Emma Goldman 

Esta página es de poesía pero también queremos dar presencia a algunas mujeres que, aunque no escribieron poesía, o no destacaron por ser poetas, su voz como mujeres, pioneras y/o escritoras es tan importante que creemos deben ser incluidas.

Este es el caso de la grandísima Emma Goldman, Emma la Roja”

Una de nuestras Imprescindibles.



Emma Goldman Bienovitch (Kaunas, Imperio ruso,(actual Lituania) 27 de junio de 1869-Toronto, Canadá, 14 de mayo de 1940). Anarquista, pensadora, escritora, oradora, activista radical, feminista y defensora de la libertad de expresión, el amor libre y el control de la natalidad. Considerada por los tribunales estadounidenses como una de las mujeres más peligrosas “Emma la Roja”.

Hija de Taube Bienovitch y de Abraham Goldman, ambos de origen judío. Taube había tenido otro matrimonio, frutos del cual fueron dos hijas: Helena, nacida en 1860, y Lena, nacida en 1862. Posteriormente, en su segundo matrimonio, que fue arreglado, Taube tuvo 4 hijos más: el primero Emma Goldman, en 1869, Louis y Herman, nacidos en 1872, y Moishe en 1879.

Queriendo que sus hijos tuvieran una buena educación, enviaron a Emma a los ocho años a una escuela de la ciudad de Koenigsburg (Prusia Occidental), reputada como una de las mejores. En esta ciudad sus tíos, en cuya casa habitaba, la retiraron de la escuela y Emma se convirtió en la sirvienta de aquel tío que se gastaba los fondos que el padre enviaba para la educación de la niña, que mostraba ya mucha inteligencia e interés por los estudios. Regresó a su casa, pero como el negocio de su padre había sufrido un revés, cuando Emma Goldman contaba 13 años su familia se mudó a San Petersburgo, donde vivió la mayor parte de la persecución judía, que fue especialmente violenta tras el asesinato del zar Alejandro II. Emma hubo de ponerse a trabajar a la edad de trece años. Cuando Emma tenia 15 años su padre intentó casarla. Según la costumbre, arregló la boda y fijó el precio: Emma sería transferida de la tutela del padre a la tutela del marido, y cuando protestó diciendo que no quería casarse sino que, por el contrario, quería viajar, estudiar, aprender, el padre montó en cólera. «Las jóvenes no tienen por qué saber demasiado», gritó, «sólo deben saber preparar un buen plato de pescado, cortar bien los tallarines, y dar al hombre muchos hijos». Aterrada por los planes de su padre, Emma huyó con su hermana Helena a América al año siguiente, y se estableció en Rochester con su hermana. Encontró un trabajo en una fábrica y allí conoció a su compañero inmigrante, Jacob Kershner. Se sentía sola, atrapada y derrotada, y se casó con Kershner, sólo para constatar que sus peores temores acerca del matrimonio eran fundados. Enseguida la pareja comenzó a odiarse, y el desastroso matrimonio se disolvió. En la época de su unión con Kershner, Emma comenzó a interesarse por el anarquismo. Se dio cuenta de que los pobres, especialmente aquellos inmigrantes entre los cuales vivía, padecían tanta explotación como en la Rusia zarista. Emma ya empezaba a conocer las injusticias de la sociedad capitalista. En Rusia había sido testigo de los horrores de los pogroms. En América observaba la pasión que existía por el dinero y la explotación de los trabajadores. Los hechos de Haymarket en Chicago, conocidos históricamente por el Primero de Mayo, acabaron por decidir el temperamento combativo de Emma. Lo que acabó por radicalizarla fue el horror que sintió cuando juzgaron y condenaron a ocho anarquistas acusados de arrojar una bomba contra un grupo de policías en la plaza Haymarket de Chicago. El juicio por conspiración celebrado en Chicago en 1886, y el posterior linchamiento de cuatro anarquistas en 1887, fue un acontecimiento conmovedor para toda una generación. Era evidente que se juzgaba a los anarquistas, no por un crimen, sino por sus actividades obreras y por sus opiniones. Emma siguió atentamente todos los sucesos referentes al juicio de Chicago, y leyó todos los escritos sobre anarquismo que cayeron en sus manos.

