Diez y uno
A las madres saharauis,
desaparecidas durante años en mazmorras marroquíes,
a las infancias robadas.
Diez años y un día
en este dilatado desvelo
mirando sin ver.
Diez años y un día
afanándose la Ignorancia
en velar la Razón.
Decidle,
que no reproduce
el ojo su imagen.
Que mis dedos
en el aire acarician
su voz, su andar
torpe y gestos.
Que trazan su nombre
de derecha a izquierda
y de izquierda a derecha
lo vuelven a trazar.
Decidle,
que, temblorosos,
no olvidan la abultada
mudanza del tiempo.
Decidle,
que aunque
raptara el lienzo
yo ya bebí su sonrisa
y me embebí por siglos.
M I R A D A S
Dedicado a Fatimetu. Esta amiga tuvo que anunciar a su madre, al amanecer, la caída de su cuarto hermano en batalla. La aparentemente chocante respuesta de su madre: prepara el desayuno y manda a los niños al colegio, la comprendí cuando añadió, no permitiremos que hayan caído en vano.
El alba gris, teñida de rojo, presagia lo peor.
Me miras inquisitiva, comprendiendo, aceptando.
Desgarrado el corazón, la expresión serena.
Tu huérfana lágrima contrasta con mi torrente
de dolor, tu calma con mi tempestuoso despertar.
Mis ojos claman: grita, llora, arranca este inmisericorde
dardo lanzado por la ignorante ambición.
Los tuyos me abrazan, consolando, reconfortando.
Cual artesano temeroso de frágil obra, hueles, doblas, atesoras,
con obstinada parsimonia, sus exiguas pertenencias en tu baúl.
Levántate, susurras, ya ha salido el sol.
Saguia
Dicen que la
noche se adueña
de tus tonos añiles,
violeta y cobalto.
Que se secaron
en tu regazo
los besos de sal.
Dicen que
la sonata
de viento,
se torna en
sinfonía de
notas caóticas
orquestadas
por el espanto.
Ignora los dardos
de la serpiente.
Volveré,
envuelta en mantos
de estrellas rojas,
a sanar las
aguas amargas.
A morir y renacer juntos
en la matriz del Atlántico.
Tiris
¿Cómo se tatúa la huella si nunca existió?
Te he soñado tendiendo puentes hacia mis brazos…
Brujería, magia femenina, murmuran entonando bismillah…
Rasgaré el velo que cubre tu belleza…algún día…
Bailaremos rodeadas de diablos traviesos, y estrellas danzarinas,
sin mantos, sin lazos…piel a piel…
Celebraré el solsticio de primavera hasta que se duerma la luna, y duerma yo,
abriendo las venas a los lagartos sedientos de nosotros.
Ahí,
donde el hoy era ayer,
pero también un mañana.
Donde hablan los muertos
y bailan los alacranes.
La dama sin párpados,
una razón para esperar la noche.
Ojos
Dedicado a Sultana Jaya
Miró
al sultán
la sultana
aunque sólo
la mitad veía.
Y llevada por
medias lunas habló
de esperanzas partidas,
remendadas,
de muñecas rotas,
acicaladas,
de perros ladradores
sin eco, sin nada.
Miró
el sultán
a la sultana.
Tras la negrura
vio asomarse
la luz de las llamas.
Y comprendió.
Comprendió
por qué se escarchan
las cosechas
en tierras prestadas.
Jeyik, ya Sultana Jeya, jeyik.
Zahra Hasnaui y Bahia Mahmud Awah, integrantes del grupo Generación de la Amistad Saharaui
El silencio de las nubes
A las nubes no les quedan pastores.
Nómadas taciturnas
tras los rebaños de dromedarios,
las risas de los niños, los frigs de jaimas,
los pozos verdes y las melfas cantarinas…
Todo es distinto.
Se fueron…
y vino el silencio
a cubrir la infinidad
de narcótica pausa.
