12 Poemas de Johann Wolfgang von Goethe

Die schöne Nacht

Nun verlaß’ ich diese Hütte,
Meiner Liebsten Aufenthalt,
Wandle mit verhülltem Schritte
Durch den öden, finstern Wald:
Luna bricht durch Busch und Eichen,
Zephyr meldet ihren Lauf,
Und die Birken streun’ mit Neigen
Ihr den süßten Weihrauch auf.

Wie ergötz’ ich mich im Kühlen
Dieser schönen Sommernacht!
O wie still ist hier zu fühlen,
Was die Seele glücklich macht!
Läßt sich kaum die Wonne fassen,
Und doch wollt ich, Himmel, dir
Tausend solcher Nächte lassen,
Gäb mein Mädchen eine mir.

De : Chinesisch-Deutschen Jahres- und Tageszeiten,(1827)

La hermosa noche

Abandonar debo la choza
donde vive mi adorada,
y con paso sigiloso
vago por la selva árida;
brilla la luna en la fronda,
alienta una brisa blanda,
y el abedul, columpiándose,
a ella eleva su fragancia.

¡Cómo me place el frescor
de la bella noche estiva!
¡Qué bien se siente aquí
lo que nos llena de dicha!
¡Trabajo cuesta decirlo!…
Y sin embargo, daría
yo mil noches como esta
por una junto a mi amiga.

*****

Image credit: Colchester and Ipswich Museums Service: Ipswich Borough Council Collection

*****

Dämmrung senkte sich von oben,

Schon ist alle Nähe fern,

Doch zuerst empor gehoben

Holden Lichts der Abendstern.

Alles schwankt in’s Ungewisse,

Nebel schleichen in die Höh’,

Schwarzvertiefte Finsternisse

Widerspiegelnd ruht der See.

Nun am östlichen Bereiche

Ahn’ ich Mondenglanz und Glut,

Schlanker Weiden Haargezweige

Scherzen auf der nächsten Flut.

Durch bewegter Schatten Spiele

Zittert Lunas Zauberschein,

Und durch’s Auge schleicht die Kühle

Sänftigend in’s Herz hinein.

*****

El crepúsculo descendió desde lo alto,

todo lo que estaba cerca, está ahora lejos,

aunque al principio se elevó

el fulgor del lucero de la tarde.

Todo se tambalea en lo incierto,

las nieblas cubren las alturas,

tinieblas de profunda oscuridad

alcanzan quedamente su reflejo sobre el lago.

Ahora en territorios del este,

siento el brillo y la incandescencia de la luna,

las ramas del sauce, finas como el cabello,

juegan en la corriente más próxima.

A través de juegos de sombras que se mueven,

tiembla la apariencia mágica de la luna.

Y a través de mi mirada el frío

se desliza suavemente hacia el interior de mi corazón.

Rastlose Liebe

Dem Schnee, dem Regen,
Dem Wind entgegen,
Im Dampf der Klüfte,
Durch Nebeldüfte,
Immer zu! Immer zu!
Ohne Rast und Ruh!

Lieber durch Leiden
Möcht‘ ich mich schlagen,
Als so viel Freuden
Des Lebens ertragen.

Alle das Neigen
Von Herzen zu Herzen,
Ach, wie so eigen
Schaffet das Schmerzen!

Wie – soll ich fliehen?
Wälderwärts ziehen?
Alles vergebens!
Krone des Lebens,
Glück ohne Ruh,
Liebe, bist du!

Amor inquieto

¡A través de la lluvia, de la nieve,
A través de la tempestad voy!
Entre las cuevas centelleantes,
Sobre las brumosas olas voy,
¡Siempre adelante, siempre!
La paz, el descanso, han volado.

Rápido entre la tristeza
Deseo ser masacrado,
Que toda la simpleza
Sostenida en la vida
Sea la adicción de un anhelo,
Donde el corazón siente por el corazón,
Pareciendo que ambos arden,
Pareciendo que ambos sienten.

¿Cómo voy a volar?
¡Vanos fueron todos los enfrentamientos!
Brillante corona de la vida,
Turbulenta dicha,
¡Amor, tu eres esto!

Spiegel der Muse

Sich zu schmücken begierig, verfolgte den rinnenden Bach einst
Früh die Muse hinab, sie suchte die ruhigste Stelle.
Eilend und rauschend indes verzog die schwankende Fläche
Stets das bewegliche Bild; die Göttin wandte sich zürnend;
Doch der Bach rief hinter ihr drein und höhnte sie: “Freilich
Magst du die Wahrheit nicht seh’n, wie rein dir mein Spiegel sie zeiget!”
Aber indessen stand sie schon fern, am Winkel des Sees,
Ihrer Gestalt sich erfreuend, und rückte den Kranz sich zurechte.

El espejo de la musa

Cierto día, temprano, cuando el empeño se adornó con impaciencia,
la Musa siguió la corriente del río,
hasta un rincón apartado y tranquilo.
Rápida y sonora fluía
la cambiante superficie distorsionada,
hacia sus figura encantadora que huía,
entonces la Diosa abandonó la ira.
Sin embargo, el arroyo la llamó burlándose:
¿No verás entonces la verdad en mi claro espejo?
Pero ella corría lejos, cerca del océano;
en su figura el regocijo alababa,
adornando debidamente su guirnalda.

Der Erlkönig

Wer reitet so spät durch Nacht und Wind?
Es ist der Vater mit seinem Kind;
Er hat den Knaben wohl in dem Arm,
Er faßt ihn sicher, er hält ihn warm.