La noche en que los cuatro hombres fueron linchados , señaló mucho tiempo después, fue cuando verdaderamente dio comienzo su vida. La rebelde se volvió revolucionaria para siempre. Se divorció de Kershner, se mudó a la ciudad de Nueva York, y a los veinte años inició su larga y fructífera trayectoria como anarquista.

Emma, viviendo en Nueva York, conoció en un café de Suffolh Street a Johan Most director de la revista anarquista ‘Die Freiheit’, por quién sentía gran admiración, quien ya era uno de los líderes anarquistas más famosos y uno de sus oradores incuestionables y a Alexander Berkman, a quien llamaría cariñosamente Sasha, Emma y Berkman fueron grandes compañeros, camaradas, amigos, amantes. Sus primeros pasos dentro del movimiento anarquista los dio con él, aprendió de su carácter rígido y su ferviente devoción por la Causa. Emma se convirtió en amante de Berkman y después tam- bién de Fedya, amigo artista de aquél. Los tres vivieron en comunidad durante un tiempo.

Emma trabajó en una fábrica de corsés y más tarde en la confección de vestidos. Sus actividades sociales y su trabajo en la fábrica no le impidieron estudiar durante las horas que tenía libres. Su rica inteligencia asimilaba conocimientos y pronto se convirtió en una mujer culta. Most la ánimo a tomar parte en actos públicos, pronunciando, a partir de entonces, innumerables discursos en muchas ciudades de los Estados Unidos y del Canadá, llegando a ser una buena oradora.

Emma Goldman se enteró de las torturas y de los terribles sufrimientos de los rusos desterrados en Siberia. Pensó trasladarse a Rusia y luchar contra el zarismo, pero para ello se necesitaban fondos que no poseían ni ella ni Alexander Berkman, al cual ya estaba unida. Para conseguir dinero pusieron un comercio que fracasó. También en Nueva York aprendieron el oficio de impresores, para poder imprimir ellos mismos hojas y folletos destinados a la propaganda.

Emma Goldman y Alexander Berkman

A raíz del atentado contra Henry Clay Frich, presidente de la Compañía Carnegie, en represalia por su conducta miserable con los obreros de las fábricas, Emma escribió: “Frich es el símbolo del poder y la riqueza, el símbolo de las injusticias y crímenes que comete la clase capitalista”. Alexander Berkman atentó contra él y lo hirió gravemente. Emma quiso acompañar a Berkman a Homestead, donde debía realizarse el atentado. Pero carecían absolutamente de recursos para emprender el viaje. Entonces tomó una resolución que podríamos llamar desesperada. Ella ha dejado escrito:

No obstante, fue incapaz de realizar hasta el fin la experiencia, y con gran dolor tuvo que dejar marchar solo a Alexander Berkman, que fue apresado después del atentado y condenado a 22 años de trabajos forzados en la Penitenciaría de Pennsylvania. Después de la detención de Berkman, el domicilio de Emma la Roja, como era conocida, fue registrado por la policía que la tenía sometida a una severa vigilancia. Las autoridades consideraban a aquella apasionada propagandista del anarquismo como muy peligrosa para el orden social y político. Tenían sus motivos. Emma no cesaba de recorrer ciudades a través de toda la América, tomando parte en mítines de agitación social, en huelgas y conflictos obre- ros y dando conferencias de carácter cultural. Empieza a predicar su doctrina del amor libre, y exige la libertad para ambos sexos, en el amor y en la maternidad.

