9 Poemas de Kazuko Shiraishi 白石 かずこ

Ulises en estos tiempos

Al volverse, no encontró rostro alguno

ni siquiera uno nuevo que le perteneciese

el rostro es un país

y el suyo era invadido por la ideología roja.

Sin rostro,

sin labios que besar,

su propio rostro dejándolo atrás

se pone en marcha.

Su tierra natal yace bajo un extraño mapa.

Sólo la firma del vientre de su madre

es el pasaporte del país natal

busca a tientas un nombre

él dejó su país él es Ulises

no conoce el regreso.

Ulises, incapaz del retorno

Ulises, sin fecha posible de retorno.

Llevando a su mujer, niños y flores,

encendiendo la antorcha de un poema

Le grita al mar abierto:

¿hay alguien?

¿algún rostro que pruebe su existencia?

Mil, millones, billones de cambiantes criaturas

aman el mar nocturno

y las estrellas caen en las olas.

Él escucha su música en búsqueda infructuosa del país interior.

Se une a los ascetas del amor.

Aunque pueda crear miles,

cientos, miles de rostros

nunca podrá encontrar

ni siquiera palpar

el rostro del país recién nacido.

Así que hoy, otra vez

Ulises cruza el mar

y toca tierra

en un antiguo pueblo del Midwest, en América.

Penetra a un edificio

a las dos de la tarde,

nadie repara en él

porque no es asistente personal del Presidente,

ni gánster con revólver,

ni un músculo campeón mundial de boxeo.

Él es alto, y es bello, con una nariz recta

posee una escondida dignidad, y un fuego

pero no es propietario de otras características.

Así que, si no es violento,

ni exhibe sobre el pecho medallas honoríficas

la gente pasará por su lado, sin verlo,

porque la Filosofía es un ente invisible.

En estos tiempos nadie le tema a los fantasmas,

y si están vivos, menos,

por lo que pasa inadvertido durante miles de años.

No muere nunca.

No le está permitido.

Él es Ulises, un invisible mito.

Muy borracho me dice:

“¡hoy me siento tan bien!”

Porque realmente puede llegar a estar borracho,

¿es que puede embriagarse en el mar de licor

oyendo las sirenas?

¿Conocerá en verdad a la Sirena?

La voz de la Sirena cambia a Elvis.

¿Es Presley una Sirena?

¿Puede un disco de la era rock and roll

llevarlo hacia Penélope?

Me habla sobre un hombre que visitó la India

nombrado Snyder, ávido de realizarse

me habla del arte de vivir libremente

pensando que es igual a devorar el arco iris,

o a hacer el amor con el mismo arco iris.

Él espera alcanzar esas nubes lejanas

mientras que la Sirena

se duerme sin que le hagan el amor

oyendo un disco de Elvis.

Ulises se despierta,

regresa del almuerzo

y casi a la hora de acostarse descubre

que no hay rostros que pueblen el espejo

ni el cuarto donde habita,

de pronto se da cuenta que es Ulises

a quien le es imposible regresar.

No puede regresar carece de país a donde ir.

Desplazándose siempre.

Oigo un blues

del país solitario de ese hombre sin nombre

más allá de ese jazz de Dixieland

retrocedo en el tiempo miles de años

hasta llegar al baño primigenio

del primer nacimiento de este mundo.

(1975)

Traducción de Ayako Saitou

El antílope

Una muchacha
con piernas de antílope
y un muchacho
…con piernas de antílope
se enamoraron
se casaron
y tuvieron un niño
con piernas de antílope.
El padre del niño se marchó
¿hacia dónde?

El que siga las huellas
de las rápidas patas del antílope
necesita, ante todo,
de un corazón más rápido que éstas.
Infortunadamente,
en este mundo hay pocos corazones
que puedan presentir una traición
con esa rapidez
de las patas de antílope.

