Con mi voz de mujer
Yo soy Eva o María, la madrastra de Dios, la que le pega mientras reza cuando Adán viene borracho y me golpea a mí. Adán o Pedro es un alcohólico y ladrón de caballos, y la manzana estaba llena de agujeros que él taponó con cera para que yo no le viera los gusanos. Nunca tuve una casa, un vestido; pueden ser un árbol, una hoja, pero… ¿y la caricia? Yo soy Eva o Juana, la novia de Tarzán, la de servir la mesa y llevar los monitos a la escuela, la del strip-teaseen la boca del lobo a cambio de un trozo de carroña. Yo me acosté con Noé y su tripulación encima de una ola furiosa, que me contó cómo se hundía el Arca a causa de los agujeros que le hice. Yo soy la amante preferida en el baño de los manicomios; aquí me abro para Sancho y la patada de su mulo; aquí soy la rubia desnuda que posa para Vincent, chupando un mango madurísimo y abierta como una tijera recién afilada. Aquí soy la mano de Charlotte Corday, que se hunde gustosa en la bañera y chapotea en la sangre de la guillotina. Yo soy el laberin… STOP PLAY… Tuve blanca la piel como el queso fabricado por la gente más pobre, pero al igual que el mar le plagia al cielo su color, así de negra estoy por dentro porque también le plagio el color a la tierra. Soy la Primera Dama. A mí me corresponde navegar —con quitasol y todo— en el agua que le brota por las narices a la gente; a mí me corresponde el puesto de cajera en este negocio de quejidos. De uno en uno se me amontonan los segundos para cobrar mi cuota de humillada…
Estas fieras que me clavan sus banderas en la pelvis y me alzan como trofeo conquistado en sus guerras, son mis hijos. Ustedes que me escuchan, son mis hijos. Todos son hijos míos; también mis violadores, a la hora del vino o sin el vino, de la droga hospedada en la nariz o en las venas.
¡Esperen!, no me corran delante como si estuvieran huyendo de una epidemia. Yo sé de dónde vengo: mi origen está en el óvulo expulsado. Nadie me quiere pero me necesitan. Tampoco se me asusten. El odio me relaja. Soy la flecha queriendo atravesar el sol; ese viejo de acatarrados lentes y rayos que cuelgan como flemas de gajos moribundos. ¡Ah!, mis niños pedrada, mis niños afilados, mis niños bomba: dueños de grandes tesoros cancerígenos. Mi sexo es una escoba desflecada que se cansó de barrerles el cerebro. ¡Ah!, qué histeria tan sabrosa paladeo. Ahora son perros trabados a mi sombra en medio de una calle que conduce al vacío.
Miren al mundo con su trajecito a rayas paseando entre paredes. Nosotros somos la visita de un preso que no tiene visita.
Ahí va un poco de música para que no se aburran con mi voz grabada en esta cinta, que ustedes sonriendo y con rabia romperán entre manos, pensando en esas locas que se peinan con alcohol el cabello delante de una hoguera.
Alamar y mayo y 1994
La mascota
Bien lo sabe la gente: criar una mascota es saludable,
la aleja, en muchos casos, del pabellón de siquiatría o del suicidio,
la hace sentir, de nuevo, que puede ser una persona,
la hace escapar de su monólogo mientras estudia el lenguaje de gatos, perros, lagartijas
y nada hay como tener una lengua, aunque sea rasposa, que la despierte a una en las mañanas.
Yo tengo de mascota un alfiler bien grande que viaja conmigo a todas partes.
Cuando paso por al lado de alguien, o leo sobre alguien, o veo algo sobre alguien que ni en las pesadillas podría imaginar
y me da por reírme, por levantar los hombros o volver la cabeza como hacen los demás,
me entierro el alfiler hasta que llega al hueso
y yo pueda sentir que todavía existe algo que me duele, que puede desinflar mi escepticismo.
Y lo primero que hago en las mañanas es darle un beso a mi aguijón con lengua y todo
y le rezo al sabor de la sangre para que siempre me permita creer que me levanto y estoy viva como si fuera un ser humano.
