12 Poemas de Hafsa bint al-Hayy al-Rakuniyya 

Dile a ese poeta…

Nos hemos librado de ese poeta
porque se ha caído sobre la mierda, pero dile:
Vuelve a tu pozo, hijo de la mierda,
igual que hace la mierda.
Y si vuelves a vernos algún día,
verás, oh tú, el más despreciable y vil,
sin discusión, de entre los hombres
que esa es la suerte que te espera
si andas medio dormido.
¡Barba que ama la mierda y odia el ámbar,
que no permita Dios que nadie vaya a verte
hasta que te hayan enterrado!

Relámpago

Preguntad al relámpago tremolante,
mientras la noche está en calma,
cómo es que me produce debilidad, al recordar a mis amados.
Su efecto ha sacudido en mi corazón un pálpito
y la abundante lluvia de su nube,
me hizo llover el párpado.

Respóndeme enseguida…

¿Vienes tú a mí o voy yo a tu lado?
mi corazón se inclina hacia lo que tú deseas;
mis labios son aguada dulce y transparente
y mis bucles ramas que dan sombra;
espero que estés sediento y ardiente
cuando llegue junto a mí la hora de la siesta.
Respóndeme enseguida…

Elogio aquellos labios

 porque sé
lo que digo y conozco de lo que hablo,
y les hago justicia, no miento ante Dios;
en ellos he bebido una saliva
más deliciosa que el vino.

Un visitante 

llega a tu casa:
su cuello es de gacela,
luna creciente sobre la noche;
su mirada tiene el embrujo de Babilonia
y la saliva de su boca es mejor
que la de las hijas de la parra;
sus mejillas afrentan a las rosas
y sus dientes confunden a las perlas,
¿puede pasar, con tu permiso,
o ha de irse, por alguna circunstancia?

A Ab? ?a‘far

¿Voy a verte o vienes a mi casa?

Mi corazón siempre se inclina a tus deseos.

Te encontrarás a salvo de la sed

y del ardor del sol

cuando me des la bienvenida:

mis labios son aguada dulce y fresca,

y dan las ramas de mis trenzas densa sombra.

Contéstame deprisa; no es un favor, oh, mi ?am?l,

hacer que espere tu Bu?ayna.

Traducción de Teresa Garulo (Metro w?fir, rima ?l?)

       

A Ab? ?a‘far

Tú, que presumes de arder
en más encendido afecto,
sabe que me desagradan
tu billete y tus lamentos.
Jamás fue tan quejumbroso
el amor que es verdadero,
porque confía y desecha
los apocados recelos.
Contigo está la victoria:
no imagines vencimientos.
Siempre las nubes esconden
fecunda lluvia en el seno.
Y siempre ofrece la Palma
fresca sombra y blando lecho.
No te quejes; que harto sabes
la causa de mi silencio.

Por Vestirme De Luto…

Por vestirme de luto me amenazan
por un amado que me han muerto con la espada.
¡Qué Dios tenga clemencia con quien sea
liberal con sus lágrimas,
o con quien llore por aquél que mataron sus rivales,
y que las nubes de la tarde,
con generosidad como la suya,
rieguen las tierras donde quiera que se vaya!

Dama de la hermosura

 y la nobleza, cierra los párpados,
benévola, ante las líneas que trazó mi cálamo, y míralas
con ojos de cariño, sin prestar atención a los defectos
del contenido y de la letra.

Envío un saludo, que los cálices de las flores abre
y hace zurear a las palomas en las ramas,
a quien ausente está, pero mora en mis entrañas
aunque mis ojos no puedan verlo.

Siento celos 

(A Abu Yafar Ibn Said)

de mis ojos y de mí misma,
de ti, de tu tiempo;
aunque te encerrase en mis ojos hasta el día del juicio,
no estaría satisfecha.

Una mujer de mi rango 

no puede llorar
un amor de felonía.
Mis plañideras a sueldo
te llorarán por mí en el ocaso.
No me delatará mi garganta ya muerta,
ni podrá pronunciar nunca más tu nombre.
Las cantoras desmayarán las casidas
que bajo falso nombre te he escrito.
Enmohecidos rabeles se pudrirán de abandono
tras las celosía de los patios.
El ruiseñor de nuestras encuentros
será atravesado por sagita de mi ballesta.
Sólo la almohada de azahares
conocerá el amortiguado llanto
y la expiación de mi orgullo.

Quien te cantó entre los granados
es hoy mujer de zarza y ortiga,
por sus pezones rezuma
leche cuajada de adormidera.
¡Ay, qué muerte tan cuitada me diste!
¿Qué será de mí en las auroras
sin la brasa de tu piel
en el sepulcro frío mi lecho?

