos,
has hecho tuyas nuestras soledades,
la amarga soledad del hombre libre,
que ha visto atrás su mundo derrumbarse.

Cuando miro lejanos limoneros,
cuando sueño en mis campos de olivares,
cuando veo, en mi sueño, las orillas
de aquellos tibios, azulados mares,
vuelvo mis ojos con dolor de ausencia,
sobre el verde oscilar de tus maizales,
y son jazmines de tus noches claras,
tan blancos como aquellos azahares.
El delgado cimbrear de tus palmeras,
el fuerte olor salobre de tus mares,
toda la maravilla de tus noches,
cercadas por las selvas tropicales,
me dicen día a día que he vivido,
que en mis venas circulaba tibia sangre,
mi corazón, sobre tu abierta tierra,
y junto a él, abismos insondables,
ríos que van cantando, en sus orillas,
el moreno temblar de los manglares,
y una raza que sueña melancólica
su silencio, de siglos imborrables.

Cuando la muerte pasa sobre el mundo,
yo oigo el cantar de tus cañaverales,
y el cántico del mar, en mis oídos,
de sonoros acentos puebla el aire.

Espadas de dolor, delgadas voces,
en muerte y agonía traspasadas,
de otro lado del mar las traen los vientos,
sobre tus claras noches estrelladas.
Lleva la luz, cercos de oscura sombra,
enlutados parecen tus paisajes,
y las voces de angustia y muerte, lentas,
en fría soledad, recoge el aire.
Siempre será tu nombre, Madre América,
sobre la espuma de remotos siglos.
Tu nombre por caminos desandados,
que el mar los lleva a tu destino unidos.
En la inasible soledad del sueño
al nombrarte, percibo tus latidos,
como un blando latir de corazones,
juntos, en la penumbra del olvido.

Carta de Maria Enciso a Gabriela Mistral, 23 de agosto de 1946

Casitas blancas. Recortadas

en claridad diáfana.

Ni un sonido turba la calma perfumada

del paisaje

Alcázar de San Juan,

Guadíx, Moreda.

Lluvia de abril, agua serena.

¡Como huele a toronjil

y a yerbabuena!

¡Como se oyen las campanas

por las altas sierras

de las Alpujarras!

Vega de Almería,

hueles a romero

de la serranía.

De : Cristal de las Horas, 1942.

 ¿No ves el temblor en el árbol delgado?

                        ¿No ves esa corriente en el fluir del río?

                        ¿No ves ese aire frío/ oscilar los trigales,

                        henchir la tierra húmeda

                        cuando por ella cruzas

                        el golpe que da el viento en los cristales

                        en su ronda nocturna?

                        Esa es mi sien oscura, de sangre coagulada,

                        mis sienes florecidas en rojas amapolas 

De :  ‘De mar a mar’ (1946)

¡Que se calle el mundo,

que nadie lo nombre!

Un niño se ha muerto,

junto al agua turbia

del Ebro que corre 

María Dolores Pérez Enciso (Almería, España, 31 de marzo 1908 – Ciudad de México, México, 1949). Poeta, escritora, maestra, pedagoga, periodista y activista( militante comunista), encuadrada en la Generación del 27. Fue delegada del gobierno republicano para recoger niños españoles en los campos de concentración franceses. 

Hija de Dolores Enciso Amat y de Francisco Pérez Castro, maquinista naval. Las exigencias laborales del progenitor obligaron a María y a los suyos a frecuentes desplazamientos a Barcelona, y donde nació el segundo de sus hermanos, Guillermo. El que le seguía, Francisco, falleció a los tres años víctima de fiebres tifoideas (los tres nacieron en fechas muy alejadas el uno del otro).

En septiembre de 1923, con 15 años, inicia sus estudios de Magisterio en la Escuela Normal de Maestras de Almería pero prosigue sus estudios en Barcelona a cuya Normal, autorizada por su tío José Gabriel,( farmacéutico , librepensador y dirigente de Izquierda Republicana), cambió la matrícula de Magisterio (cursos 1923/27). Su padre se hallaba enfermo y falleció de bronconeumonía en 1924. La madre, ya viuda, malvivió los años siguientes con los mínimos beneficios de un modesto establecimiento de quincalla y mercería regentado en la calle Real de La Almedina.

