11 Poemas de Thelma Nava

La orfandad del sueño

para Efraín

La vita non e sogno. Vero l’uomo e
il suo spirito geloso del silenzio.
Dio del silenzio, apri la solitudine.
Quasimodo

I

Regreso de los sueños que se inclinan
cada noche a recoger violetas.
De tardes que se juran la lluvia a perpetuidad.
De palomas que se adelantan a los acontecimientos.
Regreso porque es preciso convencerse y mirar
que los atardeceres cambian siempre de sitio
y la lluvia no solamente se detiene en los labios.

Todos los días nos encontramos al pie de la sorpresa.
El viento dispersa sonrisas que surgen de la nada,
del lugar donde no crece ni una sola semilla
y la piedra no es más que piedra
colocada en la tierra.

Mi corazón te está buscando,
como la hormiga que recorre distancias
y se mete en la boca de la manzana.

Y la orfandad no cesa,
oh noche enemiga del alba de las doncellas
que no supieron tejer nunca
un velo nupcial.

De la góndola del sueño surges tú y agitas
la campana de plata
que no conoció la risa de un niño;
solidificas mi corazón y voy hacia tu encuentro
incendiada, como un salmo que vuela por los aires.

II

Todos los días te sacrifico un cordero de oro
surgido de los pies de hambrienta muchedumbre,
nacido del silencio de todos los caminos,
para dar libertad al ángel
de los santos misterios –guardián
de los enamorados que llegan a sus plantas
con la verdad en los ojos–.
Y tropiezo de pronto con un escudo de cobre,
al frente de la puerta iluminada.

Un muro de salamandras me protege
y te me pierdes repentinamente.
Te alejas como un barco en la neblina
y es preciso pagar un rescate de jazmines
para poder besarte en la garganta.

III

Una hebra de plata atraviesa el silencio de tus
párpados.
De tus manos durmiendo en mi cintura fatigada.
Evoco la tempestad
como un goloso pájaro que devora relámpagos
con demoníaco pizo rechazador de serpientes
emplumadas.

Surgen las estrellas a la vista de todos.
Y el mito es como un guante sin medida.
El colibrí en su celda, sacude su ala derecha.
Y nos pertenecemos
al amparo de un tulipán nocturno.

IV

Un halcón de madera me señala
dónde se inicia el movimiento de la luz,
en la torre que resguarda el verano.
Porque una sirena ha muerto sobre el agua,
las lámparas del llanto están de pie
y dialogan con las monedas de sus manos rotas.

V

En la túnica marina de cobre, todo sucumbe.
Empieza entonces la desbandada de tu sombra,
que rompe sus cinturones de raso y amaranto
y se desplaza por el viento,
como una botella enamorada.
Una cadena de luciérnagas asoma
de pronto a tus ojos que fulminan
la mariposa teñida de suspiros.

VI

Ya nada puede volver a ser lo mismo.
Se ha violado la cuerda de la noche.
Los sollozos mortales de los peces estremecen el aire.
La ballena ha perdido su sortija
y todo en derredor es orfandad.

VII

Alimentada en ti, permanezco custodiando
la niebla de tu cuerpo
para recuperarte al día siguiente,
a la orilla del sueño, catedral que nos conduce
al nacimiento de otra noche, otra noche.

Foto : Periódico de poesía

Para quien pretenda conocer a un poeta

Es difícil conocer el corazón de un poeta.
A primera vista resulta fácil doblegarlo por la vanidad,
ensalzarle y hasta aprenderse de memoria unas cuantas líneas suyas.
Caminar a su lado y sostener el mar con la mirada,
hablar de ciudades irreales,
adivinar su amor y sus costumbres,
su vida cotidiana, sus odios y rencores,
penetrar el secreto de su técnica,
llegar a sus orígenes.

Pero ¿quién, bajo la lluvia, es capaz, sabe realmente
cómo es por dentro ese cuerpo tembloroso, amoroso,
        maldito, blasfemo o perseguido de un poeta? 

El primer animal

Soy un torpe animal melancólico que a veces se alegra de la lluvia o la niebla
y mira pasar sus piernas en ocasiones extrañas dentro de su cuerpo
mientras gusta de encender la noche con el fruto de sus lamentaciones
y de vez en cuando
como un alto nombramiento conferido desde la infancia     ama.

Soy un torpe animal que no se sacia
de buscar la ternura escondida en un vieja campana de barco,
en un poema leído a solas o en esa sensación elemental de tener hambre 
o frío.

Soy simplemente un animal sencillo y primitivo desde mi origen,
cruel algunas veces y que gusta de ser largamente acariciado,
penetrado por un sol amoroso, rodeado por pequeñas y tiernas palabras.

Deseo la construcción de un mundo capaz de contenerme.
Mi naturaleza de animal me vuelve frágil, insumiso y violento
en las horas en que me pongo a jugar el juego de la vida.
Hago la luz y los silencios
y soy humano hasta donde mi capacidad me lo permite.

