Ropa de alcance
1
La noche y el día comparten el mismo cielo
Como una búsqueda mi cuerpo incita a las luces.
Un gato se deleita en la mirada venérea de sus ojos
triangulares
Y el resto es esa cabeza de marfil inventada de repente.
Busca.
Busca la tormenta en tus manos horizontales.
Juega con el parto la llegada desigual de los pasajeros
del otoño.
En la inmensidad estamos y en la inmensidad morimos
bajo una misma noche y bajo un mismo cielo.
(de Bombardeo en las siestas vecinas (1985), Fundación Argentina para la Poesía)
El otro pie que llega a la luz
el otro pie se asoma
porque suele ser la brillante libélula que reparte magnesio
por el sol y pierde altura
ese otro pie que llega a la luz en dimensión de cuerpo
cuando se dobla
corre pájaros con suaves ojos escritos bajo el agua
el pie
ese otro pie que desconoce la luz
aumenta su cacería en vuelo bajo
abre la curva prometida de la noche
y canta
pero no conozco su canción
el pie gira el pie como universo otoñal gira
y pierde su camino
pie sin luz tampoco sombra gira
y es otro pie
se detiene cuando la luna estalla en calavera de reina negra
oh saturación en la semitierra de los pobres
Para agradecer, estoy vivo
estoy alto de cielo
con esa luz serena que duerme
en el fondo de los mares
navegado de alegría y puesto en el mundo
como un rezo permanente
libro como puede el viento debajo de los pájaros
con un rayo de trueno saliendo del corazón
abismal
con un rayo de trueno
con el orgullo de estar amando
he vuelto a agradecer a las formas de estar vivo
como lo hace la sombra cuando es animal
animal profundo
o la boca después del beso aún celeste como las manos
mi cabeza es todo un sueño que regresa al agua
como un niño
estoy alto de cielo y levanto flores de la tierra
y digo que el alma es un martillo
cuando cuerpo a cuerpo es la vida
el centro del volcán en su oración infinita
digo que todo calla y suenan largas trompetas largas
suena la extensa naturaleza en mi cuerpo nuevo
y levito en tantas horas
y fugas un punto fijo
he vuelto a agradecer
el pan de Dios hecho alabanza en mis amigos
¿cómo podré dormir después del sueño?
la tarde es un suave caballo de tormentas sobre mí
estoy alto y aquí
donde todo es posible
donde es bello lo inasible y volátil
esa hoja hecha de huesos
he vuelto a agradecer y lo repito tantas veces
porque puede la belleza: palabra de amor
salir al mundo
Llamado a las Lavanderas
Aquí he vivido y aquí he muerto,
oh lavanderas de sus propias fiebres.
Aquí os dejo mis huesos,
aquí para nacer sin pájaros en el húmero.
Os afilo mis tobillos para ser lanza
y mis codos para ser alquimia.
Lavanderas de todo el mundo:
busco aquellos trapos donde cedieron
los ásperos indicios de la Tierra.
Alcanzadme desordenado el esqueleto
que yo armaré mi propia vida.
Oh lavanderas que ejecutan
con mis hombros una lira en la mañana,
devolvedme las cuerdas con que he apagado el sol,
arrojad mis costillas hasta la boca de un ángel
y comprended:
quiero subir por los acertijos de mis vertebras,
quiero morir tantas veces como me lo pida el cuerpo.
( Publicado en «El Circo Natural», Ediciones CARRA, Bs.As.1983)
De un pato a otro pato
Vuela. No importa el camino.
Sube en ese ejército que alaba las facciones del universo:
tensas quizá como una flor con el beso de la aurora.
Vuela.
La vida es bella a pesar de los fusiles.
Vuela.
Aunque debas llorar por tu muerte
y la de un pato solo
a orillas del río.
de La muerte no tendrá la última palabra(Ediciones en Danza, 2021)( recopilación poemas inéditos de Jorge Smerling)
¿Otro olvido más?
aquel lejano buscador del trino de la opaca luz que sueño
¿será otro olvido más?
quise el parpadeo de las alegrías y no pude
quise la suave mano apenas y no pude
quise el rosario del viento para mi cuello
y sólo fue la inmigración de tristes palabras esta suerte
convéncete, Señor
he vivido en tantos mundos
que ya nadie me recuerda
mientras despojas al sin nombre
y no dudan de Ti
Señor
de tu espada de tu flecha como esa espada
que arrojas
y
arrojas
y clavas
igual que un estilete apagado dentro de mí
que apagas con un goteo lento
como la forma del apenas
ese último sin dolor final
del último dolor
apenas
de La muerte no tendrá la última palabra(Ediciones en Danza, 2021) ( recopilación poemas inéditos de Jorge Smerling)
Voy por vuelo que me ha llamado
Voy por un vuelo que me ha llamado
igual que las tormentas de los extensos campos
atado a ese grito como la Tierra
a los golpes del agua y la indiferencia
a todo lo humano que resiste y resiste
he perdido toda noción de altura
y toda noción de hundimiento
pero me alzan las cuchillas de las nubes
sin otra pretensión que una indigna libertad
porque ya
más arriba
donde el cielo es azul y mi cuerpo
puede rodar
como un hilo de sangre
mordido pero sin muerte y
apenas cayendo de un movimiento a otro movimiento
de movimiento en movimiento
silenciosamente
desde
lo
alto
como la másmuerte codiciosa y hambrienta
de La muerte no tendrá la última palabra(Ediciones en Danza, 2021)( recopilación poemas inéditos de Jorge Smerling)
Los ojos de Rimbaud
Son amarillos los ojos alucinantes de Rimbaud.
