Esta página es de poesía pero también queremos dar presencia a algunas mujeres que, aunque no escribieron poesía, o no destacaron por ser poetas, su voz como mujeres, pioneras, pensadoras y/o escritoras es tan importante en la historia que creemos deben ser incluidas.
Este es el caso de la gran Matilde de Magdeburgo, poeta, escritora, mística, beguina y al final de su vida monja cisterciense. La obra de Matilde es el testimonio femenino místico más antiguo en lengua alemana.
Una de nuestras Imprescindibles.
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¡Eres sentimiento de amor para mi anhelo,
eres dulce refrigerio para mi pecho,
eres beso profundo en mi boca,
eres alegre alegría en mi hallazgo!
Yo estoy en ti y tú estás en mí,
no podemos estar más cerca,
pues los dos hemos confluido en uno
y nos hemos fundido en una forma.
Así permaneceremos, incansables, eternamente.
La luz que fluye de la divinidad, Herder Editorial, p. 145, Libro III, V.

Y dijo el alma: “¿Dónde estáis ahora, noble fidelidad? Voy a encomendaros la misión de amor, vos debéis salvaguardar la gloria de Dios en mí”. Entonces esta sirvienta intercedió por su señora con una paciencia tan santa y una perseverancia tan alegre, que viví sin tribulaciones. Llegó entonces la falta de fe y me envolvió por completo en una gran oscuridad, y me llamó con un furor tan grande que me horroricé mucho de su voz, y dijo: “Si esta gracia fuese de Dios, él no te habría abandonado hasta este punto”. Y dijo el alma: “¿Dónde estáis ahora, noble constancia? ¡Ordénale a la fe verdadera que venga a mí!”. Y dijo el Padre del cielo al alma: “Acuérdate de lo que has experimentado y visto cuando no había nada entre tú y yo”. Y dijo el Hijo: “Acuérdate de lo que tu cuerpo ha sufrido por mis tormentos”. Esto dijo el Espíritu Santo: “Acuérdate de lo que has escrito”. Y el alma y el cuerpo contestaron con la firmeza de la fe verdadera: “Tal y como he creído, amado y gozado y conocido, así, de este mismo modo, quiero marcharme del mundo».
La luz que fluye de la divinidad, Herder Editorial, p. 190, Libro IV, XII.

Metchild von Magdeburg, Matilde de Magdeburg (Magdeburgo, Alemania, hacia 1207- Eisleben, Sajonia-Anhalt, Alemania, 1282). Beguina y al final de su vida monja cisterciense del convento de Helfta. Poeta, escritora y mística. Una de las figuras literarias más importantes de la literatura europea del siglo XII.
No se conoce mucho de la biografía de Matilde de Magdeburgo. Se sabe que nació en Sajonia, probablemente en una familia noble que habitaba en uno de los numerosos castillos medievales que abundaban en el norte de Alemania. Hacia 1230 abandonó a su familia para unirse a un grupo de beguinas*, mujeres que desarrollaron una profunda vida espiritual y antepusieron su libertad de espíritu a cualquier otro imperativo social y religioso, tanto es así que en el Concilio de Vienne (Francia), que decretó la disolución de la Orden del Temple, también se acordó declarar herejes a las Beguinas por lo que fueron perseguidas y en algunos casos asesinadas como la beguina Margarita Porete quemada viva en 1310. Con ellas pasó muchos años, hasta que la persecución, las críticas y amenazas a causa de su obra y algunos problemas de salud obligaron a Matilde a buscar refugio, hacia 1270, en el convento de Helfta, habitado por monjas cistercienses y hogar de otras mujeres escritoras, como Gertrudis la Grande y Matilde de Hackeburn.
En los escritos de Matilda podemos extraer algunos datos biográficos que nos dan luz sobre su vida:
«Durante toda mi vida, antes de comenzar este libro y antes de que llegase a mi alma una sola palabra de Dios, fui una de las personas más simples que alguna vez ha existido en la vida religiosa. No sabía de la maldad del demonio, ni conocía la debilidad del mundo, y la falsedad de los religiosos me era también desconocida.
