10 Poemas de  Jorge Smerling 

Ropa de alcance

1

La noche y el día comparten el mismo cielo

Como una búsqueda mi cuerpo incita a las luces.

Un gato se deleita en la mirada venérea de sus ojos

         triangulares

Y el resto es esa cabeza de marfil inventada de repente.

Busca.

Busca la tormenta en tus manos horizontales.

Juega con el parto la llegada desigual de los pasajeros

         del  otoño.

En la inmensidad estamos y en la inmensidad morimos

bajo una misma noche y bajo un mismo cielo.

(de  Bombardeo en las siestas vecinas (1985), Fundación Argentina para la Poesía)

El otro pie que llega a la luz

el otro pie se asoma

porque suele ser la brillante libélula que reparte magnesio

por el sol y pierde altura

ese otro pie que llega a la luz en dimensión de cuerpo

cuando se dobla

corre pájaros con suaves ojos escritos bajo el agua

el pie

ese otro pie que desconoce la luz

aumenta su cacería en vuelo bajo

abre la curva prometida de la noche   

                                                 y canta

pero no conozco su canción

el pie gira el pie como universo otoñal gira

                                               y pierde su camino

pie sin luz tampoco sombra gira

                                               y es otro pie

se detiene cuando la luna estalla en calavera de reina negra

oh saturación en la semitierra de los pobres

Para agradecer, estoy vivo

estoy alto de cielo
con esa luz serena que duerme
en el fondo de los mares
navegado de alegría y puesto en el mundo
como un rezo permanente
libro como puede el viento debajo de los pájaros
con un rayo de trueno saliendo del corazón
abismal
con un rayo de trueno
con el orgullo de estar amando
he vuelto a agradecer a las formas de estar vivo
como lo hace la sombra cuando es animal
animal profundo
o la boca después del beso aún celeste como las manos
mi cabeza es todo un sueño que regresa al agua
como un niño
estoy alto de cielo y levanto flores de la tierra
y digo que el alma es un martillo
cuando cuerpo a cuerpo es la vida
el centro del volcán en su oración infinita
digo que todo calla y suenan largas trompetas largas
suena la extensa naturaleza en mi cuerpo nuevo
y levito en tantas horas
y fugas un punto fijo
he vuelto a agradecer
el pan de Dios hecho alabanza en mis amigos
¿cómo podré dormir después del sueño?
la tarde es un suave caballo de tormentas sobre mí
estoy alto y aquí
donde todo es posible
donde es bello lo inasible y volátil
esa hoja hecha de huesos
he vuelto a agradecer y lo repito tantas veces
porque puede la belleza: palabra de amor
salir al mundo

Llamado a las Lavanderas

Aquí he vivido y aquí he muerto,

oh lavanderas de sus propias fiebres.

Aquí os dejo mis huesos,

aquí para nacer sin pájaros en el húmero.

Os afilo mis tobillos para ser lanza

y mis codos para ser alquimia.

Lavanderas de todo el mundo:

busco aquellos trapos donde cedieron

los ásperos indicios de la Tierra.

Alcanzadme desordenado el esqueleto

que yo armaré mi propia vida.

Oh lavanderas que ejecutan

con mis hombros una lira en la mañana,

devolvedme las cuerdas con que he apagado el sol,

arrojad mis costillas hasta la boca de un ángel

y comprended:

quiero subir por los acertijos de mis vertebras,

quiero morir tantas veces como me lo pida el cuerpo.

 ( Publicado en «El Circo Natural», Ediciones CARRA, Bs.As.1983)

De un pato a otro pato

Vuela. No importa el camino.

Sube en ese ejército que alaba las facciones del universo:

tensas quizá como una flor con el beso de la aurora.

Vuela.

La vida es bella a pesar de los fusiles.

Vuela.

Aunque debas llorar por tu muerte

y la de un pato solo

                              a orillas del río.

de  La muerte no tendrá la última palabra(Ediciones en Danza, 2021)( recopilación poemas inéditos de Jorge Smerling)

¿Otro olvido más?

aquel lejano buscador del trino de la opaca luz que sueño

¿será otro olvido más?

quise el parpadeo de las alegrías y no pude

quise la suave mano apenas y no pude

quise el rosario del viento para mi cuello

y sólo fue la inmigración de tristes palabras esta suerte

                       convéncete, Señor

he vivido en tantos mundos

que ya nadie me recuerda

mientras despojas al sin nombre

                       y no dudan de Ti

                                     Señor 

de tu espada de tu flecha como esa espada

                       que arrojas

                                  y

                                  arrojas

                                  y clavas

igual que un estilete apagado dentro de mí

que apagas con un goteo lento

como la forma del apenas

                        ese último sin dolor final

                        del último dolor

                                     apenas

de  La muerte no tendrá la última palabra(Ediciones en Danza, 2021) ( recopilación poemas inéditos de Jorge Smerling)