Fue detenida en Filadelfia y estuvo presa en la cárcel de Blackwell Island durante un año. En la prisión Emma colaboró con los médicos de la enfermería para asistir y curar a los detenidos. Fue liberada en agosto de 1895. Volvió a Europa, a Viena, donde estudió para enfermera y obtuvo el título. Se trasladó á Londres, donde conoció a Luisa Michel. Sobre ella escribió: “Los ojos, llenos de luz y de juventud, y la dulce sonrisa de Luisa, conquistaron mi corazón”.

Fue también perseguida y acusada del atentado al presidente de los Estados Unidos, MacKinley, en 1909, por lo cual fue detenida durante algunas semanas. Por su leyenda de revolucionaria se le ausentó la clientela de enfermera y tuvo que volver a la costura para ganarse la vida. Hizo una extensa campaña en favor de las víctimas de Montjuich, así como en favor de León Crogolsz, acusado de ser el autor del atentado contra el presidente MacKinley. Hacia 1905, Emma y Alexander Berkman publicaron la revista Mother Earth (Madre Tierra). Berkman había sido puesto en libertad después de haber cumplido 14 años de prisión en la cárcel de Pittsburgh. No obstante no cesó su campaña, unas veces defendiendo a los mineros de Colorado, otras a los de Wheatfield, California.

En 1907 asiste al Congreso de Ámsterdam representando a organizaciones de los Estados Unidos. Volvió a ser detenida, acusada de haber realizado una campaña por el control de los nacimientos.

El 28 de marzo de 1915, ante una audiencia mixta de 600 personas en el popular Sunrise Club de Nueva York, Emma explicó, por primera vez en toda América, cómo se debía usar un anticonceptivo. Fue arrestada de inmediato y después de un juicio tormentoso y sensacional, se le dio a elegir entre pasar quince días en un taller penitenciario o pagar una multa de 100 dólares. En 1894, había cumplido una condena de un año a causa de un discurso incendiario. Ahora, para ella, 15 días carecían de importancia. Cuando eligió la cárcel, la sala de justicia entera la aplaudió. Margaret Anderson, desde The Little Review, observó: «Emma Goldman fue enviada a prisión por sostener que las mujeres no siempre deben mantener la boca cerrada y su útero abierto». Una vez cumplida la sentencia, Emma se dedicó a dar las mismas conferencias por todo el país. La arrestaron muchas veces y siempre la sala del tribunal se convertía en un foro público; aprovechaba esas oportunidades para defender el derecho de la mujer a controlar su propio cuerpo, hasta que los mismos jueces comenzaron a ver el tema del control de la natalidad bajo una nueva perspectiva.

La entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial en 1917 le dio otra causa a la que adherirse, en Mother Earth se manifestó contra la guerra. Formó parte de la Liga contra el reclutamiento de hombres para la guerra.

 Fue acusada de antipatriota y de recibir fondos de los alemanes. La calumnia intentaba manchar a aquella mujer que era toda bondad y entusiasmo por las ideas pacifistas y libertarias.

El 18 de mayo de 1917 se celebró una gran reunión pacifista en el Casino de Harlem River. En la sala se reunieron unas 10.000 personas. Algunos soldados interrumpieron el acto. Uno de ellos pidió la palabra. El auditorio se dispuso a expulsar a los perturbadores. Veamos la explicación que da Emma sobre el particular:

La campaña contra la guerra le costó la detención en julio de 1917. A Emma se la acusó no solamente de pacifismo, sino del origen turbio de los fondos que para ello empleaba. En el acto del tribunal se presentó un ciudadano pacifista americano que declaró y demostró ser el financiero de esa campaña. No obstante, Berkman y Emma fueron condenados a dos años de prisión cada uno, condena que cumplieron; Berkman en Atlanta (Georgia) y Emma en Jefferson (Missouri).

