Fall ab, Herz
Fall ab, Herz vom Baum der Zeit,
fallt, ihr Blätter, aus den erkalteten Ästen,
die einst die Sonne umarmt’,
fallt, wie Tränen fallen aus dem geweiteten Aug!
Fliegt noch die Locke taglang im Wind
um des Landgotts gebräunte Stirn,
unter dem Hemd preßt die Faust
schon die klaffende Wunde.
Drum sei hart, wenn der zarte Rücken der Wolken
sich dir einmal noch beugt,
nimm es für nichts, wenn der Hymettos die Waben
noch einmal dir füllt.
Denn wenig gilt dem Landmann ein Halm in der Dürre,
wenig ein Sommer vor unserem großen Geschlecht.
Und was bezeugt schon dein Herz?
Zwischen gestern und morgen schwingt es,
lautlos und fremd,
und was es schlägt,
ist schon sein Fall aus der Zeit.
Cae, corazón
Cae del árbol del tiempo, corazón,
caed, hojas, de las ramas heladas
que el verano una vez abrazó,
¡caed como las lágrimas del ojo dilatado!
Aún ondea el rizo al viento
en la frente bronceada
del dios de la tierra, día tras día;
bajo la camisa el puño
aprieta ya la herida abierta.
Y por ello sé firme
si las nubes inclinan
su delicada espalda otra vez a tu paso,
que no te importe nada
si acaso los panales del Himeto
una vez más se llenan para ti.
Pues de poco le sirve al labrador un tallo en la aridez,
poco un verano de nuestra gran raza.
¿Y qué testimonia ya tu corazón?
Entre ayer y mañana oscila,
extraño y silencioso,
y lo que late es ya
su caída del tiempo.
Explícame, amor
Tu sombrero se levanta despacio, saluda, y vuela al viento,
tu cabeza desnuda enamora a las nubes,
tu corazón tiene que hacer en otra parte,
tu boca asimila lenguas nuevas,
la hierba tembladera menudea por aquí,
el verano apaga y enciende los ásteres con un soplo,
ciego por los copos levantas el rostro,
ríes y lloras y te hundes en ti,
qué más ha de ocurrirte –
¡Explícame, amor!
El pavo con solemne asombro hace la rueda,
la paloma levanta su collar de plumas,
el aire se dilata repleto de arrullos,
grita el ánade, el país entero
se sirve de la miel silvestre, también en el sereno parque
los arriates están enmarcados con un polvo dorado.
El pez se ruboriza, adelanta a la bandada
y se precipita entre grutas al lecho de coral.
Al son de la música de la arena plateada baila tímido el escorpión.
El escarabajo huele de lejos a la más espléndida;
¡si yo tuviera sus sentidos, notaría también
que brillan alas bajo el caparazón de ella,
y tomaría el camino del fresal lejano!
¡Explícame, amor!
El agua sabe hablar,
la ola toma a la ola de la mano,
en la viña el racimo se hincha, salta y cae.
¡Cuán confiado sale el caracol de su casa!
¡Una piedra sabe conmover a otra!
Explícame amor, lo que no sé explicar:
¿trataré durante este tiempo corto y hostil
únicamente con pensamientos y sólo yo
no conoceré ni haré nada afectuoso?
¿Tiene uno que pensar? ¿No le echarán de menos?
Dices: otro espíritu cuenta con él…
No me expliques nada. Veo a la salamandra
pasar por todos los fuegos.
Ningún horror la persigue y nada le causa dolor.
De “Invocación a la Osa Mayor” Ediciones Hiperión 2001
Versión de Cacilia Dreymüller y Concha García
Dunkles zu sagen
Wie Orpheus spiel ich
auf den Saiten des Lebens den Tod
und in die Schönheit der Erde
und deiner Augen, die den Himmel verwalten,
weiß ich nur Dunkles zu sagen.
Vergiß nicht, daß auch du, plötzlich,
an jenem Morgen, als dein Lager
noch naß war von Tau und die Nelke
an deinem Herzen schlief,
den dunklen Fluß sahst,
der an dir vorbeizog.