Lago amarillo

puedes pescar aquí         peces deliciosos

y ponerlos en tu mesa

pero el lago es amarillo          para ocultar su profundidad

los Indios que viven cerca del lago

también ocultan su fondo

quizás los peces vivan en sus ojos

o deliciosos espíritus canten al hervir con odio

las profundidades de sus ojos oscuros        nadie puede ver algo vive         

en el lago amarillo sin mostrar su forma sobre la mesa

Loro

Dije: “¿me amas?”
Tú dijiste: “te amo”.
Pregunté: “¿me odias?”
…”Te odio”.
Pregunté otra vez: “¿nos separamos?”
“Nos separamos”.
Siempre, siempre
fuiste un loro.
Como imitabas tan fielmente
mis palabras
no tuvimos otro remedio
que dejarnos.

Meditación ardiente

Soy una meditación que quema.
Dentro guardo una isla acuosa,
pájaros marinos y la luna llena.
Alquilo un hogar a los cocodrilos del Nilo.
Mi meditación no es agua azulada
sino rojo deseo.
Creciendo en sus ojos
alimento los cocodrilos con un sol deleitable
y los dejo dormir.
Vivo en una meditación que quema
oyendo la isla acuosa golpeada por las olas
callada silenciosamente.

Ser

Hubo algo parecido en una cuesta amazónica
y en las selvas indonesias.
Voló ligeramente sobre sus alas
desvaneciéndose como vértigo,
después del segundo viaje separados,
pero existió realmente
como luz y sombra en cópula súbita,
estremeciendo levemente el aire silencioso.

Pájaro carpintero

Aparece un pájaro carpintero que industrioso
perfora un hueco en la cabaña.
Un hombre vuela y lo amenaza.

Durante 8 años el hombre
construyó la casa
para su esposa y dos hijos,
entonces,
antes que el pájaro perforara el hueco,
otro invisible
llegó y picoteó a la esposa.

De ahí la mujer
voló hacia alguna parte
y no regresó más.

Aparece un pájaro carpintero que industrioso
picotea la cabaña de un hombre.

Jugador de fútbol

Un jugador de fútbol

patea una bola,

todos los días, patea una bola.

Un día pateó al amor tan alto

que éste quedó en el cielo

y jamás regresó.

La gente piensa que debe ser el sol,

que debe ser la luna

o alguna nueva estrella.

En mi interior

también pende una bola,

suspendida en el cielo,

que nunca regresó.

Ustedes pueden verla

convirtiéndose en llama,

en amor, en estrella.

(1977)

Mi tribu de arena   

En Riverside no hay río.
El río está seco en Riverside desde 1911.
En el verano de 1980 aparezco por primera vez en Riverside.
69 años después de haberse secado el río.
Allí descubro que Riverside es de hecho una entrada hacia el desierto. Allí de pronto las criaturas de la tribu de arena empiezan a moverse en mi interior y buscan la salida, de prisa, ¡ay! hacia el desierto. Toman la salida mientras pronuncian la palabra mágica, -Riverside, Riverside-; salen atropellándose, volando, hermosos espíritus construidos con granos de arena seca, afuera, hacia el desierto.

Mis pensamientos tiran siempre hacia el desierto, hacia donde hay arena, tierra seca, sin importar en qué lugar me encuentre, aire caliente y seco donde hasta al mismo sol se le quema la garganta, y la tribu arenosa anidada en mi interior adquiere vida de pronto, cuando descubre ausencia de agua, ni una gota de agua en Riverside, y así se lanza cantando, descalza, alegremente silbando, danzando hacia el desierto. Entonces poco a poco me hundo hasta quedar sepultada en esta multitud de arena y mi memoria empieza a remontarse, hacia atrás, centenares de miles de años atrás. ¿Es éste el arenal de los indios yaquis de California o es el desierto del Sahara? ¿Estoy a orillas de la sagrada Uluru o en las planicies de Australia? Entre más atrás se remonta mi memoria, más ambiguos se tornan mis recuerdos… Quizá yo sea lo arcaico, quizá me haya quedado dormida. El tam-tam de los tambores me despierta a veces; mas ya convertida en arenosa tierra, adormecida, ¿cómo podría emerger del todo de mi sueño?
En Riverside no hay río.
Seco Riverside, tierra enigmática, puerta al desierto en donde no hay ni rastro de agua: ¿por qué eres una pura entrada sin salida, por qué está el desierto plagado de entradas sin una sola puerta? El desierto es una entrada
Una entrada abierta a todos
Una entrada abierta a otra entrada
Cada vez más hacia adentro
Tribu de arena, intrépida hermandad, guerreros míos que al olor de la arena corren hacia el desierto, sin saberse bien por qué, no por locura, ni por ir a alguna parte, sólo por puro instinto, sólo el amor al regreso.
De adentro de mi cuerpo regresan hacia su nido, hacia la madriguera original, como si fueran bestias, pájaros o peces. En la tarde calurosa oigo sus aleteos.
Los ojos los ven y no los ven. Tribu de arena, más evidente que la poesía, río seco, grande y ancho.

