11 Poemas de Carmen Martín Gaite

Carmen Martín Gaite. Piñor, Agosto 1946

Destello

Hoy habláis otra lengua,

lirios que os despeináis bajo la lluvia.

Me apresáis con vosotros

igual que si me viera en un espejo.

Y tengo que dejaros.

Tiran de mí precisamente ahora

que acabo de encontrarme

-pequeña, pura-

entre vuestras corolas.

Voy a cerrar los ojos,

-no deshagan la imagen-.

Y me iré sin miraros otra vez.

Ay! Cuando vuelva a veros

¿sabré ya comprender este lenguaje vuestro

que un minuto ha rasgado mi tiniebla

oh lirios despeinados por la lluvia?

Septiembre 1947

Carmen Martin Gaite. 1960. Foto de Álvaro Delgado

Canción rota

Siempre que iba a cantar
algo se interponía
y a mí no me importaba,
¡había tanto tiempo!

Mi canción se quedaba en el alero,
confiada,
meciéndose en la espera
cuajada de horizontes.

Si alguna vez con mudo gesto
antiguo
acaricio las cuerdas,
el aire se retira
y el corazón me late nuevamente
con aquellos latidos turbulentos,
heraldos de mi canto.

¡Ay, mi canción truncada!
Yo nunca tenía prisa
y la dejaba siempre,
amor,
para después.

Carmen Martin Gaite con Ignacio Aldecoa y Alfonso Sastre. 1954

¿Era Por Aquí?

¿Era por aquí?

¿O he perdido el camino?

Casi llego a lo alto de la cima

y aún la vislumbro un poco, 

si vuelvo la cabeza,

serpeando allá abajo,

la veredita aquella

orlada de manzanos.

Tal vez era la mía.

Y las voces de antaño me

     despiertan.

Sopla un viento muy frío,

noto un poco de vértigo

y tengo que seguir

subiendo como pueda,

sin mirar para atrás.

Ya casi estoy llegando

a lo alto de la cima, 

y me pregunto si era por aquí.

Tres eran tres

Tres eran tres mis bienes de antaño:
tu letra, tu voz y un pañuelo blanco.

Tu letra entre miles reconocería,
la T de «te quiero», el A de «alma mía»;
tu voz brasa y miel en la noche fría.
Y desde el balcón, al rayar el día,
el pañuelo «vuelve» y «adiós» te decía.

Tres eran tres mis bienes de antaño,
y los tres son hoy recuerdo aventado.

Tu voz se me pierde por esos barrancos,
las cartas las lleva el viento a otro lado.
Ni letra, ni voz,
ni el pañuelo sabe
a quién dice adiós.

Campana de cristal

A veces yo querría haber seguido
en aquella campana de cristal,
todo limpio y pulido,
tamizada la luz, clara e igual.

Pero estas inherentes cicatrices
grabadas día a día en la memoria
en muebles y pasillos,
en lo que digo y dices,
han escrito una densa y sofocante historia
ceniza que se cuela entre visillos.

Sol frío, luz de nieve, resplandor;
por la Plaza Mayor
cruzo con mi cartera de estudiante;
mi madre dice desde el mirador
de la casa varada, apaciguante:
Quédate aquí, no crezcas, que es peor.

A veces yo querría haber seguido
en aquella campana de cristal,
todo limpio y pulido,
tamizada la luz, clara e igual.

Descarrilamiento 

Nos hemos despertado,
la máquina hecha añicos,
disparados a miles de kilómetros,
con este malestar de madrugada
en un campo sin árboles
entre pavesas frías,
magullados los huesos
y seco el paladar.

¿Cómo pudo ocurrir el descarrilamiento?
Ahora mismo, hace un rato,
ya no sé si te acuerdas,
íbamos por el campo
en un tren rojo
de pitidos triunfales
y el aire se metía por todas las ventanas.

Ahora mismo, hace un rato,
deja que te lo cuente,
tuvimos en las manos
palancas, manivelas y clavijas
de una locomotora que inventábamos
casi sin darnos cuenta.
Éramos fogoneros, viajeros, revisores
en aquel gran tinglado fulminante
solamente habitado por nosotros.