Die Saite des Schweigens
gespannt auf die Welle von Blut,
griff ich dein tönendes Herz.
Verwandelt ward deine Locke
ins Schattenhaar der Nacht,
der Finsternis schwarze Flocken
beschneiten dein Antlitz.
Und ich gehör dir nicht zu.
Beide klagen wir nun.
Aber wie Orpheus weiß ich
auf der Seite des Todes das Leben
und mir blaut
dein für immer geschlossenes Aug.
Decir oscuro
Como Orfeo toco
en las cuerdas de la vida la muerte
y en la belleza de la tierra
y de tus ojos, que administran el cielo,
sólo sé decir oscuro.
No olvides que tú también, de pronto,
aquella mañana, cuando todavía tu lecho
estaba húmedo de rocío y el clavel
dormía junto a tu corazón,
viste el oscuro río
que pasaba junto a ti.
Tensada la cuerda del silencio
en la ola de la sangre,
toco tu resonante corazón.
Tus rizos se convirtieron
en la oscura cabellera de la noche,
negros copos de sombra
recortaron tu rostro.
Y yo no te pertenezco.
Los dos ahora nos lamentamos.
Pero como Orfeo reconozco
en el lado de la muerte la vida,
y para mí azulea
tu ojo para siempre cerrado.
Toma de tierra
Llegué a las dehesas
cuando ya era de noche,
olfateando en los prados la hierba
y el viento antes de levantarse.
Ya no pastaba el amor,
las campanas se habían extinguido
y los haces de hierba endurecido.
En el suelo había un cuerno clavado
por el obstinado animal de guía
hundido en la oscuridad.
Lo saqué de la tierra,
lo alcé al cielo
con todas mis fuerzas.
Para llenar este país
del todo con sonidos
toqué el cuerno,
dispuesto a vivir en el viento venidero
y bajo los tallos ondeantes
de cualquier procedencia.
De “Invocación a la Osa Mayor” Ediciones Hiperión 2001
Versión de Cacilia Dreymüller y Concha García
Herbstmanöver
Ich sage nicht: das war gestern. Mit wertlosem
Sommergeld in den Taschen liegen wir wieder
auf der Spreu des Hohns, im Herbstmanöver der Zeit.
Und der Fluchtweg nach Süden kommt uns nicht,
wie den Vögeln, zustatten. Vorüber, am Abend,
ziehen Fischkutter und Gondeln, und manchmal
trifft mich ein Splitter traumsatten Marmors,
wo ich verwundbar bin, durch Schönheit, im Aug.
In den Zeitungen lese ich viel von der Kälte
und ihren Folgen, von Törichten und Toten,
von Vertriebenen, Mördern und Myriaden
von Eisschollen, aber wenig, was mir behagt.
Warum auch? Vor dem Bettler, der mittags kommt,
schlag ich die Tür zu, denn es ist Frieden
und man kann sich den Anblick ersparen, aber nicht
im Regen das freudlose Sterben der Blätter.
Laßt uns eine Reise tun! Laßt uns unter Zypressen
oder auch unter Palmen oder in den Orangenhainen
zu verbilligten Preisen Sonnenuntergänge sehen,
die nicht ihresgleichen haben! Laßt uns die
unbeantworteten Briefe an das Gestern vergessen!
Die Zeit tut Wunder. Kommt sie uns aber unrecht,
mit dem Pochen der Schuld: wir sind nicht zu Hause.
Im Keller des Herzens, schlaflos, finde ich mich wieder
auf der Spreu des Hohns, im Herbstmanöver der Zeit.
Maniobra otoñal
No digo: eso fue ayer. Con el dinero
sin valor del verano en el bolsillo volvemos a yacer
sobre el tamo de la burla, en la maniobra otoñal del tiempo.
Y no nos es favorable el camino de huida hacia el sur,
ni tampoco los pájaros. Mientras la tarde cae,
pasan barcos de pesca y góndolas y a veces
me alcanza una astilla de mármol saciado de sueños,
donde soy vulnerable, en el ojo, debido a la belleza.
