12 Poemas de Carmen Bruna

Nostalgia de San Carlos



Desciendo en mi última encarnación
al río profundo,
pero no sé nadar,
me ahogarán
una frugal tibieza de camalotes estivales,
un arroyo de sol espectral entre las piedras
que conocen la humedad de los pétalos del iris
frescos violados, vaporosos de sal;
ojos de puma en celo, luces malas detrás del cementerio
y perdidos cariños trastocados en odio cotidiano
¡ay tesoro escondido del zorrito!
tembladeral de luna en plenilunio;
ya se acabó el amor ciclamor de las hogueras,
el resentimiento es como la flor de la cebolla,
un manojo de pétalos verdosos
que sollozan inconsolables en el abismo,
el capullo del mal aniquila nuestras esperanzas,
el sueño pesado que nos acoge
lo navegan las criaturas de un sólo y pálido ventrículo
los moluscos claveles con ramos de centellas
atrás quedaron
las vicuñas sedosas, el carnaval tremante.
Luciano presagioso acarreando sus años
en litera fantasma

De “Bodas” – 1979

Estado de gracia

“La inocencia es una especie de locura.”

Graham Greene

Los harapos de las máscaras 

los palacios vacíos en el desierto 

todo lo que queda expuesto después de los ciclones, 

el corazón deshecho, la miel sobre la playa, 

la ceguera sacrílega, la sangre en borbotones 

anegando el pantano, 

la piel dulce de la enemiga, 

su malignidad inocente, 

la pesadilla de la soledad, 

todos los humores malolientes del abandono. 

La lluvia tibia en las calles grises con un solo candil, 

el espejo mojado donde llora 

el espectro de mí misma, 

la desnudez de la garganta, 

la saliva sin dueño, 

el sudor pegajoso de la ropa en los trópicos. 

Ya no puedo devorarte. 

Te has hecho un espacio temible 

a pesar de tus cortos alcances. 

Te has superado a ti misma 

pero no lo sabes. 

Y en la indiferencia atroz que hoy consagra tu victoria 

hay un viejo perfume alcanforado 

colándose por las alcantarillas. 

Pero no te fíes. 

Soy como Harry Lime. 

No tengo muchos escrúpulos. 

Creo que algunos muertos están más felices muertos. 

Y, además, no simpatizo con la policía. 

Tú tienes una moral. 

Yo no la tengo. 

Ésa es mi ventaja, la única. 

Soy como los asesinos, la más bella, 

porque estoy irremediablemente condenada. 

En el “Evangelio según San Juan” 

cuando María Magdalena fue a visitar el sepulcro 

vio que la piedra de entrada estaba removida 

¿Había Cristo resucitado o alguien había profanado la tumba 

y escondido el cadáver? 

Nadie conoce la respuesta a esta pregunta. 

El estado de gracia es un don pocas veces logrado. 

Sin él todas las virtudes son despreciables.

 

Un dia descubrí el fuego

Un día descubrí el fuego,
esa maravilla de la miel incendiada,
un día me fueron revelados los secretos de la voz

y el tibio peso de las hojas
la dificil profesión que contiene a las lágrimas
en vasijas de forma inmutable
puse mis pies entre los abanicos
y me rendí a las ceremonias de la resurrección

muñeca perdida que sin edad
tropieza en la caricia
rueda en la sangre
besa el último umbral
que desposaron los navíos.

De La diosa de las trece serpientes (Filofalsía, 1986)

Ganimedes

Cantar androgino para los amantes

que murieron de angustia

Cómo cantar la vida celeste de Ganímedes, cómo describir su cuerpo elástico,

el laurel rosa de su torso, su cuello erguido, sus pupilas oscuras de noche

tempestuosa, con relámpagos imprevisibles, su cabello enrulado, tibio al tacto como el de los arcángeles.

Su epidermis, dulce al roce, inocente, como una ciruela madura.

Cómo cantar sus amores que no eran de este mundo, su afición a la

alquimia, a la

medicina, a la superstición.

Cómo hablar de la cábala, de la astronomía y de la piedra filosofal, sin

pronunciar su

nombre, el primero?

Había copulado con hembras frágiles, con varones de pesadilla, con donceles

tímidos

y con niñas púberes.

Era un ser sagrado, dulce y atrevido a la vez, un narciso convertido en

varón por la

falacia de los espejos.

Los jóvenes adolescentes, los que oían las clases que se dictaban en

el claustro con la

avidez de los enamorados juncos por el viento que los mece rudamente;

los que, después

de los ejercicios en el gimnásium dejaban caer sus túnicas en el borde de la

alberca,

lo sumergían en el implacable universo de los sueños.