En 1927 finaliza sus estudios e inicia su actividad laboral en las escuelas públicas de la Generalitat y mantiene un estrecho contacto con la Residencia de Estudiantes de Ríos Rosas, lugar de encuentro de los intelectuales españoles con los extranjeros que pasaban por la ciudad y residían en esta institución; allí cimentó su vasta cultura y conoció, entre otros, a la poeta chilena Gabriela Mistral, con quien mantuvo una relación epistolar durante toda su vida, al historiador e hispanista francés Pierre Vilar, al profesor Georges Gaillard, al poeta Gabriel Alomar, al helenista Nicolau D`Oliver, al escritor Eugenio d`Ors etc. En este ambiente se formó culturalmente, al tiempo que desarrollaba un profundo compromiso social y ético con los sectores menos favorecidos. De Gabriela Mistral escribió: 

Maria Enciso se casó con el empresario Francisco del Olmo,con quien tuvo a su única hija Rosa, y de quien se divorció poco después . Parece que se trató de un enlace civil, pero no tenemos certeza de la fecha. No obstante, debió celebrarse sobre 1935 ya que cuando cruzó la frontera francesa, su hija Rosa tenía cuatro años de edad. 

Durante los años de la II República, María es ya una persona políticamente comprometida: Fue miembro de la UGT  y de PSUC , dirigente de la Unió de Dones de Cataluña, así como directora del Institut d´Adaptació Professional de la Dona (IAPD); colabora en diferentes medios de comunicación escritos y mantiene su actividad docente. Amigos y compañeros de María, la describen como una persona inquieta, culta y aperturista. María fue conocida como una de las impulsoras de la formación profesional de las mujeres catalanas y del trabajo para que los sindicatos defendieran las exigencias sobre paridad salarial y sobre la igualdad de derechos a la capacitación y especialización profesional de las trabajadoras.

Ante la toma de Barcelona por las tropas franquistas, huyó con miles de españoles hasta ganar la frontera francesa por Cerbére en enero de 1939. Estaba encargada de una misión oficial: delegada de Evacuación en Bélgica, adscrita a la diplomacia Sudamericana. Junto a la diputada belga Isabelle Blume, recogió a niños españoles de los campos de concentración de Saint Cyprien, Clermont-Ferrand o Argelés-sur-Mer para ser entregados en adopción a hogares de Bruselas, Amberes.

En su obra primera obra Europa Fugitiva. Treinta estampas de la guerra, María Enciso relata tras una dedicatoria sin fecha :

“Para mi hijita, cuando pueda comprender su propia historia que es la de tantos niños europeos… “:

Cuando Bélgica fue ocupada por la Alemania fascista, María, acompañada de su hija de corta edad, huyó a Francia y desde el puerto de El Havre embarcó a Inglaterra. Desde Liverpool, tras veinte días de travesía, el convoy civil escoltado por la Marina Inglesa arribó a Barranquilla. Y de allí a Bogotá, donde residió casi un lustro.

Su hermano Guillermo, al igual que ella, corrió parecida suerte. Se exilia gracias a María que lo ayuda a salir de los campos de concentración franceses, pero, a diferencia de su hermana, se establece en Venezuela. 

En Bogotá, Maria desarrolla una desenfrenada actividad intelectual: fue redactora del semanario Sábado, colaboradora de la Revista de las Indias y de El Tiempo. La memoria histórica y la reivindicación de la libertad son los temas centrales de su obra.  En Colombia publicó sus dos primeros libros: “Europa fugitiva” y “Cristal de las horas”. Esta última obra era un poemario dividido en tres secciones: canciones de tierra y agua, poemas de vida y llanto y espacios en el tiempo. Este libro estuvo dedicado a su madre, quien la recuerda con el dolor de tener que des- pedirse de ella y de su querida España. “A mi madre, mujer fuerte y abnegada en el dolor y el sacrificio… Y a mi España, ambas fundidas en el recuerdo”.

En 1945 se traslada a Cuba y fija su residencia en La Habana. En La Habana su obra De mar a mar fue publicada por el poeta y editor español  Manuel Altolaguirre tambien exiliado.