Adormece al río,
al viento enmudece,
vacío… en la mirada,
en la palabra… intención.
No queda nada.
La sombra de las nubes consuela a una huérfana acacia.
Voces
A todas las voces saharauis secuestradas, en tumbas y en cárceles;
esas voces que, sin embargo, no sólo paredes revientan.
Quizás pienses que tu voz no me llega,
que el malvado siroco la rapta
antes de llenar mis sentidos.
Quizá sueñes que el eco es mudo
el espejo ciego y los versos
se acobardan.
Se agolpan tus clones,
y alborotados pugnan
por salir en blanco y
negro de mi garganta.
A veces escupo,
casi siempre embucho,
ira, sangre, paz, tierra.
Quisiera encadenar
tus manos a las mías,
el techo oscuro
abrir a las estrellas.
Quisiera, los ojos,
limpiar de rabia.
Treinta voces,
treinta veces,
repiten la historia,
porque nadie pudo,
nada puede domar
las voces que rozan el alma.
El silencio de las nubes (Arma poética, 2017)
Una flor
A los que lo entregasteis todo para defender nuestra existencia.
Tras años de asfalto,
cabalgaba las arenas
rescatando estrofas infantiles
y muñecas de marfil.
.
Una flor,
sobre una tumba anónima,
derramaba sombra
en la yerma claridad.
.
Condecoraba la tierra
al soldado civil.
.
La sencilla ofrenda
enmudeció mis pensamientos,
la pompa y el clamor.
.
Y me inundó la lluvia.
Y no supe qué hacer.
.
Decidí sentir.
Sahrauia
Tuve sed, y tus dedos
escanciaron el rocío.
Tuve hambre,
de pan, de paz,
y tus cantos me colmaron.
Con la capa de estrellas,
arropaste la noche gélida,
acercaste la luna y la brisa marina.
Espíritu,
alegría, esperanza,
cómo compensarte, dime,
cómo superar la magia.
Zahra el Hasnaui Ahmed y Bahia Awah foto: Generación de la Amistad Saharaui
Los pozos de la vida
Donde la arena huye del agua,
los pozos abren su boca
a brocales inexistentes,
para regar la inmensidad de leyendas,
y de asardún, askaf, um rukba, ataf,
nitrarias retusas, su fruto rojo, el aghamis,
en acantilados dorados y aguas añiles.
De habas de chacal en Udian el Fula,
de habaliyas, las retorcidas,
o um lejreisat, temidas por los camellos,
de fagonias que aglutinan arenas,
de desdeñadas tazias.
De aristida plumosa, nsil,
pasto veraniego en Adrar Setuf,
en el pozo de Zug, en Tiris.
Donde la agaya
prefiere los terrenos salinos y húmedos
para nutrir de sodio las dietas lácteas.
La trisetum pumilum, o ehshashite lehmar,
regala pasto a plateros zemmureños.
La calligolum comusum,
o artá en Bir Enzaran,
lumbre de hogar,
jabón natural
de cueros ajados.
El gueddam, cuerda ancestral
de cestas paneras artesanas.
Legtaf, atriplex halimus,
en el Pozo Aridal y el Pozo Tuf,
brote esquizofrénico en camellos,
colorante verde para las tejedoras.
El damaran, en El Aaiún y El Argub,
cuya yesca calienta las noches frías.
Las semillas del afzu
que reúnen a los frig
en Bir Mogrein, Uad Egneigat.
El desierto,
donde la fagonia hospitalaria
abre su flor al peregrino vespertino,
donde la arena se convierte en humo
y la montaña en tambor.