Por vestirme de luto

 me amenazan
por un amado que me han muerto con la espada.
¡Qué Dios tenga clemencia con quien sea
liberal con sus lágrimas,
o con quien llore por aquél que mataron sus rivales,
y que las nubes de la tarde,
con generosidad como la suya,
rieguen las tierras donde quiera que se vaya!

Hafsa bint al-Hajj, más conocida como al-Rakuniyya (Granada, c. 1135 – Marrakesh, 1191).Poeta y maestra. Fue una de las poetas más célebres de Al-Ándalus.

Pertenecía a una noble familia granadina. Debió de recibir una esmerada educación, pues sus biógrafos alaban su cultura y la denominan la maestra (ust??a) de su tiempo, y Y?q?t, siguiendo a Ibn Baškuw?l, dice que estaba encargada de la educación de las princesas almohades en el palacio de Ya‘q?b al-Man??r (1184-1199)

Por su talento y su cultura, así como por su belleza, pronto ocupó un lugar importante en la corte de los almohades de Granada, desarrollando una actividad literaria y educativa intensa y adquiriendo una reputación que llegó a traspasar los límites de Granada.

Es en este ambiente de la Corte y de la poesía granadina es donde conoció al poeta granadino Abu Yafar Ibn Saíd, perteneciente a la familia de los Banu Saíd, con el cual estableció una relación afectiva y pública hacia el año 1154. Esta relación dio lugar a un intenso intercambio de poemas amorosos entre los dos amantes, los cuales se han conservado hasta nuestros días. 

Su situación se complica en el año 1156, en que llega a Granada Abu Saíd Utman, gobernador almohade, hijo del califa Abd al-Mumin, quien cae perdidamente enamorado de la poeta. Oficialmente, Hafsa no cedió ante los sentimientos del gobernador, pero dejó morir su amor por Abu Yafar, quizás cansada de las veleidades afectuosas de este último o por las presiones del príncipe o de su familia. En 1158, es enviada a Rabat junto a un grupo de poetas y nobles granadinos ante el califa Abd al-Mumin. Fue éste quien le puso el sobrenombre de al-Rakuniyya (derivado de Rakuna, un tipo de salón literario).
Debido al conflictivo triángulo amoroso, Abu Yafar, quien había sido amigo y secretario del príncipe Abu Saíd, tomó a éste como objeto de sus poemas satíricos, y terminó tomando parte en una rebelión política contra el gobernador, dando lugar a su encarcelamiento y, finalmente, a su crucifixión en el año 1163, en Málaga. Hafsa lloró la prisión y la muerte de su amado, reflejándolo en unos versos punzantes y llegando hasta el extremo de vestir el hábito de viuda por él, a pesar de las amenazas del gobernador. Sumida en su tristeza, se retira de la Corte, abandonando la poesía y consangrándose en exclusiva a la enseñanza.

Así vivió durante gran parte de su vida, hasta que en el año 1184, acepta la invitación del califa Abu Yusuf Yaqub al-Mansur quien la propone dirigir la educación de los príncipes almohades en Marrakesh, donde permaneció hasta el año de su muerte, en 1191.

Hafsa es la poeta andalusí de la cual conservamos más obras, gracias, sobre todo, al interés de sus biógrafos y de la familia Banu Saíd. En total, han llegado hasta nosotros 17 de sus poemas, de gran calidad litereria. Heredera de la tradición poética árabe, por otra parte, es capaz de expresar, con gran belleza, sus verdaderos sentimientos en un lenguaje espontáneo. La mayoría de sus versos amorosos se dirigían a Abu Jafar, a pesar de que existen algunas sátiras y elogios a Abu Saíd. Su inspiración llega a un culmen en aquellos versos en los que expresa su pesar y su dolor por el encarcelamiento y la muerte de su amante.

Ejemplo de mujer independiente y culta de la época de mayor esplendor de al-Ándalus, Hafsa ha sido muy respetada, a pesar de su libertad aparente, en su época y por los biógrafos posteriores. Ibn al-Khatib ha dicho de ella: «La granadina ha sido única en su tiempo por su belleza, su elegancia y su cultura literaria».


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2 thoughts on “12 Poemas de Hafsa bint al-Hayy al-Rakuniyya 

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    1. ¡totalmente de acuerdo Maria Constanza!
      Inteligente y valiente esta gran mujer
      Que pena que hayan sido tan silenciadas

      ¡Seguiremos recuperando su memoria!
      ¡Saludos afectuosos!

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