Entonces nadaban anguilas veloces, pájaros tibios, los miembros

entrelazados y el

corazón incandescente un astro a punto de estallar.

Oh “estructura estrellada donde, preciosa, ha quedado engarzada la luz”.**

Yo te amaba a la distancia antes de conocerte. Sabía que llegarías y que no

serías para

mí. Pero elegí a Vladimir para que fuera tu amante y traté de apartarte de la

plebe que

nunca te hubiera comprendido. Nuestras comarcas son hostiles a los

sabios y a los

sensitivos.

Tú eras la inocencia cruel – Yo, la sabiduría sufriente.

Conociendo las perspectivas de aniquilación total de nuestro planeta, bebí

el opio del

olvido, soporté las alucinaciones de la hierba del diablo, me oculté en

cavernas subterráneas,

apelé a cuanto recurso ilegal existía para salvarte, “ave fénix” de la muerte

sin retorno.

¡Ay locura transformista de mariposa china temblando próxima a los

chisporroteos del

candil, locura suicida con sabor a extremaunción! Agonía cerca del mar, en

el nido de

las madréporas, pases de magia, retorno nupcial del hermafrodita, sollozo

inútil entre

mis brazos y tus brazos.

¡Cómo cantar tu vida Ganímedes! si no es apelando a la luz de Góngora a

sus desesperados

paracaídas lumínicos.

¡Ay lago frío, lago escarchado donde los

refugios de las montañas se incendian!

El calor deberá nacer de tu temperatura

de orca marina,

de tu fiebre de arca marina,

de tu fiebre de Copérnico,

de tu fiebre de las lunas de Santa María la Mayor

de las madonas de Rafael, de Perugino, de Pinturicchio, de Leonardo.

Círculos perfectos de mi circular paranoia planetaria.

Cambio de lujuriosos jardines de aclimatación ficticia

por “significantes suprimidos”.

Metáforas de la boda esas grandes perlas irregulares y barrocas

como espina de Cristo

que penden de tu cuello

Madonas jóvenes mis noches de insomnio.

¡Ay Ganímedes, cuánto te he amado!

y cuánto te amaré, doncel apuesto

en mi lejana reencarnación.

Cómo cantar tu vida celeste Ganímedes,

sediento hermafrodita

cuando los jardines de la Hélade

han sido sepultados conmigo,

en la más oscura de las cuevas,

y tu cantar de los cantares aúlla en lo profundo de la caverna.

Ganímedes, hemos de retornar con las rodillas sangrantes

al viejo y amado mundo de los dioses.

Porque tú hueles como un pebetero de mirra resinosa

porque tú eres como un ramillete de alheña.

Levántate ya, apuesto como el ciervo

bajo la espesa lluvia del otoño;

tus ojos ahogados por el aguacero,

reflejan una vida que aún no ha sido violada

levántate Ganímedes eres más hermoso que la mirada de las palomas

bíblicas

cuando el sol nace y despierta con su luz

a los peces febricientes del océano

levántate Ganímedes

todos los espejos de la Hélade se han hecho trizas

para no reflejar tu rostro, enfermo de amor

panal de abejas asesinas tus labios,

tu lengua en el azogue

racimo de dátiles tus guedejas en el asombro lustral de los manantiales.

Deslumbras como los ruiseñores que despiertan con la luz

en la Selva Negra,

y que se bañan en el-rocío espeso y transparente de los tréboles

ay John Keats, amor, John Keats

bañándose entre las trinitarias.

¿Quién es esta mujer que viene subiendo del desierto

apoyada en los hombros de su amada?

¿Quién este varón que viene subiendo del desierto

abrazando a su amado?

¿Quién es este ser trágico y enmascarado

que me toma de la mano,

me llama por mi nombre,

entrelaza mis miembros

con sus ramas de enredadera voluptuosa

de vegetal asesino?

¿Quién me dice con un leve susurro -“Carmen ha llegado la muerte

a taparte los ojos húmedos

a cubrirte de tierra los labios que la saliva salada acaricia.

-Ha llegado la muerte Carmen, y estás muy sola”?

-¡Ay querido dile que me he marchado,

dile querido,

dile que me he marchado ay!

dile que me he marchado

hace ya mucho tiempo…

**Severo Sarduy

Carmen Bruna en 1958 (foto del blog de Bruna)

Alejandra Pizarnik

De cuántos veranos has muerto,
iluminada imagen de ti misma
de los silenciosos poemas de la tierra de nadie,
de la falta de costumbre y del gemido del abandono.

