«Vivir no es otra cosa que arder en preguntas»
Artaud
Así, pues, la pregunta
Así, pues, ¿cuál es
la pregunta
la gran pregunta?
¿Y qué demonios hacemos aquí?
¿De qué rayos vivimos?
¿Y por qué vivimos?
Hay quienes toman su alegría de ser
en lo más alto de su cráneo,
luego la llevan al corazón
donde la gran chimenea estrepitosa
muestra a todos su presencia innata;
y mierda
y ¿cuál es la gran pregunta?
por qué tenemos
disentería
sofocación
poco aliento
largo aliento
luego se pierde el aliento
y estamos muertos
se ha muerto.
¿Y qué es estar muerto?
En uno mismo
Ya no se está allí,
Uno se ausenta.
El gran Lama me hace cagar.
Si él fuera el gran Lama de verdad
nadie lo sabría.
No hay pedestal.
No hay pregunta,
siempre lo he dicho.
Pero, en fin, estamos vivos,
¿y qué es vivir?
Reducirse sobre uno mismo,
sobre el aliento a exhalar
sobre el que NO EXPULSAREMOS.
¿Qué hacer con lo que sentimos que somos?
Sabemos pues que somos algo,
¿de dónde viene esto?
Mierda.
Hay o
no hay
pregunta.
De mí a la pregunta
hay todo un mundo.
Ahora, no atravesaré ese mundo,
no lo atravesaré más.
Pues tengo ya bastante
del mundo
y de la pregunta.
No obstante, mi corazón late
y estoy vivo,
estoy en el mundo,
la gran chimenea ruidosa de las cosas
el gran golpe de la chimenea del corazón que late
dispara…
Este texto se llama la muerte
hay un estado en el que estamos muertos.
Sí,
pero hay un estado en el que el corazón no late
y en el que la chimenea
es el tiro
es un sueño
(eso dicen)
(¿pero es cierto todo esto?)
Este texto se llama la muerte
hay un estado en el que estamos muertos
Sí,
pero nunca lo he conocido,
nunca llegué a conocerlo del todo
y siempre algo malo del ser venía de nuevo a nosotros,
algo que apestaba al ser y al hueco de sus sucios dientes.
Porque el ser nunca dejará de querer meternos entre sus dientes.
Creo que esta es la gran pregunta
y que ella existe
y hasta hoy.
Ahora, quiero hacer de mi cuerpo
algo
que evite
una cosa
para siempre
y no algo
que tome
y que entre
en otra cosa.
ya menxi
ten
ku la bera
ku le bera
katexi
ya ke menkur luri
Que la puta grumosa que me espía y me vigila
con las uñas agudas de sus pies,
la ramera
y la vulva en su entrepierna,
la prostituta,
renuncie a su idea de tragarme.
Que el horno ruidoso de esta vida hueca
y del vacío al fin (lleno)
todo a mi alrededor
renuncie a creer que me absorberá.
No me agrada vivir,
pero me agrada menos morir,
es decir, abandonarme.¿Qué es eso?
El conjunto de la defecación universal de todos.
El moco de la rinitis incendiaria de todos alrededor
de mi triste yo.
La cuestión es que no pertenezco al mundo desdoblado de la
Envoltura del ser sobre el yo, mi yo retráctil y negro y que
huye, hecho de un pie deforme hundido en lo más negro de la negación
de sí mismo
hasta lo más imposible del infinito.
Y no hay otra pregunta.
No provengo el desdoblamiento de un padre y de una madre
enlazados
sobre la espalda de su mismo hijo.
Vengo de mí,
verdaderamente de mí,
y los niños que produzco vienen también de esa voluntad negra de
mi yo, que a fuerza de aplicación arranca una naturaleza menos negra que yo
de la corteza precordial
por lo que
en fin
traer a la vida a una persona
es por lo tanto traer más sufrimiento
más enfermedad,
disentería,
sofocación,
poco aliento,
vasto aliento,
nada más
que yo
(todo de mi longitud).
ka loughin
re te ka la gouda
ka lagouda
e te ka loughin.
