15 Poemas de Julio Cortázar

Nocturno

Tengo esta noche las manos negras, el corazón sudado

como después de luchar hasta el olvido con los ciempiés del humo.

Todo ha quedado allá, las botellas, el barco,

no sé si me querían, y si esperaban verme.

En el diario tirado sobre la cama dice encuentros diplomáticos,

una sangría exploratoria lo batió alegremente en cuatro sets.

Un bosque altísimo rodea esta casa en el centro de la ciudad,

yo sé, siento que un ciego está muriéndose en las cercanías.

Mi mujer sube y baja una pequeña escalera

como un capitán de navío que desconfía de las estrellas.

Hay una taza de leche, papeles, las once de la noche.

Afuera parece como si multitudes de caballos se acercaran

a la ventana que tengo a mi espalda.

A un dios desconocido

Quienquiera seas
no vengas ya.
Los dientes del tigre se han mezclado a la semilla,

llueve un fuego continuo sobre los cascos protectores,

ya no se sabe cuándo acabarán las muecas,
el desgaste de un tiempo hecho pedazos.

Obedeciéndote hemos caído.

-La torre subía enhiesta, las mujeres
llevaban cascabeles en las piernas, se gustaba
un vino fuerte, perfumado. Nuevas rutas
se abrían como muslos a la alegre codicia,
a las carenas insaciables. ¡Gloria!
La torre desafiaba las medidas prudentes,
tal una fiesta de estrategos
era su propia guirnalda.
El oro, el tiempo, los destinos,
el pensar, la violenta caricia, los tratados,
las agonías, las carreras, los tributos,
rodaban como dados, con sus puntos de fuego.

Quienquiera seas, no vengas ya.
La crónica es la fábula para estos ojos tímidos
de cristales focales y bifocales, polaroid, antihalo
para estas manos con escamas de cold-cream.
Obedeciéndote hemos caído.

-Los profesores obstinados hacen gestos de rata,
vomitan Gorgias, patesís, anfictionías y Duns Scoto,
concilios, cánones, jeringas, skaldas, trébedes,
qué descansada vida, los derechos del hombre, Ossian,

Raimundo Lulio, Pico, Farinata, Mio Cid, el peine

para que Melisendra peine sus cabellos.
Es así: preservar los legados, adorarte en tus obras,
eternizarte, a ti el relámpago.
Hacer de tu viviente rabia un apotegma,
codificar tu libre carcajada.
Quienquiera seas
no vengas ya.

-La ficción cara de harina, cómo se cuelga de su mono
el reloj que puntual nos saca de la cama.
Venga usted a las dos, venga a las cuatro,
desgraciadamente tenemos tantos compromisos.
¿Quién mató a Cock Robin? Por no usar
los antisudorales, sí señora.

Por lo demás la bomba H, el peine con música,

los detergentes, el violín eléctrico,
alivian el pasaje de la hora. No es tan mala
la sala de la espera: tapizada.

– ¿Consuelos, joven antropólogo? Surtidos:

usted los ve, los prueba y se los lleva.
La torre subía enhiesta,
pero aquí hay Dramamina.

Quienquiera seas

no vengas ya.
Te escupiríamos, basura, fabricado
a nuestra imagen
de nilón y de orlón, Yahvé, Dios mío.

El interrogador

No pregunto por las glorias ni las nieves,
quiero saber dónde se van juntando
las golondrinas muertas,
adónde van las cajas de fósforos usadas.
Por grande que sea el mundo
hay los recortes de uñas, las pelusas,
los sobres fatigados, las pestañas que caen.
¿Adonde van las nieblas, la borra del café,
los almanaques de otro tiempo?
Pregunto por la nada que nos mueve;
en esos cementerios conjeturo que crece
poco a poco el miedo,
y que allí empolla el Roc.

La patria

Esta tierra sobre los ojos,
este paño pegajoso, negro de estrellas impasibles,
esta noche continua, esta distancia.
Te quiero, país tirado más abajo del mar, pez panza arriba,
pobre sombra de país, lleno de vientos,
de monumentos y espamentos,
de orgullo sin objeto, sujeto para asaltos,
escupido curdela inofensivo puteando y sacudiendo banderitas,
repartiendo escarapelas en la lluvia, salpicando
de babas y estupor canchas de fútbol y ringsides.