Desde mi ventana
“Despierta, despierta, te necesito”. El martilleo incesante en mis sienes me impide ubicar a la autora de la llamada apremiante. “He oído rumores, hay cambios y muy buenos”, comenta intrigante, “préstame tus ojos”. Apenas puedo abrirlos, pienso con dificultad. La huella del escaso descanso en mi castigado cuerpo influye negativamente en mi tiempo de reacción. Decididamente, tengo que pedir un cambio de horario laboral. Me arrastro pesadamente en busca de mi moreno favorito… bendito aroma. Mi discernimiento agradece el efecto milagroso de la cafeína. Ya reconozco el origen de la voz: mi desvalida curiosidad. “¡Mi reino por unos ojos!”. ¿Lo ha dicho realmente? Desconocía su afición por Shakespeare. Accedo a su desesperada petición, asomándome por la ventana. No observo nada inusual. La algarabía de los niños de camino al colegio, el ajetreo del mercadillo callejero, asesino impune de mi sueño matutino, la omnipresente contaminación acústica, irradiando desde todos los ángulos, la siniestra sombra de los bloques de oficinas, el zumbido de los aspersores en los jardines… Enfoco mis ojos miopes hacia el fondo del cuadro. Nada. Después de un largo lapso de contemplación en vano, vuelvo a por más ayuda. Un té, esta vez. Un té saharaui cargado. Sí, saharaui. No se asombre, querido/a lector/a. Ah, perdone mi falta de modales. Soy una mujer saharaui de edad …provecta, que trabaja en un programa de madrugada de la Radio Nacional del Sáhara. El líquido espumoso (en el Sáhara, es de ley servir el té con espuma) consigue abrir definitivamente mis ojos a la situación saharaui actual. El anhelo por una realidad diferente ha anegado nuestra razón, desorientándonos tanto a mí como a mi ciega compañera. No hay bloques de oficinas, ni jardines, ni ajetreo mercantil. Veo a un pueblo luchar por su supervivencia en un entorno hostil, árido, el desierto de la Hamada, organizado en campamentos de refugiados. Veo edificaciones de adobe hechas por ellos mismos. Veo tiendas de lona desvencijadas por el inclemente sol. Veo huertos pequeños de diferentes hortalizas que han conseguido arrancar al tacaño desierto hamadeño, y ansío la envolvente contaminación, los impersonales bloques de oficinas, hasta el supuesto criminal causante de mi vigilia, porque todo ello supondría una cotidianidad imperfecta, pero más justa de la que los saharauis nos vemos privados. El tesón y la esperanza triunfante reflejados en las caras de los transeúntes, tantas veces desalentados por la intransigencia marroquí, me animan a escribir en este mismo instante una carta al Secretario General, exigiendo al Reino de Marruecos el cumplimiento de las resoluciones de las Naciones Unidas sobre el conflicto del Sáhara Occidental. Estimado señor Annan: … |
Zahra el Hasnaui Ahmed ( Aaiún, provincia española del Sáhara Occidental, 1964). Poeta, traductora y profesora. Licenciada en Filología Inglesa por la Universidad Complutense de Madrid.
Tras la ocupación marroquí en 1976, su familia se queda en la ciudad y Zahra estudia en colegios españoles hasta que marchó a Madrid a cursar COU y estudiar Filología inglesa en la Universidad Complutense.
Tras terminar la carrera y pasar un año en Londres perfeccionando la lengua inglesa, Hasnaui regresó a los Campamentos de refugiados de Tinduf para trabajar como periodista en la Radio Nacional Saharaui. Posteriormente, regresa a España y después de vivir en Madrid se traslada a Guadalajara en donde trabaja como profesora y traductora.