En los periódicos leo mucho sobre el frío,
sobre sus consecuencias, sobre idiotas y muertos,
sobre expulsados, asesinos y miríadas
de témpanos de hielo, mas poco que me agrade.
¿Y por qué? Ante el mendigo que viene a mediodía,
cierro la puerta de un portazo, porque la paz es eso
y nos podemos ahorrar verlo, pero no
bajo la lluvia la muerte triste de las hojas.
¡Dejadnos hacer un viaje! ¡Dejad que bajo los cipreses
o bajo las palmeras o entre los sotos de naranjos
veamos a precio de saldo los naufragios del sol,
que no tienen igual! ¡Dejadnos
olvidar las cartas al ayer que quedan sin respuesta!
El tiempo hace milagros. Mas viene inoportuno
a traernos el latir de la culpa: no nos encuentra en casa.
En la bodega del corazón, me hallo otra vez insomne
sobre el tamo de la burla, en la maniobra otoñal del tiempo.
En la penumbra
De nuevo metemos los dos las manos en el fuego,
tú, para el vino de la noche largamente embodegada,
yo, para la fuente de la mañana, que desconoce los lagares.
Aguarda el fuelle del maestro, en quien confiamos.
Al sentir el calor de la preocupación, el soplador se acerca.
Se va antes de que amanezca, viene antes de que llames, es viejo
como la penumbra en nuestras tenues cejas.
De nuevo, él prepara el plomo en caldera de lágrimas,
a ti, para un vaso -se trata de celebrar lo desaprovechado-,
a mí, para el pedazo lleno de humo -este se vacía sobre el fuego.
Así avanzo hasta ti y hago sonar las sombras.
Descubierto está quien ahora vacile,
descubierto, quien haya olvidado el dicho.
¡Tú no puedes ni quieres saberlo,
tú bebes del borde, donde está fresco,
y como antaño, bebes y permaneces sobrio,
a ti aún te crecen cejas, a ti aún te contemplan!
Pero yo ya aguardo el momento
en amor, a mí se me cae el pedazo
en el fuego, a mí se me convierte en el plomo
que era. Y detrás de la bala
estoy yo, tuerta, segura del blanco, delgada,
enviándola al encuentro de la mañana.
De “El tiempo postergado” Ediciones Cátedra S. A. 1991
Versión de Arturo Parada
Vosotras palabras:
Para Nelly Sachs, la amiga, la poeta, en veneración
¡Vosotras, palabras, levantáos, seguidme!
y aunque ya estemos lejos,
demasiado lejos, nos alejaremos una vez
más hacia ningún final.
No aclara.
La palabra
sólo arrastrará
otras palabras,
la frase otras frases.
El mundo así quiere,
definitivamente,
imponerse,.
quiere estar dicho ya.
No las digáis.
Palabras, seguidme,
¡que no se vuelva definitiva
—esta ansia del verbo
y dicho y contradicho!
Dejad ahora un rato
que ninguno de los sentimientos hable,
que el músculo corazón
se ejercite de una manera diferente.
Dejad, digo, dejad.
Nada digo yo susurrado
al oído supremo,
que sobre la muerte no se te ocurre nada,
déjame y sigueme, ni dulce
ni amargo,
ni consolador,
no significativamente
sin consuelo
tampoco sin signos—
Y sobre todo, no eso: la imagen
en el tejido de polvo, el retumbar vacío
de silabas, palabras de agonía.
¡Sin decir nada,
vosotras palabras!
Alle Tage
Der Krieg wird nicht mehr erklärt,
sondern fortgesetzt. Das Unerhörte
ist alltäglich geworden. Der Held
bleibt den Kämpfen fern. Der Schwache
ist in die Feuerzonen gerückt.
Die Uniform des Tages ist die Geduld,
die Auszeichnung der armselige Stern
der Hoffnung über dem Herzen.
Er wird verliehen,
wenn nichts mehr geschieht,
wenn das Trommelfeuer verstummt,
wenn der Feind unsichtbar geworden ist
und der Schatten ewiger Rüstung
den Himmel bedeckt.
Er wird verliehen
für die Flucht von den Fahnen,
für die Tapferkeit vor dem Freund,
für den Verrat unwürdiger Geheimnisse
und die Nichtachtung
jeglichen Befehls.