Tengo que hablar, para gloria de Dios y también por la enseñanza del libro.
Yo, indigna pecadora, fui saludada a la edad de doce años, cuando estaba sola, por el Espíritu Santo, que se derramó con tanta fuerza que nunca más me sentí capaz de cometer un pecado venial grave. El amadísimo saludo ocurría todos los días, y con su amor me hacía desagradable toda la dulzura del mundo, y seguía creciendo de día en día. Esto sucedió durante más de treinta y un años. No sabía de Dios más que lo que decía la fe cristiana, y ponía todo mi empeño en que mi corazón fuese puro. Dios mismo es testigo de que nunca pedí, ni con la voluntad ni con el anhelo, que me diera las cosas que están escritas en este libro. Tampoco pensé nunca que esto le pudiese suceder a una persona. Mientras viví con mis parientes y amigos, por los que siempre fui muy querida, no tuve nunca conocimiento alguno de estas cosas.
Desde hacía tiempo había sido mi deseo ser humillada sin culpa. Entonces fui por amor a Dios a una ciudad en la que, a excepción de una persona, no tenía amigos. Tenía miedo de esta, de que se me privase de mi piadosa humillación y, con ello, del amor puro de Dios. Pero Dios no me dejó sola en ningún momento, y me condujo a una dulzura tan deliciosa, a un conocimiento tan santo y a un prodigio tan incomprensible que poco podía ya disfrutar de las cosas terrenales».
La luz que fluye de la divinidad, Herder Editorial, pp. 173-174, Libro IV, II
Metchild escribió La luz fluyente de la divinidad, su única obra –que comienza a escribir en 1250 (alrededor de los 43 años) y en la que continúa trabajando durante mas de treinta años hasta sus 75 años aproximadamente (1282). Escribió en su lengua materna, el bajoalemán. El manuscrito que llega hasta nosotros es una traducción al alemánico que se hizo en el círculo de los amigos de Dios de Basilea, al que pertenecía Enrique de Halle, dominico que fue confesor de Matilda. También hay una versión de La luz en latín.
En sus escritos,Matilde intercala poesía y prosa, poemas cortos y largos, prosa narrativa rimada… y también cantos, oraciones, visiones, citas bíblicas… Es un texto muy rico, que incluye, además y por supuesto, las formas de la literatura cortesana, el amor del amor cortés.
El séptimo y último libro de La luz fluyente, se corresponde con un cambio importante en su vida: pasa de la vida de las beguinas a la vida monástica, trasladándose los últimos años de su vida al monasterio de Helfta, donde convive con las anteriormente mencionadas Gertrudis la Grande y Matilde de Hackeborn. Lo dictó casi ciega.
Hay que señalar que Matilde se lamenta por escribir, se trata a sí misma como “vil gusano”. Escribir le suscita temor, de hecho, en varios momentos de La luz fluyente habla de su temor:
«Me previnieron sobre este libro, y me dijeron esto: Si no se pone a resguardo podría consumirlo el fuego. Entonces hice como acostumbro desde niña: siempre que estaba afligida rezaba.
Me incliné ante mi amado y le dije: “Ah, Señor, por tu gloria estoy ahora afligida. Si ahora me privaras de tu consuelo significaría que me has llevado por el camino equivocado, pues fuiste tú quien me ordenó escribirlo».
La luz que fluye de la divinidad, Herder Editorial, p. 130, Libro II, XXVI.
Y además, escribir le genera una gran inquietud, inquietud a veces derivada de su ser mujer:
«Ah, Señor, si yo fuera un docto clérigo, y hubieras dicho en él estos grandes y singulares prodigios, recibirías por ello eterna gloria. ¿Pero quién va a creer que en esta charca inmunda hayas construido una casa de oro, y que habites realmente en ella con tu madre y con todas las criaturas y con toda tu corte celestial? Señor, allí no te podrá encontrar la sabiduría del mundo«.
La luz que fluye de la divinidad, Herder Editorial, p. 131, Libro II, XXVI.