Al gran Lama que acaba de pasar por París
como la expresión del más grotesco títere que jamás haya
maravillado a la superficie de esta triste tierra inicua se le debe tomar
por cierto en lo siguiente:
que él es la real expresión de un mundo,
mundo que hasta ahora nos ha acogido y nos acoge,
este mundo, que va del pubis al coxis, no tiene el hábito de ser
considerado desde el ángulo de anatomía pura que ahora empleo y que es,
no obstante, el único,
oh mundo de la disentería anal,
mundo del rocoso y endurecido pecado de la vulva,
arraigado entre las 2 bolsas,
el único ángulo que le conviene
y bajo el que puede verdaderamente ser considerado,
pues no olvidemos que es este mundo desdoblado
(desdoblado, doble, que deseó la unión de sus 2 partes luego
del primer desdoblamiento),
no olvidemos,
digo,
que fue este mundo desdoblado
el que deseó
el padre-madre
es decir, el pecado obstinado
el pecado cada día repetido del padre y de la madre
sobre la columna vertebral del niño que va a nacer.
Este niño,
no está allí,
no es más que un ángulo,
un ángulo que llegará,
y no hay ángulo,
la lengua muerta de la columna trasera
y que aún no engendrará
la espina negra de la roca vertebral,
cuyos dientes, uno sobre el otro,
lisos
resbaladizos,
palidecen ante lo negro de este ENTABLAMIENTO,
de esta encajadura.
Este mundo del padre-madre es justamente el que debe irse
es este mundo desdoblado, doble
en estado de desunión constante,
con voluntad de unificación también constante,
el que es,
la espesura negra,
la espina obtusa y azarosa,
(esta espina es un manto doble de mujer)
pues del pubis al coxis este mundo de la anatomía humana constituye
una especie de sucio manto,
un dije de mala calidad,
suerte de revestimiento colgando eternamente sobre algo que es el yo.
Ahora, ese yo no es el yo del dije,
del manto de mujer,
del manto azaroso,
de la espesura negra,
es el yo
de otro,
del otro,
ese otro,
que no quiso ser
precisamente
empotrado
en el mundo del parto
acto ruin indispensable al nacimiento del ser,
acto que de no ser ruin nunca sería.
Nadie reconoce que la relación entre el padre y la madre es infame,
que necesita la infamia
o i o fortein
dei anehman
tarmu
para triunfar;
el hedor oscuro del acto resbaladizo y suave, alisado en el lado donde el labio se retuerce sobre el pequeño diente, sucio y maligno, delantero; si el padre o la madre no admiten el hueco hediondo de la caída bajo la apertura infame de la cadera,
negro y sucio,
el niño no llega al mundo,
no quiebra la membrana repugnante
del mundo obsceno de la carne
he aquí el hecho
sobre el que gira el sistema de este mundo
malignamente sostenido por la más sombría organización
por toda una secta de lamas y de bonzos
que pasan de siglo a siglo
y son los grandes responsables
(de la duración de este mundo en plena descomposición) del estado incontenible de descomposición del mundo bestializado en el que vivimos desde hace algún tiempo.
Podríamos, en efecto, no ir a parar al abismo de la bomba atómica que nos acecha como último y único medio de salvación; pero sí a la peste sexual en la que sucumbimos, a ese tumor maligno que las sectas de bonzos y de lamas ha tomado como órgano secular de conservación y de trasferencia;
cierto es que el mal nos acecha desde abajo,
que estamos conservados y […]
el ano de toda una secta de bonzos infames se comprime y defeca sobre mi propio rostro.
tior ta na sho
shabech
shabech
cha
schabecch
schabah
ya dunbin
a dumba
dumbin
hurla
ya dumbin
a dumba
dhurla
Cagándome, de puro aburrido, en la cosa escrita
y no tengo necesidad de volver a declarar que encuentro este mundo sofocante
deprimente,
espantosamente invivible,
odiosamente inhabitable,
dado que es por medio de la cosa escrita que lo haré,
y hasta tal punto esta no es la opinión mayoritaria
dado que la opinión mayoritaria deplora la ausencia de obras
y sin haber comprendido que es este propio cuadro:
la sociedad,
el mundo,
el que no les dice más nada.
Ahora bien, este mundo se ha vuelto invivible,
tal vez porque es demasiado viejo,
pero sobre todo porque su vejez
por el desgaste de las esquinas y los ángulos
permite adivinar que el mal sigue yéndose para arriba
y esta flotación del mal hacia el techo de las cosas
ha sido
desde los inicios del ser
la razón de su vida;
sin un culo de rata muerta colgado del techo del cielo;
sin un ano de lama corroído por su propia lengua en las embocaduras planetarias
(planetas: lo que está allá arriba)
del infinito para arriba,
digo que esta vida jamás habría tenido lugar,
que no hubiera tenido razón de ser,
y no hubiera estado jamás allá;
no, este mundo no habría existido más que para permitir la malaria y la peste
de la misa negra
y del desgaste maligno del cuerpo.
