11 Poemas de Giuseppe Ungaretti

Girovago

In nessuna
parte
di terra
mi posso
accasare
A ogni

nuevo
clima
che incontro
mi trovo
languente
che
una volta
già gli ero statu
assuefatto
E me ne stacco sempre
straniero

Nascendo
tornato da epoche troppo
vissute

Godere un solo
minuto di vita
iniziale

Cerco un paese
inocente

Vagabundo

En ninguna
parte
de la tierra
me puedo
arraigar

A cada
nuevo
clima
que encuentro
descubro
desfalleciente
que
una vez
ya le estuve
habituado

Y me separo siempre
extranjero

Naciendo
tornado de épocas demasiado
vividas

Gozar un solo
minuto de vida
inicial

Busco un
país inocente

La madre

Y cuando el corazón de un último latido
haya hecho caer el muro de sombra,
para conducirme, madre, hasta el Señor,
como una vez me darás la mano.

De rodillas, decidida,
serás una estatua delante del Eterno,
como ya te veía
cuando estabas todavía en la vida.

Alzarás temblorosa los viejos brazos,
como cuando expiraste
diciendo: Dios mío, heme aquí.

Y sólo cuando me haya perdonado
te entrarán deseos de mirarme.

Recordarás haberme esperado tanto
y tendrás en los ojos un rápido suspiro.

Inno alla morte

Amore, mio giovine emblema,
Tornato a dorare la terra,
Diffuso entro il giorno rupestre,
E’ l’ultima volta che miro
(Appie’ del botro, d’irruenti
Acque sontuoso, d’antri
Funesto) la scia di luce
Che pari alla tortora lamentosa
Sull’erba svagata si turba.
Amore, salute lucente,
Mi pesano gli anni venturi.
Abbandonata la mazza fedele,
Scivolero’ nell’acqua buia
Senza rimpianto.
Morte, arido fiume…
Immemore sorella, morte,
L’uguale mi farai del sogno
Baciandomi.
Avro’ il tuo passo,
Andro’ senza lasciare impronta.
Mi darai il cuore immobile
D’un iddio, saro’ innocente,
Non avro’ più pensieri ne’ bonta’.
Colla mente murata,
Cogli occhi caduti in oblio,
Faro’ da guida alla felicità.

De: «Sentimento del tempo» – 1933

Himno a la muerte

Amor, mi joven emblema,
Regresado para dorar la tierra,
Difuso en el día rupestre,
Es la última vez que contemplo
(Al pie del barranco, de impetuosas
aguas suntuoso, de antros
Funesto) la estela de luz
Que como la tórtola quejosa
Sobre la hierba se turba.

Amor, salud luciente,
Me pesan los años futuros.

Abandonado el báculo fiel,
Me deslizaré en el agua oscura
Sin nostalgia.

Muerte, árido río…

Desmemoriada hermana, muerte,
Me harás el igual del sueño
Besándome.

Tendré tu paso.
Andaré sin dejar huella.

Me darás el corazón inmóvil
De un dios, seré inocente,
No tendré pensamientos ni bondad.

Con la mente amurallada,
Los ojos caídos en olvido,
Haré de guía a la felicidad.

De: «Sentimiento del tiempo» – 1933 Traducción de Jorge Aulicino

Nostalgia


Cuando
la noche está por pasar
un poco antes de empezar la primavera
y la gente
comience a transitar

Un sombrío color
de llanto
se espesa sobre París

En la esquina
del puente
contemplo
el inabarcable silencio
de una pobre niña

Nuestras dos
enfermedades
van juntas

Y si arrastradas a otro lugar
allá estaríamos juntos

Locvizza, 28 Septiembre 1916

Condena

Como la áspera piedra del volcán,
como la piedra pulida del torrente,
como la noche sola y desnuda,
alma como honda y con terrores
¿Por qué no te recoge
la mano firme del Señor?

Este alma
que sabe las vanidades del corazón
y sabe pérfidas sus tentaciones,
y del mundo conoce la medida,
y los planes de nuestra mente
considera minucias,
¿por qué no puede soportar
más que arrebatos terrenos?