No obstante, es importante decir que aun con esta inquietud, Matilde justifica que escriba siendo mujer, y lo hace poniendo en boca de Dios las siguientes palabras:
«Hija, por descuido muchos hombres sabios pierden su precioso oro, con el que podrían ir a la escuela superior, en un camino enorme. Alguien lo encontrará. Desde hace mucho he hecho esto, como corresponde a mi naturaleza: cuando he concedido una gracia especial he buscado siempre el lugar más humilde, más pequeño, más oculto. Las montañas más altas de la tierra no pueden acoger la manifestación de mi gracia, pues por naturaleza el torrente de mi Espíritu Santo fluye hacia el valle. Se encuentran muchos sabios maestros de la escritura que en sí mismos son unos necios ante mis ojos. Y aun te digo más: es para mí un gran honor ante ellos y los fortalece mucho en la santa fe cristiana, que la boca iletrada instruya a las lenguas letradas por medio de mi Espíritu Santo«.
La luz que fluye de la divinidad, Herder Editorial, p. 131, Libro II, XXVI.
La obra de Matilde es el testimonio femenino místico más antiguo en lengua alemana y, en la tradición de la mística medieval, tiende un puente de unión entre Hildegarda de Bingen y el maestro Eckhart.
- A través de la palabra autobiográfica de Matilde de Magdeburgo recorremos un viaje al encuentro de Dios, que va de la pasión y el deseo de la juventud al cansancio de la vejez, que nos conduce del éxtasis a la Cruz, de la unión a la ruptura, del gozo erótico al sufrimiento. La voz de Matilde penetra en los misterios de la divinidad y llama a abandonarse al fluir de la vida, a contemplar y envolverse en el fuego que arde y se derrama de la divinidad. La escritura carece de linealidad, evocando el recorrido circular de una danza cósmica, al estilo de otras místicas medievales, como Margarita Porete o Hadewijch. La aparición de la identificación de la Luz de Dios como agua, una luz fluyente que se derrama como el agua es una novedad para la teología de origen lumínico. Si ya la identificación de Dios con la luz es ininterrumpida en la mística cristiana a partir de Plotino, la diferencia que Matilde hace no es poner hincapié en la Luz, sino en el fluir de la Luz. Es la Luz fluyente de la Divinidad que desciende sobre el alma. El amor conduce al alma enamorada a derramase como agua con el otro.
Matilde fué prácticamente desconocida hasta la encomiable labor de la editorial Herder, al publicar la biografía de Matilda escrita por la teóloga y germanista Hildegund Keul, y la obra que la propia Matilde nos legó, La luz que fluye de la divinidad, ambas traducidas magistralmente por Almudena Otero Villena. Este segundo volumen incluye además un gran prólogo del teólogo más importante del pasado siglo, Hans Urs von Balthasar. Como explica Almudena Otero en su prólogo, el libro de Matilde de Magdeburgo no es un monólogo, sino “un diálogo en el que la palabra se va construyendo. En ese diálogo, en ese intercambio de palabras, fluye el lenguaje.”
Hildegund Keul, en su biografía sobre Matilde nos dice :
“la mística habla de un ir más allá que supera todos los límites del yo /…/ Quien quiere la vida en su máxima intensidad va hasta su límite (y allí se topa inevitablemente con la muerte). Esta es una experiencia común a la religión y al erotismo. El erotismo brota del ansia de sentir la propia vitaidad y atravesar todos los límtes que la impiden. /…/ El erotismo es esencialmente “éxtasis”, salir de sí mismo. También “transcendencia”, una palabra clave de la religión, significa “ir más allá.”

Según palabras de la teóloga holandesa Émilie Zum Brunn :
“Es una vergüenza para la comunidad de los teólogos que en más de setecientos años transcurridos desde la muerte de Matilde no hayan llegado a concretar ni un solo trabajo serio sobre esta segunda cumbre de la teología carismática de la Edad Media –después de Hildegarda y antes de Eckhart y su grupo–. Esta mujer fuerte ha mantenido en suspenso desde hace tiempo a historiadores y filólogos, quienes hasta ahora sólo han logrado trazar amplios arcos alrededor de su centro luminoso.”