Noche
Los mostradores del cinc pasan por las cloacas,
la lluvia vuelve a ascender hasta la luna;
en la avenida una ventana
nos revela una mujer desnuda.
En los odres de las sábanas hinchadas
en los que respira la noche entera
el poeta siente que sus cabellos
crecen y se multiplican.
El rostro obtuso de los techos
contempla los cuerpos extendidos.
Entre el suelo y los pavimentos
la vida es una pitanza profunda.
Poeta, lo que te preocupa
nada tiene que ver con la luna;
la lluvia es fresca,
el vientre está bien.
Mira como se llenan los vasos
en los mostradores de la tierra
la vida está vacía,
la cabeza está lejos.
En alguna parte un poeta piensa.
No tenemos necesidad de la luna,
la cabeza es grande,
el mundo está atestado.
En cada aposento
el mundo tiembla,
la vida engendra algo
que asciende hacia los techos.
Un mazo de cartas flota en el aire
alrededor de los vasos;
humo de vinos, humo de vasos
y de las pipas de la tarde.
En el ángulo oblicuo de los techos
de todos los aposentos que tiemblan
se acumulan los humos marinos
de los sueños mal construidos.
Porque aquí se cuestiona la Vida
y el vientre del pensamiento;
las botellas chocan los cráneos
de la asamblea aérea.
El Verbo brota del sueño
como una flor o como un vaso
lleno de formas y de humos.
El vaso y el vientre chocan:
la vida es clara
en los cráneos vitrificados.
El areópago ardiente de los poetas
se congrega alrededor del tapete verde,
el vacío gira.
La vida pasa por el pensamiento
del poeta melenudo.
De «Oeuvres Completes»
Poeta negro
Poeta negro, un seno de doncella
te obsesiona
poeta amargo, la vida bulle
y la ciudad arde,
y el cielo se resuelve en lluvia,
y tu pluma araña el corazón de la vida.
Selva, selva, hormiguean ojos
en los pináculos multiplicados;
cabellera de tormenta, los poetas
montan sobre caballos, perros.
Los ojos se enfurecen, las lenguas giran
el cielo afluye a las narices
como azul leche nutricia;
estoy pendiente de vuestras bocas
mujeres, duros corazones de vinagre.
De «L’Ombilic des limbes»
Los enfermos y los médicos
La enfermedad es un estado,
la salud no es sino otro,
más desagraciado,
quiero decir más cobarde y más mezquino.
No hay enfermo que no se haya agigantado, no hay sano que un buen día
no haya caído en la traición, por no haber querido estar enfermo,
como algunos médicos que soporté.
He estado enfermo toda mi vida y no pido más que continuar estándolo,
pues los estados de privación de la vida me han dado siempre mejores indicios
sobre la plétora de mi poder que las creencias pequeño burguesas de que:
BASTA LA SALUD
Pues mi ser es bello pero espantoso. Y sólo es bello porque es espantoso.
Espantoso, espanto, formado de espantoso.
Curar una enfermedad es criminal
Significa aplastar la cabeza de un pillete mucho menos codicioso que la vida
Lo feo con-suena . Lo bello se pudre.
Pero, enfermo, no significa estar dopado con opio, cocaína o morfina.
Y es necesario amar el espanto de las fiebres.
la ictericia y su perfidia
mucho más que toda euforia.
Entonces la fiebre, la fiebre ardiente de mi cabeza,
-pues estoy en estado de fiebre ardiente desde hace cincuenta años que tengo de vida-
me dará
mi opio,
-este ser-
éste
cabeza ardiente que llegaré a ser, opio de la cabeza a los pies.
Pues,
la cocaína es un hueso,
la heroína, un superhombre de hueso.
Ca itrá la sará cafena
Ca itrá la sará cafá
y el opio es esta cueva
esta momificación de sangre cava ,
este residuo de esperma de cueva,
esta excrementación de viejo pillete,
esta desintegración de un viejo agujero,
esta excrementación de un pillete,
minúsculo pillete de ano sepultado,
cuyo nombre es:
mierda, pipí,
Con-ciencia de las enfermedades.