Emma no solo era una ciudadana peligrosa para el gobierno, a sus compañeros anarquistas no les gustaba su defensa a favor de la libertad sexual, especificamente la homosexualidad. En Viviendo mi vida escribió:

Emma Goldman durante una charla sobre control de natalidad en Union Square, Nueva York. © GETTY IMAGES

Emma salió de la cárcel en septiembre de 1919. Tuvo que cumplir un mes más de detención para caucionar la multa de 10.000 dólares a que también había sido condenada. Los Servicios de Emigración limitaron la libertad de poder circular por el territorio americano a los dos y para levantar esa prohibición debieron pagar otra cantidad de 15.000 dólares, que fueron reunidos en suscripción por sus compañeros. Ninguno de los dos había logrado obtener la nacionalización americana y corrían siempre el peligro de ser expulsados, como ocurrió. J. Edgar Hoover, el todopoderoso jefe del FBI, la bautizó como “la mujer más peligrosa de América” y el gobierno obró en consecuencia para deshacerse de ella.

Emma y Berkman fueron convocados por las autoridades a presentarse en Ellis Island, punto de reunión de los deportados, y el 20 de diciembre de 1919 salieron de Norteamérica en dirección a Europa a bordo del vapor Buford. Les deportaron en calidad de «criminales anarquistas» extranjeros. La travesía duró 28 días, y un día de enero llegó al puerto finlandés de Hango. Un tren, guardado por la policía, los condujo a la frontera. Un representante del gobierno ruso salió a recibirlos a Teryoki. Su llegada a Rusia la conmovió profundamente, y en el entusiasmo de los primeros momentos escribió:

Su decepción al poco tiempo fue terrible. Así, no tardó en escribir:

La insurrección de Kronstadt en 1921 y el movimiento makhnovista en Ucrania la decidieron a protestar públicamente, y con la firma de ella y de Alexander Berckman dirigieron un escrito al Comité de Defensa de los Trabajadores de San Petersburgo, presidido por Zinovief, en el que decían entre otras cosas: “Callarse en estos momentos es imposible, y hasta criminal… Combatir a los revolucionarios de Kronstadt, es provocar la contrarrevolución en el país…”. Y proponían al gobierno bolchevique la creación de una delegación compuesta de cinco miembros: tres del gobierno y dos anarquistas, para apaciguar la revuelta.

La existencia se les hizo imposible en Rusia. Salir de ella era muy difícil. Angélica Balabanova, la militante de tanto prestigio, tuvo que intervenir cerca de Lenin para que dejaran salir de Rusia a Emma y a Alexander. Cuando lograron marcharse de Rusia, Emma se llevó consigo escondido el manuscrito que Pedro Archinov había escrito furtivamente Historia del Movimiento Makhnovista, 1918-1921. Por este libro, que se publicó en Francia y otros países, conoció el mundo las luchas de los ejércitos y revolucionarios de Ucrania contra la tiranía bolchevique, al mismo tiempo que contra las fuerzas reaccionarias de Petlura, Denikin y Wrangel. Durante su estancia en Rusia se había relacionado con Máximo Gorki, con María Spiridinova y con Pedro y Sofía Kropotkin. El 7 de febrero de 1921 moría en Dimitrov el gran revolucionario Pedro Kropotkin. Emma fue su administradora cuando se constituyó el Comité Pro-Memoria de Kropotkin, y Alexander Berkman actuó de secretario. Cuando hubieron de abandonar Rusia, los sustituyó a los dos Vera Figner.

Emma y Alexander estuvieron en Suecia, Alemania y Francia.

Entre los años 1922 y 1928 Goldman se dedicó a escribir uno de los libros más importantes “Viviendo mi vida”, libro fundamental para entender la profunda implicación social de la autora.

A principios de 1934 Emma y Alexander se instalaron en Francia, en Saint Tropez, habitando una casa modesta, pero situada en un lugar muy hermoso, rodeada de árboles frutales y viñas. Los comunistas proclamaron en toda su prensa que Emma vivía en La Rivière, en un palacio que los potentados de Wall Street habían construido para ella. En esta casita recibió la visita de sus viejos amigos Rudolf Rocker y su compañera Milly. Rocker explica en su libro Revolución y regresión la vida tan activa que llevaba aquella mujer. Escribió allí sus Memorias, que se publicaron en Nueva York aquel mismo año; colaboraba en varios periódicos y revistas. Era, además, excelente ama de casa, limpia, ordenada y buena cocinera. También Alexander Berkman iba de vez en cuando a visitarla. Entonces estaba unido a otra mujer y tenía una hija a la que había puesto el nombre de Emma.

