15 Poemas de Griselda Álvarez

Letanía erótica para la paz

Amado, ven, asómate al principio del mundo.
Somos los mismos, mismos de hace cincuenta mil años.
Somos aquellos, estos, los de allá, los de siempre
y los que han de seguirnos y los que vendrán luego.

Eras solo. Eras entonces solo.
En el pecho llevabas un hueco.
Las auroras eran amargas
como niños ciegos que quieren saber de qué color es el viento.
Eras entonces solo.
A veces la arena te subía hasta los ojos.
En cambio el agua te daba en los pies imágenes truncas.
Corrías por las orillas de todos los horizontes
y sobre el filo de las tardes
le gritabas al abismo.
Él recogía tu voz, la adornaba con matices raros
y la maduraba en ecos para que no te sintieras solo.
El abismo era tu amigo.

Pero eras entonces solo.

Otras veces llevabas tu soledad hasta el crepúsculo
y aquel incendio mudo se te iba para adentro.
Después te barnizaba un malestar luminoso.

La noche era tu enemiga.
Inacabable, sabía estirarse en dimensiones inauditas, adelgazarse
hasta ser como un hilo cortante y molesto,
con rumores de sordos quejidos.
A veces te golpeaba en monorritmos
con un nombre que no conocías, como si fuera hecho de lluvia.

Es que la noche vivía sola.

El lecho era también tu enemigo. Sin ojos te miraba con fijeza.
te escarbaba con sombras.
Te enardecía con desprendimientos.
Tejía brazos como trenzas para sofocarte.
Inventaba respiraciones cálidas,
tactos imposibles.

Había más: tu pensamiento no te dejaba descansar.
No podías separarte de él. Con su maleza de preguntas
te enredaba el día.
Tu pensamiento sin palabras, incomunicado
en la cárcel de tu cabeza.
Tu pensamiento absorto ante la carcajada del trueno.
Tu pensamiento sorprendido ante lo inútil del relámpago,
ante el por qué de la tormenta o de la tranquilidad.
Tu pensamiento girando azotado por un tema idéntico.
Tu pensamiento construido de insatisfacción.
Tu pensamiento que presentía la renuncia forzada de lo que no poseías.

Tu pensamiento recorriendo la montaña
hasta la punta de su ávido pezón.
Tu pensamiento dando tumbos por la llanura y buscando nada.
Tu pensamiento.
Tu pensamiento siempre.

Pero un día enfebrecido, te me abriste del pecho.
Te nací desde un grito.
O tal vez desde un largo silencio.

Mansa, como una cuerda que se arrastra,
torpe, como una virgen,
como un larga cifra enredada en tus huesos,
como un llanto continuo que goteara en lo oscuro,
como ronda el aullido al tope del silencio,
como el agua primera,
definitiva como amante muerta,
pero viva y levantada desde el polvo para tu compañía,
simple mitad y complicada fuente,
vine a tu encuentro.

Vengo de donde quiera, del aire o del espanto
soy la siemprellamada en tus noches sin tregua,
soy horda primitiva arrasando tu calma,
soy ya la mejor bestia mientras mi vientre gime,
la del pecho callado,
perdida en un ovillo de humildad y de cielo.
Para cuando me quieras tendré en los ojos luna
y en los brazos tendidos un racimo de cantos.

Aquí estoy, bienamado,
aquí estoy, compañero.

Soy sola en mi naufragio y vengo a tu ribera.
Soy la medida exacta salida de tu barro,
el sabor de la brisa, la lucha de tu cuerpo,
la fragancia inasible para tus fuertes dedos,
pero el trayecto corto para tu beso largo.
No sé hasta donde siento que mi ansiedad te alcanza,
ni hasta donde, cautiva, tu inmensidad me toca.
¡Qué simple nuestro encuentro y qué definitivo!
¡Oh tú, vaso riente, ganador de la espuma!
Rostro deshabitado que instala su sonrisa.
La mañana comienza a subir alegría
mientras maduro el mundo palpita su trabajo.

Vamos hacia el principio.
Asómate al abismo
y mírate en los siglos:
tus iniciales viven desde antes que existieras.
Mi cuerpo te recibe desde el fondo del caos.
Bebo en tus ojos y en tus manos bebo,
hueles a intensidad como la noche,
y en este olfato ciego sé que te pertenezco.