Pobres negros

Te estás quemando a fuego lento, y dónde el fuego,
dónde el que come los asados y te tira los huesos.
Malandras, cajetillas, señores y cafishos,
diputados, tilingas de apellido compuesto,
gordas tejiendo en los zaguanes, maestras normales, curas, escribanos,
centroforwards, livianos, Fangio solo, tenientes primeros,
coroneles, generales, marinos, sanidad, carnavales, obispos,
bagualas, chamamés, malambos, mambos, tangos,
secretarías, subsecretarías, jefes, contrajefes, truco,
contraflor al resto. Y qué carajo,
si la casita era su sueño, si lo mataron en
pelea, si usted lo ve, lo prueba y se lo lleva.

Liquidación forzosa, se remata hasta lo último.

Te quiero, país tirado a la vereda, caja de fósforos vacía,
te quiero, tacho de basura que se llevan sobre una cureña
envuelto en la bandera que nos legó Belgrano,
mientras las viejas lloran en el velorio, y anda el mate
con su verde consuelo, lotería del pobre,
y en cada piso hay alguien que nació haciendo discursos
para algún otro que nació para escucharlos y pelarse las manos.
Pobres negros que juntan las ganas de ser blancos,
pobres blancos que viven un carnaval de negros,
qué quiniela, hermanito, en Boedo, en la Boca,
en Palermo y Barracas, en los puentes, afuera,
en los ranchos que paran la mugre de la pampa,
en las casas blanqueadas del silencio del norte,
en las chapas de zinc donde el frío se frota,
en la Plaza de Mayo donde ronda la muerte trajeada de Mentira.
Te quiero, país desnudo que sueña con un smoking,
vicecampeón del mundo en cualquier cosa, en lo que salga,
tercera posición, energía nuclear, justicialismo, vacas,
tango, coraje, puños, viveza y elegancia.
Tan triste en lo más hondo del grito, tan golpeado
en lo mejor de la garufa, tan garifo a la hora de la autopsia.
Pero te quiero, país de barro, y otros te quieren, y algo
saldrá de este sentir. Hoy es distancia, fuga,
no te metás, qué vachaché, dale que va, paciencia.
La tierra entre los dedos, la basura en los ojos,
ser argentino es estar triste,
ser argentino es estar lejos.
Y no decir: mañana,
porque ya basta con ser flojo ahora.
Tapándome la cara
(el poncho te lo dejo, folklorista infeliz)
me acuerdo de una estrella en pleno campo,
me acuerdo de un amanecer de puna,
de Tilcara de tarde, de Paraná fragante,
de Tupungato arisca, de un vuelo de flamencos
quemando un horizonte de bañados.
Te quiero, país, pañuelo sucio, con tus calles
cubiertas de carteles peronistas, te quiero
sin esperanza y sin perdón, sin vuelta y sin derecho,
nada más que de lejos y amargado y de noche.

Encargo

No me des tregua, no me perdones nunca.

Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que vuelves.

¡No me dejes dormir, no me des paz!

Entonces ganaré mi reino,

naceré lentamente.

No me pierdas como una música fácil, no seas caricia ni guante;

tállame como un sílex, desespérame.

Guarda tu amor humano, tu sonrisa, tu pelo. Dalos.

Ven a mí con tu cólera seca de fósforo y escamas.

Grita. Vomítame arena en la boca, rómpeme las fauces.

No me importa ignorarte en pleno día,

saber que juegas cara al sol y al hombre.

.

Yo te pido la cruel ceremonia del tajo,

Lo que nadie te pide: las espinas

Hasta el hueso. Arráncame esta cara infame,

oblígame a gritar al fin mi verdadero nombre.

Salvo el crepúsculo, 2005

Para leer en forma interrogativa

Has visto
verdaderamente has visto
la nieve los astros los pasos afelpados de la brisa
Has tocado
de verdad has tocado
el plato el pan la cara de esa mujer que tanto amás
Has vivido
como un golpe en la frente
el instante el jadeo la caída la fuga
Has sabido
con cada poro de la piel sabido
que tus ojos tus manos tu sexo tu blando corazón
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.

Julio Cortázar y Cristina Peri Rossi

Cinco últimos poemas para Cris

1.

Ahora escribo pájaros.