“Mein Sohn, was birgst du so bang dein Gesicht?”
“Siehst, Vater, du den Erlkönig nicht?
Den Erlenkönig mit Kron und Schweif?”
“Mein Sohn, es ist ein Nebelstreif.”

“Du liebes Kind, komm, geh mit mir!
Gar schöne Spiele spiel’ ich mit dir;
Manch’ bunte Blumen sind an dem Strand,
Meine Mutter hat manch gülden Gewand.”

“Mein Vater, mein Vater, und hörest du nicht,
Was Erlenkönig mir leise verspricht?”
“Sei ruhig, bleibe ruhig, mein Kind;
In dürren Blättern säuselt der Wind.”

“Willst, feiner Knabe, du mit mir gehn?
Meine Töchter sollen dich warten schön;
Meine Töchter führen den nächtlichen Reihn,
Und wiegen und tanzen und singen dich ein.”

“Mein Vater, mein Vater, und siehst du nicht dort
Erlkönigs Töchter am düstern Ort?”
“Mein Sohn, mein Sohn, ich seh es genau:
Es scheinen die alten Weiden so grau.”

“Ich liebe dich, mich reizt deine schöne Gestalt;
Und bist du nicht willig, so brauch ich Gewalt.”
“Mein Vater, mein Vater, jetzt faßt er mich an!
Erlkönig hat mir ein Leids getan!”

Dem Vater grauset’s, er reitet geschwind,
Er hält in Armen das ächzende Kind,
Erreicht den Hof mit Müh’ und Not;
In seinen Armen das Kind war tot.

El rey de los Ellfos

¿Quién cabalga tan tarde a través del viento y la noche?
Es un padre con su hijo.
Tiene al pequeño en su brazo
Lo lleva seguro en su tibio regazo.

“Hijo mío ¿Por qué escondes tu rostro asustado?”
“¿No ves padre al Rey de los Elfos?
¿El Rey de los Elfos con corona y manto?”
“Hijo mío es el rastro de la neblina.”

“¡Dulce niño ven conmigo!
Jugaré maravillosos juegos contigo;
Muchas encantadoras flores están en la orilla,
Mi madre tiene muchas prendas doradas.”

“Padre mío, padre mio ¿no oyes
Lo que el Rey de los Elfos me promete?”
“Calma, mantén la calma hijo mío;
El viento mueve las hojas secas.”

“¿No vienes conmigo buen niño?
Mis hijas te atenderán bien;
Mis hijas hacen su danza nocturna,
Y ellas te arrullarán y bailarán para que duermas.”

“Padre mío, padre mío ¿no ves acaso ahí,
A las hijas del Rey de los Elfos en ese lugar oscuro?”
“Hijo mío, hijo mío, claro que lo veo:
Son los árboles de sauce grises.”

“Te amo; me encanta tu hermosa figura;
Y si no haces caso usaré la fuerza.”
“¡Padre mío, padre mío, ahora me toca!
¡El Rey de los Elfos me ha herido!”

El padre tiembla y cabalga mas aprisa,
Lleva al niño que gime en sus brazos,
Llega a la alquería con dificultad y urgencia;
En sus brazos el niño estaba muerto.

A la luna

¡Oh tú, la hermana de la luz primera, 

símbolo del amor en la tristeza! 

Ciñe tu rostro encantador la bruma, 

orlada de argentados resplandores;

Tu sigiloso paso de los antros 

durante el día cerrados cual sepulcros, 

a los tristes fantasmas despabila, 

y a mí también y a las nocturnas aves.

Tu mirada domina escrutadora 

y señorea el dilatado espacio. 

¡Oh, elévame hasta ti, ponme a tu vera! 

No niegues a mi ensueño esta ventura; 

y en plácido reposo el caballero 

pueda ver a hurtadillas de su amada, 

las noches tras los vidrios enrejados.

Del contemplar la dicha incomparable, 

de la distancia los tormentos calma, 

yo tus rayos de luz concentro, ¡oh luna!, 

y mi mirada aguzo, escrutadora; 

poco a poco voy viendo los contornos 

del bello cuerpo libre de tapujos, 

y hacia él me inclino, tierno y anhelante, 

cual tú hacia el de Endimión en otro tiempo.

Balada de Mignon

-¿Conoces el país do medra el limonero

y doradas naranjas bajo la parra brillan?

Del cielo azul un leve céfiro se desprende 

plácido el arrayán y altivo el laurel vibran. 

¿Conoces el país?, dime.

                              

Es allí, es allí

donde anhelo ir contigo

y vivir junto a tí

-¿Conoces tú el palacio que un rey pomposo habita

con portico y salones que alumbran tanta luz?

y príncipes de mármol que al verme: ¡Pobrecita! 

diranme ¿qué te han hecho?¿de dónde vienes tú?

                               Es allí, es allí

donde quiero estar contigo

y vivir junto a tí

-¿Conoces la montaña y su nubosa senda? 

La mula, entre niebla va buscando el camino 

del dragón en las cuevas la vieja raza anida; 

rueda la roca y cae y en el agua se abisma.

¿Lo conoces tú?, dime.

                             -¡Por ahí, por ahí

anhelo irme contigo

a vivir junto a tí!

El Pescador

Hinchada el agua, espumajea, 

mientras sentado el pescador 

que algún pez muerda el anzuelo 

plácido aguarda y bonachón. 