En una entrevista realizada por Montse de la Cal para https://www.fescigu.com/2016/entrevista-zahra.html, Zahra relata :
“En el año 2005 un compañero que vive en Madrid consiguió reunirnos a todos los escritores que escribimos en castellano y formamos el grupo ‘Generación de la Amistad’, con el objetivo principal de hacer visibles las voces saharauis. El primer libro colectivo que editamos estaba dedicado a la Intifada Saharaui de mayo del 2005. Los saharauis, después de 30 años, cansados del ninguneo de la comunidad internacional, decidieron salir a las calles a protestar y a exclamar ese no rotundo a la ocupación. Fue reprimida brutalmente y por eso titulamos el libro ‘Aaiún gritando lo que se siente‘, para hacer llegar las voces de muchos que se quedaron en las cárceles. Otro de los libros colectivos que hemos escrito es ‘La primavera saharaui’. Decía Chomsky que la primavera árabe, la chispa, nació en los campamentos de Gdeim Izik. Los saharauis decidieron salir de las ciudades ocupadas en 2010 y a 20 Km del Aaiún montaron sus haimas. Se fue uniendo cada vez más gente hasta que llegaron a 20.000 personas. Después de un mes entraron las fuerzas de seguridad marroquíes y arrasaron el campamento. Una de las víctimas al que hemos dedicado varios poemas es un niño de 14 años que murió asesinado por un tiro“.
En 2005 fundó, junto a Bahia Mahmud Awah y otros escritores saharauis, el grupo literario Generación de la Amistad, que han publicado numerosas obras colectivas.
En 2017, Zahra el Hasnaui publicó su primer poemario en solitario El silencio de las nubes. El título tiene relación con el nombre que reciben los saharauis “Hijos de la nube”, los nómadas que siempre iban tras la lluvia, fuente de pastos y vida.
Ha participado en las antologías de poesía saharaui contemporánea Aaiún, gritando lo que se siente (Universidad Autónoma de Madrid, 2006) y Um Draiga (Diputación de Zaragoza, 2007). Y en antologías de relatos cortos como La fuente de Saguia y El Quijote saharaui. También participó en la antología La Primavera Saharaui, dedicada a los saharauis del campamento de Gdeim Izik.
Muchos de los poemas de Zahra el Hasnaui son dedicados abiertamente a los saharauis que han sido víctimas o que han participado directa o indirectamente del movimiento revolucionario saharaui en contra de la ocupación marroquí. El papel central de la mujer revolucionaria tanto en su poesía como en sus dedicatorias también es evidente. El Hasnaui, demuestra un dolor que se desdobla en su posición como mujer, como madre y como saharaui ante las injusticias cometidas en contra de su pueblo y ante el paso del tiempo sin que se castigue a los culpables. A través de un lenguaje profundo y lleno de imágenes que remontan al lector a las arenas del desierto que caracterizan el Sáhara Occidental y sus fronteras, El Hasnaoui se identifica con la lucha revolucionaria y con sus víctimas sin perder la esperanza y sin perder la conexión de su cultura y su identidad con la tierra a la que pertenecen. El continuo uso de elementos ligados directamente al paisaje desértico y al conflicto bélico, entre ellos las voces (o la ausencia de ellas), el temor, el abandono, la lucha sin tregua, el paso del tiempo, el exilio y los recuerdos, son característicos de su obra. De hecho, el elemento temporal, específicamente el enfoque en el paso del tiempo, subraya la angustiosa espera del pueblo saharaui que por años se ha mantenido en un limbo político sin que se decida oficialmente su estatus.( Fuente : https://generaciondelaamistad.blogspot.com/search?q=Zahra+el+Hasnaui)
***********
Zahra el Hasnaui Ahmed, asiste como ponente el 14 de marzo de 2019 a la segunda sesión (Resistencias saharauis desde el arte y la comunicación) del módulo IV: Alternativas para resistir desde los feminismos. Del curso Las Resistentes en Casa Sahara Aminetu Haidar.
Zahra Hasnaui y Bahia Mahmud Awah poetas saharauis del grupo Generación de la Amistad, ofrecen recita de poesía en la Conferencia “Todos nacimos en el Mediterráneo”. Refugiados, “partir para vivir” #getafenegro
Enlaces de interés :
https://www.fescigu.com/2016/entrevista-zahra.html
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5365826
https://generaciondelaamistad.blogspot.com
Sukina y Willy charlan con la escritora Zahra Hasnaui sobre la prenda característica de la mujer saharaui, la melfa.
Deja un comentario