8 poemas de Adelina Gurrea

Rebeldía nostálgica

Ya nada suena a entonces, nada suena..

Todo chirría ahora su estridencia,

la música es bramido de tambores

ahogando suavidades de cadencia.

Sólo aguijón contiene la colmena,

la miel no se hizo o se secó en las flores.

El cerebro encabrita su pirueta

con rebrincos hacia lo original

y ambicionan la gracia del poeta

agrias caricaturas de verso existencial.

Ya nada suena a entonces, nada suena.

La charca tiene ranas, ranas, ranas,.

Y todo es charca… sin lagos y sin mar;

mar con su luna llena

o rocío en la luz de las mañanas.

Sólo charcas…,

charcas con su croar, croar, croar.

Ya nada suena a entonces,

hasta el ultramoderno genial predicador

exhorta con cornetas y con bronces,

sin esquilas que llamen al amor.

Se pretende rezar y no se reza

pues la oración reclama aquel acento

sencillo de la paz de la pobreza,

lejos del tono agrio y del resentimiento.

Ya nada es como antes,

la humanidad se entorbellina el corazón

con locuras de títeres tremantes,

los unos se hacen cientos, los cientos se hacen miles

para un solo rebaño en frustración.

Todos somos iguales,

se extinguió la ordenada variedad.

Todos queremos molicies, carnavales…

todos somos iguales…

¡Ruines payasos de la Humanidad!

Retrato de Adelina Gurrea Monasterio, con quince años (1911), en la revista El Bufón.

Te estoy queriendo

Te estoy queriendo, tú no sabes cómo,

te estoy queriendo, tú no sabes cuánto,

en esta noche en que el deseo es romo,

en esta noche en que el ensueño es llanto.

Te quiero en el aroma de la rama,

en el misterio obscuro del jardín,

en el vacío blanco de mi cama

y en la blancura nieve, del jazmín.

En la nube que alumbra su contorno

con la plata encendida de la luna,

en el aire pesado del bochorno

y en el bochorno gris de mi fortuna.

En la hoja movida por la brisa,

en el siseo de la voz del viento,

en la quietud de mi inquietud sumisa

y en el silencio de mi pensamiento.

En esta noche en que el deseo es romo

te estoy queriendo con amor de llanto,

y me pregunto cómo, cómo, cómo

se puede querer tanto, tanto, tanto.

Poema manuscritto Te estoy queriendo

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No apedrees mis remansos

No apedrées mis remansos

que tengo mis aguas quietas,

sedimentados mis cienos,

clarificadas mis linfas:

no apedrées mis remansos

que pueden brotar tormentas.

El árbol de sus riberas

tiene un nido de la luna

con pajarillos de estrellas,

y en sus límpidos espejos

beben goces de belleza…;

no los rompas, no los manches,

no los enturbien tus piedras.

No apedrées mis remansos;

guardan respeto de vientos

y una quietud conventual

donde reposan los cielos:

tienen éxtasis de ensueños

colgados de una oración

en los brazos de la cruz,

tienen caminando a Dios

sobre el piso de su luz.

Y esa canción de tus montes,

y esa espuma luminosa

de tu loca torrentera

le están clavando temblores

a medida que se acerca

el rebrincar de tus aguas

soleadas, cantarínas.

Tuerce el rumbo de tu cauce

hacia praderas floridas.

No atropelles mis remansos

con tu loca torrentera,

ni remuevas en sus fondos

el cieno de sus entrañas,

devolviéndole sabores

de amor, lágrimas y penas:

no atropelles mis remansos

ni entorbellines sus aguas,

si no quieres que mañana,

cuando vayas a beberlas,

te sepan acres y amargas.

Con tañido de campana

Niebla sobre la ciudad,

humo del aire y del frío,

infinita soledad

del azul corazón mío.

Niebla sobre la ciudad.

Sudor de atmósfera plena

en la tristeza de enero,

difumino de la antena

vegetal y del sendero.

Sudor de atmósfera plena.

Invitación a ensoñar

langores del corazón,

a desprender del telar

los hilos de la razón

Invitación a ensoñar

Con tañido de campana

de mi torre azul bermeja

aquella historia temprana

que está quedando vieja

Con tañido de campana

San Juan de la Cruz

Mas que hombre, poeta;

más que poeta, místico;

más que místico puro,

del puro misticismo la quimera…

Más que corcel, saeta;

más que saeta, elíptico

trazado del raudo proyectil,

y aún más… velocidad suprema de la luz

arropada en la estratoesfera,

y más y más, el rito

de lo eterno y de lo infinito.

¡San Juan de la Cruz!

Pero firme en la Tierra.

El se bajó su Cielo

para gozarlo en pena de nostalgia,

en dolor de embeleso,

desvelando su amor con clara gracia

junto al césped verdal de la pradera,

junto al regato que estira su canción

sobre el declive en flor de la ladera.