Acoge mi esplendor y conviértelo en ruina,
porque me doy entera como un día de sol,
porque soy la constante,
porque soy la distinta,
porque me llenas de amor hasta las lágrimas,
porque estamos en este mundo construido para nosotros
por nosotros,
porque en el lecho edificamos la muerte
al dar vida.

Este animal que dormía en mí en su bosque de ternura,
este albor que me brilla por los poros,
estos conos truncados de las frases,
esta tu soledad urgida que se prendió en el desierto
esperando el sonido de bocas silenciosas,
la caricia colgada de las manos dormidas,
el cabello hacia el viento,
esta antorcha de tactos que nos quema los huesos,
es el mundo de siempre
en que estamos viviendo.

No podemos borrar la palabra que escribieron los abuelos,
porque hemos borrado la palabra asco,
porque hemos borrado la palabra miedo,
porque hemos borrado la palabra olvido
y hemos colmado los porqués del orbe.

Húmeda compañía engendradora,
hombre desde el principio
y mujer de la esencia.

Somos los dos y estamos llenando el mundo.

Afuera dicen que la muerte llueve.
Caminamos y de trecho en trecho la sangre se agolpa.
El viento trae el rumor de todas las angustias.
Innumerables hocicos anuncian sus colmillos.

Alguien pregona la destrucción,
alguien quiere tragarse la palabra humanidad,
porque los cerebros fríos se están calentando con odio.
Dicen que la muerte llueve
y en alambres de púas se clavan las preguntas.
Piensan hoy que comemos muerto a diario
y en esta muerte transformada somos.
Una noche animal da al horizonte
y en él
arden los niños y los hombres arden.
El desaliento curva las espaldas
las frentes miran hacia abajo,
sobre la piel se unta el miedo,
los ojos se llenan de vidrios
y el corazón, caracol de pánico, ensancha su locura.
Empequeñecidas,
las madres son gusanos que piden misericordia
en este breve infierno,
mientras el aniquimilamiento silba como víbora.
Porque la inconciencia ha pedido nuestro uniforme final.

Dicen que la muerte llueve y estamos ya pisando polvo de hombre,
que nos hundimos en inmensa herida
y que hace mucho Dios está cansado.

No podemos sentarnos y ver como crece la angustia
donde antes crecía la hierba.
No vamos a reconstruir el llanto.
No aceptamos la tarea de morir.
Tenemos que decir algo.
El relato sencillo de las mujeres que seguirán poblando el universo.
El canto de los hombres de cuyo vigor saldrán las demás generaciones.

Porque es mentira esta isla de muerte
que nos vamos haciendo,
donde no hay un ‘te acuerdas’
que no hayan mutilado.
Porque no ha de romperse el mundo. Hemos de seguir siendo.
Porque estamos aquí. No hay todavía.
Somos los dos.
Quemados por la misma llama,
ungidos con el mismo aceite,
sucios por la misma ceniza,
doblados por la misma lluvia,
amados por el mismo viento.

Los mismos desde el principio,
los de siempre,
los de después.
Somos la pareja que aquella tarde doblegó a la hierba.
Somos la que hizo sangrar olor a la tierra,
la que finge pescados al amarse bajo el agua,
la que inventa pájaros al sentirse las alas,
la que siente el río del tamaño de su sed.
Somos la que aquella mañana defendiera su adiós con lágrimas.
La que se ama sin saciedad.
La que no cree en la costumbre o el desamor.

Somos la que no se explica cómo puede haber tanta felicidad en tan corto tiempo.

El soplo igual de una sola llama.

Los dos ojos de un solo rostro.

La que una noche contaba inútilmente las estrellas.