El Miedo
Mi hija de diez años se ríe cuando le cuento sobre la pesadilla que cada noche me visita
mientras duermo:
un tsunami
una ola inmensa que me persigue adonde vaya
y lo destroza todo a puro manotazos y me traga y me traga y trato de salir
pero por mucho que lo intento no lo logro.
Y mi hija se ríe de mí con razón porque vivimos a más de cincuenta kilómetros del mar «y
es imposible, mami, que el agua pueda llegar hasta aquí».
Lo que yo no le cuento a la niña es que la ola no es de agua sino de gente.
Mastectomía
¿Te acuerdas cuando tú comparabas mis pechos con dos tenedores envueltos en una luz a punto de sacarte los ojos cuando te inclinabas sobre ellos?
¿Te acuerdas cuando tú comparabas mis areolas con dos sombrillas chinas debajo de la lluvia, mientras yo me decía que cursi este cabrón, pero me gusta lo que dice: que yo soy tu madre y él mi hijo con sus labios pegados a mi pezón como si hubiera utilizado kola loka?
Hasta que un buen día llegó el cáncer ―con su sonoro nombre de metástasis― y de una sola mordida me arrancó de cuajo el seno izquierdo y después el derecho
y me dejó una cicatriz más fea que la cara del diablo cagando y estreñido.
Lo que seguro no recuerdas ―convaleciente yo― fue cuando me dijiste «voy a comprar cigarros y regreso enseguida»,
como si yo fuera una imbécil y no supiera
que así se despiden los cobardes.
Lo que seguro no recuerdas ―convaleciente yo― fue cuando me dijiste «voy a
comprar cigarros y regreso enseguida»
como si yo fuera una imbécil y no supiera que así se despiden los cobardes.
La mirada
De qué estará huyendo ella
que acaba de mudarse para el apartamento que está al lado.
De qué estará huyendo ella que no haya huido yo.
Lo sé: yo tuve en la mirada corriendo el mismo ciervo.
¿O acaso esa mirada no se quita?
¿O aún la tengo?
Sin juzgar
Pienso que el gran error de nosotras es creer que los dioses existen.
No, no: pienso que el gran error de nosotras es creer que los dioses existen y entre las
piernas les cuelga un par de huevos.
No, no, pienso que el gran error de nosotras es no creer en nosotras,
que hay una diosa dentro de nosotras y solo a ella le debemos el rezo…
Y todo esto me viene a la cabeza en el salón de parto,
a tan solo minutos de que el dolor se acerque un poquitico más al grito de los pujos,
que es cuando entiendes de verdad que los dioses no existen,
que ninguno va a venir en tu ayuda,
que estás completamente sola
y que todo depende de ti entre el cielo y la tierra.
La esperanza
La esperanza tiene algo que ver con estar esperando algo que no vendrá,
con una luz que debes sostener en nombre de los otros, aunque tú opines lo contrario.
Como el desprecio por la hipocresía de esas flores que se le ponen a los muertos que en
vida fueron un estorbo para quienes ahora les rinden homenaje,
así desprecio yo al impostor que dicta la esperanza.
Mas tampoco soy nadie para decirle a otra que piense como yo.
Cada cual debe descubrir, en su momento, que la esperanza es un fantasma,
un invento más del hombre para disimular su bestia,
para esquilmar al prójimo sin que salga en la foto cómo gotea la sangre del colmillo.
.
Yo tengo la certeza de que la esperanza no existe
y eso me quita un gran peso de encima,
no me pone a esperar como una estúpida
por lo que tengo que salir a buscar
para demostrarme a mí misma que estoy viva.
Definiciones
El amor es un milagro que está por suceder
o una especie de vacuna que nos puede salvar si llega a descubrirse.
El odio es el único animal sobreviviente después que chocó el meteorito con la Tierra
o una bomba que a diario activa el hombre desde la inteligencia de un teléfono.
.
Me resulta asqueroso cuando escucho que el amor y el odio se parecen,
para justificar que si te dan un beso
también tienen derecho a cogerte por el cuello con toda la intención de estrangularte.
Romance (I)
En esta noche que parece una enferma mental que babea
he decidido darte el animal que llevo dentro con todas sus patadas y relinchos.