Y el viento, el mar, la nube,

la aurora, el mediodía o el ocaso,

cabezal nada más para el romero,

etapas de jornada hacia Jesús,

estaciones del viaje de su espacio,

abastecimiento espiritual en vuelo.

¡San Juan de la Cruz!

San Juan, San Juan, San Juan,

tres veces santo.

Por su paso de ardores sobre el hielo,

quemándose y quemando su respiro,

desmenuzando el corazón con llanto

de impaciencias en vilo.

Por sus sueños, soñados en silencios

de comunión con la naturaleza:

retozos de aves, corzos y gacelas,

gemidos, ¡ay!, de amores, y preces bajo

templos

de boscaje —vegetales santuarios—,

urgiendo en duermevela presencias del Amado

sobre los «sin caminos» de espinosas veredas.

Y por su vuelo…,

rayo de abajo a arriba, espiral

de la cima a la luna,

de la luna a la estrella;

siempre de Dios a Dios.

Angel al fin, en órbita, descentrado y centrado

en torno al Creador,

satélite inmortal

por el vacío de ensombrecida luz.

Girar, girar, girar,

¡SAN JUAN DE LA CRUZ!

Playa Filipina (De mediodía a medianoche)

Dice su amor a la espuma
una canción de palmeras;
el beso de luz del trópico
incandece las arenas.

Mil caracolas lo gozan,
mil conchas de cien colores
y hay un renovar de ritos
bajo rodares salobres.

El aire suspenso y quieto
va durmiendo los cocales,
las ciegas fosforescencias
bañan su ronda en los mares.

Gayo se va haciendo el cielo
con pinceladas de ocaso
que ennegrecen las siluetas
sobre el fondo iluminado.

Una pantalla de nubes
vela las luces de horizonte
y avanzan las soledades
sobre el llano de la noche.

Saturaciones sensuales
trae la luna, sin vientos.
¡Cuánto amor tiene el Amor
prendido en su encantamiento!

De : A lo largo del camino (Poesías). Publicaciones del Círculo Filipino de Madrid, 1954)

Mis relojes

Se han parado mis relojes
—siempre se paran de pronto—.

El retrepar a las nubes
me pierde entre los espacios
y los olvidos del tiempo.

Y cuando vuelvo a la tierra
tengo que ajustar de nuevo
la medida de los ritmos.

Me han despojado de todo…
¡Pero me quedan mis sueños!

De : A lo largo del camino (Poesías). Publicaciones del Círculo Filipino de Madrid, 1954)

Adelina Gurrea Monasterio (La Carlota, Negros Occidental, Filipinas, 28 de septiembre de 1896–Madrid, 29 de abril de 1971). Poeta, escritora, conferenciante y ensayista. Fue la segunda mujer en acceder a la Academia Filipina de la Lengua, tras Evangelina Guerrero de Zacarías, acceso que conlleva ser miembro correspondiente de la Real Academia Española. Adelina Gurrea es considerada como la primera de las poetas filipinas en lengua española.

Adelina pasó la niñez en la hacienda azucarera donde había nacido. Desde muy pequeña su ansia de lectura se nutria de la biblioteca de su padre, donde leyó “El Quijote”, ” Los episodios nacionales ” de Galdos y a Emilia Pardo Bazán, entre otros. Creció en un ambiente multilingüe. El español fue su primera lengua, pero también hablaba la lengua bisaya “con los criados o con los hijos de los obreros con quienes jugábamos”.

A los 11 años la enviaron a la capital, a Manila, a otra isla, alejada de su pueblo natal. Allí estuvo interna en un colegio que seguía el sistema educativo impuesto por el gobierno colonial estadounidense, y así aprendió el inglés.

Con 15 años recibió su primer premio por un relato, impulsada por este éxito comenzó a escribir poesía, que tuvo que publicar bajo seudónimo masculino para evitar el prejuicio contra la mujer.

Enero de 1916 es la fecha del primer poema publicado en el libro En agraz (1968) una recopilación de sus poemas de juventud, donde también podemos encontrar un tríptico de sonetos de 1918, España, América y Filipinas, que obtuvo una mención honorífica en el premio literario que otorgaba el Casino Español en Iloílo; y de 1919, el poema por el que recibió el premio más preciado entonces en lengua española en Filipinas: a pesar de su juventud, Adelina superó a consagrados poetas con «El nido», primer premio en el certamen de la Casa de España en Manila.

Su labor de apoyo a la literatura hispanofilipina comenzó cuando todavía muy joven se ocupó como directora de la sección femenina y literaria de los números sabatinos de La Vanguardia, uno de los periódicos en español más importantes de Manila. Mientras tanto, Adelina siguió escribiendo poemas, publicados en revistas y periódicos bajo seudónimo, para evitar el rechazo contra las mujeres, como ella misma explica en sus autobiografías.

Desde España, a donde se trasladó con su madre y su familia en 1921, tras el fallecimiento de su padre, continuó su labor de promoción y apoyo de la cultura hispanofilipina.