Allí los ejércitos derrumban a fuego de horizonte
un cielo inesperado
y abren la carne de todo lo posible.
Yo los miro y veo tumbas de sol y fiebre en sus párpados
como un rodar en las aguas solitarias
en los radiantes secretos de una flor enterrada.
Quisiera arrancar ese color amarillo
pero ilumina mis noches con un ardor de libres panteras
traspasadas por una cúpula de iglesia
donde todo se incendia
donde todo camina en sus propios bordes de afilados vidrios.
Y es inevitable cerrar los ojos.
Una tormenta de rayos nos empuja a las vibraciones del abismo
el que en los levantados edificios crece
como una ensoñación de vértigos
como el exasperado paraje de las moléculas rotas.
Son amarillos los ojos alucinantes de Rimbaud.
Y a ellos caigo como a un aljibe de bruscas galerías
y desde allí observo este mundo
que prefiero pronunciar desde el infierno
donde los fuegos increíbles merecen esta pobre eternidad
amarilla:
un abrir y cerrar los ojos deliberadamente.
de Revista Empresa Poética, Año 1-Nro 1, 1984, Buenos Aires
Plegaria del solitario
estoy en esta enorme casa vacía
solo
porque soy un hombre solo
entre libros solo
entre poemas solo
nadie llama ni se acerca
y puedo morir sin que sepan
que en esta mañana de lloviznas
y frío
escribo como siempre
pensando que Dios escuchará la plegaria del solitario
estoy solo
mis padres descansan en un jardín lejano
mis días de infancia
coloridos por familia que descansa también lejana
nadie vendrá
pero zorzales y palomas ponen libertad
entre las plantas que invaden para que
recuerde que aún tengo mis sueños
que brillan con sus sueños
y que es mentira que estoy solo
agradezco la incansable música de sus cantos
entre flores y plantas y lo invisible permanente como un ángel
y agradezco repito
esta forma tan serena de acercarme al universo
y entre bellos aleteos que ponen cielo entre el jardín y mis ojos
me dicen me muestran
la vida que aún late
como late mi corazón entre tantas formas de estar vivo
espero no olvidar que siempre están que siempre vuelven
que no estoy solo que nada se detuvo y que la duda es tan efímera como la noche
Adiós
con silencios escribo mi partida
y detesto huir por las amargas zonas
donde un tren repite su existencia
de acostumbrada muerte
de rieles infinitos
será la partida final hacia la estepa
hacia ocultos lugares invitados al recuerdo
hacia eternos gestos en disputas cotidianas
entonces
con mis huesos respondo a este mensaje repentino
a la duda de entender mi empeño desdentado
y arrepentir
ese olvido aún latente
desde que asombro mis días con la
inocencia encontrada en otros rostros
un devenir inalcanzable golpea
las aldabas más profundas de la noche
Jorge Ricardo Smerling (Buenos Aires, 4 de mayo de 1957- Vicente López, Buenos Aires, 1 de enero de 2014). Poeta.
Publicó varios libros el primero, a sus veintitrés años (1980), Onirocrisis, fue una edición de autor; luego vinieron El vacío de la paloma(una edición artesanal en conjunto con Héctor Miguel Ángeli y Miguel Ángel Viola, 1980) Desde entonces, editó con minuciosidad, dado que seguía la producción del libro de una manera obsesiva, El circo natural, con ediciones Carrá, en 1982; Bombardeo en las siestas vecinas, (Fundación Argentina para la Poesía en 1984); Canción para Viola, (un homenaje a su amigo que acababa de morir, otra vez con Carrá, en 1986); Quásar, ( Fundación Argentina para la Poesía, 1989); Canción de adiós para un rey oscuro,( ediciones La Guillotina, 1993); Mosca de cuerno, (estudio f, 1993); Canción para una fotografía de ausencia (1995) y Misa por los árboles(1998).
Luego de un largo silencio, ya con toda su obra prácticamente agotada, publicó en Neuquén la plaqueta Solo como en mí, con la cebolla de vidrio ediciones, en 2011.
Enlaces de interés :
http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2021/04/una-vida-la-poesia.html
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