No escucharás de mí ni una sola palabra
solo los gritos necesarios cuando se trata de matar o que te maten,
vaciarse de una vez uno dentro del otro
como si se tratara de aligerar la carga de un camión en el muelle de un puerto que no tendrá
ni un nombre en el recuerdo.
Al otro día
si la casualidad nos vuelve a tropezar saliendo del trabajo
te voy a saludar como si saludara a un muerto.
Quiero sentir lo que se siente,
quiero sentir cómo sienten ustedes cuando utilizan nuestros cuerpos de vasija
o como un trozo de papel que arrojan en el cesto de un baño
después de limpiarse los deseos.
Consejo I
Si pudiera explicarte qué cosa es la intuición no existiría ni la palabra misma.
Solo haz lo que te digo: cuando tú entres en su casa por primera vez
y no veas ni siquiera un libro o una planta, desconfía,
desconfía y si es posible corre.
Consejo II
Esperándolo como el frescor que trae un viento que llega si es que llega,
o detrás del anzuelo en el agua a ver si el pez tiene hambre y pica
o como un tren con sus vagones cargados de favor.
No, no, pero no.
No olviden que durante los siglos de los siglos el placer tenía un solo sexo
y dudo que en la mente de mis contemporáneos algo haya cambiado.
No me pregunten el porqué,
hay preguntas que solo merecen que no existan respuestas.
Yo le hago caso a mi experiencia:
toda mujer que se respete y se quiera a sí misma
debe ponerse en el clítoris un piercing.
Amo de casa
Cuando yo estaba en el lugar donde tú estás ahora,
he comprobado lo que me decías a diario con la soberbia de los ojos
—como si la persona que estuviera a tu lado no mereciera ni una sola palabra—:
del lado del dinero siempre está la razón, aunque nunca la tenga.
Te ha tocado, esta vez, querido, ser el amo de casa.
Soy yo quien llega del trabajo y lanza el vestido y los tacones sin importarme adónde
caigan,
mientras camina hasta el refrigerador para coger una cerveza
y te exige la comida servida,
a los niños sin mocos y bañados y con la ropa de todos olorosa
y no te puedes acostar hasta que la cocina brille más que esa luna
que ya ni recuerdas cuándo fue la última vez que te sentaste a contemplarla.
Yo pudiera ayudarte, pero con una condición:
reúnete con ellos y explícale lo que esto significa;
la angustia, los dolores de espalda,
que te sientes como si fueras la mula invisible que sostiene sobre sus hombros el planeta,
pero nadie te cree.
El feminicida
Debe pensar, no sé, desconfiada que soy,
que está matando hormigas, por lo fácil que se le da despanzurrarnos.
Imagino que le suena en el oído un aplauso cada vez que suma otra y otra y otra, como esas
marcas en la culata del revólver que los hombres hacían en el lejano Oeste, después que
mandaban a otro rival para la tumba.
Se acabaron los búfalos, las ballenas, los tigres, mas él no se resigna a olvidar su manía de
caza, el placer que le brinda la sangre de los otros, y que puede conducirlo al orgasmo de
tan solo pensar que se trata de abrir más agujeros en un cuerpo que para él no es mas que un
agujero.
Y estamos tan cerquita, tan indefensas, tan monas con los labios pintados,
que nos mata por lástima,
por amor,
por rabia,
por hobby,
para que no haya dudas de quién es el que manda en el rebaño,
el que pone y quita el sol según le sale de los huevos.
De todas formas sabe que si lo tildan de culpable el que lo va a juzgar es un colega
y todo quedará como una travesura entre socios que van al mismo club a emborracharse
mientras nosotras seguimos siendo un número, un punto rojo que nos dibuja entre las cejas,
entre las tetas,
entre las piernas
el próximo que decida dispararnos.
Dibujos animados
Una vasija agujereada.
Un hollejo exprimido.
Alguien que respira un aire que no tiene.
Se supone que el pesimismo alcanza su madurez unos minutos antes del suicidio
y ya no debe oler
ni escuchar
ni salir a la calle para que la casualidad, como ahora, no vaya a cometer la estupidez de
restregarle en los ojos la sonrisa que pasa, y se le venga abajo, de un tirón, ese edificio de
miedos y de quejas, que levantó durante años, pensando que nunca la vería.
.