Aquel cambio de hogar supuso una ruptura en el ritmo creativo de su primera juventud. Hasta 1930 no encontramos referencias a una nueva obra suya, en este caso una pieza teatral. Con un Madrid encendido en disputas previas a la Guerra Civil, en enero de 1936, leyó Adelina en acto público organizado por el Lyceum Club Femenino, su obra de teatro Fortalezas, por la que recibió prometedores elogios. Posteriormente escribió  Voces y brumas, esta última leída en público en 1952.

En 1934 fundó, junto a Enrique Carreon y Alberto Campos, la asociación «España Filipinas». Posteriormente, con el apoyo de la Embajada Filipina en Madrid, constituyó el «Círculo Filipino» junto a Julia Calvo y José María Cavanna.

La guerra civil de 1936 vendría a interrumpir su vida, así como la de todos los habitantes de España, y no sabemos de su quehacer literario hasta el año 1943 en el que se publicó Cuentos de Juana, libro que obtendría en 1951 el premio del Círculo Internacional de Periodistas y Escritores de la Unión Latina con sede en París, lo que llevaría a su segunda edición en 1955.

La documentación sobre la censura franquista nos ayuda a elucidar las razones por las que uno de los cuentos, que originalmente formaba parte de Cuentos de Juana, fue retirado para obtener la aprobación para llevar el libro a imprenta. Este cuento, El talisay, nos permite hablar de una Adelina Gurrea escritora que pudiera codearse con un Miguel Ángel Asturias o un Julio Cortázar.

Con tres libros recopilatorios de poesía publicados, se considera a Adelina Gurrea como la primera de las poetas filipinas en lengua española. Su poesía fue escrita esporádicamente a lo largo de su vida, como ella misma nos lo describe: A lo largo del camino es una colección de poemas, escritos en distintas edades, ante diferentes estados de ánimo. Este libro apareció en 1954, año que destaca por darse en él otras dos publicaciones: el ensayo Filipinas, heredera privilegiada; decía ayer, digo hoy; y la pieza teatral Filipinas; auto histórico-satírico. Y de nuevo regresa al silencio hasta 1967 con su último libro con poemas nuevos Más senderos, puesto que el siguiente, En agraz (1968), recoge sus poemas de juventud.

Adelina Gurrea también se consideraba «conferenciante y ensayista». Entre sus ensayos encontramos: Filipinas, heredera privilegiada; decía ayer, digo hoy: conferencia dada en el Círculo Filipino en Madrid, fue escrita en un intervalo de veinte años. La primera parte consiste en una conferencia pronunciada en 1935, intitulada «Decía ayer», la segunda parte, correspondiente a «Decía hoy» fue leída en 1954, fecha de la publicación.

Su discurso de ingreso en la Academia Filipina de la Lengua Española ofrecido en 1966, fue Rizal en la literatura hispano-filipina. Consta de una primera parte sobre la vida de José Rizal, una ampliación de la segunda parte que trata la obra literaria y que recoge algunos párrafos de una conferencia que Adelina había dado en el Círculo Filipino de Madrid titulada La obra de Rizal, de 1959.

Adelina mostró interés por escribir sobre las condiciones y el desarrollo de Filipinas, aunque no fuera de un género al que la autora se dedicara de un modo especial, parece que aprovechó las oportunidades que se le brindaron para ofrecer sus conferencias. A los arriba citados hay que añadir los siguientes textos inéditos: Rizal en su poesía, de 1955; Poesía hispano-filipina, de 1960; La mujer filipina y Hacedores de historia. Los Castilas de Negros e Iloílo, ambos sin fecha.

Ser una mujer que escribe es algo que en la Filipinas de la primera mitad del siglo veinte y después en la España franquista, implicaba quedar relegada a un segundo plano y sufrir grandes limitaciones para desarrollar la creatividad personal. Asfixiada, como muchas otras mujeres artistas, por el ambiente franquista, Adelina se refugió en su religiosidad y fue renunciando a su trayectoria como escritora.

Obra publicada :

Cuentos de Juana. Narraciones malayas de las islas Filipinas. Madrid: Prensa Española, 1943. Reeditada en el año 2009, añadiendo a la publicación de 1943 un cuento adicional inédito.

A lo largo del camino. Poesía. Madrid: Círculo Filipino, 1954. Prólogo de Federico Muelas. Viñetas y grabados de Beatriz Figueirido.

Más senderos. Poesía. Madrid: la autora, 1967.

En agraz. Poesía. Madrid: la autora, 1968

Filipinas; auto histórico-satírico. Valladolid: Imprenta Agustiniana, 1954.

Premios

Enlaces de interes :

Fuente de la bio :

https://www.cervantesvirtual.com/portales/adelina_gurrea_monasterio/autora_biografia/

Obra de Adelina :

https://www.cervantesvirtual.com/portales/adelina_gurrea_monasterio/catalogo_poesia/?autor=&paginaUsuario=1&numresult=100&vista=reducida&q=&orden=fechapublicacionoriginal

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