Ni un sólo refugio
Estar a la sombra
de la llaga en el aire
Paul Celan
(Rumanía 1920- Francia 1970)
Te imagino sentado junto al fuego, Paul,
ardiendo en leña tus recuerdos
de otras horas
a la sombra de Auschwitz,
donde el horror y su tortura
eran bautizo de la parca a sangre viva.
Ni un sólo refugio, ni una estrella que seguir
en esos crueles pasadizos de fantasmas
donde no había sitio libre de agonía.
Ya sé, se hace difícil vivir
sin el don maravilloso del olvido.
Pero tú tuviste más agallas que la muerte,
y te ofrendaste al Sena por un atajo de llagas
con un verso anochecido
entre los pechos de tu madre.
La muerte es un espejo que se cierra.
Tanta Cordura
Los solitarios sabemos que la vida
tiene un minuto que puede abrir el aire
o cerrar nuestra garganta para siempre.
Nos han contado que dentro de las horas
hay un guardián adherido al cuadrante del reloj
que tropieza con el talle de los sueños
y nos incita al olvido de ser libres
de hacer leña con las puertas que aprisionan
cada hueco padecido de la sangre.
Grande el dolor de perder el embeleso,
el coraje de volar a la deriva
y esperar el fin perdidos en el cielo
como las aves que eligen lugar para morir.
La soledad sigilosa y el murmullo
de respuestas desabridas en la noche,
sin llorar, sin ni siquiera llorar
. tanta cordura.
Del poemario “Casi me mata la vida” Ediciones Atenas
Lo único que me preocupa de la muerte
Norte o sur, agua o barro
en las orillas de las horas, todo es historia. Todo pasa,
el cuerpo es una voz que tiembla haciendo ecos
en la carne. El tiempo es un poema breve
que se posa en el mar, como al descuido,
y a veces llora y otras canta,
como un pueblo cuando está de fiesta
y pone luces en las calles,
como un velo de amor a pulso,
un velo
que acaricie miles de almas y parezca el sol
que muchos no han tenido
cuando el frío les trepaba las ramas de la infancia.
“Tanto se vive sin vivir” decía Juan Gelman,
pero Dios no está vencido, es como un cóndor
-la mitad del tiempo en sus heridas-
posado en la montaña. Todo pasa, hasta el vuelo del dolor
se acaba.
No despertar al lado tuyo
y que los pájaros nunca pronunciarán mi nombre,
es lo único que me preocupa de la muerte.
A menudo la vida
pasa tan rápido,
que no aterriza en el espejo
ni florece.
Amas,
pero el otoño te persigue
y su boscaje
te asfixia
y sume en la penumbra.
Sueñas,
vuelcas la luna en tus costillas
y el reloj va enloqueciendo
bajo los cien años
que cuelgan de tus madrugadas.
Buscas
llenar con espigas el vacío
del silencio
y las manos se te enfrían
enroscadas al insomnio.
A menudo la vida
es un exceso inesperado.
Todo se hizo a tu manera
Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
así como en tus cuentos, no está mal;
Un rayo a tiempo y se acabó la feria…
Alfonsina Storni (1892-1938)
No sé si te perdiste más en soledad
o en un amor que nunca pudo emocionarse
de reencuentros, Alfonsina.
El misterio creció ávido en tu vientre
y diste a luz a solas,
aunque se hablara por lo bajo
el veneno moral de aquel entonces.
Todo se hizo a tu manera. Vos nunca suplicaste
ni diste orden divina a la desgracia.
Cada ilusión sumida en la agonía
fue mayor a la anterior
y oscura
como al pena vil de un desengaño,
pero fue el cáncer con su herrumbre
el que pintó de negro tu aventura de estar viva.
Era la hora de dormir cuando te fuiste al mar
-un páramo el futuro-
a que algún pez te floreciera la garganta.
La muerte es la patera de las almas.
Quién
Yo no sé en que momento fueron,
pero están:
son cuarenta y nueve años. Los cargo en la mirada,
como lleva el águila
todas sus horas en el aire.
Podría venir Dios ya _ tranquilamente_
y pedir cuentas a mi alma.
Todo es posible,
todo se funde _ tarde o temprano_
en la ausencia llagada por el tiempo.
Cuando pienso en la muerte
soy como una cruz.
Cuando pienso en la muerte no siento dolor,
es la piel _muy adentro _
que se pone tartamuda.
¿Quién te besaría
y llevaría pan a mis gorriones?
¿Quien recordará a mi madre
cuando yo no esté?
Tengo miedo.
De : El tiempo alzado
Lidia Beatriz Biery (Buenos Aires,Argentina, 11 de abril de 1958-Zaragoza, España, octubre de 2008). Poeta
En 1987 se traslada con su familia a vivir a la ciudad de Mar del Plata donde comienza a escribir poesía, y en el año 2005 edita su primer libro “Piel abierta al azar” obteniendo el segundo premio nacional de poesía “Julio Cortázar” del gobierno de esa ciudad.
En el año 2005 contrae matrimonio con el poeta aragonés Eduardo Asterio Sorribes y se instalan en Zaragoza (España).
Colaboradora habitual en revistas y periódicos de Argentina y Zaragoza, ha obtenido los siguientes premios:
Premio Julio Cortázar (Argentina, 2005); Concursalia Internacional (Barcelona, 2008) y finalista del premio Merche Lanza (Santander, 2007).
Publicaciones:
Piel abierta al azar (Argentina, 2005), Casi me mata la vida (España, 2008) y El tiempo alzado publicado póstumamente por la editorial Torremozas (2009).
Falleció en Zaragoza, en octubre de 2008.
Deja un comentario