«¿Te parece —te dije— a doscientos por hora?»
Y tú manipulabas allí gesticulando
a la luz de las chispas que nacían.

Nos hemos despertado
entre pavesas frías,
magullados los huesos
y seco el paladar
en un paraje inhóspito.

¿Cómo pudo ocurrir el descarrilamiento?

 A rachas (1976)

Farmacia de guardia

No es Valium ni Orfidal,
no me ha entendido.
Se trata de la fe. Sí: de la fe.
Comprendo que es muy tarde
y no son horas
de andar telefoneando a una
farmacia
con tales quintaesencias.
Lo que yo necesito
para entrar confiada en el vientre
del sueño
es algún específico protector de
la fe.
¿Que le ponga un ejemplo más
concreto?
Pues no sé… Necesito
creerme que este saco
cerrado por la boca
y en cuya superficie
se aprecia la joroba
de envoltorios estáticos
puede volver a abrirse alguna vez
a provocar deseos y sorpresas
bajo la luz del sol y de la luna,
bajo el fervor clemente
de los dioses del mar.
¡Oh, volver a sentir lo que era
eso!
Y ni siquiera necesito tanto
?ya es menos lo que pido?;
simplemente creerme
que un día lo sentí
intempestivamente
cuando más descuidada andaba
de esperarlo,
y supe con certeza
que sí, que se podía,
que un corazón doméstico
cuando al fin se desboca
es porque está latiendo sin
saberlo
desde otro muy cercano.

Ya. Que no tienen nada.
Pues perdone.
Comprendo que es muy tarde
para hacerle perder a usted el
tiempo
con tales quintaesencias.
Ya me lo figuraba.
Buenas noches.

Por el mundo

Me atrapa como un pulpo
el color ya sabido de las cosas,
me asfixian mis sonrisas,
no respiro en las de ellos.
Dormí noches y noches
con el balcón cerrado
y al recordar después
la imagen mentirosa,
multicolor del sueño,
siempre había a mi lado unos
oídos
y unos ojos abiertos;
me gustaba amasar
mi falaz pesadumbre
ante el espejo aquel.

Abrid ya las ventanas.
Adentro las ventiscas
y el aire se renueve.
Quiero huir de los ámbitos
calientes y tapiados,
salir sin compañía
por el mundo adelante.

Muerte necia

Se me ha gastado el día,
atropelladamente
en idas y venidas,
en gestos y recados
que al hacerlos juzgaba.
necesarios.

Desperdiciado, débil y oscilante,
el número equis ene de mis
días
era un cabo de vela
y afuera lucía el sol de la
mañana.

El sol se hunde en silencio
y sopla las bujías
y se envuelve en su manto como
un rey.

El número equis ene de mis
días
murió de muerte necia.

Ahora lo estoy llorando
cuando veo a las nubes
ponerse un traje grana
para morir también.

Recogido en: «Poemas» Plaza & Janés Editores 2001

Callejón sin salida

Ya sé que no hay salida,
pero dejad que siga por aquí.
No me pidáis que vuelva.
Se han clavado mis ojos y mi
carne,
y no puedo volver.
Y no quiero volver.
Ya no me gritéis más que no hay
salida
creyendo que no oigo,
que no entiendo.
Vuestras voces tropiezan en mi costra
y se caen como cáscaras
y las piso al andar.
Avanzo alegre y sola
en la exacta mañana
por el camino mío que he
encontrado
aunque no haya salida.

Flores amarillas

Mi prado estaba lleno
de flores amarillas
y yo las arranqué.
Ya nada tengo.
Por el tallo cortado
sube una áspera savia
hasta mi corazón.
Se hace inmensa la tarde
y todo sabe a lo que pudo ser.

Carmen Martín Gaite (Salamanca, 8 de diciembre de 1925–Madrid, 23 de junio de 2000). Poeta y escritora. Es considerada  una de las figuras más importantes de las letras hispánicas del siglo XX. Recibió, entre otros, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1988.