Yo te amé y te perdí,
mi lejanía perteneció a los viajes,
al embrujo compartido del polen,
a las doradas algas,
a las cerezas de los locos y a la turbia belladona.

En el fondo del pozo como una ausencia de licores

o una fuente suspendida,

manando del centro de la pupila de los muertos,

 te fuiste sin que yo pudiera,

¡oh “ángel harapiento”!,
besarte de nuevo.
Llegaste a las moradas
donde se bebe un manantial de graves mariposas, 

te atreviste a franquear el abismo

a derribar las normas,
a desafiar la muerte con tu única vida peligrosa

de párpados desnudos y quemados.

De” Bodas

Jam Session

El sol ilumina los cantos rodados 

atraviesa las aguas hasta el fondo 

contempla la sombra de las truchas 

que son almas en pena al atardecer

El astro rojo se muere. 

Ellas también se mueren. 

En ríos extraños 

en manantiales ciegos

Los faros se apagaron, 

la nave se estrelló contra las rocas. 

Descalzos van los penitentes 

sus pies sangrando entre las piedras 

delgados son sus miembros de anacoretas. 

Las bellas jóvenes lloran cuando ellos pasan. 

Los olores alquímicos del azufre y el sabor del coriandro 

conjuran el perfume de las ruinas 

entre las tumbas anónimas de un viejo cementerio. 

Y sirven en bandejas de plata 

los mejores manjares a los sobrevivientes. 

El lamento de las diosas es poco audible. 

Thelonius Monk la revolución negra 

el brillante Mississippi 

la medianoche clandestina 

no confiable 

el piano que se vuelve loco a la luz de la luna 

y rompe todas las camisas de fuerza 

sólo un gigolo. 

Las arterias estallan 

la sangre borda los transparentes espejos viscosos 

de las teclas y el saxo

La lluvia pulveriza las estalactitas del corazón. 

Los bellos gatos juegan a perseguir a las mariposas 

con sus ojos hipnóticos. 

La quimera clava sus uñas y muerde con sus dientes agudos 

a los cuerpos enfermos. 

Se padece el suplicio 

se toleran todas las torturas 

en el reino de las pesadillas 

noche tras noche 

en esa hora sórdida de los aparecidos 

con sus órbitas vacías.

Los Espejos Circulares en cuya superficie se pierde mi rostro

Los espejos circulares
en cuya superficie se pierde mi rostro
las arañas de la luz, la mordedura de los contrarios
esa vibración de los cuerpos vivos
en las comarcas transitorias
esa mirada sutil de las cenizas
todos los matices de la ausencia
que acuden para sollozar entre tus brazos
ese ritmo hipnótico del corazón
hundido en la materia algodonosa de los delirios
la sangre perpleja oprimida entre los opuestos
la imposibilidad de compañía
la ritual conmemoración que no nos rescata de la muerte

y esa transparencia ese hechizo

esa pavesa asfixiada por el rocío.

De La diosa de las trece serpientes (Filofalsía, 1986)

Roman Courtois

Amapolas torturadas son mis huesos y mi carne

cosa sagrada son.

El cuerpo de la diosa madre.

El goce ha consumido mi piel

y el viento avienta las cenizas;

guillotina de fresas , transfiguración de las formas.

El Espíritu Santo se despojó de sus vestiduras

los puros se desnudaron, y el muy querido,

ese de madero de fresno y flores de retama

me abandonó en los brazos de la locura.

Ya no sé quién soy

ni para qué.

Las palabras viven el horror de mi agonía

y los celos me han regalado un cadáver póstumo:

el de la mujer que hizo trizas mi sentido de la armonía.

Mis brazos son los brazos de la Condesa de Trípoli.

Soy un objeto de contemplación,

un esqueleto que liban las abejas;

soy el “donnei” donde Isolda se desnuda,

mi sangre cruje como el hielo que estalla

cuando una golondrina de mar se posa sobre él.

Jazmín en el suplicio.

Y la pasión desenfrenada de los sentidos

en las moradas místicas de Santa Teresa de Ávila,

mis estados de trance,

la quemadura intolerable del sexo

que busca la muerte

por todo aquello que le ha sido negado

una y otra vez,

por la caricia hurtada para siempre.

De Lilith (Signo Ascendente, 1987)

Lave For Sale

Lanzarote del lago

es esa angustia insensata de tu amor cortés

lo que a mí me enloquece y me subleva

de tus sueños maravillosos.

Ojera verde mar, sombra neblinosa y

violeta del espionaje velado.