Y, opio de padre a higa,
higa, que a su vez, va de padre a hijo,-
es necesario que su polvillo vuelva a ti
cuando tu sufrir sin lecho sea suficiente.
Por eso considero
que es a mí, enfermo perenne,
a quien corresponde curar a todos los médicos,
-que han nacido médicos por insuficiencia de enfermedad-
y no a médicos ignorantes de mis estados espantosos de enfermo,
imponerme su insulinoterapia,
salvación de un mundo postrado.
Publicado en «Les Quatre Vents», N°8 (1947).Versión de Aldo Pellegrini
Me cago en el espiritu
Despues del romanticismo, del simbolismo
del dadaismo,
del surrealismo,
del letrismo,
y del marxismo,
es decir de cien «escuelas» de subversión politica, filosofica o
literaria,
existe una plabara, una cosa que permaneció en pie,
un valor que no se ha movido, que a pesar de
todo conservó su antigua preeminencia,
se trata de la palabra y la cosa del espiritu,
el valor ligado al espiritu,
el valor de la cosa espiritu,
como si bastara enunciar,
hacer brotar en la esquina de una página la palabra magnetica
espiritu para que todo estuviera dicho
Como si se hubiera convenido de hecho y como en principio y en
esencia
que el espiritu es el termino innato,
el valor tipo,
la palabra cumbre
a partir de la cual el viejo automatismo atávico de la bestia
llamada hombre pudiera dejar de vacilar.
Para terminar con el juicio de Dios
Ayer me enteré,
(se puede creer, o tal vez sólo
es un rumor falso, que me detengo en uno de
esos sucios chismes que circulan entre
fregaderos y letrinas cuando se tiran las
comidas que una vez más han sido engullidas,)
ayer me enteré
de una de las prácticas oficiales más impresionantes de las escuelas públicas americanas y que sin duda hacen que ese país se crea a la cabeza del progreso.
Parece que entre los exámenes o pruebas que debe soportar un niño que entra por primera vez a una escuela pública, se verifica la llamada prueba del líquido seminal o del esperma
que consistiría en pedirle al pequeño recién llegado un poco de su esperma para introducirlo en un frasco
y conservarlo así preparado para cualquier tentativa de fecundación artificial que pudiera llevarse a cabo en el futuro.
Pues los americanos descubren día a día
que carecen de brazos y de niños
es decir no de obreros
sino de soldados
y quieren a toda costa y por todos los
medios posibles hacer y fabricar solda-
dos con vistas a las guerras planetarias
que ulteriormente pudieran acaecer
y que estarían destinadas a mostrar por las
virtudes aplastantes de la fuerza
la excelencia de los productos americanos y
de los frutos del sudor americano en todos
los campos de la actividad y del dinamismo
posible de la fuerza.
Porque hay que producir, hay que, por todos
los medios de la actividad viable, reemplazar
la naturaleza dondequiera que pueda ser reemplazada,
hay que encontrar un campo mayor para
la inercia humana,
es preciso que el obrero tenga de qué ocuparse,
es preciso que se creen nuevos campos de actividad
donde se alzará por fin el reino de todos
los falsos productos fabricados,
de todos los innobles sucedáneos sintéticos,
donde la hermosa, la legítima naturaleza no tendrá
nada que hacer,
y deberá ceder su lugar de una vez por todas y vergonzosamente a los triunfales productos de la
sustitución,
allí, el esperma de todas las usinas de fecundación artificial
hará maravillas para producir armadas y acorazados.
No más frutas, no más árboles, no más plantas
farmacéuticas o no y en consecuencia
no más alimentos,
sino productos de la síntesis a saciedad…
sino productos de síntesis, a saciedad,
en los vapores,
en los humores especiales de la atmósfera,
en los ejes particulares de las atmósferas
arrebatadas a la potencia de una naturaleza que de la guerra sólo conoció
el miedo.
Y viva la guerra, ¿no es cierto?
Porque, fue así, ¿verdad? que los americanos pre-
pararon y preparan la guerra paso a paso.
Para defender esta fabricación
insensata de las competencias que
surgirían de inmediato en todas
partes,
se necesitan soldados, armadas, aviones,
acorazados.
Parecería
que por esta razón los gobiernos
de América tuvieron el desparpajo de pensar en ese esperma.