No los veo venir, no los elijo,

de golpe están ahí, son esto,

una bandada de palabras

posándose

una

a

una

en los alambres de la página,

chirriando, picoteando, lluvia de alas

y yo sin pan que darles, solamente

dejándolos venir. Tal vez

sea eso un árbol

o tal vez

el amor.

2.

Anoche te soñé

sacerdotisa de Sekhmet, la diosa leontocéfala.

Ella desnuda en pórfido,

tú tersa piel desnuda.

¿Qué ofrenda le tendías a la deidad salvaje

que miraba a través de tu mirada

un horizonte eterno e implacable?

La taza de tus manos contenía

la libación secreta, lágrimas

o tu sangre menstrual, o tu saliva.

En todo caso no era semen

y mi sueño sabía

que la ofrenda sería rechazada

con un lento rugido desdeñoso

tal como desde siempre lo habías esperado.

Después, quizá, ya no lo sé,

las garras en tus senos, colmándote.

3.

Nunca sabré por qué tu lengua entró en mi boca

cuando nos despedimos en tu hotel

después de un amistoso recorrer la ciudad

y un ajuste preciso de distancias.

Creí por un momento que me dabas

una cita futura,

que abrías una tierra de nadie, un interregno

donde alcanzar tu minucioso musgo.

Circundada de amigas me besaste,

yo la excepción, el monstruo,

y tú la transgresora murmurante.

Vaya a saber a quién besabas,

de quién te despedías.

Fui el vicario feliz de un solo instante,

el que a veces encuentra en su saliva

un breve gusto a madreselva

bajo cielos australes.

4.

Quisiera ser Tiresias esta noche

y en una lenta espera boca abajo

recibirte y gemir bajo tus látigos

y tus tibias medusas.

Sabiendo que es la hora

de la metamorfosis recurrente,

y que al bajar al vórtice de espumas

te abrirías llorando,

dulcemente empalada.

Para volver después

a tu imperioso reino de falanges,

al cerco de tu piel, tus pulpos húmedos,

hasta arrastrarnos juntos y alcanzar abrazados

las arenas del sueño.

Pero no soy Tiresias,

tan sólo el unicornio

que busca el agua de tus manos

y encuentra entre los belfos

un puñado de sal.

5.

No te voy a cansar con más poemas.

Digamos que te dije

nubes, tijeras, barriletes, lápices,

y acaso alguna vez

te sonreíste.

Le Dôme

Montparnasse

A la sospecha de imperfección universal contribuye
este torpe recuerdo que me legas, una cara entre espejos y platillos sucios.
A la certidumbre de que el sol está envenenado,
de que en cada grano de trigo se agita el arma de la ruina
aboga la torpeza de nuestra última hora
que debió transcurrir en claro, en un silencio
donde lo que quedaba por decir se dijera sin menguas.
Pero no fue así, y nos separamos
verdaderamente como lo merecíamos, en un café mugriento,
rodeados de larvas y colillas,
mezclando pobres besos con la resaca de la noche.

Julio Cortázar en la tumba de Oscar Wilde en 1951. Cementerio de Père Lachaise, París.

El encubridor

Ese que sale de su país porque tiene miedo,
no sabe de qué, miedo del queso con ratón,
de la cuerda entre los locos, de la espuma en la sopa.
Entonces quiere cambiarse como una figurita,
el pelo que antes se alambraba con gomina y espejo
lo suelta en jopo, se abre la camisa, muda
de costumbres, de vinos y de idioma.
Se da cuenta, infeliz, que va tirando mejor, y duerme
a pata ancha. Hasta de estilo cambia, y tiene amigos
que no saben su historia provinciana, ridícula y casera.

A ratos se pregunta cómo pudo escapar todo ese tiempo
para salirse del río sin orillas, de los cuellos garrote,
de los domingos, lunes, martes, miércoles y jueves.
A fojas uno, sí, pero cuidado:
un mismo espejo es todos los espejos,
y el pasaporte dice que naciste y que eres
y cutis color blanco, nariz de dorso recto,
Buenos Aires, septiembre.

Aparte que no olvida, porque es arte de pocos,
lo que quiso, esa sopa de estrellas y de letras
que infatigable comerá
en numerosas mesas de variados hoteles,
la misma sopa, pobre tipo,
hasta que el pescadito intercostal se plante y diga basta.