Tras un corto periodo en Cuba, Maria y su hija se trasladan a ciudad de México donde prosigue su actividad periodística, escribe en el suplemento cultural de El Nacional y para la revista Las Españas, colaborando también en la revista popular Paquita del Jueves. También ejerció como maestra y publicó el poemario “De mar a mar” y el de ensayos “Raíz al viento”. Esta obra constaba de 197 páginas que recogían los ensayos, las crónicas y las notas que publicó en periódicos de Bogotá y Ciudad de México. La poeta exiliada no olvidaba su patria y acercó a los lectores de su última obra al folklore de su tierra: saetas, zarzuela, jota, fandangos… 

María Enciso falleció muy joven por una peritonitis. Murió cuando acababa de cumplir 41 años. Su cuerpo reposa en el Panteón Español de ciudad de México. Nunca regresó a España.

Guillermo, el hermano de Maria volvió, al menos una vez a Almería, con su novia, Gisela Morazzani, y la hija de María Enciso, Rosa del Olmo, a visitar a su madre, y darle cuenta de que pudo ir al entierro de María en México y hacerse cargo de su sobrina.

*****

En La Habana, María Enciso había conocido a Mercedes Rull Alonso, de origen almeriense, con la que trabó una sincera amistad que se consolidó en México, donde volvieron a encontrarse. El testimonio de Mercedes, recogido en México en los años ochenta, es esencial para conocer los últimos tiempos de María Enciso :

(Textimonio extraído de https://www.dipalme.org/Servicios/Anexos/anexosiea.nsf/VAnexos/IEA-MEnciso/$File/MEnciso.pdf)

El escritor español Andújar Muñoz, también exiliado en Mexico, manifestaba en un artículo, tras deplorar el olvido en su Almería natal, que María fue una de las voces líricas más auténticas y entrañables de la generación literaria entroncada en el dolorido sentir de la guerra civil. (Y murió) Cuando anunciaba frutos todavía más granados, pero la edad cabal le fue segada.

*****

Entrevista a Eva Díaz Pérez (Sevilla, 1971), periodista y escritora, quien ha recibido el Premio Andalucía de Periodismo entre otros muchos, estudiosa del exilio y de la obra de Maria Enciso:

¿Quién era María Enciso?

—Una de las heroínas más desconocidas de la gran tragedia española, un ejemplo que eleva la moral y la ética. Un personaje que representa muy bien a las personas que vivieron la Guerra Civil y el largo exilio. Sobre todo fue maestra, y es un ejemplo de las exiliadas olvidadas que merece ser rescatada. Fue una persona entregada a los demás con la tarea de recoger a los huérfanos, otorgándoles seguridad a todos los niños, recorriendo toda Europa, huyendo de la ocupación nazi. Me felicito que desde Almería trabajéis por recuperar su obra.

¿Qué huellas dejó a esas mujeres el exilio?

—Si para los hombres ya fue difícil, más complejo resultó para las mujeres del destierro. Descubrimos que Enciso fue una mujer de una fuerza increíble. A pesar de las circunstancias, se va sobreponiendo a todo. Se va ganando la vida por varios países y logra criar y educar a su hija en circunstancias terribles. El exilio dejó huella a todos. Es una mujer de película, me sorprende que hasta el momento no se les haya hecho un amplio reconocimiento.

Es evidente que hubo un compromiso con la República, ¿en qué se centra esa revolución?

—Con el estado de la guerra se rompen todos sus sueños. Enciso es muy hija de su tiempo, de la República. Cuando está en Barcelona es cuando adquiere compromiso y se da cuenta de que hace falta una España de progreso y de avance de la libertad. Impulsa la revolución silenciosa que fue la Educación. La República le envía para proteger a los huérfanos. Por ese compromiso ideológico que se mantiene hasta el final llega al periodismo para ganarse la vida. En Colombia colaboró en el periodo 1940-1944 con el semanario SábadoEl tiempo La Revista de las Indias. En 1945 residió en La Habana durante tres meses, en una pensión regentada por el matrimonio español exiliado, Eduardo Ortega y Gasset y Adela, su mujer. En México colaboró en “El Nacional”. Este lugar será su patria definitiva, un país al que nunca terminó de acostumbrarse, como detalla Antonina Rodrigo en “Exilio y mujer”. María Enciso tiene un acento ideológico. En sus libros retrata muy bien a esa Europa fugitiva y fragmentada por la guerra que ha dejado atrás. Cuando parte para América se le queda en el alma esa Europa rota que perdurará hasta su prematura muerte en 1949.