Tú no me miras ya, Señor…
Y no busco sino olvido
en la ceguedad de la carne.

Versión de Jesús López Pacheco

Despertares

Cada uno de mis momentos
lo he vivido
otra vez
en una época honda
fuera de mí

Estoy lejos con mi memoria
detrás de esas vidas perdidas

Me despierto en un baño
de queridas cosas cotidianas
sorprendido
y dulcificado

Persigo las nubes
que se disuelven suavemente
con los ojos atentos
y me acuerdo
de algún amigo
muerto

¿Qué es Dios?

Y la criatura
aterrada
abre desmesuradamente los ojos
y acoge
gotitas de estrellas
y la llanura muda

Y se siente
revivir

Mariano, 29 de junio de 1916

In memoriam

Se llamaba
Mohammed Sceab

Descendiente
de emires de nómadas
suicida
porque ya no tenía
Patria

Amó a Francia
y cambió de nombre

Fue Marcel
pero no era francés
y ya no sabía
vivir
en la tienda de los suyos
donde se escucha la cantilena
del Corán
saboreando un café

Y no sabía
entonar
el canto
de su abandono

Lo acompañé
junto con la dueña del hotel
donde residíamos
en París
en el número 5 de la rue des Carmes
marchita calleja en bajada

Descansa
en el camposanto de Ivry
suburbio que parece
estar siempre
en el día
de una
destartalada feria

Y quizá sólo yo
sé aún
que vivió

Locvizza, 30 de setiembre de 1916

De  La alegría (1919)

La piedad

I
Soy un hombre herido.
Y yo quisiera irme
y llegar finalmente,
piedad, a donde se escucha
al hombre que está sólo consigo.

No tengo más que soberbia y bondad.

Y me siento exilado en medio de los hombres.

Mas por ellos estoy en pena.

¿No sería digno de volver a mí?

He poblado de nombres el silencio.

¿He hecho pedazos corazón y mente
para caer en servidumbre de palabras?
Reino sobre fantasmas.

Hojas secas,
alma llevada aquí y allá…,

No, odio el viento y su voz
de bestia inmemorable.

Dios, ¿aquéllos que te imploran
no te conocen más que de nombre?

Me has arrojado de la vida:
¿me arrojarás de la muerte?

Quizá el hombre también es indigno de esperanza.

¿Hasta la fuente del remordimiento está seca?

El pecado, qué importa
si ya no conduce a la pureza.

La carne apenas recuerda
que tuvo fuerza una vez.

Loca y gastada está el alma.

Dios mira nuestra debilidad.

Queremos una certeza.

¿Ya ni siquiera te ríes de nosotros?

Compadécenos entonces, crueldad.

No puedo seguir amurallado
en el deseo sin amor .

Muéstranos una huella de justicia.

Tu ley, ¿cuál es?

Fulmina mis pobres emociones,
libérame de la inquietud.
Estoy cansado de gritar sin voz.

II
Carne melancólica
donde una vez pululó la alegría,
ojos entreabiertos del despertar cansado,
¿ves tú, alma demasiado madura,
lo que seré caído en la tierra?

Está en los vivos el camino de los difuntos,

nosotros somos una riada de sombras,

y ellas el grano que explota en el sueño,

de ellas es la lejanía que nos queda
y de ellas la sombra que da peso a los nombres.

La esperanza de una gran sombra
¿sólo es esto nuestra suerte?

¿Y no serías tú más que un sueño, Dios?

Temerarios, por lo menos un sueño
queremos que sea semejante a ti.

Es parto de la locura más clara.

No tiembla en nubes de ramas
como pájaros de la madrugada
al borde de los párpados.

En nosotros está y languidece, llaga misteriosa

III
La luz que nos aguija
es un hilo cada vez más sutil.
¿Sólo deslumbras matando?
Dáme esta alegría suprema.

IV
El hombre, monótono universo,
cree acrecentar sus bienes,
y de sus manos febriles
no salen, sin fin, más que límites.

Pegado al vacío,
a su hilo de araña,

no teme ni seduce 
más que a su propio grito. 

Evita el desgaste haciendo tumbas,
y para pensarte, Eterno,
no tiene más que blasfemias.