Cada día
Ya no se declara la guerra,
se prosigue. Lo inaudito
se ha vuelto cotidiano. El héroe
permanece lejos
del campo de batalla. El débil
se ha adentrado en la línea de fuego.
El uniforme del día es la paciencia,
la condecoración, la estrella miserable
de la esperanza sobre el corazón.
Se concede
cuando ya no sucede nada más,
cuando se calla el fragor del combate,
cuando el enemigo se ha vuelto invisible
y la sombra eterna de las armas
cubre el cielo.
Se concede
por la huida ante las banderas,
por el valor ante el amigo,
por la delación de secretos indignos
y el desacato
de toda orden.
De “El tiempo postergado” Ediciones Cátedra S. A. 1991
Die Brücken
Straffer zieht der Wind das Band vor den Brücken.
An den Traversen zerrieb
der Himmel sein dunkelstes Blau.
Hüben und drüben wechseln
im Licht unsre Schatten.
Pont Mirabeau … Waterloobridge …
Wie ertragen’ s die Namen,
die Namenlosen zu tragen?
Von den Verlornen gerührt,
die der Glaube nicht trug,
erwachen die Trommeln im Fluß.
Einsam sind alle Brücken,
und der Ruhm ist ihnen gefährlich
wie uns, vermeinen wir doch,
die Schritte der Sterne
auf unserer Schulter zu spüren.
Doch übers Gefälle des Vergänglichen
wölbt uns kein Traum.
Besser ist’s, im Auftrag der Ufer
zu leben, von einem zum anderen,
und tagsüber zu wachen,
daß das Band der Berufene trennt.
Denn er erreicht die Schere der Sonne
im Nebel, und wenn sie ihn blendet,
umfängt ihn der Nebel im Fall.
Los puentes
El viento estira
la cinta delante de los puentes.
En las traviesas pulveriza
el cielo su más oscuro azul.
En uno y otro lado cambian
en la luz nuestras sombras.
Pont Mirabeau… Waterloobridge…
¿Cómo soportan los nombres
portar el peso de todos los sin nombre?
Tocados por los que se han perdido,
por aquellos a quienes no sostuvo la fe,
despiertan en el río los tambores.
Solitarios son todos los puentes
y la gloria es para ellos peligrosa
como para nosotros,
tal pensamos al menos,
sentir en nuestros hombros
pasos de las estrellas.
Pero en la pendiente de lo efímero
ningún sueño nos cubre con su arco.
Mejor vivir cumpliendo
la misión de la orilla, de una a otra,
y velar día a día
a fin de que la cinta corte
aquel que fue llamado.
Porque él alcanza las tijeras del sol
en la niebla y, cuando el sol lo ciega,
la niebla lo abraza en la caída.
Una especie de pérdida
Usados en común: estaciones del año, libros y una música.
Las llaves, los boles de té, la panera, sábanas y una
cama.
Un ajuar de palabras, de gestos, traídos, empleados,
gastados.
Un reglamento de casa observado. Dicho. Hecho. Y
siempre alargada la mano.
De inviernos, de un septeto vienés y de veranos me he
enamorado.
De mapas, de un poblacho de montaña, de una playa y de una cama.
Con fechas he hecho un culto, promesas he declarado
irrevocables,
he adornado un algo y he sido devota delante de una nada,
(-de un periódico doblado, de las cenizas frías, del
papel con un apunte)
impávida ante la religión, porque la iglesia era esta cama.
De la vista de un lago surgió mi pintura inagotable.
Desde el balcón había que saludar a los pueblos, mis
vecinos.
Junto al fuego de la chimenea, en la seguridad, mi
cabello tenía su color más intenso.
La llamada a la puerta era la alarma para mi alegría.
No te he perdido a ti,
sino al mundo.
Traducción de Cacilia Dreymüller y Concha García.
Qué difícil es perdonar,
un trabajo muy lento y muy arduo,
del que sola me he ocupado
durante ya muchos años.
El odio me ha enfermado,
me siento deformada, estos abscesos
me prohíben incluso mostrarme
junto a los hombres.