Porque soy primitivo vuelvo mis pisadas a la tierra,
el olor de la tierra que me ha enseñado siempre
a poder distinguir al enemigo, al que pisa distinto y habla diferente.
Soy dócil y sensible. Me gusta a veces comer granizo, beber café y 
escuchar a Vivaldi.

Y viajan mis ojos por paisajes interiores y canto y mi sangre se aquieta.
Siento que soy el animal de todos los asombros:
el primer animal sobre la tierra.


De: El primer animal

El sediento

Como el que quiere y no,

como el que llora lo que nunca ha tenido

y se golpea las alas

desbaratando tréboles inútiles.

Caminará derecho hasta su orilla,

se tenderá, de lado,

para que el sol así, le dé la espalda.

Y si la sombra llega,

si aún es tiempo,

le arrebate el perfil.

Escribirá un monólogo de tierra

en la sombra del viento.

Se hará muchas preguntas

pozo negro y vacío

cueva del agua,

ay

este

indefinible

corazón

mío

Para hablar de lo que jamás existió

No es que inesperadamente aparecieran allí

como palomas muertas tus palabras.

No fue tampoco el rumor de los trenes que jamás abordamos

en la estación secreta.

Era como la increíble sonrisa de un profeta loco

en el comienzo de la primavera

o una flor de cristal en el invierno.

Nunca los labios aprehendieron tu contorno

y se cansó la barca de esperarnos

para cruzar la llanura marina.

No conocí el sonido de mi piel bajo tu piel.

Todo se derrumbó, desapareció sin dejar huella

como el nombre de un país, de un territorio

que súbitamente ya no figura en el mapa.

Casi el verano

Yo no digo que el sol, inaprensible sueño de mi piel,

entabla una demanda amorosa contra el latido del día.

Digo solamente que mi amor es un gajo desnudo

que se cubre con hojas de ruibarbo y jazmines embotellados.

Mi amor está desnudo y  ha empezado a tatuar corazones en el viento,

iconoclastas corazones dispensadores de azules albas.

Nunca la música ha cabalgado en potros más esbeltos.

Los antiguos pavorreales del verano han empezado

a mirarse desplegando sus arpas de colores.

A la luz del verano, salta, canta corazón.

El aire quiere dormirse junto a tu boca.

Tu corazón es una maquinaria secreta que me traga.

La lluvia nos conduce de la mano hasta el pan tierno de su abrazo

A sus puertas estamos. Sobrecogidos y aromados.

La mañana no quiere parecerse a ninguna.

En el viento cercano una lágrima tiembla.

La niña ciega alcanza el sueño de la abeja.

En tanto que nosotros transcurrimos.

Ellos llegan de noche

¿La poesía? Un caracol nocturno

en un rectángulo de agua.

José  Lezama Lima

Los saqueadores atisban detrás de los espejos.

Oleajes transparentes asoman en la noche

sus conchas irisadas, caracoles ocultos, corales fantasmas.

Los pasos voluptuosos recogen las arenas nocturnas,

la intimidad de la palabra secuestrada.

Vienen y van, navegantes de las altas mareas,

origen de la vida, gozo imperfecto.

No son ellos los oficiantes, los creadores de imágenes.

No volverán, pero su huella en los tapices

te dará la certeza de su extraña presencia.

Thelma y Efrain Huerta el día de su boda. 6 de septiembre de 1958

LOPE DE VEGA 510

Primera evocación

a Efraín Huerta

Repentinamente

el desierto edificio
barca mecida bajo el ámbar de la tarde
sin paredes frontales que resguarden los sueños
ni ventanas que celebren el nacimiento de los días
es apenas una luz un parpadeo
un invisible reflejo en los espejos ausentes.

A pesar de todos los relojes
sagradamente habitan en ese paraíso conquistado
detrás del ojo que no puede mirarte-
todos los fuegos de tu espíritu
encendidos en tus días terrenales
y el esplendor del agua viva de tus manos.

Estás en esos recintos interiores
que algún día fueron nuestros
en las voces y silencios evocados
junto a los breves espacios de la dicha
donde renacen ahora tus poemas
como soles antiguos en la estación del viento.

Palabras al amigo solitario

He aquí que estás y vives y nada es suficiente.

Un algo insoportable te domina

y la ciudad no cabe ya en tus manos.

Se te sube a la espalda,

regresa a tus zapatos.

Y piensas en el hijo que no tienes,

en la mujer amada que le falta a tu noche cada día.

Aquí estás, dividido,

doliéndote esa inconforme sangre que tú eres,

los huesos que tú eres sin desearlo

el salmo de un amor que no pediste,

la despiadada furia que aniquila tus buenas intenciones.

Aquí estás y aquí buscas

a uno más solitario que tú para entregarle

esa mitad de amor que te has guardado,

esa mitad de llanto que no lloras

y esa mitad de muerte que tú vives.

Presencia de las islas

Como un cortejo cabalgando a solas surgen de la niebla
¿Quién alimenta su esplendor que ninguna tempestad oculta?
De las islas sube algo parecido al deseo.
Casa viviente en el mar
las islas
animales fantásticos
esperan su ración de ostras.