¿Cómo afrontan los temas?

—El drama de los exiliados está recogido en mi novela El club de la memoria. Ellas se quedan con el recuerdo de la España que habían dejado. Los que lograron regresar observaron que había una tragedia silenciosa. Eso se ve reflejado en la obra de María Enciso. Iban relatando ese paraíso que permanecía en la memoria de todos los desterrados. La verdad es que hacía unas descripciones de la Almería que permanecía en su recuerdo. Quería que esos paisajes permanecieran en la memoria. La Almería de Enciso tiene un color definitivo, “una pincelada de cal es la ciudad quieta y provinciana en donde nunca ocurre nada”. La maestra y periodista se agarraba a su memoria como última patria.

¿Quiénes serían las Maria Enciso de hoy?

—No hay ninguna mujer que esté a la altura ética de estas heroínas. En estas condiciones es cuando una persona demuestra la talla ética. Claro que hay personas que se comprometen, luchan y son críticas, pero no tienen la experiencia de las exiliadas. Demostraron lo mejor de la condición humana.

—Desde la Universidad se hacen esfuerzos por recuperar la memoria. ¿Cómo se puede investigar a esas terceras generaciones, a sabiendas de que queda mucha memoria por recuperar?

—Cuando investigué, me percaté de la cantidad enorme de historias y de personas que necesitan ser preguntadas para contar sus experiencias. Voy recibiendo correos electrónicos y llamadas de nietos y cuartas generaciones del exilio. Sí, todos tenemos una deuda. Creo que la memoria hay que incorporarla de forma natural.

—La envidia y la intolerancia se alían muy a menudo, ¿estamos sufriendo algún tipo de regresión que nos lleve a vararnos otra vez en las dos españas?

—Sí, es cierto. La democracia tenemos que hacerla a diario. Tenemos que huir de esa cultura que huele a inquisitorial. Recuerdo que en mi primera novela había muchos quemaderos por acciones del Santo Oficio. Creo que la historia debería servir para conocerla. Desgraciadamente, hay personajes que vuelven. Vivimos una época hipertensa en la que se reconocen ciertos fantasmas que pueden volver.

—¿Con qué mujeres del exilio se quedaría porque le hayan enamorado, por su ejemplo y conocimiento?

—Son casi todas heroínas. La verdad es que casi compondría una especia de puzle. Aparte de Enciso con su trabajo de recuperar a los niños huérfanos, me quedo con la periodista, diplomática y novelista malagueña Isabel de Oyarzábal, con María Zambrano que reflexiona sobre el exilio y con la granadina Matilde Cantos, defensora incansable de los derechos de las mujeres. La gente de los nuevos tiempos apartó a Cantos, una política con una vida extraordinaria que quedó olvidada por todos. Murió en un asilo olvidada. El retrato más triste del exilio es que te traten como un trasto viejo y te releguen al olvido, como si tu tiempo hubiera pasado. Eso fue muy lamentable.

Fuente de la entrevista : https://www.dipalme.org/Servicios/Anexos/anexosiea.nsf/VAnexos/IEA-MEnciso/$File/MEnciso.pdf

Obra publicada :  

 ‘Europa fugitiva: treinta estampas de la guerra’ (1941)‘Cristal de las horas’ (1942)‘De mar a mar’ (1946) y ‘Raíz al viento’ (1947).

En el 2012 el Ayuntamiento de Almería colocó en la fachada de la casa donde nació, en la calle San Ildefonso de la capital, una placa en su memoria con unos versos de la poeta:

‘Pa cantar bien un fandango

que dé pena o alegría 

es preciso haber nacido

en un barrio de Almería’.

Enlaces de interés :

https://www.dipalme.org/Servicios/Anexos/anexosiea.nsf/VAnexos/IEA-MEnciso/$File/MEnciso.pdf

https://historiamujeres.es/vidas/perez_enciso_maria_dolores.html

Cartas de María Enciso a Gabriela Mistral :

http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/bnd/623/w3-propertyvalue-275375.html

Carta de Maria Enciso a Gabriela Mistral, 22 de octubre de 1947

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