Somos la que conjugó todos los verbos
hasta caer vencida en su victoria.
Somos la que no padece el vacío del vocablo soledad.
La que piensa que un hijo es la propia dimensión.
La que comprende que el amor es una conversación sostenida,
la que mezcla también su propio silencio,
la que piensa que un brazo será siempre la mejor almohada,
la que goza con su maligna ingenuidad.
La que también sabe vivir sin hijos.
La del simple derecho.
Somos la pareja que no puede acabarse con el griterío de la calle,
la que protege a cada momento su dicha,
la que muerde su angustia frente al hijo muerto.
La que puede hundirse en la pobreza
porque ha tasado su oro.
La que se estrecha en el bosque hasta adelgazar
las sombras haciéndolas una,
la que pesa la importancia de haberse conocido.
La pareja precursora de toda civilización.
Somos la que contuvo su adolescencia abundante,
la pareja que alargó su ancianidad en compañerismo,
la que derramó su fértil madurez,
la que no mira el color diferente de la piel,
somos la que llevó su unión hasta lo Desconocido,
porque piensa que la muerte
sólo es un cambio en el tiempo de los verbos,
somos la misma generación repetida
tantas veces como el ‘yo te amo’,
porque somos dos mil generaciones pero también un solo ser.
La pareja que camina a tientas para encontrarse siempre,
porque ciñe en su abrazo universal
el límite del tiempo.

Somos la misma, misma de hace cincuenta mil años,
la de allá, la de siempre, la que ha de seguirnos
y la que vendrá luego.

Opción

Me dieron a escoger: hogar o gloria,
y en mis manos pusieron el mandato
seis años nada más que es un buen rato
para abrirme las puertas de la historia.

No sé si fue una pírrica victoria
que ahora reflexiono y aquilato:
metí amor y familia en un retrato
y fue el poder la línea divisoria.

El eco del aplauso es mi cortejo,
hoy el pueblo me baña con sonrisas,
“me porté bien”, quizá soy un consejo.

Adentro angustia pero afuera risas.
No es nostalgia es historia no me quejo
mientras que lento Cronos me hace trizas.

Alondra

Todo el año caído, todo el año,
polen sin rumbo, tierra sin semilla,
algo que muy adentro se apolilla
y algo que por afuera se hace daño.

El aire huele como a desengaño,
algo se pudre, algo está en la orilla
y mientras el otoño se amarilla
el ambiente se torna más huraño.

Miedo tal vez. Tal vez el primer miedo.
Otoño en hojas su derrota.
Por esta alondra última intercedo

mientras el frío su rencor azota.
La alzo, entre los senos me la hospedo
y a la intemperie mi ternura explota.

Anatomía superficial

Oreja, mano, brazo, pierna, ojo,
tu mitad que se ajusta con la mía
en la superficial anatomía
donde corren tu audacia y mi sonrojo.

Para la sed, en tu belleza mojo
los ojos insolados de alegría
y convencida de mi paganía
el árbol del asombro te deshojo.

Apariencia no más. Por dentro explora
tu oscuridad, tu sal, tu vericueto,
virus, microbio, célula y espora;

sangre y poder total es tu sujeto:
la fealdad adentro te decora
y te tiembla de muerte el esqueleto.

Balance

Tanto pugnar por definir la vida,
tanto por detener el tiempo breve
por sostener el pulso que nos mueve
por dejar testimonio de la huida.

Y ver la primavera malparida
o el verano febril que nos remueve,
el otoño temblón que nos conmueve
y el invierno en su muerte desceñida.

Después, hacer balance de improviso:
el recuento de pasos, el minuto,
ayer como hoy relámpago sumiso.

Y pagar de rodillas el tributo
que se nos cobra en término preciso
al desprender de la carroña el fruto.

Paisaje

Amor, amante, amado, yo te digo
con letras rojas toda mi alegría,
por ti la pena entera gozaría,
sin ti la dicha fuérame castigo.

Amor, amante, amado. Me enemigo,
si el amor me retira compañía,
porque sin ti la vida es ironía
y lenta muerte que en afán persigo.

Árbol de mi costumbre y mi linaje,
dueño de mi ciudad y mi vereda,
ángel de acero, júbilo del viaje,

recuerdo de mi cuerpo, limpia seda.
Todo ésto y más en íntimo paisaje,
que lo que sigue es polvo y humareda.

Boca

En donde la sonrisa es un suceso,
agresor el contorno de castigo,
el labio al rastrear, como enemigo,
la mordida ritual y nido el beso,

en donde tiembla el corazón opreso
porque al salirse quiere estar conmigo,
de otra finalidad su fin desligo:
forjada solamente para el beso.

Y sube el beso a tientas escalones
de miedo entre las vértebras oscuras
y se llena de eléctricas razones

al llegar de tu boca a las alturas.
¡De par en par se abran los pulmones
por alargar la dicha que inauguras!