Ah, si pudiera ser uno de esos dibujos animados que mientras va cayendo al precipicio se
arrepiente, y de un solo giro apunta de nuevo la cabeza hacia el cielo y puede agarrarse del
aire y trepar de nuevo hasta la cima.
.
Arrepentirse: es esa la verdadera soledad.
El espejo
Con el techo pegado en la mirada
y debajo el vacío sin una loza donde poner el pie
y a cada lado de la oreja un muro
como si la hubieran encerrado en una caja donde no cabe ni una mosca,
así ves que se siente tu hija a los catorce años.
No te quedes ahí como una imbécil
como aquella vez que el miedo te detuvo enfrente del espejo.
Salta y rómpelo. Salta y rómpelo
y no la dejes hacer lo que tú hiciste en medio de esa tonelada de soledad que te aplastó a ti,
como ahora sientes que pesa sobre ella.
Dale tu mano, acompáñala, abrázala, y trata, sobre todo trata.
Y si las leyes del hombre lo prohíben,
dicta las leyes fuera de las leyes que nos han permitido sobrevivir
y métele la mano en las entrañas y sácale el cigoto junto con esa sangre que ella te va
agradecer en el futuro.
No le jodas la vida
como te la jodiste tú
como se la jodiste a ella trayéndola a este mundo sin pedirle permiso.
Todos los Poemas del libro La cabeza que rueda, Madrid por la editorial Ápeiron, en 2023
Raúl Ortega Alfonso (La Habana, Cuba, 1960). Poeta y narrador.
Mexicano por naturalización, país donde reside exiliado desde 1995. Ha trabajado como profesor de
literatura y español en varias universidades de México. Fue columnista de la sección Noterótica de la edición Mexicana de Playboy y del suplemento cultural Sábado, del periódico UnomásUno.
Entre sus libros publicados están los poemarios Las mujeres fabrican a los locos, Acta común de nacimiento, Con mi voz de mujer, La memoria de queso, Sin grasa y con arena, Desde una isla (libro-objeto de poemas y grabados en colaboración con el pintor cubano Carlos García) y las novelas Fuácata, Robinhood.com, El inodoro de los pájaros y La vida es de mentira, esta última Premio Ediciones B &Playboy de Novela Latinoamericana 2013, publicada por Ediciones B, México.
En 2014 obtuvo el VII Premio Internacional de Poesía «Blas de Otero», Bilbao, España, con el libro
El caballo no tiene zapatos, publicado en 2015 por la editorial Devenir, Madrid.
La editorial madrileña EforyAtocha, en su Colección de Literatura Hispanoamericana, publicó
en 2015 una antología de su poesía titulada A punta de palabras (1987-2014).
En busca del hombre bilingüe, fue su cuento incluido en Cuentos Bi, Magma Editorial, 2019,
Madrid.
Ganador del IV Premio Internacional de Novela «Héctor Rojas Herazo», con la obra La pistola en el agua, Editorial Torcaza, Sucre, Colombia, 2020. Finalista del I Premio de Novela Corta Alcobendas “Bachiller Alonso López” con Mi Madre, editada por el Ayuntamiento de Alcobendas, Madrid, 2022.
Su último poemario, La cabeza que rueda, fue publicado en Madrid por la editorial Ápeiron, en 2023. Poemas y cuentos suyos han sido traducidos al alemán, al inglés y al italiano.
Está entre los escritores y artistas cubanos que la dictadura cubana le prohíbe regresar a su país por los temas que trata tanto en su poesía, como en sus novelas y cuentos.
Nota : Todo el contenido poético así como la bio y fotografías compartidas ha sido seleccionado y cedido por el autor para su publicación en esta página. Poiesis https://poetryalquimia.org/
¡Gracias a Raul Ortega Alfonso por su generosidad, atención y confianza!
Declaración firmada:
Por medio de la presente expreso que poseo los derechos de los poemas que envío y autorizo a Poetry Alquimia a que los publique, eximiendo a la revista de cualquier reclamación.
Raúl Ortega Alfonso
Playa del Carmen, México
6 de junio de 2024
Enlaces de interés :
Instagran del autor : @ramaoral
Descubre más desde Poiesis/ποίησις
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
Deja un comentario