Emma, de Saint Tropez marchó a Londres, y pudo entrar en Canadá. Al poco tiempo estallaba la guerra civil española. La resistencia que opuso el pueblo español al fascismo, a la vanguardia de la cual estaban las organizaciones obreras, reavivaron sus esperanzas de un posible triunfo de la libertad en España. Y a España se fue con el ánimo de ser útil a sus compañeros españoles.

Visitó España en tres ocasiones, entre su primera estancia (septiembre a diciembre de 1936) y la tercera (septiembre a noviembre de 1938), transcurrió un lapso de tiempo de poco más de dos años, su segunda visita la llevó a cabo entre septiembre y noviembre de 1937. Durante sus visitas pasó la mayor parte del tiempo viajando a diferentes zonas de la España republicana, observando los esfuerzos constructivos en marcha y la primera línea del frente. Se ofreció a ayudar en la propaganda internacional, a hacer de enfermera, de camarera, de canguro, o a divulgar métodos de control de la natalidad e higiene. El escaso conocimiento de la lengua y los argumentos de los/las anarquistas españolas de que su mayor contribución era la propaganda en el exterior, la convencieron de abandonar España y llevar a cabo esa tarea desde Gran Bretaña.

Destaca un artículo suyo sobre el anarquista español Buenaventura Durruti “Durruti está muerto, todavía vive”.

Lucia Sanchez Saornil (Fundadora de Mujeres Libres, a la izquierda)centro, Emma Goldman y America Barroso.

La experiencia del fracaso de la Revolución Rusa la tenía siempre preocupada, temiendo que en España se repitiera el dominio de la dictadura de un partido. Y escribía a Rudolf Rocker: “…No puede ser bienvenida para Stalin una revolución social victoriosa en España, por razones que tú sabes… Este pensamiento no me deja reposar ni siquiera en sueños, pues yo sé que los embusteros del Kremlin son capaces de cualquier bribonada mientras puedan hervir su sopa. “Sobre la entrada de la C.N.T. en el gobierno, te escribí ya en mi última carta: es una dura prueba originada en especial por la situación peligrosa del Frente de Aragón. Se ha saboteado ese frente, sin duda a incitación de los rusos, sin conciencia, aunque todos saben que si Franco lograse romperlo estaría decidida la guerra en favor de los fascistas. Si la entrada de nuestros compañeros en el gobierno puede lograr un cambio, es algo que hay que esperar para verlo. Estoy poco familiarizada con las situaciones internas para permitirme un juicio propio y solamente espero que no se haya hecho un mal cálculo”.

Y dice Rocker sobre esa posición:

Emma advirtió el falso juego de la política española de Stalin desde el comienzo, pues su experiencia le había mostrado que de aquella parte se podía esperar todo, menos lo bueno. Pero reconoció también la situación difícil de los compañeros españoles y sabía que en ese estado tan extraordinario, en donde cada jornada exigía nuevas medidas que surgían del cambio constante de las condiciones, no era dable decidir siempre lo que en un momento dado era justamente lo mejor. Si entonces algunos críticos de las propias filas en el extranjero intentaron acusar a los camaradas españoles como traidores a sus principios, porque bajo la presión de circunstancias de mucho peso habían entrado en el gobierno, Emma no par- ticipó nunca de esa posición negativa, aunque se la exhortó directamente. Su profunda comprensión y su buen sentido la previnieron contra ello. A pesar de todos los temores, no se le habría ocurrido nunca acusar de traición a hombres que luchaban por su causa hasta el amargo fin con resolución tan heroica. Ella conservó para los compañeros españoles su fidelidad hasta el postrer aliento. Así escribió después de la caída de Barcelona al último secretario de la C.N.T., cuando este, junto con otros camaradas, se había salvado felizmente en Francia, una larga carta, y de la que tomo el pasaje que sigue, porque es singularmente característico de la posición de Emma:

y sigue Rocker : “De todas las cartas que recibí de Emma, se desprende claramente con qué ímpetu cruel la golpeó la gran derrota de España.”