De pronto la onda se rasga, 

y de su seno-¡oh maravilla!- 

toda mojada, una mujer 

saca su grácil figurilla.

Y con voz rítmica le increpa: 

-¿Por qué, valiéndote de mañas, 

hombre cruel, tiras de mí 

para que muera en esta playa? 

¡Si tú supieras qué delicia 

allá se goza bajo el agua,

tal como estas te arrojarías 

al mar, dejando en paz la caña!

¿No ves al sol, no ves la luna 

cómo en las ondas se recrean? 

¿Doble de hermosos no parecen 

cuando en las agujas se reflejan? 

¿No te seduce el hondo cielo 

cuando su azul, húmedo muestra? 

Cuando este aljófar lo salpica, 

¿del propio rostro no te prendas? 

Hinchada el agua, espumajea,

del pescador lame los pies;

siente el cuidado una nostalgia,

cual si a su amada viera fiel.

Cantaba un tanto la sirena,

todo pasó en un santiamén;

tiró ella de él, resbaló el hombre,

nunca más se dejó ver.

Elegías Romanas

I

A vosotros debemos el saber

que hemos sido felices una vez.

¡Decid, piedras; hablad vosotros, altos palacios! 

¡Una palabra, oh vías! Genio, ¿no te conmueves? 

Sí, un alma tiene todo dentro tus sacros muros, 

¡oh Roma eterna! Solo que aun para mí está muda. 

¡Oh, quién podría decirme en qué ventana antaño 

vi la pura beldad cuyo fuego es un bálsamo! 

¡Ay, qué torpe mi alma no adivina aún la senda,

vagando por la cual tiempo perdí precioso! 

Templos, palacios, ruinas y columnas hoy miro

cual hombre que al viajar sacar provecho sabe. 

Mas pronto su tarea termina y solo queda 

un templo, el del amor, que a iniciados acoge. 

¡Un mundo, en verdad, eres, Roma! Mas sin Amor, 

¡ni el mundo sería mundo ni Roma fueras tú!

II

¡Rendid a quien queráis, parias! ¡Yo estoy ya a salvo!

Bellas damas, señores de la más rancia alcurnia, 

comunicaos noticias de los viejos parientes 

y a la cohibida charla siga el insulso juego. 

Y vosotros también, con vuestras sosas peñas,

grandes y chicas, todo de tedio me llenáis, 

repitiendo esas sandias políticas noticias 

que a lo largo de Europa persiguen al viajero. 

Igual que la canción de Mambrú a aquel inglés, 

de París a Liorna y a Roma y aun a Nápoles, 

antaño persiguiera; y si a Esmirna bogara, 

también a recibirle allí Mambrú saliera. 

Pues lo mismo yo ahora tengo que oír por doquier 

censuras para el pueblo, para los reyes críticas. 

Así que no tan pronto descubráis mi refugio, 

que Amor, regio mecenas, se dignara prestarme.

Cúbrenme allí sus alas; y mi romana bella, 

a fuer de tal no teme las lenguas viperinas;

de chismes no se cuida, que adivinar tan solo 

los deseos del amado, solicita, pretende.

Del extranjero plácenle los libres, rudos modos, 

que de montes y nieves y de cabañas dícenle; 

la llama que en su pecho ella prende, comparte, 

y celebra no aprecie como el romano el oro. 

Mejor servida ahora su mesa está; de sobra 

tiene trajes y un coche que la lleve a la Ópera. 

De su nórtico huésped hija y madre se ufanan, 

y en sus romanos pechos el bárbaro domina.

III

¡No te pese, oh amada, tan pronto haberte dado! 

Segura está; de ti yo nada malo pienso. 

Por modo muy diverso de Amor las flechas hieren: 

las hay que el corazón lentamente envenenan, 

y las hay que buidas, traspasan la médula 

y en fiebre fulminante la sangre nos inflaman. 

En los heroicos tiempos en que dioses y diosas 

amaban, iban juntos mirada, deseo y goce. 

¿Crees que usó de remilgos con el joven Anquisos 

Venus cuando en los campos vio su apuesta figura? 

¿Ni que al joven durmiente respetara la Luna, 

sabiendo que, envidiosa, despertaríalo el Alba? 

Miró Hero a su Leandro en medio de la fiesta, 

y llegada la noche lanzóse él a las ondas. 

Por agua al Tíber iba la virginal princesa 

Rea Silvia, cuando Amor hirióla con su dardo. 

¡Así Marte engendró sus hijos!… Una loba

amamantólos!… ¡Roma fue así reina del mundo!

IV

Piadosos los amantes somos; culto rendimos 

a todos los demonios, a todo Dios honramos.

¡Iguales a vosotros, romanos triunfadores!, 

que en Roma a todos ellos ofrecisteis albergue; 

a los egipcios, templos de nocturno basalto, 

de blanco alegre mármol a los dioses de Grecia. 

No habrán, pues, de enojarse, si en honor de uno de ellos 

quemamos un incienso raramente preciado. 

Porque, no lo negamos, a un dios especialmente 

cada día dedicamos nuestras preces e incienso. 

Gravemente joviales, en secreto oficiamos, 

y diz que tal secreto al iniciado cuadra. 

Antes de las Erinnias la furia arrostraríamos 

antes sufrir querríamos de Jove los rigores 

en la rueda y la roca, que del grato servicio

amoroso perder el gustoso entusiasmo; 

la diosa que adoramos se llama la Ocasión 

y mostrársenos suele con mil varios aspectos. 