Porque rescataste a la reina Ginebra del Otro Mundo

y ella debería haberse abierto ante ti ,

ansiosa

y terrible

como las gatas en celo

debería haber guiado tu mano

entre la maraña venusina de sus húmedas hierbas

de sus lechosas coronas de novias de párpados

blancos y lascivos

como la espuma de las azucenas saladas

que rompen en la playa.

Era la flor roja de su vagina de rosa

navegada por celestes ramazones.

Era la flor de oro

de la mujer primigenia

era tu pájaro de plumas de diamante

que quería anidar en su leche,

y en la laguna de los cisnes que agonizan intoxicados

 de perdida pasión.

Y hay por la noche

un deambular de ojos vampíricos,

hay plumas de pavo real con luces de neón

y vagas muchachas de largos cabellos

que entonan trozos de Madame Butterfly.

Hay gente que canta la epopeya de

Severino DiGiovanni,

hay mujeres que rezan desnudas en las

basílicas subacuáticas,

hay parejas que se acoplan como peces aéreos

inundados de luz y marea pleamar extraña

de ruiseñores alcoholizados,

bebiendo la saliva de los dragones

que empapan de violetas y de llamas

el jugo de sus fauces

riéndose a carcajadas del Papa Wojtyla

y de los musulmanes fundamentalistas.

El infierno bíblico es el mejor lugar

para pasar las vacaciones

con “gente como uno”.

Y, sicarios que oléis a sepultura,

si nos atrapáis sin documentos,

si nos atrapáis en la catacumba mojada

por las lágrimas

donde nos refugiamos de todo el terror del caos,

dejadnos nuestras pupilas drogadas,

dejadnos los ojos

dejadnos los sueños que reflejan todo el horror

de la lámpara de marihuana donde se suicidan

las mariposas turquesas.

Dejadnos el ascensor donde se paladea la ginebra

dejadnos las ojeras pavorosas de la ebriedad

de los castillos ruinosos donde la madreselva

copula con los zorrinos.

Dejadnos la muerte lenta de la morfina

y de la heroína:

nos la hemos ganado

jugando un juego limpio

de criaturas contra misiles.

Déjanos elegir la vida

Dejadnos elegir la muerte.

En la distancia, a medianoche,

cuando las brujas cabalgan,

suenan el bandoneón y el saxo de Piazzolla

y Jerry Mulligan.

Lejos, muy lejos, Raví Shankar.

Erotismo sin hemorragia de los Vedas

 como el empedrado polvoso de las vacas

sagradas de la India.

¡Ay, tan simbólicas las pobres

con sus ubres de líquenes morados,

ya tan hambrientas como sus propios dueños!

Perfume de bosta, de curry en las cocinas,

de hostias masticadas como pan de centeno,

en los perdidos monasterios católicos,

de esa horrenda Calcuta de la Madre Teresa,

olor de orines, de semen y de sangres menstruales,

junto a las vías férreas paralíticas.

Yo deseo una violenta inundación

de frescos hematíes,

de asesinatos estilo occidental,

las gargantas tajeadas de oreja a oreja

 como en las novelas de Dashiell Hammett.

Yo deseo toda la tristeza de Keith Jarret

en Margot

y de Chick Corea en “This is New”.

Yo deseo, sin ningún dios omnipotente,

esta nostalgia insensata

que llena mis ojos de humedad.

Mis ojos de pestañas pegoteadas

por el llanto feroz de todas mis crueles pesadillas.

De La luna negra de Lilith (Libros del Empedrado, 1992)

Roman de melusine

Melusina atrapada en la seda que hila

la araña oscura de mi corazón

hada de cristal

con tus tres muñecas de porcelana antigua en el regazo,

 libélula feroz y serpiente cobra verde.

Melusina en Lusignan

las aves extrañas

las bestias feroces,

los peces alados

y los que viven en lo más profundo de los mares,

los demonios y los arcángeles,

los árboles de mayo.

Melusina

princesa de los siete cántaros llenos de polvo de oro

y bayas de rubí

voz de las mandrágoras,

princesa coronada de rosas rojas,

hechicera Morgana con su espejo negro

donde gotea lento el mercurio.

Luz de la Vía Láctea

sol rojo sangre

en tu cabellera desatada al viento.

Melusina

hermana recobrada

ven,

dame la mano

vamos a construir el sueño de los castillos.

De Melusina o la búsqueda del amor extraviado (Libros del Empedrado, 1993)

Las miradas flotantes

La locura, ese refugio que se hace añicos en el espejo.

Los enjambres de mariposas que se extravían en el mar.

Las carabelas perdidas en el “Triángulo de las Bermudas”,

el oro de los locos,

el cuerpo torturado por las pasiones,

Dafnis y Cloe en el exilio,

la danza de las sombras

en el corredor del fuego.