A un general

Región de manos sucias de pinceles sin pelo
de niños boca abajo de cepillos de dientes

Zona donde la rata se ennoblece
y hay banderas innúmeras y cantan himnos
y alguien te prende, hijo de puta,
una medalla sobre el pecho

Y te pudres lo mismo

Una idea

Una idea incandescente se me vino esta mañana
una antorcha que flameaba en lo alto de mi mente
pero sola y sin refuerzos talvez pierda la batalla
ya librada de hace tiempo por tu brillo y un cobarde

un cobarde que vacila entre el olvido y tras la nada
que vacila tras tus pasos y tu melódica mirada
que se pierde encandilado tras el grito de tus ojos
que se aturde enceguecido tras el brillo de tu nombre

que se esconde tras las letras de algún otro nombre
y aún así no se atreve a gritar de quien se esconde
que hace frente tan valiente a enredadas tempestades
y se escapa como un niño al descubrirse a tu lado

que amanece al medio día y se duerme al despedirte
que susurra tan potente y que grita tan despacio
que camina tan de prisa y con los ojos bien cerrados
sin valor por la cornisa que conduce a tu palacio

Una idea de coraje se me vino esta mañana
de sentarnos frente a frente y quitarme el camuflaje
de soplar mis emociones y transformarlas en palabras
en palabras que te expliquen como cae el agua helada

Una idea tan sublime como tantas que me diste
tan tardía y predecible como tantas he tenido
pero sola y sin refuerzos de valor y otros aliados
ha perdido la batalla
ya es de noche
ya te fuiste.

Esta ternura

Esta ternura y estas manos libres,
¿a quién darlas bajo el viento ? Tanto arroz
para la zorra, y en medio del llamado
la ansiedad de esa puerta abierta para nadie.
Hicimos pan tan blanco
para bocas ya muertas que aceptaban
solamente una luna de colmillo, el té
frío de la vela la alba.
Tocamos instrumentos para la ciega cólera
de sombras y sombreros olvidados. Nos quedamos
con los presentes ordenados en una mesa inútil,
y fue preciso beber la sidra caliente
en la vergüenza de la medianoche.
Entonces, ¿nadie quiere esto,
nadie?

Ché

Yo tuve un hermano, no nos vimos nunca

pero no importaba. Yo tuve un hermano

que iba por los montes

mientras yo dormía

Lo quise a mi modo,

le tomé su voz

libre como el agua

caminé de a ratos

cerca de su sombra.

No nos vimos nunca

– pero no importaba,

mi hermano despierto

mientras yo dormía-

mi hermano mostrándome

detrás de la noche

su estrella elegida.

Este poema formó parte originalmente de una carta que Cortázar les envió al escritor cubano Roberto Fernández Retamar y la escritora Adelaida De Juan, el 29 de octubre de 1967 desde París, horas después de divulgarse al mundo la noticia sobre la muerte del guerrillero cubano-argentino. Entonces escribió Cortázar esta misiva:?

 

Antes, después…

Como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
el perfume dibuja el jazmín
el amante precede al amor
como la caricia a la mano
el amor sobrevive al amante
pero inevitablemente
aunque no haya huella ni presagio

aunque no haya huella ni presagio
como la caricia a la mano
el perfume dibuja el jazmín
el amante precede el amor
pero inevitablemente
el amor sobrevive al amante
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna

como la caricia a la mano
aunque no haya huella ni presagio
el amante precede al amor
el perfume dibuja el jazmín
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
el amor sobrevive al amante
pero inevitablemente…

Happy New Year

Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Asì la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.

Rayuela (Capítulo 7)

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca,

voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera,

y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar,

hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara,

una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara,

y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope,

nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí,

se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente,

mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes,

jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio.

Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces,

de movimientos vivos, de fragancia oscura.

Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento,

esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.

Julio Florencio Cortázar (Ixelles, Bruselas, Bélgica, 26 de agosto de 1914-París, Francia, 12 de febrero de 1984). Escritor, Poeta, traductor y profesor. Es reconocido como  uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general, y creador de importantes novelas, sobre todo Rayuela, que inauguraron una nueva forma de hacer literatura en el mundo hispano.

Hijo de padres argentinos, María Herminia Descotte y Julio José Cortázar. Su padre era funcionario y fue destinado a la Embajada de Argentina en Bélgica, país donde nace Julio.