De Prometeo pudiera la hija ser y de Tetis,

que con astucia varia engañaba a los héroes. 

Ella también engaña al inexperto y sandio, 

al dormilón esquiva y al vigilante ayuda, 

pero solo se entrega al activo y osado;

con él vuélvese mansa y cariñosa y tierna. 

Yo también pude verla; es morena, y copioso

su negro pelo cubre su frente en demasía, 

enroscándose en rizos en torno a su garganta, 

y en no peinadas ondas junto a sus sendas sienes. 

No me paré a pensarlo; cogí a la fugitiva, 

y mis besos y abrazos, experta, devolvióme. 

¡Qué dichoso sentirme! Pero pasó aquel tiempo, 

y de romanos lazos ahora ya libre estoy.

V

Esta clásica tierra felizmente me inspira; 

pretérito y presente por igual me seducen.

De los antiguos sigo el consejo, y sus obras 

con mano ansiosa hojeo, y siempre en ello gozo. 

Mas Amor en la noche de otro modo me ocupa, 

y por poco que aprenda doblemente me ufano. 

Pero ¿es que aprendo poco contemplando las formas

de esta viva escultura que mis manos moldean? 

Ahora es cuando comprendo al mármol; pues lo estudio

con ojos sensitivos y con manos videntes. 

Y si del día la amada alguna hora me niega,

en cambio de la noche me las concede todas.

No todo se va en besos; que también conversamos, 

y cuando le entra el sueño yo despierto medito. 

Más de un poema, en sus brazos, he rimado, y a fe 

que tecleando en su espalda suavemente, escandía 

los latinos hexámetros. En tanto, ella en su plácido

sueño alentaba un soplo que mi sangre encendía.

Atizaba su antorcha Amor y recordaba 

los tiempos en que al célebre triunvirato asistiera.

VI

“¿Es posible, ¡oh cruel!, que así tú me zahieras? 

¿Se expresan de ese modo en tu país los amantes? 

Pase que así lo haga el vulgo. ¡Con él peco…! 

Aunque no; que a ti solo me siento yo obligada. 

Estos trajes dirán a la mordaz vecina 

que la viudita ya por su esposo no llora. 

¿No te ponías tú mismo, en las noches de luna, 

para venir a verme, un largo abrigo oscuro 

y escondías tus melenas? ¿No fingiste el abate? 

¿Conque tenía un prelado? ¡Y el prelado eras tú! 

Pues, aunque no lo creas, ningún clérigo pudo 

de mi favor Jactarse en la Roma levítica. 

Y era joven y pobre, y ellos bien lo sabían. 

Más de una vez miróme de reojo Falconieri 

y Albani más de una, por medio de tercero, 

a Ostia o las Cuatro Fuentes intentó atraerme en vano. 

Jamás gracia me hicieron las medias encarnadas, 

y menos todavía las de color morado… 

Que si a broma mi madre lo tomaba, mi padre 

me advertía: “Ten cuidado, que saldrás chasqueada..” 

Y así, por fin, ha sido. Que si airado te finges 

conmigo, solo es porque escaparte quieres…

Vete, pues, que no hay hombre que nuestro amor merezca: 

su amor la mujer lleva, cual su niño, en el pecho. 

En tanto que vosotros, al abrazar vehementes 

con vuestro mismo ímpetu al atanor ahuyentáis…”

Así la amada habló, y al pequeño cogiendo, 

entre besos y lágrimas contra el pecho apretólo… 

¡Qué bochorno sentí, oh, qué ruines hablillas 

de malignas comadres aquel cuadro empañaran! 

Débil el fuego brilla y humea por un momento 

cuando sobre su llama agua vertéis; mas pronto 

se depura y acendra y más pujante torna 

a elevar en el aire su penacho fulgente.

VII

¡Cuán feliz soy en Roma! Evoco aquellos tiempos 

en que la turbia luz del Norte me envolvía, 

turbio y pesado el cielo sobre mí gravitaba, 

y sin color ni forma se me mostraba el mundo, 

haciendo que otease con pena los sombríos 

senderos que se abrían ante el yo insatisfecho.

Ahora aquí, en el fulgente éter, los astros fulgen, 

y Febo, el dios, las formas suscita y los colores. 

Brilla en astros la noche, vibra en suaves canciones, 

y más que sol del Norte la luna resplandece. 

¡Qué dicha!… ¿Será un sueño? ¿De veras, padre Júpiter, 

acoges a este huésped y tu ambrosia le brindas? 

¡Ay’, que a tus pies me postro y a tus rodillas tiendo 

las manos implorantes…, oh Jove hospitalario! 

No sé cómo hasta aquí llegara; al peregrino 

de la mano cogióle Hebe, y aquí le trajo… 

¿Acaso le ordenaste que un héroe te trajera? 

¿Y ella erró la elección?… Pues su error aprovecho… 

Perdona… que Fortuna también es hija tuya… 

Y a capricho, cual hembra, sus favores reparte… 

¿No eres hospitalario?… ¡Pues no arrojes entonces

al huésped de tu Olimpo, lanzándolo a la tierra! 

“Poeta. ¡Mucho te encumbras!…” “Perdona: el Capitolio 

es tu segundo Olimpo, padre Jove… Tolera 

mi presencia un momento, que luego Hermes alígero, 

conduciráme al Arco por delante de Cestio.”

