La tierra natal
No la llevamos en oscuros amuletos,
ni escribimos arrebatados suspiros sobre ella,
no perturba nuestro amargo sueño,
ni nos parece el paraíso prometido.
En nuestra alma no la convertimos,
en objeto que se compra o que se vende.
Por ella, enfermos, indigentes, errantes
ni siquiera la recordamos.
Sí, para nosotros es tierra en los zapatos.
Sí, para nosotros es piedra entre los dientes.
Y molemos, arrancamos, aplastamos
esta tierra que con nada se mezcla.
Pero en ella yacemos y somos ella,
y por eso dichosos la llamamos nuestra.
Coraje
Sabemos qué está ahora sobre la balanza
Y qué está sucediendo.
La hora del coraje ha sonado
Y coraje no nos faltará.
No nos asusta caer bajo las balas,
No será amargo quedarnos sin techo.
Tu voz guardaremos, Rusia,
El gran verbo ruso,
Libre y puro lo entregaremos
A nuestros nietos, y a salvo del cautiverio.
¡Para siempre!
En lugar de un prólogo
En los terribles años del terror de Yezhov hice cola durante siete meses delante de las cárceles de Leningrado. Una vez alguien me “reconoció”. Entonces una mujer que estaba detrás de mí, con los labios azulados, que naturalmente nunca había oído mi nombre, despertó del entumecimiento que era habitual en todas nosotras y me susurró al oído (allí hablábamos todas en voz baja):
-¿Y usted puede describir esto?
Y yo dije:
-Puedo.
Entonces algo como una sonrisa resbaló en aquello que una vez había sido su rostro.
La musa
Cuando en la noche oscura espero su llegada,
Se me antoja que todo pende de un hilo.
¿Qué valen los honores, la libertad incluso,
cuando ella acude presta y toca el caramillo?
Mira, ¡ahí viene! Ella se echa a un lado el velo
Y se me queda mirando larga y fijamente. Yo digo:
«¿Has sido tú la que le dictó a Dante las páginas sobre el infierno?»
Y ella responde: «Yo soy aquella.»
Cinque
I
Como en el perfil de una nube
recuerdo tus palabras
y por las palabras que yo te dije
la noche se hizo más clara que el día.
Arrancados de la tierra
nos elevamos cómo estrellas.
No hubo desesperanza ni vergüenza
ni ahora,ni después,ni entonces.
(Cinque,1945)
Cuando escuches el trueno
Cuando escuches el trueno me recordarás
y tal vez pienses que amaba la tormenta…
El rayado del cielo se verá fuertemente carmesí
y el corazón, como entonces, estará en el fuego.
Esto sucederá un día en Moscú
cuando abandone la ciudad para siempre
y me precipite hacia el puerto deseado
dejando entre ustedes apenas mi sombra.
Dedicatoria
Las montañas se doblan ante tamaña pena
y el gigantesco río queda inerte.
Pero fuertes cerrojos tiene la condena,
detrás de ellos sólo “mazmorras de la trena”
y una melancolía que es la muerte.
Para quién sopla la brisa ligera,
para quién es el deleite del ocaso –
Nosotras no sabemos, las mismas por doquiera,
sólo oímos el odioso chirriar de llaves carceleras
y del soldado el pesado paso.
Nos levantamos como para la misa de madrugada,
caminábamos por la ciudad incierta,
para encontrar una a la otra, muerta, inanimada,
bajo el sol o la niebla del Neva más cerrada,
mas la esperanza a lo lejos canta cierta…
La sentencia… y las lágrimas brotan de repente,
ya de todo separada,
como arrancan la vida al corazón, dolorosamente,
como si hacia atrás la derribaran brutalmente,
pero marcha… vacila… aislada…
¿Dónde están ahora aquellas compañeras del azar,
de mis años de infierno desnudo?
¿En la borrasca siberiana cuál es su soñar,
qué imaginan en el círculo lunar?
A vosotras os envío mi adiós y mi saludo
Soneto de estío
Más que yo vivirá lo que aquí vive,
Hasta los nidos de los estorninos,
Y este aire migratorio que cruzó,
Aire primaveral, la mar en vuelo.
La voz eternidad de allá nos llama,
Del más allá con su invencible fuerza,
Y por encima del cerezo en flor,
La luz lunar menguando se derrama.
Parece que blanquea sin estorbo,
A través de las verdes espesuras,
La senda que no digo adónde lleva…
Allí hay más claridad entre los troncos
Y todo se asemeja a la arboleda
Que circunda el estanque en Tsárkoie Seló.