Sólo sé que yo
no puedo odiar más de este modo
ni desear tu muerte,
la cual tampoco deseo,
ni cumpliría yo por mi mano,
He aprendido que la mía
ha de amar a sus enemigos, y
esto es tan simple, pues si no cómo
podrían luego mis enemigos
hacerme más de un mal.
Si se extravía una bala,
si alguien me escupe en a cara,
como ayer, no me guardo pensamientos
contra el amor que me ha sido dado.
Tengo miedo ante el amor
que me has infundido tú,
con la intención más cruel.
Totalmente ajada de cortantes ácidos,
venenos de todo tipo, por el opio,
aturdida por completo en mi destrucción.
Puesto que ya no vivo más en ti,
y muerta me encuentro ya, donde estoy.
Lo que cuentan y persisten son las cúpulas
comen dos veces al día, satisfacen
luego sus necesidades, e
imploran por los medicamentos,
que me han de sumir en un largo sueño.
Currículum Vitae
Larga es la noche,
larga para el hombre
que no puede morir, largamente
se tambalea bajo farolas
su ojo desnudo y su ojo
cegado por el aliento de aguardiente, y el olor
a carne mojada bajo sus uñas
no siempre le aturde, oh dios,
larga es la noche.
Mi cabello no se encanece
porque salí del vientre de las máquinas,
Rosarroja* me untó de alquitrán la frente
y los mechones, habían estrangulado
a su hermana, blanca como la nieve. Pero yo,
el jefe de la tribu, pasé por la ciudad
de diez veces cien mil almas, y mi pie
pisaba las cucarachas del alma bajo el cielo de cuero, del cual
pendían diez veces cien mil pipas de la paz,
frías. Una calma de ángeles
deseé a menudo para mí
y cotos de caza llenos
de los gritos impotentes
de mis amigos.
Con las piernas y las alas abiertas
subía la sabihonda juventud
sobre mí, sobre el estiércol, sobre el jazmín,
hacia las inmensas noches del secreto
de la raíz cuadrada, la leyenda de la muerte
empaña mi ventana cada hora,
dadme euforbia y verted
la risa en mi garganta
de los viejos que nos antecedieron, cuando
caiga yo sobre los infolios
en el sueño vergonzoso,
para que no pueda pensar,
para que juegue con flecos
de los que cuelgan serpientes.
También nuestras madres
soñaron con el futuro de sus maridos,
los vieron poderosos,
revolucionarios y solitarios,
pero después del retiro los han visto encorvados en el huerto
sobre las llameantes malas hierbas,
mano a mano con el fruto charlatán
de su amor. Triste padre mío,
¿por qué callasteis entonces
y no habéis seguido pensando?
Perdido en las cascadas de fuego,
En una noche junto a un cañón
que no dispara, condenadamente larga
es la noche, bajo el esputo
de una luna enfermiza, su luz
biliosa, pasa volando sobre mí
el trineo con la historia
embellecida,
en la vía del sueño de poder (lo cual no impido).
No era que yo durmiese: estaba despierto,
entre esqueletos de hielo buscaba el camino,
volvía a casa, me ceñía el brazo
y la pierna con hiedra y con restos
de sol blanqueaba las ruinas.
Respeté los días festivos,
y sólo si mi pan estaba bendecido
lo comía.
En una época arrogante
hay que pasar de prisa
de una luz a otra, de un país
a otro, bajo el arco iris,
con la punta del compás en el corazón,
tomando la noche por radio.
Abierto de par en par. Desde las montañas
se ven lagos, en los lagos
montañas, y en el armazón de las nubes
se balancean las campanas
de un mundo. Saber de quién
es ese mundo, me está prohibido.
Ocurrió un viernes:
-yo estaba ayunando por mi vida,
el aire chorreaba del zumo de los limones
y la espina estaba clavada en mi paladarÂ
entonces saqué del pez abierto
un anillo que lanzado
al nacer yo, cayó en el río
de la noche y se hundió.
Yo volví a lanzarlo a la noche.
Oh ¡si no tuviera miedo a la muerte!