Voy por vuelo que me ha llamado

Voy por un vuelo que me ha llamado

igual que las tormentas de los extensos campos

atado a ese grito como la Tierra

a los golpes del agua y la indiferencia

a todo lo humano que resiste y resiste

he perdido toda noción de altura

y toda noción de hundimiento

pero me alzan las cuchillas de las nubes

sin otra pretensión que una indigna libertad

porque ya

           más arriba

donde el cielo es azul y mi cuerpo

puede rodar

como un hilo de sangre

mordido pero sin muerte y

apenas cayendo de un movimiento a otro movimiento

            de movimiento en movimiento

                        silenciosamente

                                   desde 

                                                lo

                                    alto

como la másmuerte codiciosa y hambrienta

de  La muerte no tendrá la última palabra(Ediciones en Danza, 2021)( recopilación poemas inéditos de Jorge Smerling)

Los ojos de Rimbaud 

Son amarillos los ojos alucinantes de Rimbaud.

Allí los ejércitos derrumban a fuego de horizonte

un cielo inesperado

y abren la carne de todo lo posible.

Yo los miro y veo tumbas de sol y fiebre en sus párpados

como un rodar en las aguas solitarias

en los radiantes secretos de una flor enterrada.

Quisiera arrancar ese color amarillo

pero ilumina mis noches con un ardor de libres panteras

traspasadas por una cúpula de iglesia

donde todo se incendia

donde todo camina en sus propios bordes de afilados vidrios.

Y es inevitable cerrar los ojos.

Una tormenta de rayos nos empuja a las vibraciones del abismo

el que en los levantados edificios crece

como una ensoñación de vértigos

como el exasperado paraje de las moléculas rotas.

Son amarillos los ojos alucinantes de Rimbaud.

Y a ellos caigo como a un aljibe de bruscas galerías

y desde allí observo este mundo

que prefiero pronunciar desde el infierno

donde los fuegos increíbles merecen esta pobre eternidad

                                                                    amarilla:

un abrir y cerrar los ojos deliberadamente.

de Revista Empresa Poética, Año 1-Nro 1, 1984, Buenos Aires

Plegaria del solitario

estoy en esta enorme casa vacía

solo

porque soy un hombre solo

entre libros solo

entre poemas solo

nadie llama ni se acerca

y puedo morir sin que sepan

que en esta mañana de lloviznas

y frío

escribo como siempre

pensando que Dios escuchará la plegaria del solitario

estoy solo

mis padres descansan en un jardín lejano

mis días de infancia

coloridos por familia que descansa también lejana

nadie vendrá

pero zorzales y palomas ponen libertad

entre las plantas que invaden para que

recuerde que aún tengo mis sueños

que brillan con sus sueños

y que es mentira que estoy solo

agradezco la incansable música de sus cantos

entre flores y plantas y lo invisible permanente como un ángel

y agradezco repito

esta forma tan serena de acercarme al universo

y entre bellos aleteos que ponen cielo entre el jardín y mis ojos

me dicen me muestran

la vida que aún late

como late mi corazón entre tantas formas de estar vivo

espero no olvidar que siempre están que siempre vuelven

que no estoy solo que nada se detuvo y que la duda es tan efímera como la noche

Adiós

con silencios escribo mi partida

y detesto huir por las amargas zonas

donde un tren repite su existencia

de acostumbrada muerte

de rieles infinitos

será la partida final hacia la estepa

hacia ocultos lugares invitados al recuerdo

hacia eternos gestos en disputas cotidianas

entonces

con mis huesos respondo a este mensaje repentino

a la duda de entender mi empeño desdentado

y arrepentir

ese olvido aún latente

desde que asombro mis días con la 

inocencia encontrada en otros rostros

un devenir inalcanzable golpea

las aldabas más profundas de la noche

Jorge Ricardo Smerling (Buenos Aires, 4 de mayo de 1957- Vicente López, Buenos Aires, 1 de enero de 2014). Poeta.

Publicó varios libros el primero, a sus veintitrés años (1980), Onirocrisis, fue una edición de autor; luego vinieron El vacío de la paloma(una edición artesanal en conjunto con Héctor Miguel Ángeli y Miguel Ángel Viola, 1980) Desde entonces, editó con minuciosidad, dado que seguía la producción del libro de una manera obsesiva, El circo natural, con ediciones Carrá, en 1982; Bombardeo en las siestas vecinas, (Fundación Argentina para la Poesía en 1984); Canción para Viola, (un homenaje a su amigo que acababa de morir, otra vez con Carrá, en 1986); Quásar, ( Fundación Argentina para la Poesía, 1989); Canción de adiós para un rey oscuro,( ediciones La Guillotina, 1993); Mosca de cuerno, (estudio f, 1993); Canción para una fotografía de ausencia (1995) y Misa por los árboles(1998).

Luego de un largo silencio, ya con toda su obra prácticamente agotada, publicó en Neuquén la plaqueta Solo como en mí, con la cebolla de vidrio ediciones, en 2011.

Enlaces de interés :

http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2021/04/una-vida-la-poesia.html


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