Nació en el seno de una familia acomodada. Su madre Maria Gaite, era hija de un catedrático de Instituto de Geografía, Francisco Javier Gaite y Lloves, y de su mujer Sofía Veloso Losada. María se casó el 19 de mayo de 1923 con un notario viudo, José Martín López, hijo de Gumersindo Martín Ceruelo, representante de comercio, de origen modesto y procedente de Medina de Ríoseco, y de María Dolores López Peredo, de familia acomodada de Santander. De esta relación nació Ana María y, al año siguiente, Carmen. En su primera infancia, ninguna de las hermanas fue al colegio y recibieron clases particulares de Dibujo, Idiomas y Cultura General, aunque fue su padre quien, en realidad, le inculcó a la escritora su afición por el arte, la historia y la literatura.

En plena Guerra Civil, cursó sus estudios de bachillerato, y fue en el instituto femenino de Salamanca donde dos profesores, Rafael Lapesa y Salvador Fernández Ramírez, iban a influir decisivamente en su vocación literaria.

Se licencia en Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca, donde conoció a Agustín García Calvo y a  Ignacio Aldecoa, y tuvo su primer contacto con el teatro participando como actriz en varias obras. En esos años colaboró en la revista Trabajos y días, donde aparecieron sus primeros poemas.

En verano de 1948, tras terminar su licenciatura en la rama de Filología Románica, fue becada para ampliar estudios en el extranjero, en el Collège International de Cannes. Allí perfecciona el idioma francés, se inicia en la literatura francesa contemporánea.

En 1950, a los veinticinco años de edad, se trasladó a Madrid, donde contactó con jóvenes escritores como Josefina Rodríguez, Alfonso SastreJuan BenetMedardo FraileJesús Fernández Santos y Rafael Sánchez Ferlosio , con el que contrajo matrimonio más tarde, en 1958 y con quien tuvo dos hijosMiguel, nacido en 1954 y que moriría de meningitis poco antes de cumplir los ocho meses; y dos años después, Marta, nacida en 1956 a quien llamaban con el apelativo de “La Torci“. Carmen también volvió a coincidir con Ignacio Aldecoa, quien le introduce en el círculo literario que acabaría conociéndose como Generación del 55 o Generación de la Posguerra. Todos ellos se agruparon en torno a la Revista Españolafinanciada por Antonio Rodríguez Moñino, y con Sastre, Ferlosio y Aldecoa como encargados de la redacción. En esta revista, de la que sólo salieron seis números —el primero de ellos en mayo de 1953—, colaboró asiduamente Carmen Martín Gaite.

Escribió su primer cuento, Un día de libertad, en 1953, aunque Carmen escribía desde los 8 años. 

En 1955 publica su primera obra, El balneario, y obtiene por ella el Premio Café Gijón. Dos años más tarde, recibe el Premio Nadal por Entre visillos

Tras escribir varias obras de teatro, como A palo seco (1957) o La hermana pequeña (1959), continúa con la narrativa con Las ataduras (1960), Ritmo lento (1963) y Retahílas (1974), entre otras novelas.

En 1970  Carmen Martín Gaite se separó de Sánchez Ferlosio y se quedó en la casa familiar con la hija de ambos, Marta con quien la unía una relación muy especial .

Se doctora en 1972 presentando en la Universidad de Madrid su tesis Usos amorosos del XVIII en España. En 1976 recopila su poesía en A rachas y dos años después hace lo propio con sus relatos en Cuentos completos.

Paralelamente ejerce como periodista en diarios y revistas como Diario16, Cuadernos hispanoamericanos, Revista de Occidente, El País, El Independiente y ABC, en los que se dedica a la crítica literaria, y traducción.

Con El cuarto de atrás obtiene en 1978 el Premio Nacional de Literatura, convirtiéndose así en la primera mujer en obtenerlo.

Entre mayo y junio de 1979 visita Estados Unidos por primera vez, invitada por el profesor Manuel Durán al Congreso de Literatura Española, celebrado en Yale University. En 1980 regresa a Estados Unidos, invitada por el Barnard College de Nueva York, para impartir clases de literatura y pronuncia conferencias en distintas universidades de ese país y en 1982 vuelve a Estados Unidos a impartir clases en la Universidad de Virginia, en Charlotesville.