(Traducción de María Teresa León)
Hay en la intimidad un limite sagrado…
Hay en la intimidad un límite sagrado
Que trasponer no puede aun la pasión más loca
Siquiera si el amor el corazón desgarra
Y en medio del silencio se funden nuestras bocas.
La amistad nada puede, nada pueden los años
De vuelos elevados, de llameante dicha,
Cuando es el alma libre y no la vence
La dulce languidez del goce y la lascivia.
Pretenden alcanzarlo mentes enajenadas,
Y a quienes lo trasponen los colma la tristeza.
¿Comprendes tú ahora por qué mi corazón
No late a ritmo debajo de tu diestra?
Cabaret artistique
Acá estamos, borrachos y putas,
¡qué incomodo estar tan cerca!
En las paredes las flores y los pájaros
se consumen bajo las nubes.
Fumás tu pipa negra,
es extraño el humito sobe ella.
Me puse una falda estrecha
para parecer más esbelta.
Cerraron las ventanillas, para siempre.
¿Qué hay allá, escarcha o tormenta?
Idénticos a los de una gata cautelosa
son tus ojos.
¡Mi corazón extraña demasiado!
¿Acaso espero la hora de la muerte?
Y esa que está bailando,
irá directo al infierno.
De: “El rosario”
No soy de esos que abandonaron la tierra
No soy de esos que abandonaron la tierra
a merced de los enemigos.
Sus halagos me dejan fría,
mis canciones no son para que las alaben ellos.
Pero me dan lástima los exilados.
Como el de un desertor, como el de un muerto a medias,
oscuro es tu camino, vagabundo;
la amargura infecta tu pan extranjero.
Pero aquí, en la penumbra de la conflagración,
cuando apenas queda un amigo por conocer,
nosotros los sobrevivientes no desistimos
ante nada, ante un solo golpe.
De seguro el cómputo se hará
después de que pase esta nube,
somos gente sin lágrimas,
más rectos que ustedes… más orgullosos.
Epilogo
1
Ahora sé cómo se desvanecen los rostros,
cómo bajo los párpados anida el terror,
cómo el dolor traza en las mejillas
rudas páginas cuneiformes,
cómo unos rizos cenicientos y negros
se tornan plateados de repente,
la sonrisa se marchita en los labios dóciles
y en una risa seca tiembla el pavor.
y no sólo por mí rezo,
sino por quienes permanecieron allí conmigo,
en el frío feroz y en el infierno de Julio (1),
bajo el muro rojo y ciego
2
De nuevo se acercó la hora del recuerdo (2).
Os veo, os oigo, os siento.
A aquella a la que a duras penas empujaron hacia la ventana,
a quien sus pies no pisan su tierra natal,
a la que agitando su bella cabeza
dijo “Vengo aquí, como si fuera a casa”.
Quisiera llamar a todas por su nombre,
pero confiscaron la lista y no se puede encontrar.
Para ellas he tejido un vasto sudario
con las pobres palabras que les oí.
De ellas me acuerdo siempre, en todas partes
no las olvidaré en una nueva desgracia
y si amordazaran mi atormentada garganta,
por la que gritan cien millones de voces,
que ellas también rueguen por mí
en la víspera del aniversario de mi muerte
y si alguna vez en este país
deciden erigirme un monumento
doy mi acuerdo a ese honor
sólo a condición de que no lo erijan
junto al mar, donde nací.
Se rompieron mis últimos lazos con él.
Ni en el parque de los Zares, junto al secreto tronco,
donde una desconsolada sombra me busca
sino aquí, donde permanecí de pie trescientas horas
y donde no me abrieron los cerrojos.
Porque en la plácida muerte
temo olvidar el fragor de los negros furgones,
olvidar cómo chirriaba la odiada puerta
y a la vieja que aullaba como una bestia herida.
Ojalá que de mis pesados párpados de bronce
fluyan las lágrimas como derretida nieve
y que la paloma de la prisión arrulle a lo lejos
y que silenciosamente naveguen los barcos por el Neva.
Marzo 1940 Casa de Fontanka
De : Rekiem.(Mûnich en 1963).Edición bilingüe de Jesús García Gabaldón. Ediciones Cátedra Madrid – España 1994
(1) en el infierno de Julio. Ajmátova se refiere a julio de 1938, la época de mayor terror, mencionada también en el Poema sin héroe.
(2) la hora del recuerdo. Alusión al servicio religioso que se celebra en el aniversario de la muerte de un miembro de la Iglesia Ortodoxa Rusa
Anna Andréyevna Akhmátova (ruso: Анна Андреевна Ахматова), (23 de junio de 1889, Fontán, cerca de Odesa – 5 de marzo de 1966, cerca de Moscú, Rusia). Poeta. Considerada una de las poetas rusas más grandes de todos los tiempos.