La voz de Matilde penetra en los misterios de la divinidad y llama a abandonarse al fluir de la vida, a contemplar y envolverse en el fuego que arde y se derrama de la divinidad.
«No puedo bailar, Señor, si tú no me conduces. Si quieres que salte con fuerza, tendrás que cantar primero. Entonces saltaré al amor, del amor al conocimiento, del conocimiento al gozo, y del gozo saltaré por encima de todo entendimiento humano«.
La luz que fluye de la divinidad
Índice de capítulos para vislumbrar el contenido de la obra a través de los dos primeros libros
Capítulos del Libro primero
I. | Cómo conversan el amor y la reina |
II. | De tres personas y de tres dones |
III. | De las sirvientas del alma y del golpe del amor |
IV. | Del viaje del alma a la corte, en el que Dios se revela |
V. | Del tormento y de la alabanza del infierno |
VI. | De cómo cantan los nueve coros |
VII. | De la maldición de Dios por ocho cosas |
VIII. | El más pequeño alaba a Dios por diez cosas |
IX. | Con tres cosas habitas en lo alto |
X. | Quien ama a Dios vence sobre tres cosas |
XI. | Cuatro acompañan a Dios en la lucha |
XII. | El alma alaba a Dios por cinco cosas |
XIII. | Cómo viene Dios al alma |
XIV. | Cómo el alma acoge y alaba a Dios |
XV. | Cómo Dios acoge al alma |
XVI. | Dios compara al alma con cuatro cosas |
XVII. | El alma alaba a Dios por cinco cosas |
XVIII. | Dios compara las almas con cinco cosas |
XIX. | Dios le habla al alma cinco veces con cariño |
XX. | El alma responde alabando a Dios por seis cosas |
XXI. | Del conocimiento y del gozo |
XXII. | Del mensaje de santa María y cómo una virtud sucede a la otra, y cómo el alma fue creada en el júbilo de la Trinidad, y cómo santa María amamantó a todos los santos y los sigue amamantando |
XXIII. | Debes pedir que Dios te ame intensamente, a menudo y por mucho tiempo, entonces te harás pura, hermosa y santa |
XXIV. | Cómo Dios responde al alma |
XXV. | Del camino del sufrimiento padecido de buen grado por Dios |
XXVI. | Por este camino conduce el alma sus sentidos y está libre de pesadumbre |
XXVII. | Cómo puedes ser digno de este camino y conservarlo y ser perfecto |
XXVIII. | El amor ha de ser hasta morir, sin medida y sin pausa. Para los necios esto es necedad |
XXIX. | De la belleza del novio y cómo la novia lo debe seguir al peldaño XXIII de la cruz |
XXX. | De las siete horas canónicas |
XXXI. | No debes prestar atención al desprecio |
XXXII. | No debes prestar atención al honor, al tormento y a los bienes, aflígete cuando peques |
XXXIII. | Del alimento, el consuelo y el amor |
XXXIV. | En el tormento debes ser un cordero, una tórtola, una esposa |
XXXV. | El desierto tiene doce cosas |
XXXVI. | De la maldad, las buenas obras y el prodigio |
XXXVII. | El alma le responde a Dios que es indigna de esta gracia |
XXXVIII. | Dios se gloría de que el alma haya vencido cuatro pecados |
XXXIX. | Dios le pregunta al alma qué trae |
XL. | A esto ella le responde: aquello que es mejor que siete cosas |
XLI. | Dios pregunta con una alabanza cuál es el nombre de la alhaja |
XLII. | La alhaja se llama «deseo del corazón» |
XLIII. | Pon tu deseo en la Trinidad |
XLIV. | Del camino del amor sobre siete cosas, de los tres vestidos de la novia y del baile |
XLV. | De los ocho días en los que se cumplió lo que anhelaban los profetas |
XLVI. | De los múltiples atavíos de la esposa y cómo ella va hasta su esposo y de las características de su séquito, que tiene nueve partes |
Capítulos del Libro segundo
I. | El amor eleva el alma, no el esfuerzo sobrehumano que procede de la propia voluntad |
II. | De dos cantos de amor de aquel que fue visto amando |