Hacia fines de la Primera Guerra Mundial, los Cortázar lograron pasar a Suiza gracias a la condición alemana de la abuela materna de Julio, y de allí, poco tiempo más tarde, a Barcelona, donde vivieron un año y medio. En 1918, Cortázar contaba con cuatro años cuando él y su familia volvieron a la Argentina. Pasó el resto de su infancia en Banfield, al sur de Buenos Aires. Cuando el pequeño Cortázar contaba con seis años, su padre abandonó a la familia, dejando a su madre en una grandes dificultades económicas para criar a sus dos hijos, ( julio y su hermana mayor) y ya no volvieron nunca a tener contacto con él.

Julio fue un niño enfermizo y pasó mucho tiempo en cama, lo que le abrió al universo de los libros. A los nueve años ya había leído a Julio Verne, Victor Hugo y Edgar Allan Poe  y a los nueve o diez años ya había escrito una pequeña novela e incluso algunos cuentos y sonetos.

Obtiene el título de maestro en 1932 y posteriormente  profesor en Letras en 1935.

En 1935 comienza la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires, da clases y publica estudios de crítica literaria. De esta época es conocida su colección de sonetos Presencia (1938), que publica bajo el seudónimo de Julio Denis. Se identifica con el Surrealismo a través del estudio de autores franceses.

Entre 1939 y 1944 Cortázar vivió en Chivilcoy, en cuya Escuela Normal daba clases como profesor de literatura y era asiduo concurrente a las reuniones de amigos que se hacían en el local de fotografía de Ignacio Tankel. A propuesta de este, realizó su primera y única participación en un texto cinematográfico, donde colaboró en el guion de la película La sombra del pasado, que se filmó en esa ciudad entre agosto y diciembre de 1946. 

En 1944, se mudó a la ciudad de Mendoza, en cuya Universidad Nacional de Cuyo impartió cursos de literatura francesa.

En 1946, cuando Juan Domingo Perón ganó las elecciones presidenciales, presentó su renuncia. Decide abandonar su puesto de profesor en la universidad, y comienza la publicación de artículos y relatos en revistas literarias.

Reunió un primer volumen de cuentos —publicado póstumamente— titulado: La otra orilla. Regresó a Buenos Aires, donde comenzó a trabajar en la Cámara Argentina del Libro y ese mismo año publicó el cuento «Casa tomada» en la revista Los Anales de Buenos Aires, dirigida por Jorge Luis Borges, así como también un trabajo sobre el poeta inglés John Keats, «La urna griega en la poesía de John Keats» en la Revista de Estudios Clásicos de la Universidad de Cuyo. En 1947, colaboró en varias revistas, entre ellas, Realidad. Publicó un importante trabajo teórico, Teoría del túnel, y en Los Anales de Buenos Aires, donde aparece su cuento «Bestiario».

En 1948 obtuvo el título de traductor público de inglés y francés, tras cursar en apenas nueve meses estudios que normalmente llevan tres años.

En 1951, publicó Bestiario, una colección de ocho relatos que le valieron cierto reconocimiento en el ambiente local. Poco después, disconforme con el gobierno de Juan Domingo Perón, decidió trasladarse a París, ciudad donde trabaja como traductor de la UNESCO y donde, salvo esporádicos viajes por Europa y América Latina, residirá el resto de su vida.

En 1953, se casó con Aurora Bernárdez,?la gran traductora argentina,–(de maestros como Jean Paul Sartre, Albert Camus y Gustave Flaubert, en francés; Paul Bowles o Lawrence Durrel, en inglés; o Italo Calvino, en italiano, ) con quien vivió en París con cierta estrechez económica hasta que aceptó la oferta de traducir la obra completa, en prosa, de Edgar Allan Poe para la Universidad de Puerto Rico. Dicho trabajo sería considerado luego por los críticos como la mejor traducción de la obra del escritor estadounidense. Con su esposa vivió en Italia durante el año que duró el trabajo, luego viajaron a Buenos Aires en barco y Cortázar pasó la mayor parte del trayecto escribiendo en su máquina portátil una nueva novela.

Aurora Bernárdez y julio Cortázar

 En 1962 publicó Historia de Cronopios y de fama. En esta obra, escrita un año antes que ‘Rayuela’ el escritor recopila sesenta y cuatro textos cortos repletos de sarcasmo, ironía y surrealismo.