Metamorfosis de los deseos insatisfechos.

El sudor de los ángeles

mordiendo el polvo,

disolviendo los cuerpos en licores fragantes.

Juana de Arco, San Jorge y “Los versos satánicos”.

 Los sueños de muerte en la flor mancillada del sexo. 

La conmoción de las sangrientas revoluciones.

Las voces humanas,

los genes armoniosos,

el leopardo y el jabalí en el incendio de los bosques.

Pina Bausch y “La consagración de la Primavera”,

las bodas con el milagro.

El lago de los pájaros,

las naves de los encantadores de serpientes

atravesando mi cuerpo

como girasoles de fósforo resplandecientes 

en los mares salados de la piel.

De Antología del Empedrado 1999

La Madre Kali

Ser deseado.

Existir.

Entregarse al placer,

huir de las plagas.

El corazón está solo en el silencio de la noche. 

Las mariposas han muerto como suspiros

en el diluvio amarillo

orgiástico

de la incandescente primavera.

El cuerpo está extraviado y desea la ferocidad tropical

de los mediodías.

El alma se abre como una flor inocente

con nuestros amores y nuestros odios.

Soy un ser antropófago que vive la esperanza del milagro.

Mi carne huele a jazmín y a naranjos en flor.

Por mi sangre espesa corre el susurro de los azahares

conmovidos por el viento.

Soy la sacerdotisa que presiente

la llegada de las víctimas

y les clava el puñal entre los pechos.

Estoy allí, donde nace y deslumbra la Vía Láctea.

 Soy la suicida que se dejará matar por el escorpión.

Mi aliento huele a muerte.

Mi nombre despierta todos los terrores.

Mi collar es un collar de calaveras dementes.

Mi camino es el camino de todos los iniciados.

Soy la ferocidad,

la dulzura

y la luz.

Soy la insumisión.

De Antología del Empedrado 1999

Bruna en su casa del barrio de Coghlan – Diciembre de 2007

Carmen Bruna, Bruna Carmen Zucarelli, (Quilmes, Buenos Aires, 16 de julio de 1928- Buenos Aires, 15 de enero de2014). Médica y poeta. Carmen Bruna, es considerada una de las grandes voces femeninas del surrealismo argentino.

Hija única de Carolina y Orestes, vino al mundo y se crió en una típica morada de inmigrantes italianos del barrio de Saavedra. Él albañil, ella costurera y bordadora, sus padres, nativos de Tortona, fueron para ella cuando niña, su única familia de este lado del océano.
A pesar de su amor por las letras, durante su juventud cursó la carrera de Medicina y en 1955 se recibió con honores de Médica Pediatra. Estuvo implicada en el grupo de “Poesía Bs. As”

Durante años vivió en diferentes lugares de Argentina ejerciendo como médica rural, tuvo dos hijas y un hijo. Se separó y en 1979, en plena época de la dictadura militar, publicó su primer libro: Bodas. En 1979 obtuvo el “Premio Lorraine de Poesía”.

Lectora incansable y ferviente admiradora de André Bretón, se identificó plenamente con el espíritu del movimiento surrealista y a partir del año 1982  se unió al “Grupo Surrealista Signo Ascendente” que fueron fundamentales para su trabajo poético. Desde ese momento se sucedieron innumerables colaboraciones para diversas publicaciones nacionales y extranjeras, entre ellas la revista “Clepsidra.

Ha publicado los siguientes libros de poesía:

Bodas (El Lorraine, 1979), Morgana o el espejismo (Signo Ascendente, 1983), La diosa de las trece serpientes (Filofalsía, 1986),  Lilith (Signo Ascendente, 1987), La luna negra de Lilith (Libros del Empedrado, 1992), Melusina o la búsqueda del amor extraviado (Libros del Empedrado, 1993), Antología del Empedrado (1996), Antología del Empedrado II (1997), Antología del Empedrado III (1999), Antología de la Poesía Cósmica, Tanática y Alucinógena de Carmen Bruna (2004).

Enlaces de interés :

http://carmenbruna.blogspot.com

http://www.hispanista.org/poema/plibros/53/53lbp.pdf

https://inventarunpajaro.files.wordpress.com/2015/02/carmen_bruna.pdf

http://sol-negro.blogspot.com/2008/03/entrevista-carmen-bruna-la-hermana-de.html

https://revistaacrobata.com.br/florianomartin/atlas-lirico-da-america-hispanica/5-poemas-de-carmen-bruna-argentina-1928-2014/

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