Versión de Jesús López Pacheco

Vanità

D’improvviso
è alto
sulle macerie
il limpido
stupore
dell’immensità

E l’uomo
curvato
sull’acqua
sorpresa
dal sole
si rinviene
un’ombra
Cullata e
piano
franta.

Vanidad

De repente
sobre
los escombros
surge el claro
asombro
de la inmensidad
 
Y el hombre
inclinado
sobre el agua 
sorprendido
por el sol
levanta
una sombra
que se Balancea y 
pulveriza
el horizonte.

Vallone, 19 de agosto de 1917

De  La alegría (1919)  (Ediciones Igitur, Tarragona, 1997, trad. de Carlos Vitale).

El Secreto del Poeta

Sólo la noche es mi amiga.
Podré siempre transcurrir con ella
momento tras momento, no horas vanas;
Sino tiempo al que transmito mi latido
como me agrada, sin desviarme nunca.

Ocurre cuando siento,
mientras continúa librándose de sombras,
la esperanza inmutable
que fuego en mí descubre nuevamente
y en el silencio va restituyendo,
a tus gestos terrenos
tan amados que inmortales perecieron,
luz.

De: «La Tierra Prometida», 1950

Agonía

Morir como las alondras sedientas

en un espejismo

O como la codorniz 

 pasado el mar  

en los primeros arbustos 

porque ya no siente 

 el deseo de volar 

 Pero no vivir de lamentos  

 como un jilguero ciego

Giuseppe Ungaretti(Alejandría, Egipto, 10 de febrero de 1888-Milán, 1 de junio de 1970). Poeta y profesor.

Hijo de una familia burguesa emigrada a Egipto por motivos de trabajo, su madre María Lunardini (1850-1926), dirigía una panadería propia, su padre Antonio (1842-1890) era un trabajador, empleado en la excavación del Canal de Suez, que murió dos años después del nacimiento de Giuseppe.

Giuseppe Ungaretti pasó su adolescencia en su ciudad natal, cerca de esos paisajes del desierto que se convertirían en uno de los temas más recurrentes de toda su obra.

En 1912 se marchó a París para completar sus estudios en la Sorbona; allí conoció a los mayores representantes de las vanguardias europeas, entre ellos a Guillaume Apollinaire,con quien entablo una solida amistad, André Gide, Max Jacob y Pablo Picasso. Dos años después se instaló en Milán y se enroló en el ejército para tomar parte en la Primera Guerra Mundial. Después de las batallas en el Karst (Carso), comenzó a llevar un cuaderno de poemas, que luego fueron recopilados por su amigo Ettore Serra (un joven oficial) e impresos, en 80 copias, en una imprenta en Udine en 1916, con el título Il porto sepolto. En ese momento también colaboró ??con el periódico de las trincheras Semper Avanti.

Terminado el conflicto, residió primero en París, donde se casó en 1920 con Jeanne Dupoix,( con quien tendrá tres hijos) y luego en Roma, para trabajar como corresponsal de distintos periódicos, ocupación que le permitió viajar por Italia, Europa y Egipto.

En 1925 fue uno de los firmantes del Manifiesto de los intelectuales fascistas, escrito por Giovanni Gentile y publicado en los principales periódicos de la época, en el que se exaltaba el fascismo como movimiento revolucionario proyectado hacia el progreso. 

En 1936 aceptó la cátedra de literatura italiana en la Universidad de São Paulo, donde vivió hasta 1942, año en que regresó a Roma para ejercer de profesor de literatura italiana contemporánea en la universidad de la ciudad.  

A pesar de sus méritos literarios y académicos, el poeta fue víctima de una purga tras la caída del régimen fascista: exactamente

En julio de 1944, el ministro de Educación Guido de Ruggero firmó el decreto para suspender a Ungaretti de la docencia,(debido a su apoyo al fascismo) suspensión que duró hasta febrero de 1947, cuando el nuevo ministro de Educación, Guido Gonella, reinstaló definitivamente al poeta como docente. Hay una carta, fechada el 17 de julio de 1946, enviada al entonces primer ministro Alcide De Gasperi en la que Ungaretti defendía su causa, enumerando sus numerosos méritos en Italia y en el extranjero. El poeta mantendría entonces su rol de catedrático universitario hasta 1958 y más tarde, como “supernumerario”, hasta 1965. En 1958, su esposa Jeanne murió tras una larga enfermedad.