A pesar de haber realizado distintas publicaciones durante todos estos años, no se hace famoso hasta la publicación de Rayuela (1963), su obra maestra, una obra a la que el mismo escritor se refería como ‘contranovela’ que refunda el género al convertirse en una de las novelas centrales del conocido como ‘boom’ de las letras latinoamericanas.

En 1967, rompió su vínculo con Aurora y se unió a la  escritora, editora y periodista lituana Ugné Karvelis  quien?fue decisiva en la politización del pensamiento, los escritos y las actividades públicas del escritor. Karvelis ayudó a su país a ingresar en la UNESCO. En 1993 fue designada Embajadora Permanente de Lituania en la UNESCO.

Cortázar destaca por sus misceláneas o del género “almanaque”, donde mezcla narrativa, crónica, poesía y ensayo, como por ejemplo en La vuelta al día en ochenta mundos (1967) y 62, modelo para armar (1968).

El viaje que realiza a Cuba en los sesenta, le marca tanto que comienza su andadura política. Apoya a líderes políticos como Fidel Castro, Salvador Allende o Carlos Fonseca Amador. Forma parte del Tribunal Internacional Russell, que estudiaba las violaciones de Derechos Humanos en Hispanoamérica. En su Libro de Manuel (1973), queda reflejado su compromiso político y es conocido como la gran novela política de Julio Cortázar.

En 1976, viajó a Costa Rica en donde se encontró con Sergio Ramírez Ernesto Cardenal, emprendiendo un viaje clandestino hacia la localidad de Solentiname en Nicaragua. Este viaje marcó su vida para siempre y fue el comienzo de una serie de visitas a ese país. Después del triunfo de la revolución sandinista, visitó reiteradas ocasiones Nicaragua y siguió de cerca el proceso y la realidad tanto nicaragüense como latinoamericana. Estas experiencias dieron como resultado una serie de textos que serían recopilados en el libro Nicaragua, tan violentamente dulce.

En los años siguientes se destacan los poemas Pameos y meopas (1971), los relatos de Octaedro (1974) y Queremos tanto a Glenda (1980) o Un tal Lucas (1979) y Los autonautas de la cosmopista (1983). Éste último fue escrito en colaboración con su tercera pareja y segunda esposa, la escritora y activista estadounidense Carol Dunlop, que narra el trayecto de la pareja por la autopista París-Marsella. Julio Cortázar y Carol Dunlop se?habían conocido en Canadá, en una conferencia con escritores en Montreal en 1977. Cortázar tenía 63 años cuando se enamoró de la “Osita”, como la llamaba. Al poco tiempo, ambos vivían juntos en París.

Cortázar y Carol Dunlop Fotografía incluida en el libro ‘Los autonautas de la cosmopista’ © Fondo Aurora Bernárdez, CGAI.

En agosto de 1981, cuando Julio vivía en el sur de Francia, sufrió una hemorragia gástrica –debido al exceso de fármacos- que lo llevaría a la hospitalización. Su estado era de suma gravedad y se salvó de morir gracias a una transfusión de varios litros de sangre. Escapó de morir de milagro. 

Poco después, el presidente François Mitterrand le otorgó la nacionalidad francesa. Dos años más tarde, en 1983, tras la vuelta a la democracia en Argentina, Cortázar hizo un último viaje a su patria.

Carol Dunlop falleció el 2 de noviembre de 1982, con tan solo 36 años, sumiendo a Cortázar en una profunda depresión. Carol Dunlop se iba dejando huérfano a su pequeño Stéphane Hébert, fruto de su primer matrimonio con François Hebert –escritor también-. 

En una carta enviada a Silvia Monrós-Stojakovic,  quien era su traductora al serbocroata, Cortázar escribe 😕

Lo que no supo Cortázar es que Carol había escrito anteriormente en una carta a Silvia Monrós-Stojakovic las siguientes palabras :

A Carol , que cuidaba de que Cortázar no supiera de la proximidad de la muerte, como una irónica carambola del destino, le sorprendió la muerte, pero la suya…

Tras la muerte de Carol, la primera esposa?de Julio, Aurora Bernárdez le acompañó nuevamente, esta vez durante su enfermedad, antes de convertirse en la única heredera de su obra publicada y de sus textos.

En 1984, recibe el Premio Konex de Honor en Argentina.