Poder fantasmagórico, ánimas de la arena que adoptan la forma del río…

De “Viento venido de la ensenada” (1982)
 

Traducción del japonés por Atsuko Tanabe y Sergio Mondragón y del inglés por Jesús Vega, con la participación de Haydé Zavala.

Kazuko Shiraishi 白石 かずこ(Vancouver, Canadá, 27 de febrero de 1931). Poeta, traductora y música.  

En 1938 emigró a Japón, antes de empezar la Segunda Guerra Mundial y creció en Tokio. Se graduó en la Universidad de Waseda. Escribe poesía desde muy joven. A los 17 años, participó en el grupo “VOU”, dirigido por el poeta modernista Katsue Kitazono.

En 1951, publicó su primer poemario El pueblo sobre el que llovieron huevos, que ganó altos reconocimientos. Animada por la búsqueda de nuevas formas de expresión , abandona la revista hasta encontrar en el jazz y, especialmente en John Coltrane —a quien le dedica uno de sus mejores poemas— la seducción por la combinación de música y poesía que introduce en Japón junto con Tomioka Takeo y Kenneth Rexroth. Aquí converge con otro de sus grandes amigos, el gran Allen Ginsberg. Años más tarde uniría a sus lecturas la danza Butoh, campo en el que debe destacarse su trabajo con Kazuo Ohno, tan cercano a las sensibilidades de Shiraishi y tan valioso como ser humano. El arte, del que también ha recibido aportes como los que le dejaron Miro y Dalí, ha ido parejo con su creación. Artistas destacados como Alan Green y Suzanne Treister, han unido sus trabajos a los versos en varias publicaciones como Meditación ardiente y La tarde de la oveja. Y después, saliendo del “modanizumu” (el modernismo japonés), se transformó en una poeta espiritual de gran escala, que escribía sobre los temas de la vida, la muerte, el amor y el sexo.

En 1973, asistió al Programa Internacional de Creación de la Universidad de Iowa. Desde entonces, fue invitada a menudo a los Festivales de Poesía en el extranjero, en los cuales leyó sus poemas con acompañamiento de jazz. Sus obras han sido traducidas al inglés, francés, español, alemán, chino, coreano y bengalí.

Entre sus poemarios figuran: Épocas del maniático sexo sagrado (Premio del Sr. H), Una canoa regresa al futuro, Premio Mugen (Infinito), Clan de Arena (Premio Rekitei), Dejen a los que aparecen (Premio Jun Takami y Premio Yomiuri de Literatura), Mi madre flotante, la Ciudad (Premio Bansui Doi) y otros.

 Unas 30 colecciones adicionales de sus poemas, cuentos y ensayos, han aparecido desde su primera publicación . En el prólogo de su libro de poemas, Las estaciones de la sagrada lujuria, su trabajo poético es comparado con lo mejor de la poesía de los beatniks norteamericanos.

Ha publicado también crítica literaria y los ensayos El paisaje de la poesía, retratos de poetas (Premio Yomiuri de Literatura), y Vivir en Jazz. Además, ha publicado su autobiografía Historia de la oveja negra.

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