Puesto que, nosotros, los nacidos
capitalistas, tenemos más de un enemigo
que nos vigila, hijo mío,
y entre esos enemigos,
la Rusia de Stalin
que tampoco carece de brazos armados.
Todo eso está muy bien,
pero yo no sabía que los americanos fueran un pueblo tan guerrero.
Cuando se combate se reciben heridas
vi a muchos americanos en
la guerra pero siempre tenían delante de
ellos inconmensurables armadas de tanques,
de aviones, de acorazados que les servían como
escudo.
Vi pelear a las máquinas
y sólo divisé muy atrás, en el infinito, a los
hombres que las conducían.
Frente al pueblo que hace comer a sus
caballos, a sus bueyes y a sus asnos las últimas toneladas de morfina legítima que poseen para reemplazarla por sucedáneos de
humo,
prefiero al pueblo que come a ras de la tierra
el delirio de donde nació,
hablo de los Tarahumaras que comen el Peyote
a ras del suelo mientras nace
y que mata al sol para instalar el reino
de la noche negra,
que desintegra la cruz para que los espacios
del espacio no puedan encontrarse y cruzarse
nunca más.
Van a escuchar ahora la danza
del TUTUGURI.
TUTUGURI
El rito del sol negro
Y abajo, al pie del declive amargo,
cruelmente desesperado del corazón,
se abre el círculo de las seis cruces,
muy abajo
como encastrado en la tierra madre,
desencastrado del abrazo inmundo de la madre
que babea,
la tierra de carbón negro
es el único lugar húmedo
en esta grieta de roca.
El rito consiste en que el nuevo sol pase por siete puntos
antes de estallar en el orificio de la tierra.
Hay seis hombres,
uno por cada sol
y un séptimo hombre
vestido de negro y de carne roja
que es el sol
violento.
Este séptimo hombre
es un caballo,
un caballo con un hombre que lo acompaña.
Pero el caballo
es el sol
no el hombre.
Al ritmo desgarrante de un tambor y de una trompeta larga,
extraña,
los seis hombres
que estaban acostados,
enroscados a ras de la tierra
brotan sucesivamente como
girasoles
no soles
sino suelos que giran,
lotos de agua
y cada brote
se corresponde con el gong cada vez más sombrío
y contenido
del tambor
hasta que de pronto se ve llegar a todo galope,
con una velocidad de vértigo,
al último sol,
al primer hombre,
al caballo negro y sobre él
un hombre desnudo
absolutamente desnudo
y virgen.
(sobre él)
Después de saltar, avanzan describiendo
meandros circulares
y el caballo de carne sangrante se enloquece
y caracolea sin cesar
en la cima de su risco
hasta que los seis hombres
terminan de rodear
las seis cruces.
La tensión mayor del rito es precisamente
La Abolición De La Cruz
Cuando terminan de girar
arrancan
las cruces de la tierra
y el hombre desnudo
sobre el caballo
enarbola
una inmensa herradura
empapada en la sangre de una cuchillada.
Antoine Marie Joseph Artaud, Antonin Artaud, (Marsella, Francia, 4 de septiembre de 1896-París, 4 de marzo de 1948). Poeta, dramaturgo, ensayista, novelista, director escénico y actor, fundador del teatro de la crueldad.
Artaud nacio en una familia acomodad. Su madre, Eufrasia Nalpas, era originaria de Izmir (Turquía) y su padre, Antonin Roi Artaud, francés, era capitán de barco. Antonin fue el primer hijo en nacer con vida, ya que sus padres perdieron a seis bebés antes que él. Artaud no había cumplido un año cuando fue aquejado por problemas de salud y una serie de intensos dolores. Se dice que era meningitis, pero la única certeza es que Artaud pasó años de su vida en cama, con neuralgias y profundos daños a su salud mental.
Artaud recibe una educación religiosa en la Sociedad de maristas. Le interesaban especialmente el latín, el griego y la historia antigua.
A los 14 años funda con sus compañeros del colegio en Marsella, una pequeña revista donde publica sus primeros poemas inspirado por Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud y Edgar Allan Poe. Pero en el último año de colegio, en 1914 cae en depresión, después de su primera experiencia sexual, que describe como dramática. Escribirá que tiene el sentimiento que le han robado algo.
No se presenta a la selectividad, el año siguiente, su familia le lleva a Montpellier para consultar a un especialista en enfermedades nerviosas.