Cuello

Algo de orgullo, mucho de eficacia.
Por sostener con propiedad la cumbre
el cuello toro se alza en reciedumbre
y afina los contornos de la gracia.

El sol de todos vuelca democracia
y en la nuca te da besos de lumbre,
mientras la voz naufraga por costumbre
en el silencio de tu idiosincrasia.

Se te cruzan las lianas de la vida:
donde un árbol de sangre te engalana,
donde un árbol de fuerza me intimida,

donde un árbol en viento se desgrana,
mientras al frente luces, malcomida,
cual testigo de cargo, la manzana.

Desayuno

Si es que me siento sola, no me importa.
Con el ego me baño narcisista,
ante el espejo me hago una entrevista
y escribo lo que el vidrio me reporta:

la vejez asomada que soporta
un espíritu fuerte y optimista,
hay mucho más de risas a la vista
porque el dolor la vida nos acorta.

Tengo amigos y amigas; más de alguno
por teléfono a veces me resiste.
Espanto algún recuerdo inoportuno

como si fuera mosca. Y si persiste
le invito un poco de mi desayuno.
Sé que estoy sola. Pero nunca triste.

Piel

Tu piel madura, festival al tacto,
como llovida en plenitud te envuelve,
si a veces en follaje se resuelve,
con la aridez en otras hace pacto.

Camino de la seda tu contacto
en bengalas de sol se desenvuelve
porque magnética, termal, devuelve
las corrientes oscuras de lo abstracto.

Protectora absorbente, sensitiva,
permeable también, dura en tus manos,
pedernal del amor, iniciativa.

Si el pigmento divide a los hermanos
tú y yo sabemos que la piel, cautiva,
y somos por la piel aun más humanos.

Viento

¡Qué fantasma es el tuyo! Qué presencia
derrama exacto cuando lo convoco:
reconstruye tu olor, tus pasos, toco
la superficie de tu residencia.

¡Qué forma de copiarme tu apariencia!
Qué completo tu abrazo si lo evoco
y cómo se disuelve poco a poco
en esta larga noche de la ausencia.

Y así ?paloma en llanto la neblina?
se sacude la noche despeinada
mientras que tu fantasma se esfumina.

No sé si fue tu sombra enamorada
la que dentro hoy se me ilumina.
Afuera: viento sólo viento. Nada.

Primavera

Qué aleluya volver de la ceniza,
reconstruirse y nacer de nueva cuenta,
volver los dos con unidad violenta
y retomar la vida con más prisa.

Ver nuestra primavera que improvisa
con flores y con tallos su herramienta
y sentir que la savia nos fermenta
y que ya somos miel, calor, sonrisa.

Después mirar el fin del alba roja
donde la nube danza el primer fruto,
ver al loco febrero que deshoja

a viento y sol voraz nuestro minuto
y sentir en la sien la azul congoja
que por morir la flor vamos de luto.

Historia

¡Ay primavera, primavera suave!
Érase una mujer que compartía
el humus de la tierra, la armonía,
el árbol fácil y el nidal del ave.

Érase una mujer como una llave
con la que abrir un mundo de alegría,
una mujer, fugaz sabiduría,
pacífica guerrera, beso en clave.

Y érase un hombre así, de todas suertes
hombre y señor, total naturaleza,
puño gigante, lumbre de mil muertes,

abismo terminal, conciencia ilesa,
con el llanto interior, porque eran fuertes
sus ojos de metal color tristeza.

¿Homenaje?

Cada día recojo mis cenizas
sin darme cuenta de mi decadencia
exenta de quejumbre o de dolencia
asumiendo el trabajo con más prisas.

‘¡Qué bien estás!’ -me dicen con sonrisas
las compañeras de mi adolescencia.
No respondo igual, porque en conciencia,
al revisarlas, están hechas trizas.

La gana de vivir es mucha gana,
aunque ya tenga listo el equipaje
y he soñado mirar por la ventana con caballos, 

un fúnebre carruaje y el cochero me grita:
‘¡Hey, anciana, cuidado,
que es la edad del homenaje!’

Lejana arquitectura

Vejez, llévate todo: cutis terso
donde viajaron manos persuasivas,
ojos radiantes, lámparas votivas
que iluminaron noches de universo.

Llévate aquel andar que como en verso
mis firmes piernas eran decisivas.
Yo buscaba las cosas sustantivas
quizá muy lejos de un afán perverso.