Si tuviera la palabra
(y no la errase)
si no tuviera cardos en el corazón
(y rechazara el sol),
si no tuviera avidez en la boca
(y no bebiera el agua salvaje),
si no abriera el párpado
(y no hubiera visto la cuerda).
¿Están tirando del cielo?
Si no me sostuviera la tierra
hace tiempo que yacería quieta,
hace tiempo que yacería
donde me quiere la noche,
antes de que hinche las narices
y levante su casco
para nuevos golpes,
siempre para golpear.
Siempre la noche.
Y nunca el día.
*Rosarroja y Blancanieves son hermanas en el cuento.
De “Invocación a la Osa Mayor” Ediciones Hiperión 2001
Versión de Cacilia Dreymüller y Concha García
Nada de Delikatessen
Ya nada me gusta.
¿Debo
ataviar una metáfora
con una flor de almendro?
¿crucificar la sintaxis
sobre un efecto de luz?
¿Quién se romperá la cabeza
por cosas tan superfluas-?
He aprendido a ser sensata
con las palabras
que hay
(para la clase más baja)
hambre
deshonra
lágrimas
y
tinieblas.
Con los sollozos no depurados,
con la desesperación
(y desespero de desesperación)
por tanta miseria,
por el estado de los enfermos, el coste de la vida,
me las arreglaré.
No descuido la escritura,
sino a mí misma.
Los otros saben
dios lo sabe
qué hacer con las palabras.
Yo no soy mi asistente.
¿Debo
aprisionar un pensamiento
llevarlo a la iluminada celda de una frase?
¿Alimentar oídos y ojos
con bocados de palabras de primera?
¿investigar la líbido de una vocal,
averiguar el valor de amateur de nuestras consonantes?
¿Tengo que
con la cabeza apedreada,
con el espasmo de escribir en esta mano,
bajo la presión de trescientas noches
romper el papel
barrer las urdidas óperas de palabras,
destruyendo así: yo tú y él ello lo
Nosotros vosotros?
(Que sea. Que sean los otros.)
Mi parte, que se pierda.
De Últimos poemas, versión de C. García-C. Dreymuller
Ingeborg Bachmann (Klagenfurt, Austria, 25 de junio de 1926-Roma, Italia, 17 de octubre de 1973) Poeta y novelista. Es considerada como una de las más importantes escritoras modernas en lengua alemana.
Se doctoró en Filosofía, Psicología y Literatura, por las universidades de Innsbruck, Graz y Viena. Perteneció al círculo literario conocido como “Gruppe 47” en el que también estaban autores como Paul Celan, Heinrich Böll y Günter Grass.
Ingeborg Bachmann y Paul Celan, los dos poetas en lengua alemana más importantes de la segunda mitad del siglo XX, se encuentran en la primavera de Viena en 1948. Pocos días después de conocerse, Paul Celan le dedica el poema “En Egipto”, con el que inaugura un diálogo epistolar íntimo y apasionado que se extiende durante más de quince años.
Su primer libro de poemas “El retraso consentido” lo publicó en 1953 y tuvo un éxito rotundo. El segundo y último se tituló Invocación a la Osa mayor. Bachmann lo escribió en su mayor parte en Italia, en su intento de tomar distancia de la vorágine en la que se encontró inmersa tras el impacto y la fama que produjo su primera obra, estableciendo su residencia en Roma. Desde allí, se establece un tiempo en Ischia, invitada por el músico Hans Werner Henze, con el que mantendría una sólida amistad hasta el final de sus días. Allí compuso varios de los poemas del volumen Anrufung des großen Bären (1956), en uno de los poemas del volumen Die Lieder von einer Insel alude directamente a lo idílico de su estancia en Ischia.
En Italia Bachmann trabajó como corresponsal de Radio Bremen, elaboró durante los años 1954 y 1955 una serie de artículos que se difundieron tanto por radio como a través de la prensa alemana, en los que trataba temas de máxima actualidad política, social y cultural de la Italia de los años cincuenta.