VIII

Cuando dícesme, amada, que nunca te miraron 

con grado los hombres, ni hizo caso la madre 

de ti, hasta que en silencio una mujer te hiciste, 

lo dudo y me complace imaginarte rara,

que asimismo a la vid faltan color y forma, 

cuando ya la frambuesa a dioses y hombres seduce.

IX

Brilla otoñal la llama de los campestres lares; 

chisporrotea trepando por el sarmiento aprisa. 

Más que nunca esta noche me agrada, pues aun antes 

que la rama se tueste y se cambie en rescoldo 

ha llegado mi amada. Reanímanse los leños, 

y la noche nos brinda tibia y fulgente fiesta. 

Cuando en el alba aprisa del nupcial lecho salte, 

tornará a suscitar del rescoldo la llama. 

Pues, aparte otros dones, Amor le ha concedido 

despabilar los goces si a dormitar empiezan…

X

Alejandro y Julio, y Enrique y Federico, 

de buen grado me dieran la mitad de su gloria 

porque solo una noche mi lecho les cediera; 

mas, ¡ay, qué pobrecillos!, presos los tiene el Orco. 

Así que date prisa a gozar, tú que vives, 

antes que al pie fugaz te eche el lazo Leteo.

La despedida

¡Deja que adiós te diga con los ojos, 

ya que a decirlo niéganse mis labios

¡La despedida es una cosa seria 

aun para un hombre, como yo, templado! 

Triste en el trance se nos hace, incluso

del amor la más dulce y tierna prueba;

frío se me antoja el beso de tu boca 

floja tu mano, que la mía estrecha.

¡La caricia más leve, en otro tiempo 

furtiva y volandera, me encantaba! 

Era algo así cual la precoz violeta, 

que en marzo en los jardines arrancaba. 

Ya no más cortaré fragantes rosas 

para con ellas coronar tu frente. 

Paquita es primavera, pero otoño 

para mí, por desgracia, será siempre.

Version I

Hasta que nos comprometemos
hay vacilación,
la posibilidad de retroceder,
inefectividad.

En lo concerniente a todos los actos
de iniciativa (y creación)
hay una verdad elemental
cuya ignorancia mata incontables ideas
y espléndidos planes: Que en el momento
en que nos comprometemos definitivamente,
la Providencia da el paso también.
Todo tipo de cosas ocurren para ayudarnos
que de otra manera nunca hubieran ocurrido.

Una corriente de eventos surgidos de la decisión
genera a nuestro favor
toda clase de incidentes y encuentros imprevistos
y asistencia material
que ningún hombre podría haber soñado jamás
que vendría en su ayuda.

Aquello que puedes hacer
o sueñas que puedes hacer,
comiénzalo.

La audacia tiene genio, poder y magia.

Version II

Hasta que uno se compromete,
existe la duda, la posibilidad de retirarse.

En lo concerniente a actos de iniciativa y creación,
existe una verdad elemental,
y el ignorarla
mata innumerables ideas y planes magníficos:
en el momento en que uno se compromete,
también interviene la providencia.

Ocurren, entonces, todo tipo de cosas positivas,
que de otro modo jamás se habrían producido.
Una serie de acontecimientos derivan de esa decisión,
poniendo a favor de uno
incidentes fortuitos, encuentros insospechados y material de apoyo,
que ningún hombre podría haber soñado con lograr.

Sea cual fuere tu sueño, comiénzalo. La audacia tiene genio, poder y magia.

infografik-goethe-wandrer-nachtruh

Das Gleiche

Über allen Gipfeln

Ist Ruh

In allen Wipfeln

Spürest Du

Kaum einen Hauch;

Die Vögelein schweigen im Walde.

Warte nur! Balde

Ruhest Du auch.

El 16 de septiembre de 1780 Goethe subió a la montaña Kickelhahn, y sobre la pared de madera de una cabaña de cazador escribió estos versos. Tiempo después esta cabaña ardió y no se conserva la grafía original, pero el autor sí introdujo el poema en su opus conservándolo con el título Das Gleiche.

*****

Sobre las cumbres

hay paz, 

en las copas de los árboles

apenas puedes

percibir un aliento,

los pajarillos han enmudecido en el bosque. 

Espera, pronto

descansarás tú también.

Johann Wolfgang von Goethe( Fráncfort del Meno, Alemania, 28 de agosto de 1749-Weimar, 22 de marzo de 1832). Poeta, dramaturgo, novelista, filósofo y naturalista. Principal representante del Clasicismo de Weimar. Su apellido da nombre al Goethe-Institut, organismo encargado de difundir la lengua y cultura alemana en todo el mundo, equivalente al Instituto Cervantes. En palabras de George Eliot (1819-1880), «el más grande hombre de letras alemán… y el último verdadero hombre universal que caminó sobre la Tierra».

Hijo de Katharina Elisabeth Textor y de Johann Caspar Goethe, doctor en derecho y consejero imperial (título honorario) que se retiró de la vida pública y educó a sus hijos él mismo, bajo la máxima de no perder el tiempo en lo más mínimo. Goethe creció en un ambiente privilegiado rodeado de libros, cuadros y un teatro de marionetas que estimularon su intelecto e imaginación.

Goethe tenia una inteligencia superdotada y una enorme y enfermiza curiosidad, hizo prácticamente de todo y llegó a acumular una muy amplia cultura. En primer lugar estudió lenguas, aunque era más aficionado al arte y nunca, a lo largo de toda su vida, dejó de cultivar el dibujo. Al tiempo que escribía sus primeros poemas, se interesó por otras ramas del conocimiento como la geología, la química y la medicina.