Emma Goldman sostiene una pancarta en solidaridad con los anarquistas españoles durante la celebración del Primero de Mayo de 1937 en Hyde Park (UC Berkeley Library)

A nivel personal hay que destacar que en 1936 su querido Berkman se suicidó. Llevaba tiempo muy enfermo y acabó poniendo fin voluntariamente a su vida. Fue el último gran golpe de su vida para Emma, que tenía entonces 67 años, y no se consoló nunca de la pérdida del que había sido el compañero de su vida y de sus ideas.

Después de su paso por España, Emma Goldman fue a Toronto para desarrollar una campaña en favor de los refugiados españoles. Conversando con un compañero en la casa de éste, le sobrevino de una manera fulminante una hemorragia cerebral, que le produjo la pérdida del habla. Y a las pocas horas se repitió el ataque que dejó sin vida a aquella valerosa e inteligente mujer. Era el 13 de mayo de 1940.

Fue enterrada en Chicago, en el cementerio alemán, llamado Waldheim, en el cual están enterrados los mártires de Chicago y Voltairine de Cleyre”.

Emma Goldman era una fuerza de la naturaleza, dotada de una moral que ninguna persecución, pena o fatiga, lograron alterar su entusiasmo y su fe. Ni la cárcel, ni su vida errante, dando conferencias de una a otra ciudad con el trabajo intelectual que tenía que realizar para prepararlas; ni el escribir sus frecuentes colaboraciones en revistas, periódicos y folletos y, al mismo tiempo, sin dejar de trabajar, en fabricas, de enfermera o cosiendo, pudieron abatir su acendrado amor a los ideales de emancipación social.

Emma, en su obra “La palabra como arma” dejó escrito :

El más fuerte baluarte de la autoridad es la uniformidad; la menor divergencia frente a ella, es el mayor crimen. La generalización de la mecanización de la vida moderna ha multiplicado por mil la uniformidad. Está presente en cualquier lugar, en los hábitos, en los gustos, en el vestir, en el pensamiento y en las ideas. La mayor estupidez concentrada es la “opinión pública”. Pocos tienen el coraje de enfrentarse a ella. Quien se niega a someterse rápidamente es etiquetado como “raro” o “diferente” y desacreditado como un elemento perturbado en el confortable estancamiento de la vida moderna“.

Emma, ese ser excepcional tuvo ese coraje de enfrentarse a la autoridad, de ser diferente y única.

Después de su muerte su fama se fué difuminando hasta que en 1970 se reeditó su biografía y la escritora feminista Alix Kates Shulman editó algunos de sus discursos. Ante la nueva popularidad de Goldman un amigo de Shulman le pidió una frase para imprimir en unas camisetas destinadas a recaudar fondos para un festival que celebraba el fin de la guerra de Vietnam. Shuman le envió su favorita:

“Quiero libertad, el derecho a la autoexpresión, el derecho de todos a cosas bellas y radiantes” 

Hablando de frases recordemos que hay una frase que se atribuye a Emma Goldman:

Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa

pero que en realidad fué inventada por el amigo de Shuman cuando le contó la anécdota en que Emma había sido amonestada por bailar. El amigo demostró tener un gran ojo para los eslóganes y lo resumió en la famosa frase.