III. | De la lengua de la divinidad, de la luz de la verdad, de las cuatro flechas que Dios lanza en los nueve coros, de la Trinidad y de santa María |
IV. | De la pobre criada, de la misa de Juan el Bautista, de la trasformación de la hostia en el cordero, de la belleza del ángel, de las cuatro clases de personas santificadas y de la moneda de oro |
V. | Un canto del alma a Dios con cinco cosas, y cómo Dios es un vestido del alma y el alma de Dios |
VI. | Un canto de respuesta de Dios en el alma con cinco cosas |
VII. | En el dolor alaba a Dios, así él se te mostrará. De las dos copas doradas del dolor y la consolación |
VIII. | Del purgatorio en general. De allí una persona salvó miles de almas con las lágrimas del amor |
IX. | Dios alaba a su esposa cinco veces |
X. | El alma responde alabando cinco veces a Dios |
XI. | De las siete clases de amor divino |
XII. | De las siete clases de perfección |
XIII. | Entre Dios y el alma debe haber amor |
XIV. | De dónde procede la amargura, el sufrimiento, la enfermedad, el miedo, la perspicacia, la desgracia inevitable, la falta de consuelo |
XV. | Cómo se cura aquel que está herido de amor |
XVI. | De los siete dones de un hermano |
XVII. | Cómo Dios corteja al alma y la hace sabia en su amor |
XVIII. | Cómo el alma interpreta ocho veces el cortejo de Dios |
XIX. | Cómo conversan el conocimiento y el alma y aquel dice que ella es trina. De los tres cielos |
XX. | Cómo la hermana Hildegunda está engalanada con tres mantos, con siete coronas y cómo la alaban los nueve coros |
XXI. | Si quieres contemplar la montaña deberás tener siete cosas |
XXII. | Cómo la contemplación le pregunta al alma amante por los serafines y por los seres humanos más insignificantes |
XXIII. | Cómo el amor pregunta e instruye al alma torpe y le gustaría llevarla hasta su amado, y habla en primer lugar y el alma torpe responde |
XXIV. | Cómo el alma amante se une a Dios y a los escogidos amigos de este, y debe ser semejante a todos los santos. Cómo conversan el demonio y el alma |
XXV. | Del lamento del alma amante, cómo Dios la trata con cuidado y la priva de sus dones. De la sabiduría, con la que el alma le pregunta a Dios cómo está ella y dónde está él. Del jardín, de las flores y del canto de las doncellas |
XXVI. | De este libro y del que lo ha escrito |
Aquí puedes leer las primeras páginas del libro La luz que fluye de la divinidad editado por Heder:
https://reader.digitalbooks.pro/book/preview/39454/CoverImage/-?1719158255203

- Las Beguinas* eran mujeres cultas, hacían servicios a la comunidad como parteras, sanadoras,yerberas ,acompañamiento a moribundos y enfermos; enseñaban a leer y escribir ,algo insólito para la época donde la mayoria de la gente era analfabeta, acogían a niñas y jóvenes embarazadas fuera del matrimonio y ayudaban a mujeres prostitutas .
- Mujeres valientes, libres,pioneras y adelantadas a su época, no eran monjas,no realizaban votos y tampoco se sometían a las autoridades eclesiásticas. Podían abandonar la comunidad cuando quisieran, de hecho algunas se casaban o se convertían posteriormente en religiosas.
- Aún hoy se conservan en Holanda, Alemania y Bélgica (Brujas,Lovaina,Gante) , las casas donde vivieron las Beguinas, cuyos recintos se llamaban Beguinatos. Las casas eran individuales dentro de un recinto amurallado donde no podían acceder lo hombres ,formando comunidades de apoyo mutuo y cada una conservando su propia individualidad y libertad.
- La mayoría de beguinatos que se conservan han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Enlaces de interés :
https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/143580/TFG%20Cristina%20Florido%20Tallafigo.pdf?sequence=1
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