Goethe estudió Derecho en Leipzig (1765); allí conoció los escritos de Winckelmann sobre arte y cultura griegas, pero una grave enfermedad le obligó a dejar los estudios en 1768 y volver a Fráncfort. Katharina von Klettenberg, amiga de su madre, le cuidó y le introdujo en el misticismo pietista, que ponía énfasis en el sentimiento dentro de la confesión protestante; por entonces compuso sus primeros poemas. Retomó sus estudios universitarios en 1770, en Estrasburgo, y al año siguiente entregó su tesis doctoral, que versaba sobre la relación entre el Estado y la Iglesia. Los teólogos de Estrasburgo consideraron el escrito escandaloso; uno de ellos calificó a Goethe de “demente que desprecia la religión”. El Decano de la Facultad recomendó a Goethe que retirase la tesis; al mismo tiempo, la Universidad le ofreció la posibilidad de obtener la licenciatura. Para este título solo necesitaba plantear y defender unas pocas tesis, y así lo hizo.

Esos dos años allí fueron muy importantes para él: conoció a Friederike Brion, que le inspiró la mayoría de sus personajes femeninos, y trabó amistad con el teólogo y teórico del arte y la literatura Johann Gottfried von Herder con quien colaboró en la redacción del manifiesto fundador del movimiento Sturm und Drang («Tempestad e ímpetu»), considerado el preludio del Romanticismo en Alemania: Sobre el estilo y el arte alemán (1772). En esta obra se reivindica la poesía de James MacPherson (Ossian) y de Shakespeare. Herder también despertó su interés en la poesía popular alemana, le descubrió el universo de Shakespeare y le liberó definitivamente del neoclasicismo francés y de la confianza en la razón de la Aufklärung (Ilustración) alemana.

Otra vez de vuelta en Fráncfort, escribió la tragedia Götz von Berlichingen (1773) y al año siguiente su novela Las penas del joven Werther (1774). La inspiración del Werther la había encontrado a mediados de 1772, cuando hacía prácticas de abogacía en el tribunal de Wetzlar: se había enamorado de Charlotte Buff, novia y prometida de su colega, también abogado en prácticas, Johann Christian Kestner, y Karl Wilhelm Jerusalem, otro abogado atormentado por un amor no correspondido, se suicidó utilizando una pistola prestada por Kestner. Goethe unió ambas historias para su novela Werther, en parte epistolar, y tuvo tal éxito al representar en la figura del protagonista el desencanto de las jóvenes generaciones, que provocó una epidemia de suicidios de adolescentes en el país.

El mismo año que el Werther (1774), Goethe publicó su drama Clavijo mientras intentaba abrir con poca fortuna un bufete de abogado en Fráncfort, y en la primavera de 1775 se comprometió con la hija de un banquero de la ciudad, Lili Schönemann. Sin embargo, las diferencias sociales y de estilo de vida entre ambas familias terminaron por desbaratar este compromiso, que no llegó a desembocar en matrimonio. Ansioso de escapar de este ambiente, Goethe no dudó en aceptar la invitación a la Corte de Weimar de Carlos Augusto de Sajonia-Weimar-Eisenach, heredero del ducado de Sajonia-Weimar. Tras publicar su Stella (1775), marchó inmediatamente hacia Weimar y entró al servicio del príncipe heredero Carlos Augusto fijando su residencia en Weimar ya hasta su muerte. Las numerosas tareas que este le encomendaba le hicieron abandonar la literatura durante casi diez años, a pesar de que Ana Amalia de Brunswick-Wolfenbüttel, madre de Carlos Augusto, había puesto en pie un círculo de intelectuales con el preceptor de su hijo, Wieland, y lo amplió al incluir en él a Goethe y posteriormente a intelectuales tan destacados como Herder y Friedrich von Schiller; fugazmente pasaron también por allí Jakob Michael Reinhold Lenz y Friedrich Maximilian Klinger. Goethe pasó de ser consejero secreto de legación (1776) a consejero secreto (1779), y finalmente se convirtió en una especie de ministro supremo. Otra de sus funciones fue la supervisión de la Biblioteca ducal, que bajo su dirección llegó a ser una de las más importantes de toda Alemania. Inicia en esa época sus investigaciones científicas. Interesado por la óptica, concibió una teoría distinta a la de Isaac Newton sobre los colores y también investigó en geología, química y osteología, disciplina esta última en que descubrió el hueso intermaxilar en marzo de 1784, que pone una de las primeras piedras en la teoría de la evolución del hombre, aunque en esto se le adelantó por muy poco el anatomista francés Vicq d’Azyr, lo que le supuso una gran frustración. Las cartas a Charlotte von Steindan fe de su actividad en esta época de su vida, dedicada a todo tipo de encargos y gestiones para reformar el muy pequeño y humilde Estado de Weimar. Desde un puesto tan importante tuvo la oportunidad de relacionarse con la alta aristocracia y conoció a personajes notables, como Napoleón Bonaparte, Ludwig van Beethoven y Arthur Schopenhauer. En 1782 el propio Duque Carlos Augusto añadió la preposición von a su apellido, a pesar de las protestas de la nobleza, para que formara parte de la Corte con un cargo equiparable al de los restantes ministros, pertenecientes todos a ella.