 Sus primeras composiciones, Il porto sepolto (1916) y Allegria di naufragi (1919), le convirtieron en uno de los iniciadores del hermetismo. Forman parte también de esta tendencia las poesías que publicó durante esos años en distintas revistas y que serían reunidas en Poesie disperse (1945), aunque luego renegó de ellas. 

Después de la guerra, la temática de su poesía se volvió más reflexiva y evocadora de la misteriosa y dramática condición del hombre frente a la naturaleza, mientras que rítmicamente se advierte una mayor complejidad y un uso de los procedimientos técnicos de la literatura moderna europea, sobre todo del simbolismo. Pertenecen a esta época Sentimiento del tiempo (1933), El dolor(1947), que recoge las poesías escritas en Brasil, muchas de ellas inspiradas en la muerte de su hijo Antonietto, y La tierra prometida (1950), reflejo del espíritu barroco que iban adquiriendo sus versos. Resultan significativas las traducciones de los grandes poetas barrocos y simbolistas que llevó a cabo en ese período, entre ellos William ShakespeareLuis de Góngora y Stéphane Mallarmé.

Un grido e paesaggi (1952) señaló el comienzo de su tercer momento poético, marcado por el sólido esfuerzo de recuperar la tradición lírica italiana, con especial atención a Petrarca, Torquato Tasso o Giacomo Leopardi, y en el que la estructura métrica se convierte en parte básica de su discurso lírico-dramático. Siguieron El cuaderno del viejo (1960), Apocalissi (1961), Morte delle stagioni(1967) y Dialogo (1968), colecciones sobre todo de poesías de amor en las que se manifiesta su interés por el clasicismo. 

En sus últimos años Giuseppe Ungaretti entabló una relación sentimental con la ítalo-brasileña Bruna Bianco (cincuenta y dos años más joven que él), a quien conoció por casualidad en un hotel de Sao Paulo, donde asistía a una conferencia. Quedan cuatrocientas cartas de su apasionada historia de amor. En 1968 Ungaretti alcanzó un éxito especial gracias a la televisión: antes de la emisión del film televisivo La Odisea de Franco Rossi, el poeta leyó algunos pasajes del poema homérico, influyendo en el público gracias a su expresividad como declamador.

En 1962 fue elegido presidente de la Comunidad Europea de los escritores; cuatro años después recibió el premio Taormina de poesía. Su obra completa quedó reunida en distintos volúmenes bajo el título de Vida de un hombre.

También en 1968, por sus ochenta años, Ungaretti fue homenajeado en el Campidoglio, en presencia del primer ministro Aldo Moro.

En 1970, un viaje a Nueva York, en Estados Unidos, durante el cual fue galardonado con un prestigioso premio internacional de la Universidad de Oklahoma, debilitó definitivamente su salud.

Murió en Milán, en la noche del 1 al 2 de junio de 1970, de bronconeumonía. El 4 de junio tuvo lugar su funeral en Roma, en la Basílica de San Lorenzo extramuros, pero no asistió ninguna representación oficial del gobierno italiano.

Está enterrado en el cementerio del Verano, junto a su esposa Jeanne.

Ungaretti parece que tras la guerra nunca condenó el fascismo (sabemos que aceptó incluso una cátedra en Roma otorgada por el mismo Mussolini). Semejante posicionamiento arroja dudas y sombras sobre su persona y sobre cómo pudo conciliar la grandeza humana de su poética con semejante concepción política.

Hemos publicado a este poeta por recomendación sobre su poesía pero desde esta pagina repudiamos con total contundencia cualquier apoyo a las ideologías fascistas que tanto dolor, sufrimiento y muerte sembraron en la vieja Europa.

Enlaces de interés :

https://es.wikipedia.org/wiki/Giuseppe_Ungaretti

Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Giuseppe Ungaretti». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/u/ungaretti.htm .

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