Hija de una familia noble de origen tártaro. Estudió latín, historia y literatura en Kíev y Sant Petersburgo. En 1910 se casó con Nikolai Gumiliev, un poeta muy reconocido y se fueron de luna de miel a París, allí frecuentaron a todos los artistas de la época y en especial al pintor Modigliani quien quedó fascinado por la vibrante inteligencia, personalidad, elegancia y belleza de Anna y la inmortalizó en 16 retratos. Sintieron una gran fascinación mutua ,que llevó a Anna a regresar sola a Paris al año siguiente para vivir su intensa historia de amor con el pintor pero transcurrido un tiempo decidió volver a Rusia.
1912 es un año muy importante para ella ya que nació su único hijo Lev y publicó su primer libro de poemas, “La tarde”, ( se supone que inspirado en su historia de amor con Modigliani) que tuvo una excelente acogida .
En 1913, junto con Gumiliev y el poeta Osip Mandelstam, crearon un grupo literario bajo el nombre de Acmeismo, movimiento dentro de la llamada Edad de Plata de la literatura rusa; los acmeistas rompían con el simbolismo para restablecer el valor semántico de las palabras, su objetivo era recuperar los tonos clásicos y llevar la voz hacia la pregunta y el pensamiento . En 1914 escribirá “El rosario”.
La vida de Anna Akhmátova estuvo llena de sufrimiento; debido a la revolución rusa de 1917 su primer marido el poeta Nikolai Gumillev, aristócrata, rico y convencido zarista fué acusado de conspiración , encarcelado y fusilado en 1921. También su última pareja, Nikolay Punin, fue perseguido y murió en un campo de concentración en 1938. Su hijo, con tan solo 12 años , fue arrestado y deportado a los campos de Siberia y asi vivió durante años, en continuas liberaciones y nuevos arrestos . Se la prohibió escribir, su obra fué prohibida y ella acusada de traición. Por temor a que fusilaran a su hijo quemó toda su documentación personal ; los poemas que escribía eran memorizados por algunos amigos intimos , y posteriormente quemados por ella misma, en un acto bellisimo de rebeldia y supervivencia de su vida y su palabra .
En palabras de su amiga Lydia Chukovskaya nos llega el relato del funcionamiento que se daba entre ellas para burlar los micros de la KGB: « Pushkin no ocupaba ningún lugar en la conversación, era un mero código. En realidad, Anna me ha mostrado ese día su poema Requiem, escrito en un momento en el papel, con el fin de comprobar que lo había retenido ya en mi memoria. En su casa no se atrevía ni a susurrar…Cogía un trozo de papel y un lápiz, y al tiempo pronunciaba en alta voz algunas palabras meramente mundanas: ¿ quieres un té?, trazando a continuación una escritura rápida en un papel tendiéndomelo . Yo leía los versos y, habiéndolos memorizado, le devolvía el papel en silencio. El otoño llega pronto este año pronunciaba Anna Ajmátova en voz alta mientras encendía una cerilla con la que quemaba el papel en el cenicero- un rito fúnebre y bello – .»
Su hijo Lev fué liberado definitivamente en 1956.
Anna sobrevivió a la guerra civil Rusa, a la guerra mundial , la represión, el hambre, la pobreza y a la muerte de todos sus seres queridos, amigos, escritores… en sus propias palabras : ” toda una generación ha pasado a través de mi como a través de una sombra”.
El gran legado de Anna Akhmátova y testimonio de todo lo que le tocó vivir son sus dos obras “Réquiem” (publicado en Mûnich en 1963 ) y “Poema sin Héroe” escritos clandestinamente entre los años 1940 y 1961.
En la poesía de Akhmatova encontramos dos sentimientos predominantes: la soledad y la muerte.
Su voz es la voz de todas las mujeres con las que compartió las colas ante las prisiones, la angustia,el miedo a la muerte de sus seres amados, el terror ,la pobreza…
En sus propias palabras:
No sólo por mí rezo
sino por quienes permanecieron allí conmigo
en el frio feroz y en el infierno de julio
bajo el muro ciego y rojo.
Os oigo,os veo ,os siento.
Para ellas he tejido un basto sudario
con las pobres palabras que les oí.
Por mi garganta gritan cien millones de voces.
(Réquiem)
Anna Akhmátova es un simbolo de la disidencia civil rusa frente a la dictadura .
El poeta ruso Boris Pasternak, premio Nobel de Literatura, dijo de ella
«Anna Akhmátova es la poetisa rusa más grandes de todas las épocas»
Enlaces de interés :
https://www.tesisenred.net/handle/10803/283750#page=28