Ingresó en la masonería el 23 de junio de 1780 dentro de la efímera logia Amalia, que abatió columnas dos años después. En 1830, dos años antes de su muerte, Goethe compuso un poema titulado Para la fiesta de San Juan de 1830 en ocasión de celebrarse su cincuentenario como miembro de la masonería. Se considera que su condición de masón, así como otras aficiones que al parecer cultivó, influyeron en su obra, especialmente en Fausto.

Por otra parte, seguía profundizando en el estudio del teatro de William Shakespeare y de Pedro Calderón de la Barca, algunas de cuyas obras (por ejemplo, El príncipe constante de Calderón) hizo representar con éxito como encargado del teatro en la Corte de Weimar; en estas funciones empezó a cartearse con Schiller. Las lecturas teatrales de estos autores amplían notablemente los horizontes de su espíritu. Le domina además el entusiasmo ante la falsa poesía céltica de Ossian y escribe un famoso monólogo del gran dios del Romanticismo, Prometeo, que personificaba el genio rebelde de los creadores y del cual se sintió justamente orgulloso. Así fue en efecto, en lo referido al movimiento conocido como titanismo, uno de cuyos más preclaros representantes fue Giacomo Leopardi.

Merced a Goethe, Weimar se convirtió en el auténtico centro cultural de Alemania; allí compuso poemas inspirados por Charlotte von Stein y empezó la redacción de sus obras más ambiciosas, como sus dramas Ifigenia en Táuride (1787), Egmont y Fausto, que luego revisaría a fondo tras la profunda impresión que recibió en su trascendental viaje a Italia (1786-1788), el cual tornó su desequilibrada estética romántica en equilibrio clásico. Empezó en Venecia, donde compuso sus Epigramas venecianos, y terminó en Roma; allí estudió a fondo la cultura grecolatina, de esta época son sus Elegías romanas. El viaje a Italia supone el comienzo de su periodo clásico. Sin embargo, a su regreso a Weimar en 1788 se encuentra con una gran oposición a su nueva estética, el llamado clasicismo de Weimar; es más, se forma un cierto escándalo cuando llega a divulgarse que desde ese mismo año vive amancebado con una joven, Christiane Vulpius (1765-1816), que le dio al año siguiente un hijo, Julius August Walther von Goethe (1789-1830). Cuatro hijos más nacerían, pero todos murieron a los pocos días, lo que induce a creer en una incompatibilidad de grupos sanguíneos, por entonces desconocido. Goethe legitimó a su único hijo en 1800. Goethe y  Christiane Vulpius se habían conocido el 13 de julio de 1788. Aquel verano, Goethe y Vulpius comenzaron un romance apasionado. Su felicidad inspiró a Goethe para escribir sus alegres y eróticos poemas, empezando con las Elegías Romanas — las cuales reflejan no sólo el viaje italiano de Goethe de 1786 a 1788, sino también su relación con Vulpius. La pareja que convivía sin estar casados afrontó el ostracismo social por lo que, quizá para acallar a quienes criticaban su estilo de vida, el 19 de octubre de 1806, Goethe y Vulpius finalmente se casaron, en la sacristía de la Jakobskirche.

Dirigió el teatro ducal entre 1791 y 1813, y a raíz de este cargo conoció en 1794 al dramaturgo Friedrich von Schiller, con el que sostuvo una larga amistad y cierta correspondencia epistolar hasta la muerte de este en 1805. Schiller publicó las hasta entonces inéditas Elegías romanas de Goethe en su periódico Las Horas, en 1795. También imprimió la novela Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (1796) y la novela en verso Hermann y Dorothea (1798).

Schiller animó a Goethe a que prosiguiera en la gran obra de su vida, el Fausto, poema que no paraba de corregir y ampliar y cuya primera versión apareció en 1808. Goethe no abandonó completamente su pretensión de labrarse una carrera científica. En Zur Farbenlehre, 1810, intentó refutar con poca fortuna la teoría de los colores de Newton. En el primer volumen de esta obra se halla la que es sin duda la primera historia general de la ciencia.

Es probable que el hecho más importante de esta época de su vida fuera su entrevista en Erfurt con Napoleón I en 1808, cuando el ejército francés ocupaba parte del territorio prusiano en el marco de las guerras napoleónicas.

La Revolución francesa supuso para Goethe un gran trastorno. Algunos de sus epigramas venecianos ya tratan este tema, pero como su pensamiento se hallaba por completo imbuido del equilibrio y armonía del clasicismo y veía el ser como una totalidad orgánica a partir de la filosofía de Kant, el desarrollo de la revolución y el cambio provocado por la violencia le parecían una atrocidad. Eso se plasmó en algunas obras de entonces, como la colección de novelitas breves Conversaciones de emigrados alemanes(1795), la obra épica Germán y Dorotea (1797) y la tragedia La hija natural (1799 y ss.). Algo después aparecieron las novelas de madurez: Las afinidades electivas (1809) y Los años de peregrinaje de Wilhelm Meister (1821, revisado en 1829), así como un diario de su viaje por Italia, Viajes italianos(1816), su autobiografía Poesía y verdad en varias entregas (1811-1833) y un poemario, Diván de Oriente y Occidente (1819), donde se deja sentir algo el influjo de la poesía oriental.