El 12 de febrero de 1984, Cortázar falleció. Dos días después, fue enterrado en el cementerio de Montparnasse, en la tumba donde yacía Carol Dunlop.

Poco antes de fallecer, publica su libro de poemas Salvo el crepúsculo (1984) y los artículos Argentina, años de alambradas culturales (1984).

En el libro Julio Cortázar y Cris (2014) la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi, que fue amiga de Cortázar y de Dunlop, afirma que ambos murieron de sida. Según Peri Rossi, Dunlop se contagió de Cortázar, que había contraído la enfermedad por una transfusión de sangre que se le había realizado unos años antes en el sur de Francia.

(4) En una entrevista concedida a Clarín, la escritora narró lo siguiente :

¿Al principio los allegados a Julio pensaron que podía padecer de cáncer?, preguntó Clarín.

¿Se la describía de alguna manera?, inquiere el periodista.


10 años después del fallecimiento de Cortázar, en abril de 1993, Aurora Bernárdez donó a la Fundación Juan March de Madrid la biblioteca personal del autor; más de cuatro mil libros, de los cuales más de quinientos están dedicados al escritor por sus respectivos autores, y la mayoría con numerosas anotaciones de Cortázar.

En 1996, se publica póstumamente su ensayo Imagen de John Keats y en el 2009 aparece Papeles inesperados, una obra miscelánea encontrada por Aurora Bernárdez.

Aurora residió el resto de sus días en el mismo apartamento?que habían comprado juntos antes de separarse en 1968. Falleció el 8 de noviembre 2014, a los 94 años de edad.


Cortázar fue amigo de numerosos escritores, lo que quedó plasmado en los más de quinientos libros dedicados de su biblioteca personal al momento de su muerte. Junto a su esposa Aurora Bernárdez mantuvo una estrecha relación con la poeta Alejandra Pizarnik, a quien trataban como hermanos mayores. Otra amistad, mezclada con amor, pasión y respeto y admiración profesional fue la que mantuvo durante los últimos años de su vida con la entonces joven escritora Cristina Peri Rossi  (1) a quien dedicó quince poemas.

(2) Pizarnik dijo sobre Cortázar :

Humor y poesía en un libro de Julio Cortázar: Historias de cronopios y de famas (fragmentos)
Alejandra Pizarnik; Prosa Completa, Lumen, Buenos Aires, 2003

(2) La escritora Premio Cervantes Cristina Peri Rossi habla de Cortazar :

Era un hombre triste y lúdico (fragmentos), reportaje a Peri Rossi, por Silvina Friera
Publicado en diario Página/12, Buenos Aires, 12 de Febrero de 2004

Julio Cortázar y Cristina Peri Rossi

(2) Otro de sus buenos amigos, el escritor Juan Rulfo, escribió :

Por eso queremos tanto a Julio

Juan Rulfo y Julio Cortázar

(3) El Nobel?Gabriel García Márquez compartió este testimonio :

Gabriel García Márquez
Ciudad de México, 12 de febrero de 1994 

García Márquez?y Julio Cortázar

(2) El premio Nobel José Saramago comentó :

Saramago lo relaciona con Kafka (fragmentos)
Publicado en Mural, México, 14 de Febrero de 2004

El?escritor Premio Cervantes, Juan Gelman escribió :

Juan Gelman

Borges o el valor (fragmento), por Juan Gelman
Extraído de Antiborges, compilación y comentarios de Martín Lafforgue;
Buenos Aires, Javier Vergara Editor, 1999
Publicado originalmente en Página/12, Buenos Aires, 1993

Enlaces de interés :

https://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Cort%C3%A1zar

https://www.rtve.es/television/20220826/julio-cortazar-hechizo-escribir/2040573.shtml

(1) https://www.clarin.com/cultura/cristina-peri-rossi-amor-imposible-julio-cortazar_0_q57bWVU1V.html

(2) https://www.geocities.ws/juliocortazar_arg/dossier2.htm

(3) https://calledelorco.com/2012/06/02/retrato-de-julio-cortazar-gabriel-garcia-marquez/

(4) https://www.clarin.com/sociedad/julio-cortazar-contrajo-transfusion-contagio_0_Bk7PdokjDXx.html

https://clavoardiendo-magazine.com/columnas-series/la-maleta/la-aventura-cosmopistica-dunlop-cortazar

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