Le ingresan en un sanatorio en 1915 y 1916. Después publica en febrero de 1916 poemas en La revista de Holanda.
En mayo de 1919, ya ha estado varias veces en sanatorios. Pinta, dibuja, escribe. Más tarde durante una estancia en el hospital Henri Rouselle, (Paris) internado por una cura de desintoxicación, indica que el director del sanatorio le recetó láudano, haciéndolo caer, de por vida, en la adicción a los opiáceos. Escribe: Nunca tome morfina, ignoro los efectos precisos. Conozco los efectos análogos del opio en forma de Láudano.
En marzo de 1920, su familia confía Antonin al Doctor Edouard Toulouse director del psiquiátrico de Villejuif que es co-director de la revista Demain ( Mañana). El médico le anima a escribir poemas, artículos, lo que hace hasta la desaparición de la revista en 1922.
En 1920 se instaló en París con el apoyo de sus padres y publicó los primeros versos bajo el título «Trictac del ciel» en 1924. Trabajó con Charles Dullin, quien había fundado el Théâtre de l’Atelier. Allí conoce a la actriz Génica Athanasiou de quien se enamora. Le escribe numerosas cartas que serán reunidas en un libro; Cartas a Génica Athanassiou con dos poemas. Su pasión tormentosa va a durar seis años. En Paris también conoce a André Breton. A raíz de su amistad con Breton, asumió el cargo de director de la oficina de investigaciones surrealistas, alternando su trabajo con la escritura de ensayos, guiones de películas y su sobresaliente obra poética «El ombligo de los limbos».
En 1923 autopublicó bajo el seudónimo de Eno Dailor, el primer número de la reseña Bilboquet, una hoja compuesta por una introducción y dos poemas:
“Todos los diarios son esclavos de una forma de pensar y, de hecho, desprecian el pensamiento. […] Apareceremos cuando tengamos algo que decir. “
En 1926 fundó junto a Roger Vitrac y Robert Aron el Teatro Alfred Jarry, en homenaje al autor del movimiento de la segunda mitad del S. XX denominado patafísica , muy querido dentro del surrealismo. En 1930 por falta de fondos, el teatro cerró sus puertas.
En 1931 Artaud conoce el teatro balinés, lo cual influye poderosamente en su concepto y ejecución del teatro.
El 11 de enero 1936 Artaud viajó a México, en una misión oficial financiada por Ministerio de Educación, motivado por el reciente redescubrimiento de la cultura solar indígena. Después de pasar casi siete meses en la Ciudad de México – impartiendo varias conferencias–, Artaud logró que el Departamento de Bellas Artes de la Secretaría de Educación Pública le otorgara una “beca” para investigar la vida cotidiana y la cultura de los tarahumaras (que se llaman a sí mismos rarámuris) y gracias a Jaime Torres Bodet y el embajador de Francia en México, Henri Goiran, obtuvo un salvoconducto para que las autoridades mexicanas le facilitaran el libre tránsito y le permitieran hospedarse en las escuelas de los pueblos. Artaud en esa vivencia fué en búsqueda de “las bases de una cultura mágica que aún puede manar de las fuerzas del suelo indio”. La intensa experiencia quedó reflejada en el libro Los Tarahumara publicado en 1945.
En 1938 publica su libro El teatro y su doble donde Artaud expone todas sus ideas y que hoy es un texto de referencia imprescindible.
Después de varios años de reclusión psiquiátrica, publicó en 1947 el ensayo «Van Gogh le suicidé de la Société« , galardonado al año siguiente con el Prix Saint-Beuve. Artaud escribió el ensayo con la intención de demandar a una sociedad con la “conciencia enferma”, no sólo para rescatar al grandísimo Van Gogh y su pintura, sino también a sí mismo.
El 28 de febrero de 1947 Artaud grabó para emitir por la radio francesa su escrito «Para terminar con el juicio de dios» pero el director del programa, escandalizado por su contenido, impidió su emisión .
Murió en marzo de 1948 en el asilo de Ivry-sur-Seine, solo en su pabellón, sentado frente a su cama, con su zapato en la mano. Tenía 51 años.
Enlaces de interés :
https://www.lavanguardia.com/cultura/20210722/7616382/gran-amor-antonin-artaud.html
https://thecitizen.es/literatura/antonin-artaud-3a-parte
https://rialta.org/una-carta-y-un-poema-de-antonin-artaud
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