Goethe murió en Weimar el 22 de marzo de 1832. La versión final de su gran poema coral Fausto apareció póstuma ese mismo año. En las dos versiones de su complejo y grandioso Fausto se encuentra el último mito que fue capaz de engendrar la cultura europea, el de cómo la grandeza intelectual y la sed omnímoda de saber pueden, sin embargo, engendrar la miseria moral y espiritual. Por otra parte, en la lectura y estudio de Spinoza encuentra también un consuelo al desequilibrio romántico que le embargaba, como cuenta en Poesía y verdad, donde se extiende en comentar especialmente su frase de que «quien bien ama a Dios, no debe exigir que Dios le ame a él».

Goethe disfrutó ya en vida de fama, respeto, prestigio y admiración. Delacroix le retrató en una litografía en 1827, aparte de ilustrar Fausto y Götz von Berlichingen. Por ello, fueron muchos los jóvenes de su época que quisieron conocerle en persona o, como suele decirse pedantemente: vera effigies. Por otra parte, su secretario, Eckermann, anotaba cuidadosamente sus conversaciones con el maestro a lo largo de los años y escribió unas Conversaciones con Goethe, donde aparecen reflejadas las opiniones que en sus últimos años sostuvo sobre esas visitas y también sobre todo lo divino y lo humano.

El filósofo George Santayana escribió sobre él:

Como curiosidad comentaremos la gran relevancia que la montaña de Montserrat adquirió para el Romanticismo alemán, a partir de la visita que el antropólogo Wilhelm von Humboldt realizó a Montserrat a principios del siglo XIX. Como fruto de este viaje, Humboldt escribió el ensayo “El Montserrat” y lo dedicó a J.W. von Goethe quien, a su vez, lo transmitió inmediatamente al poeta F. Schiller para su publicación. Goethe llegó a definir a Montserrat como símbolo del crecimiento espiritual del hombre al observar la impresionante similitud entre el contenido de su anterior poema religioso “Los Misterios” y la experiencia personal de Humboldt en su visita a la montaña y sus ermitas. 

Goethe: obras completas:

  • Amor sin descanso (Rastlose Liebe)
  • Canción nocturna del caminante (Wanderers Nachtlied)
  • Elegías romanas (Römische Elegien)
  • El espejo de la musa (Spiegel der muse)
  • El rey de los elfos (Der Erlkönig)
  • El rey de Thule (Der König in Thule)
  • La danza de la muerte (Der Totentanz)
  • La novia de Corinto (Die Braut von Corinth)
  • La primera Vampiresa moderna: análisis de «La Novia de Corinto» de Goethe.
  • Las afinidades electivas (Die Wahlverwandtschaften)
  • La serpiente verde (Das Märchen)
  • Pensamientos nocturnos (Nachtgedanken)
  • Un lamento al amanecer (Klaggensang)
  • Las penas del joven Werther (Die Leiden des jungen Werther)
  • Apotema (Apothem)
  • Ardiente capullo de rosa (Heidenröslein)
  • Canción de bodas (Hochzeitlied)
  • Diván de Oriente y Occidente (Westöstlicher Diwan)
  • Egmont (Egmont)
  • El acuario (Der Wassermann)
  • El aprendiz del hechicero (Der Zauberlehrling)
  • El asedio de Maguncia (Die Belagerung von Mainz)
  • El cantante Antonelli (Die Sängerin Antonelli)
  • Elegía de Marienbad (Marienbader Elegie)
  • El flautista de Hamelin (Der Rattenfänger)
  • El néctar cae (Die Nektartropfen)
  • El niño desleal (Der untreue Knabe)
  • El nuevo Paris (Der neue Paris)
  • El Xenia (Die Xenien)
  • Encontrado (Gefunden)
  • Entretenimientos de emigrantes alemanes (Unterhaltungen deutscher Ausgewanderten)
  • Fausto (Faust)
  • Götz von Berlichingen (Götz von Berlichingen)
  • Hermann y Dorothea (Hermann und Dorothea)
  • Ifigenia en Táuride (Iphigenie auf Tauris)
  • La creciente luna llena (Dem aufgehenden Vollmonde)
  • La hija natural (Die Natürliche Tochter)
  • La metamorfosis de las plantas (Versuch die Metamorphose der Pflanzen zu erklären)
  • La nueva Melusina (Die neue Melusine)
  • La primera noche de Walpurgis (The First Walpurgis Night)
  • Las profecías de Bakis (Die Weissagungen des Bakis)
  • Líneas escritas al ver la calavera de Schiller (Bei Betrachtung von Schillers Schädel)
  • Novela (Novella)
  • Poesía y verdad (Dichtung und Wahrheit)
  • Prometeo (Prometheus)
  • Stella (Stella)
  • Teoría de los colores (Zur Farbenlehre)
  • Torquato Tasso (Torquato Tasso)
  • Viaje a Italia (Italienische Reise)
  • Wilhelm Meister (Wilhelm Meister)
  • Winckelmann y su siglo (Winckelmann and His Century)

Enlaces de interés :

Fuente de la bio : https://books.google.es/booksid=kjwyDgAAQBAJ&lpg=PP1&hl=es&pg=PT5#v=onepage&q&f=false

https://books.google.es/books?id=SBnUAgAAQBAJ&lpg=PP1&hl=es&pg=PP6#v=onepage&q&f=false

https://ebuah.uah.es/dspace/bitstream/handle/10017/45849/goethe_barjau_QB_2009.pdf?sequence=1&isAllowed=y

http://elespejogotico.blogspot.com/2008/08/johann-wolfgang-von-goethe-poemas.html

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