Entre los años 1957 y 1958 vivió en Munich colaborando como autora dramática en la Bayerisches Fernsehen de Munich, donde tuvo lugar el preestreno de la pieza radiofónica Der gute Gott von Manhattan, con esta obra fue galardonada con el Hörspielpreis der Kriegsblinden (1958), y para esta ocasión, dio un discurso en el salón plenario del Parlamento Federal en Bonn. Este discurso Die Wahrheit ist dem Menschen zumutbar, anticipa su concepción de la poesía que un año más tarde desarrolló en sus clases sobre Probleme zeitgenössischer Dichtung en la Universidad Johann Wolfgang Goethe de Francfort.
Otra etapa fundamental en la vida de Bachmann fue su estancia en Zurich, que llevó a Bachmann a apartarse de Roma, la ciudad a la que amaba y le cautivaba por su vitalidad. Ese tiempo en Suiza lo pasó junto al escritor Max Frisch, con el que mantuvo una relación entre 1958 y 1962. Una relación llena de escabrosos altibajos y muy tortuosa, como ella afirmaría años más tarde. Compartieron su vida, primero en Zurich y más tarde en Uetikon am See. En 1959 dejaron Suiza para establecerse nuevamente en Roma en 1961. En el semestre 1959/60 es cuando Bachmann impartió sus clases en la universidad de Francfort. En sus Frankfurter Vorlesungen, compuestas por cinco magistrales conferencias, Bachmann cuestiona los problemas de la literatura contemporánea.
Después de la traumática separación con Max Frisch en 1962, su abuso del alcohol y la dependencia a los medicamentos llevaron a Bachmann a realizar una cura de desintoxicación primero en una clínica de Zurich y posteriormente en el hospital Martin-Luther de Berlín.
Ingeborg Bachmann murió de sus quemaduras en Roma el 17 de octubre de 1973. Su muerte generó muchos comentarios y preguntas, pero ahora está establecido que se quedó dormida con un cigarrillo en la mano, probablemente después de tomar una alta dosis de antidepresivos y neurolépticos, de los que se había vuelto dependiente.
Su obra no es muy extensa, debido a su temprana muerte cuando tenía solo 47 años. En ella se incluyen dos volúmenes de poesía, dos libros de relatos y una novela completa, Malina, una autobiografía espiritual donde a través de la ficción, la narradora desdobla la voz del “yo” en otro personaje. Malina como ser ambiguo desposeído de toda cualidad humana, cerebral y carente de emociones, se enfrenta a otro personaje, cuya ambigüedad es a la vez su otro yo, que junto con el amante Iván forman un relación triangular, un mundo de relaciones imposibles que les lleva a la aniquilación y al crimen.
Malina es una novela compleja, fuera de todo canon tradicional, considerada por la crítica literaria como una de al obras más importantes de la segunda mitad del siglo XX.
Cuando se publicaron sus Obras Completas (1978) salieron a la luz otros poemas y relatos, así como fragmentos inacabados de lo que pretendía que fuesen otras dos novelas que junto con Malina completarían la trilogía Todesarten, (Tipos de muerte).
En una entrevista de 1961 Bachmann dijo :
«He escrito “Vosotras, palabras” después de no atreverme durante cinco años a escribir un poema, después de no querer escribir ninguno mas, de haberme prohibido hacer otra hechura de las que se llaman poema. No tengo nada en contra de los poemas, pero usted ha de comprender que uno de repente puede estar totalmente en contra de cualquier metáfora, cualquier sonido, cualquier obligación de juntar palabras, contra este presentar de una manera completamente feliz palabras e imágenes. Que uno desee ahogarlo, para poder comprobar de nuevo qué es, qué debería ser. Sigo sabiendo poco de poemas, pero entre lo poco está la sospecha. Sospecha de ti lo suficiente, sospecha de las palabras, de la lengua, me he dicho muchas veces, ahonda esta sospecha —para que un día, quizás, pueda originarse algo nuevo— o que no se origine nada más».
Enlaces de interés :
https://www.filco.es/ingeborg-bachmann-poesia-para-el-pensamiento/
https://www.researchgate.net/publication/47442916_La_imagen_en_la_obra_de_Ingeborg_Bachmann