Llévate de la avispa mi cintura,
dimensión increíble, lozanía,
llévate de mis senos la blancura

y el negro de mi pelo en armonía.
Llévate mi lejana arquitectura.
Pero déjame entera mi alegría.

México de mi vida

Yo te miro en un niño de la calle,
cofre arriba limpiando un parabrisa
con la carita ayuna de sonrisa,
(ni una razón a que la risa estalle).

El vidrio diáfano ‘¡qué no se raye!’.
Mientras el porvenir del sin camisa:
violado por cualquiera, droga, prisa,
ganador de la vida en bocacalle.

Oscura piel de mugre sin aseo,
mirada con dureza que me embiste,
un sólido rencor que deletreo,

huesos al aire, niño que resiste.
Y ahí, aún en pie, ahí te veo
México de mi vida, imagen triste

Diciembre 4 de 1995

Griselda Álvarez Ponce de León (Guadalajara, Jalisco,México, 5 de abril de 1913 – Ciudad de México, 26 de marzo de 2009).Poeta, maestra, escritora y política , militante feminista. Fue la primera mujer electa gobernadora de un estado en la historia de México.

Empezó a escribir sonetos a edad temprana en el colegio de monjas al que la envió su familia en medio de la separación de sus padres, ya Griselda era consciente de la situación familiar, su primer recuerdo de la infancia fue ver a su madre tratando de suicidarse clavándose un estilete en el pecho, no soportaba las infidelidades del marido.  

Más adelante Griselda mostró interés en ordenarse como religiosa, pero su padre se negó. Cada vez se refugió más en la escritura, y al morir su madre escribió el libro de cuentos La sombra niña. Cuando finalizó sus estudios en el internado se formó como educadora y se convirtió en maestra normalista. 

 Posteriormente ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Fue senadora y la primera mujer que gobernó un estado de la república (Colima, 1979-1985), dicho cargo lo ejerció bajo el lema: Educar para progresar.

Fue directora del Museo Nacional de Arte; asesora del Conaculta; dictaminadora del FCE; editorialista de Excélsior, Novedades Siempre!; miembro del consejo editorial de Memoranda; y presidenta del CME. Miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística; del Colegio de Literatura, filial del Instituto Mexicano de Cultura; de la Alianza de Mujeres de México Escritoras y Periodistas y del SCM de Colima. Fundadora y presidenta del patronato de la Fundación Fortaleza Centro de Atención a la Mujer, y presidenta honoraria de la Federación de Mujeres Universitarias. Promovió la condición de igualdad social de las mujeres, y apoyó las luchas feministas.

 Impartió conferencias sobre poesía mexicana en Argentina, Panamá y Perú.

Publicó 18 libros de las mas diversas temáticas. Sus títulos más destacados son: La sombra niñaCementerio de pájaros (1956), Dos cantos (1959), Desierta compañía (1961), Letanía erótica para la paz (1963), Anatomía superficial (1967), Estación sin nombre (1972), Erótica (1999) , Algunas mujeres en la historia de MéxicoGlosa de la Constitución en sonetos, y el libro biográfico Cuesta arriba: memorias de la primera gobernadora (1993).

Ha sido traducida al ruso, checo, hindú, inglés, portugués y francés.

Reconocimientos :

Premio Sor Juana Inés de la Cruz 1968 por Tiempo presente. Medalla Rafaela Suárez 1981, Colima. Mujer del Año 1981 por la Asociación de Damas Publicistas. Medalla al Mérito en Letras Benito Juárez 1993. Medalla Belisario Domínguez 1996. Presea Torre de Plata 1998, otorgada por el Club de Periodistas de México. En 2000, la Universidad del Claustro de Sor Juana, Casa Lamm y los Centros Universitarios de Integración Humanística y de Estudios Universitarios de Londres le entregaron una de las 17 medallas a los sabios de fin de siglo XX. Medalla Nezahualcóyotl 2001 otorgada por la SOGEM. Recibió la Medalla de Bellas Artes en 2008.

Enlaces de interés :

http://www.femumex.org/docs/boletines/088.pdf

https://laregeneracion.com.mx/2020/03/26/griselda-alvarez-ovarica-fuerza-sostenida-de-la-primera-mujer-electa-gobernadora-en-mexico/

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