Para mi corazón una isla iluminada con el brillo del mar
una isla
como espada
atravesando la llanura marina
una isla
multiplicándose en su pequeña geografía
una isla
grito a solas
jardín para romper la monótona presencia del mar
la insoportable presencia
de una soledad frente a sí misma.
Allí
abajo
fruto
corteza en movimiento
la forma de las islas:
última tentación de los navíos.

No tenemos piedad

a Dionicio Morales

No tenemos piedad

de las manos que penden del sol,

del renacimiento del astro huérfano

que nos penetra en la piel

como una inmensa tela

sobre el corazón de la tristeza.

No tenemos piedad

de todos los besos dados

porque nos hemos olvidado

de volver al primero.

No somos nuestros enemigos.

Y estamos en el umbral de los ángeles

para encontrar de nuevo su sonrisa.

Thelma Nava (Ciudad de México, 25 de noviembre de 1932- Castlegar, Columbia Británica, Canadá, 17 de agosto de 2019). Poeta, periodista, editora y activista por los Derechos Humanos.

Hija única de un matrimonio de padres maduros, fue una niña y adolescente solitaria. A su amor por las palabras contribuyeron también los cuentos que le leía su padre cada noche y las “montañas de libros” que él llevaba a la casa y que ella leía con voracidad.

Con la lecturas de los cuentos de Andersen y los hermanos Grimm, de las novelas de Emilio Salgari y Julio Verne, le fue naciendo –escribió alguna vez– el “afán de encontrar palabras que nombraran la vida”.

Así se fueron sumando nombres y obras: Don Quijote de la Mancha y las Novelas ejemplares, de Cervantes; el Werther, de Goethe; Los bandidos de Río Frío, de Manuel Payno; Las calles de México, de Luis González Obregón; El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas; la Biblia y también historietas como Pepín y el Chamaco, que su madre le tenía prohibidas.

Estudió Literatura, Redacción y Estilo en el Centro Mexicano de Escritores (CME), en la Casa del Lago y Letras Modernas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue directora de Editorial Patria Grande y de Pájaro Cascabel; trabajadora del programa cultural del ISSSTE; cofundadora de El Rehilete; miembro de los consejos de redacción de Manatí y Xilote y de la dirección colectiva de La Brújula en el Bolsillo además de haber sido editora de la sección “Escaparate” del periódico El Día. Colaboró en publicaciones como Cuadernos de Viento, los suplementos El BúhoLa Cultura en el Gallo IlustradoEl Cocodrilo Poeta, los diarios El FinancieroNovedades, El Nacional, Ovaciones, las revistas Periódico de Poesía, PluralRevista de la Universidad de México, entre otros.

En 1975 fué invitada a Cuba para ser jurado del Premio Casa de las Américas, y conoció y entabló amistad con intelectuales como Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, José Lezama Lima, Eliseo Diego, Eduardo Galeano, y Juan Gelman.

Estuvo casada durante 23 años con el poeta Efraín Huerta , hasta el fallecimiento de éste, y fue madre de la también poeta, editora e investigadora Raquel Huerta Nava, quien falleció el 21 de diciembre de 2018.

Premios :

Premio de Poesía Ramón López Velarde 1962. La Presea Rosario Castellanos 1993, Chiapas. En 1999 el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines, el IV Premio Nezahualcóyotl por su obra y trayectoria poética nacional e internacional, otorgado por el H. Ayuntamiento del Municipio de Nezahualcoyótl, México, junio de 2005 y en 2009 el Premio Internacional de Poesía Gilberto Owen Estrada

Su poesía ha sido incluida en cerca de cuarenta antologías, nacionales e internacionales, entre ellas, Poesía en Movimiento. Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, portugués y búlgaro. 

Thelma colaboró en el Tribunal Rusell, antecedente de Human Rights Watch y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y también, durante años, en el Comité Mexicano de Solidaridad con Nicaragua, que combatió al dictador Somoza. Asi mismo participó en el movimiento estudiantil de 1968 y la tragedia de Tlatelolco que reflejó en su poema ‘Tlatelolco 68’.

Obra publicada: 

Aquí te guardo yo, (1957); La orfandad del sueño, (1964); Poèmes Choisis, (1965); Colibrí 50 (1962-1964), (1966); El Primer Animal, (1986); El libro de los territorios, (1992); Material de Lectura. Antología, (1992); El Verano y las islas, (1998); Paisajes interiores, (2000); El Primer AnimalPoesía Reunida 1964-1995, (2000); Los pasos circulares,(2003); Para volver al mar, (2004); Detrás estaba el mar, CD Voz Viva de México, (2017).

Enlaces de interés :

https://www.jornada.com.mx/2008/12/31/index.php?section=cultura&article=a03n1cul

http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/01/escritura-conquistada-thelma-nava.html

https://www.milenio.com/cultura/laberinto/thelma-nava-no-solo-se-escribe-poesia-se-vive

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