Cuando Shulman fue a recoger su camiseta se sorprendió y tenemos su testimonio escrito : “Busqué en los textos de Emma la declaración; no se encontraba en ninguna parte. Pero Jack estaba muy contento y no había tiempo para cambiarlo así que no tuve corazón para objetar, después de todo sólo iba a aparecer en algunas camisetas y el sentimiento expresado era pura Emma

Casi 50 años después esa frase que Emma Goldman nunca pronunció, no apareció solo “en unas pocas camisetas” sino que sigue siendo su legado más popular. La frase ha sido estampada en multitud de camisetas y chapas en todo el mundo, como grito de libertad y vida.

También se puede encontrar asi:

Si no se puede bailar, no es mi revolución

Emma Goldman utilizó la doctrina anarquista para explicar la opresión que padecían las mujeres, pero sabía muy bien que la raíz de semejante opresión era más profunda que las instituciones. Cuando su anarquismo entraba en conflicto con su feminismo, reaccionaba siempre como feminista. A semejanza de muchas mujeres de la izquierda actual, se rebeló cuando los hombres radicales la menospreciaban por el solo hecho de ser una mujer. En 1911 publicó sus ensayos y sus discursos en forma de libro (Anarchism and Other Essays), donde trató «el problema de la mujer» con más profundidad que cualquier otro, incluido el anarquismo. En Living My Life revela, con prosa firme, las injurias a las que tuvo que enfrentarse como mujer y su ilimitada sim- patía por las oprimidas de su mismo sexo.

En muchos aspectos, el análisis y el programa que Emma Goldman desarrolló antes de la Primera Guerra Mundial se asemeja más al de las feministas de la década de los 60 que al de sus propias contemporáneas. Estas últimas hacían hincapié en las barreras económicas y legales que impedían a las mujeres su libertad; en cambio, Emma Goldman, al igual que las feministas actuales, denunció la ideología inconsciente y a los «tiranos internos» como causa del sometimiento de la mujer. «Casi des- de la infancia», escribió, «las jóvenes aprenden que el más alto objetivo en la vida es el matrimonio», las alimentan con tantas mentiras acerca de su naturaleza sexual que «la vida de estas muchachas se destruyen por la frustración»: consideró siempre que en la mujer adulta estos problemas eran fundamentalmente más perjudiciales que la carencia de este o aquel derecho legal. Por ejemplo, ella no creía que personalmente hubiera sufrido nunca por la privación del derecho de voto; en cambio, sí reconoció su diario sufrimiento porque los hombres que la rodeaban la trataron como un objeto sexual. Casi todos los hombres con los que convivió —radicales en su mayoría—, intentaron hacerla desistir de sus actividades: nunca las consideraron adecuadas para su sexo porque, para decirlo con sus propias palabras, siempre fue para ellos una «hembra». (Prologo de Alix Shulman a ” La mujer mas peligrosa del mundo”,textos feministas de Emma Goldman)

Siempre creyó que lo único verdaderamente necesario era una revolución que iniciaran las mismas mujeres.

En sus palabras:

Obra publicada :

De entre sus numerosos escritos cabe destacar Anarquismo y otros ensayos (1910),actualmente se llama Feminismo y Anarquismo, Mi desilusión con Rusia (1923) y su autobiografía Viviendo mi vida (1931) y La Palabra como arma, compilación de varios escritos.

La vida de Goldman también ha sido llevada al cine en la película Reds, de 1981, dirigida por Warren Beatty, encarnada por la actriz Maureen Stapleton que obtuvo un premio Oscar como mejor actriz de reparto.

Enlaces de interés :

Fuente de la Bio : https://proletarios.org/books/Goldman-La_palabra_como_arma.pdf?fbclid=IwZXh0bgNhZW0CMTAAAR1lk9ePw-o-fXar9nY_FGKgmDBccqm3iWfNEWjhHz5-tIKnGIcbcQYkNtA_aem_Y-1y8kL7Nz-LYF2jeEcQxA

https://conversacionsobrehistoria.info/2022/08/18/las-oficinas-de-la-cnt-en-el-exterior-durante-la-guerra-civil

https://www.elespanol.com/cultura/20190803/feminista-emma-goldman-fbi-mujer-peligrosa-america/418209209_0.html

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