En 1987 le Conceden del Premio Anagrama de Ensayo por Usos amorosos de la postguerra española y publicación de la obra. Le siguen una larga lista de prestigiosos galardones: el Príncipe de Asturias en 1988, el Premio Nacional de las Letras en 1994, la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes en 1997 y la Pluma de Plata del Círculo de la Escritura en 1999, entre otros.

Colabora en guiones de series para Televisión Española Santa Teresa de Jesús (1982) y Celia (1989). 

Su novela Caperucita en Manhattan se convirtió en el libro más vendido del año 1991. En 1994 publica La Reina de las Nieves, que dedicó a su hija Marta, y en 1998 publicó  Irse de casa.

En el año 2000 da un recital poético en el Círculo de Bellas Artes y presentación del CD con sus poemas.
Publicación de Cartas de amor de la monja portuguesa Mariana Alcoforado, de Gabriel de Guilleragues, traducida por la autora. Le es concedida la Medalla de oro del Ayuntamiento de Madrid.

Entre sus trabajos de investigación histórica cabe citar:

 El proceso de Macanaz, historia de un empapelamiento (1970), Usos amorosos del dieciocho en España(1972), El Conde de Guadalhorce, su época y su labor (1977) y Usos amorosos de la posguerra española (1987), que fue galardonada con el Premio Anagrama de Ensayo y Libro de Oro de los Libreros Españoles, y se convirtió en el libro más vendido del año. En la obra, Martín Gaite hace un análisis de comportamientos y expresiones semánticas para reflejar la intrahistoria de la época comprendida entre 1939 y 1953.

Si en la literatura Carmen obtuvo reconocimiento y éxitos, en su vida personal le tocó vivir la tragedia de la muerte de su hija Marta el 8 de abril de 1985 a la edad de 29 años . A finales de los años setenta, la hija de Carmen M. Gaite y Rafael Sanchez Ferlosio, Marta Sánchez Martín, que había sido educada en casa en un ambiente liberal, que estudió filología inglesa, tradujo varias novelas y que anduvo metida en algunos proyectos editoriales con Diego Lara ,se movía en un ambiente frecuentado por Leopoldo María Panero, Eduardo Haro Ibars, Laura García Lorca, Carlos Castilla y Juan Manuel Bonet, entre otros. Marta tuvo la mala suerte de acabar enganchada a la heroína y se contagió de VIH con su pareja, muriendo víctima del sida.

Carmen se encierra en su piso durante algún tiempo…

Años despues de la muerte de su hija , Carmen escribio una triste y bella dedicatoria en “Nubosidad variable“, una novela epistolar publicada en  1992 :

En el año 2000 a Carmen Martin Gaite le diagnosticaron un cáncer. En los meses de primavera de 2000, y ya muy enferma, pronunció en el Círculo de Bellas Artes la conferencia «Adulterio y chantaje en El Primo Basilio», redactó en mayo su último artículo, «De Furtivos a Leo» y, sobre todo, hasta el 19 de julio seguirá escribiendo Los parentescos. 

Carmen falleció en la madrugada del 23 de julio del año 2000 en Madrid. Está enterrada en El Boalo, donde residió sus últimos años en la casa familiar y donde están enterrados sus padres y su hija.

Tras su muerte se publicaron Los parentescos (2001), novela inconclusa de la que llegó a escribir veintiún capítulos, Pido la palabra (2002), donde se reúnen veinticinco conferencias de la autora, y Cuadernos de todo (2002), una colección de textos en los que se mezclan vivencias personales y reflexiones sobre el arte de escribir.

Obra poética :

  • A rachas (1976)
  • Todo es un cuento roto en Nueva York (1986)
  • Después de todo. Poesía a rachas (1993). Antología con prólogo de Jesús Munárriz
  • Poemas (2001)

Enlaces de interés :

http://archivomartingaite.com

https://dbe.rah.es/biografias/11796/carmen-martin-gaite

https://www.laregion.es/articulo/ourense/ultimo-rastro-carmina/202102272317041009639.html

https://www.ieturolenses.org/revista_turia/index.php/actualidad_turia/carmen-martin-gaite-o-la-busqueda-del-lector

https://www.lavanguardia.com/libros/autores/carmen-martin-gaite-19991

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